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Pathwork

Conferencias del Guía

Conferencia 5. La felicidad para ustedes o la felicidad como un eslabón en la cadena de la vida

Saludos en el nombre de Dios. Les traigo las bendiciones de Dios.

Queridos míos, el mundo espiritual de Dios no tiene mayor deseo que ayudarlos a crecer espiritualmente, para que alcancen la felicidad, la armonía y la luz. Los espíritus de Dios tratan continuamente de extenderles la mano para ayudarlos a vencer los obstáculos y dificultades con los que tropiezan en su desarrollo espiritual en este camino hacia la perfección. Sin embargo, sólo podemos ayudar: nunca forzar. Primero tendrán que desear alcanzar la perfección, y mediante este deseo, abrir la puerta. Sólo entonces percibirán esta ayuda como una realidad palpable. Esto, a su vez, aumentará sus sentimientos de seguridad y profundizará su confianza en la realidad y veracidad del mundo espiritual de Dios. Sin embargo, con demasiada frecuencia, los humanos no prestan atención a los espíritus celestiales que los rodean y por ello no ven, no escuchan y no sienten a aquellos que ofrecen su ayuda. Aun si creen en principio en la existencia de Dios y Su mundo espiritual, no creen que esto tenga un efecto en su vida personal con todos sus problemas. Así, cierran la puerta y pueden seguir caminando por un sendero equivocado. Ir en la dirección incorrecta empieza muchas veces con una elección aparentemente trivial, pero cuanto más se aleja uno del punto de elección, más se desvía a una calle cerrada de donde será cada vez más díficil encontrar la salida.

Incluso cuando las personas aman a Dios y quieren el bien, a menudo no ven en ellas mismas el factor determinante de su desarrollo y realización. Lo que parece ser un detalle sin importancia suele ser la raíz de todas las corrientes malsanas del alma. Ustedes, sin embargo, no la reconocen porque no están dispuestos a despertar a la inspiración que proviene de los espíritus divinos, ya que siempre es más cómodo permanecer como de costumbre. El resultado es la tristeza o la insatisfacción con la vida; ustedes no entienden por qué, pero ésta es frecuentemente la razón, mis queridos amigos.

Mi tarea es darles pistas, despertarlos. Ojalá que cada uno de ustedes escuche lo que le concierne personalmente; pero hasta para eso tiene que existir la disposición. Sólo cuando la sienten pueden absorber y asimilar este material.

Siempre que los seres humanos se fijan una meta, ya sea conscientemente o sólo en lo emocional, y esta meta es egoísta, muchas veces no podrán alcanzar lo que desean. Y aun si lo alcanzan, su efecto y la satisfacción que les da serán pasajeros; se resecarán, se volverán superficiales y finalmente se disolverán. Si desean dicha sólo para ustedes, entonces no serán dichosos. Muy probablemente dirán: “Pero claro que no quiero felicidad sólo para mí. Me daría mucho gusto ver a mis congéneres felices también”. Pero hay una gran diferencia entre tener este pensamiento ocasional y bastante superficial, concebido por un sentido del deber, y tener un deseo que penetre todo su ser. Cada uno de ustedes puede mirar en su interior para determinar cuán profundo es realmente este deseo, pues aquí también pueden engañarse; aquí también pueden desear algo con su mente, ya que han aprendido algunas cosas, pero otra parte de su personalidad, que yo llamo el Ser Inferior, tira de sus emociones en una dirección muy distinta. A esta parte realmente no le interesa la otra persona —no emocionalmente—, aunque ustedes, en su mente, sí le deseen el bien —es decir, siempre y cuando no les cueste un sacrificio personal ni un esfuerzo importante— y ésta es la esencia de la cuestión. Casi a cualquiera, a menos que se encuentre en un nivel muy bajo de desarrollo, le dará gusto en teoría cuando a otro le pasan cosas buenas. Pero incluso las personas muy desarrolladas, si son honestas, suelen detectar en sí mismas cierta envidia, o una alegría ligeramente maliciosa por el infortunio de otros.

¿Cuán adelantado se encuentra cualquier individuo a este respecto? ¿Hay alguien dispuesto a renunciar a algo en favor de otro? Pregúntense: “¿Deseo la felicidad por mi propio bien, o es ésta la segunda consideración?” ¿Pueden dirigirse a Dios y decir: “Desde luego que no puedo engañarte, así como no puedo engañarme. Cierto, quiero ser dichoso. Pero también, cuando consiga esa dicha, quiero conservarla volviéndome un eslabón. Lo que reciba de ti deseo transmitirlo a otros en la misma forma, incluso si tengo que hacer un sacrificio; tal vez renunciar a la gratificación de mi ego. Por favor, enséñame cómo darles a otros todo lo que he recibido de ti?” Si se sumergen una y otra vez en este pensamiento, hasta que se arraigue en su alma, hasta que se convierta en una forma espiritual tan poderosa que penetre todo su ser en el nivel más profundo de sus sentimientos, entonces habrán satisfecho las condiciones. Entonces la ley espiritual en cuestión se podrá manifestar a través de ustedes, y entonces serán felices en verdad, precisamente porque su propia felicidad ya no es la meta final de sus esfuerzos. Es decir, el “yo” renunciará a su importancia personal en favor del “tú”. Entonces buscarán la dicha no sólo porque la desean; por el contrario, la meta será dar felicidad al otro, a los otros, y su propia dicha será meramente una estación de tránsito, por decirlo de alguna manera.

La felicidad se les dará para que la pasen a otros. Entonces sí se volverán un eslabón en la cadena, que es el único requisito para mantener vivo y fluyendo el río de la dicha. De esta manera nunca se secará. Cualquier cosa que dé la persona que sirve de eslabón le regresará multiplicado por cien. Dios siempre les enseñará cómo, en qué forma, pueden pasar a otros su amor y conocimiento y felicidad, pero primero deben tener la voluntad de hacerlo. En efecto, hoy, mañana, la semana próxima y todos los días tienen que hacerse el propósito de estar dispuestos; deben conquistar conscientemente su resistencia. No la releguen al inconsciente. Luego deben tratar de traducir la voluntad en acción. Y de esta manera la ley espiritual puede empezar a cumplirse en ustedes.

Que todos y cada uno de ustedes piensen ahora en las bendiciones de las que disfrutan; puede ser buena salud, o fortaleza espiritual, o la dicha y la seguridad de una relación amorosa; para cada uno es algo distinto. Todo el mundo ha recibido un tesoro especial de Dios. Y una vez que hayan decidido: “Ya no quiero ser la meta final, sino un eslabón en la cadena”, se les mostrará cómo pueden trasladar lo que han recibido, y serán ricamente recompensados, pues esa es la ley.

Al mismo tiempo no darán por sentados sus regalos y sus tesoros, lo que siempre es señal de sequedad espiritual y hace que los regalos que poseen pierdan su brillo porque la ley de dar y recibir ha sido violada. Si ustedes son un eslabón viviente en la cadena, cada uno de sus regalos recuperará su brillo, y la alegría y el placer que habían perdido se les devolverá.

Lo mismo que sucede con la dicha en general, ocurre con cada uno de sus componentes que toda persona desea: amor, fuerza, salud, libertad... todo. Cualquier cosa que uno desee por su propio bien se disolverá, se marchitará; cualquier cosa que se busque por el bien del otro, como un eslabón en la cadena, florecerá... para ustedes y para el otro.

Pensemos, por ejemplo, en las muchas personas que se preocupan por ser libres. Evitan cualquier cosa que los ate. Pero la misma ley rige aquí también: Los que desean la libertad por la libertad se encontrarán atados en el nivel interno. Por otra parte, alguien que desee la libertad para convertirse en un eslabón de la cadena, para efectuar alguna tarea especial para el Plan de Salvación de Dios y para sus congéneres, florecerá en la libertad sin estar atado por dentro. Al dar energía para promover el desarrollo ascendente de la conciencia humana, esta persona será libre no sólo en el nivel exterior, sino también por dentro. Quienes ansían la libertad por puro egoísmo, elevándose por encima de Dios y reclamando ser libres de las leyes espirituales, se vuelven menos y menos libres; la pregonada libertad se convertirá en servidumbre, y a final de cuentas se encontrarán en grilletes. Quienes se alían con Dios y Sus leyes continuamente incrementarán su libertad y su independencia. Esta es la ley inmutable, que no puede revocarse. Las leyes de Dios se crearon con sabiduría y amor, y los que se rebelan contra ellas por desafío e ignorancia —ya sea porque no pueden entenderlas todavía o porque no quieren comprenderlas por razones emocionales malsanas— se vuelven cada vez más infelices, con la estrecha servidumbre interna resultante.

Muchas personas que se rebelan contra la injusticia humana no pueden comprender que Dios es justo, y que en el espíritu reina la justicia infalible. La justicia espiritual se vale de la injusticia humana para hacer posible la justicia última.

Queridos míos, esto puede parecerles contradictorio a algunos de ustedes. Sin embargo, no lo es; la ecuación cuadra. Les daré un ejemplo. Supongamos que un criminal que ha cometido varios crímenes se ha salido con la suya todas las veces. Se ríe para sus adentros, tanto por la estupidez de la gente como por la falta de justicia, que parece favorecerlo. Luego, un día, es arrestado por un crimen que no cometió. Descubrirán ustedes que precisamente este tipo de persona es la que grita más fuerte contra la injusticia de este mundo. Se libró del castigo todas las otras veces, y ahora, cuando es inocente, se ve forzado a pagar. Cuanto más obstinada es una persona así, menos reconocerá la gran justicia que prevalece sobre la pequeña injusticia. No querrá ver esto. Pero así es como está siendo probado, ya que sería demasiado fácil reconocer la justicia espiritual con todas sus ramificaciones si la conexión entre el crimen y el castigo fuera siempre tan evidente. La imperfección que los seres humanos han creado para sí mismos debe ser el remedio, por decirlo así, a través del cual pueden recuperar la perfección perdida.

Si en el mundo reinara una justicia completa —y esto en sí es una imposibilidad, ya que la imperfección llegó a existir por el libre albedrío y tiene que superarse por el libre albedrío— entonces las cosas serían demasiado simples para ustedes los humanos: la Tierra no sería el terreno de las pruebas, y no tendría sentido esforzarse por alcanzar una conciencia más elevada. Alcanzar un estado más elevado de conciencia es la gracia suprema, a la que debe abrir la puerta la entidad misma. Así que ustedes son puestos a prueba para ver si están dispuestos o no a ver más allá, aun si esto significa renunciar a su voluntarismo, su rencor, su hipocresía y otras corrientes negativas. La magnitud y la gloria de la creación de Dios residen precisamente en el hecho de que la imperfección se usa como medio para alcanzar la perfección, de que la injusticia humana se usa para hacer justicia divina.

El ejemplo que les acabo de dar es burdo; no obstante, se aplica de una manera u otra a todos. Si realmente desean saber si así sucede en su caso, la percepción interior les será dada, aunque, desde luego, no es fácil verse a sí mismo con tanta honestidad. Muchas veces tienen que pagar por un acto que no han cometido, pero lo que realmente están pagando yace enterrado en el pasado. Lo que es ese acto sólo puede encontrarse invocando la voluntad interna en meditación. Y aun si la acción que tienen que pagar hoy se cometió en una vida pasada, la percepción interior puede llegar, siempre que sigan este Pathwork de desarrollo y purificación. El cielo da percepciones interiores útiles como muestra de reconocimiento por sus esfuerzos honestos, por su humildad y su buena voluntad.

También puede suceder que no se les pidan cuentas por una serie de faltas menores. El mundo espiritual está dispuesto a esperar y ver si llegarán por ustedes mismos a la conclusión de que algo en su carácter necesita mejorarse. Pero si no buscan en esta dirección, el efecto de todas las desviaciones desatendidas descenderá sobre ustedes de una sola vez; tendrán que pagar todas las cosas pequeñas. Esto podría volver más fácil despertarlos al hecho de que tienen que cambiar algo en ustedes. Y aquí de nuevo se pondrá a prueba su actitud. ¿Dirán: “Nunca hice nada tan malo que justifique todo lo que me pasa hoy?” ¿O supondrán que Dios no puede ser injusto y, por lo tanto, empezarán a explorar lo que esté en ustedes que necesita descubrirse? Esta es siempre la pregunta, y su respuesta reviste la mayor importancia pues revelará si están pasando la prueba o no; determinará la dirección de su desarrollo.

Es una gracia especial —y elijo deliberadamente esta palabra— que puedan pagar sus violaciones de la ley espiritual en la misma vida y no en la siguiente, ya que es mucho más fácil ver los hilos conectores y, por ende, reconocer la justicia última, aun cuando ésta llegue de manera indirecta. Estas experiencias los harán sentir que pisan un terreno seguro y establecerán su confianza permanente en Dios. Pero, como dije, la gracia del reconocimiento les puede ser dada aun si lo que pagan se remonta a una encarnación anterior, siempre que estén absolutamente decididos a escoger la conciencia de sí mismos y la purificación. De esta manera les resultará más fácil armonizar su relación con Dios. Y la armonía con Dios les trae felicidad. No se trata, como suele creerse, de que encontrar a Dios sea darle a Él. Les digo todo esto para que piensen en sus dificultades y averigüen si están pagando algo que causaron en esta vida o en una anterior. Cualquiera que sea el caso, pueden encontrar la semilla en ustedes; debe ser una falta especial que debe reconocerse y corregirse.

Cuando los humanos se despojan de su cuerpo y entran en el reino del espíritu, la mayor parte de lo que ustedes llaman el inconsciente está abierto y accesible. Ni uno solo de ustedes, queridos míos, ni siquiera los que ya han progresado en este camino o que se hallan en un estado de sanación, tienen la más remota idea de la realidad de este inconsciente, que con tanta frecuencia está profundamente escindido en corrientes opuestas y opera contra la mente consciente. Algunos de los que se hallan en un proceso de sanación pueden haberlo vislumbrado. Encontrarse con estas corrientes y tendencias anteriormente inconscientes es como toparse con un completo desconocido que vive su propia vida. Se necesita trabajo, disciplina y entrenamiento para ahondar en estas corrientes y reconocer exactamente lo que son. El encuentro con este desconocido es señal de gran progreso; tienen muchos motivos para regocijarse. Canten “Aleluya” pues la primera batalla ha sido ganada; han dado el primer paso hacia la unificación de su personalidad. No se depriman. Es sumamente importante que cualquiera que espere hacer en una vida el mayor progreso posible no aplace el encuentro con el inconsciente, sino que lo enfrente ahora mismo, ya que la parte desconocida de la personalidad tiene un poder enorme, y este poder reside en que es inconsciente, de manera que sólo los efectos amplios son visibles. Ustedes ven los síntomas y no lo que los causa. No pueden controlar estas contracorrientes mientras no estén conscientes de ellas.

Es un gran error creer que si no ven las contracorrientes, su efecto será menos severo. Desde luego, es posible ejercer cierto control sobre sus ramificaciones externas, en crisis y conflictos, pero esto no basta. Ya saben ahora que todos los pensamientos y sentimientos crean formas espirituales sumamente reales, aunque ustedes no las vean. Estas formas tienen efectos de largo alcance: en círculos en constante expansión, las acciones crean reacciones, que a su vez tienen consecuencias, de modo que luego tiene lugar una larga reacción en cadena. Ustedes pueden controlar algunas de las manifestaciones más exteriores de la cadena larga, pero, como dije, esto no basta. No se pueden enderezar las corrientes perturbadas del alma hasta que se penetra profundamente en su origen en el inconsciente.

La mente consciente desea el bien y quiere actuar bien; una parte del inconsciente, el Ser Superior, también tiende hacia arriba. Pero en todos los seres humanos otra parte de la personalidad desea lo que es malo y falso; sin embargo, esta maldad y falsedad no tiene que ser del tipo criminal. Todo depende del desarrollo de la persona. Los rasgos negativos de un individuo más evolucionado pesan tanto como las tendencias criminales de un ser menos desarrollado. Las demandas ciegas e imposibles pueden dejarlo en carne viva, por así decirlo. No pueden satisfacerse, en parte porque no son realizables, y en parte porque van en contra de lo que el Ser Superior desea. Las tendencias opuestas chocan y agotan el alma; crean desarmonía y a veces enfermedades. Sobre todo, evitan el crecimiento espiritual, o por lo menos son un obstáculo para el desarrollo pleno. Por lo tanto, no puedo insistir demasiado en que dediquen toda su atención al descubrimiento del inconsciente: conózcanlo, háganlo consciente en meditación, en oración, en todos sus afanes. Sin esto no puede haber progreso importante, y tendrán que experimentar la manifestación abierta e irrestricta de sus corrientes inconscientes cuando se desprendan del cuerpo. Entonces deberán meterse en el conflicto. Esto será una decepción, ya que las personas, hasta que se enfrentan consigo mismas, creyendo que están mucho más desarrolladas de lo que realmente están, suponen que sólo sus acciones cuentan; pero sus sentimientos también son acciones y tienen consecuencias igual de tangibles. Además, el desarrollo de la personalidad tarda incomparablemente más y es mucho más difícil de lograr en el mundo espiritual. Dios ha dispuesto la vida en la Tierra de manera tal que el ascenso espiritual se acelera en el ambiente de la imperfección, en la diversidad de las etapas de desarrollo. Sin embargo, suele suceder que se usan más encarnaciones de las estrictamente necesarias para enderezar las corrientes inconscientes imperfectas y ciegas; podrían evitarse algunas vidas terrenales futuras mediante un compromiso más fuerte con el desarrollo en el presente.

El desarrollo humano ha avanzado hasta tal grado que por lo menos cierto número de personas están listas para encarar las corrientes ocultas del alma; hoy, más personas tienen la madurez necesaria para esta búsqueda. Por lo tanto, Dios ha permitido a la Humanidad hacer descubrimientos acerca de la psique y el inconsciente. Aunque el conocimiento todavía es escaso, se descubrirán más y más cosas. Desde luego, no todas las personas están listas; muchas deben aprender todavía a adaptar sus acciones externas a las leyes de Dios. No serán llamadas a seguir un camino como éste. No es accidente que alguien sea guiado en ciertos momentos.

Muchas personas acuden a un psiquiatra, pero sólo cuando sus conflictos internos han crecido tanto que las desgarran, de modo que se sienten infelices y totalmente perdidas. Los que ya se encuentran en un nivel más elevado —o así lo creen— deberían recorrer su camino sin quedar atrapados en crisis graves, es decir, de una manera completamente voluntaria, animados por el conocimiento de que la búsqueda de sí mismo no puede evitarse. Lo que parece difícil aquí será aún más difícil y tardado en el mundo espiritual. Cuando más pronto empiecen, más fácil será. No se persuadan de que lo que digo podría no ser cierto y de que entonces se habrán tomado molestias en vano. No, queridos míos, nada que alguien logre espiritualmente es en vano. Éstos son los únicos valores duraderos que jamás se desvanecerán; serán suyos eternamente.

Cuanto más aplacen la purificación de su alma, más se enredarán en el inconsciente las corrientes malsanas, y más difícil será desenredarlas. Esto se debe a que mientras uno no vea estas corrientes a la luz de la propia conciencia, uno seguirá día tras día, e incluso hora tras hora, relegando las mismas reacciones emocionales al inconsciente, apilando lo nuevo sobre lo viejo. Piensen en todo esto y libérense de sus resistencias, que sin duda surgirán, al menos al principio. No crean en la voz de la resistencia; ofrece explicaciones agradables al intelecto, que no son, en realidad, más que subterfugios para evitar la búsqueda de sí mismos. Empleen sus facultades críticas para detectar las excusas que se dan con demasiada facilidad, o la intención de descartar todo el problema. Observen su reacción cuando escuchan estas palabras. ¿Cómo se sienten cuando las escuchan? ¿Sienten una leve incomodidad, tal vez en un lugar profundamente oculto, o incluso en un nivel obvio? ¿Quieren minimizar la importancia de estas reacciones con un gesto vago, como si no necesitaran hacer el trabajo? Asómense a su interior, amigos míos. Quienes están verdaderamente dispuestos a tomar la decisión de purificar su alma serán ayudados. Se les tenderá la mano. La sanación del alma no tiene que, ni debe, proceder de la misma manera para cada individuo; por lo tanto, el camino se allanará para todos para que puedan encontrar lo mejor para sus pasos.

Ahora quiero pasar a un tema que se ha discutido en ocasiones y que parece desconcertar a algunos de ustedes: ¿Cómo y por qué es posible que haya tantos conceptos religiosos diferentes en la Tierra? Ustedes piensan: “Todo el mundo dice algo diferente, y gran parte de ello es contradictorio; por lo tanto, nada puede ser verdadero”. Mis queridos amigos, sólo hay una verdad. Déjenme explicarles por qué hay diferencias en los conceptos humanos y cómo deben verse; y aquí excluyo los errores que se han colado en los conceptos a causa de las transmisiones defectuosas. Así como todo tiene forma y gestalt en el espíritu, también los tiene la verdad, es decir, el verdadero estado de las cosas. La forma es inmutable, pero se halla en un estado de cambio constante, ya que todo en el espíritu está en movimiento continuo, circular, siempre vibrante. Nada es estático, ni los sentimientos ni las circunstancias, nada. Imaginen una rueda, inmutable en su forma básica, pero que gira constantemente. En diversos lugares y en diferentes tiempos, después de satisfacer ciertas condiciones, las personas ocasionalmente alzan el velo que la cubre y ven un pequeño segmento de la enorme rueda. Una persona, en un momento determinado, ve un detalle detrás de la rueda; otra, en otro momento o en otro lugar, ve algo muy distinto. Sus observaciones pueden coincidir ocasionalmente, pero con frecuencia no lo hacen, ya que la rueda gira y quien alza el velo puede ver en ese momento preciso algo diferente. Lo que ven puede parecer a veces contradictorio, porque la conexión entre las partes del todo no puede verse a través del velo. Si toda la rueda fuera visible, las partes aparentemente contradictorias se verían como fragmentos del todo. Así, la Humanidad pelea porque sus diversas interpretaciones parecen contradicciones. En realidad no es así. Aun cuando un concepto religioso contenga errores definitivos, uno puede encontrar el grano de verdad en el que se basa.

Las personas suelen enfocar todo este ámbito con una actitud equivocada. Creen que no puede existir la verdad absoluta, sólo la verdad relativa, conclusión que basan en sus varios vislumbres detrás del velo. Afirman que todo lo que está conectado con Dios y la Creación es más o menos una cuestión de opinión o de gusto personal. Toda creencia contiene algo bello y noble, dicen, y por lo tanto todas estas cuestiones de las creencias son subjetivas y no absolutas ni objetivas. Esta conclusión, basada en las emociones, es que no existe una verdad espiritual absoluta. En vez de tratar de encontrar la verdad que puede hallarse en cada concepto religioso, las personas descartan todo, al menos emocionalmente, y lo califican de ilusión, imaginación y una cuestión de preferencias. Esto significa que todo el concepto del absoluto, que sólo puede existir en el espíritu, viene a basarse en la percepción humana con sus errores, y la eleva por encima de todo lo demás. Al adoptar este error, se vuelven pasivos, son incapaces de alzar el velo y de experimentar personalmente la verdad. Esto sólo es posible cuando la persona está convencida de que debe de haber una verdad absoluta por encima de la verdad humana relativa, y cuando cuida de no confundir la verdad humana relativa con la verdad espiritual absoluta. Esto necesariamente cerraría la puerta a la experiencia personal de la verdad.

A este respecto, las personas pueden dividirse en dos grupos. Uno se aferra dogmáticamente a un conjunto de creencias sin pensar ni examinar mucho sus sentimientos acerca de ellas. Nunca sabrán lo que es tener una experiencia personal profunda de la verdad. El otro grupo es el que mencioné antes. Hoy en día éste es especialmente numeroso y consiste en su mayor parte de personas intelectualmente superiores. Sostienen que sus opiniones son particularmente objetivas, que se han “liberado”. Pero arrojan en la misma canasta del dogma humano la verdad inmutable, absoluta, divina y en eterno movimiento, y así pierden el suelo firme que podrían pisar. Ambos grupos representan extremos; ninguno está en la verdad y ambos pierden de vista lo esencial. El segundo grupo está tan alejado de la verdad como el primero, sí, y a veces más. Con todo su conocimiento superficial e intelectual, son en realidad los buscadores. Pero pueden encontrar sólo si primero abren una puerta en su interior, tal vez una puerta a su inconsciente.

¿Qué es “religión”? Hay muchos malentendidos acerca de esto, y con frecuencia ustedes ansían asegurarse a sí mismos y a otros de que no son “religiosos”. Suponen equivocadamente que ser religioso significa adherirse a una secta y aceptar ciegamente un dogma fijo. Religión significa “reconexión con Dios”, y todos desean esto, a sabiendas o no. Todo el anhelo insatisfecho no es básicamente otra cosa más que el deseo de regresar a Dios, es decir, a la “religión”. Cuanto más consciente está una persona de este deseo, más apacible y armoniosamente fluirán las corrientes de su alma. Las personas podrían incluso encontrar su camino de regreso a Dios a través de una comunidad confesional, si las instrucciones recibidas allí activan la fuerza de su alma y abren la puerta a la búsqueda de si mismas y, a través de ello, a una percepción elevada. Esta es la esencia de la religión que las personas pueden descubrir también adhiriéndose a una fe religiosa. Entonces los errores o las desviaciones menores no importan; en este caso son sólo detalles. Estos detalles se vuelven importantes sólo cuando obstaculizan el progreso del individuo, directa o indirectamente. Sin embargo, esto depende en gran medida de la persona.

Para otras personas, el camino de regreso a Dios no implica abrazar una religión; debe mostrárseles otro sendero. Pero cualquiera que sea la preferencia, todos necesitan ayuda del exterior; esta ayuda del exterior constituye el material con el que deben construir su propia casa. Pero la “religión”, es decir, la “reconexión con Dios” es esencial para todos. Dios es lo absoluto, Dios es la verdad, y por lo tanto la verdad más allá del error humano también es absoluta. Los humanos recibirán tanta verdad como sean capaces de entender y asimilar, de acuerdo con su desarrollo. Hay muchos, no obstante, a quienes se podría dar más de lo que están recibiendo... pero no lo quieren. Son demasiado perezosos, o no están satisfaciendo los requerimientos por alguna otra razón. Pero a aquellos que verdaderamente llamen a la puerta, ésta se les abrirá.

PREGUNTA: Nos habló antes de dar nuestra felicidad a otros, es decir, dar algo a otro. Si, por ejemplo, yo puedo hacer feliz a alguien con un pequeño regalo, pero sólo puedo dar este regalo a una persona, ¿a quién debo dárselo? ¿Debo dárselo a un desconocido, o a alguien a quien amo, o a un pariente? Si sólo puedo dárselo a una persona, ¿quién debe tener la preferencia?

RESPUESTA: Lo que tienes en mente es un objeto material que sólo puedes darle a una persona. En este caso, debes pensar calladamente en quién podría necesitar esta cosa más, a quién beneficiaría más. Si les haces caso a tus sentimientos amorosos, ciertamente podrías dársela a la persona a quien amas más. Empero, esta elección bien podría ser egoísta. Por otra parte, si tuvieras algún complejo de culpa, podrías decidir dársela a la persona a la que te cuesta más trabajo dar. Ambas soluciones podrían ser equivocadas en un caso específico. No hay reglas para llegar a la respuesta correcta. Dios te ha rodeado de guías espirituales que te ayudarán en todos tus problemas; cuando ustedes se hayan liberado de la compulsiva voluntad de su ego, de todas las distorsiones, estarán listos para ser inspirados y conducidos aun en las cosas más pequeñas. A veces su respuesta corresponderá a lo que sus emociones desean: sin embargo, en ese caso, no habrán obedecido ciegamente a sus emociones, sino que habrán comprendido la voluntad de Dios mediante un autoexamen honesto. En otra ocasión la respuesta podría ser muy distinta de lo que sus emociones quisieran escuchar.

Lo que quise decir con dar felicidad era mucho más que dar cosas materiales. Este dar no siempre es posible y, puedo decir con seguridad, no es muy importante. Desde luego, si alguien tiene muchas posesiones y nunca le da nada a nadie, esa es una falla. Para alguien muy avaro, dar cosas materiales sería una práctica útil para superar la falla. Pero, generalmente, las personas se inclinan más fácilmente por hacer algún sacrificio material con el cual comprar su tranquilidad. Es mucho menos probable que hagan un sacrificio espiritual. Éste es mucho más difícil.

A lo que me refiero con dar felicidad es esto: Cuando anhelen dicha y amor, llénense con pensamientos de cómo podrían transmitir lo que tienen o desean, cómo podrían ver todo lo que anhelan como algo que pueden transmitir a otros. Una vez que tengan la intención, los espíritus celestiales los ayudarán y les mostrarán el camino. Pónganse a prueba de cuánto quieren felicidad, armonía, luz, amor, libertad. Luego vean que hasta ahora, en sus emociones, querían estas cosas sólo para ustedes, porque deseaban ser felices. Nuevamente, en sus emociones, hasta hoy se consideraban el número uno, la persona más importante. Ahora quizás puedan cambiar estas actitudes emocionales.

Naturalmente, no pueden obligarse a desear no ser felices, eso sería imposible, pero sus sentimientos deben aprender a no atribuirse a ustedes mismos tanta importancia. Sus sentimientos deben aprender que todo el movimiento de la Creación está orientado a la realización del Plan de Salvación, al regreso de todos los seres de la oscuridad nuevamente a Dios, a la felicidad. Quienes usan la felicidad que esperan alcanzar o que ya han alcanzado para contribuir al Plan de Salvación, actuarán de acuerdo con la ley y se convertirán en un eslabón en la cadena, en vez de un fin en sí mismos. Acaso no tengan una idea muy clara de cómo podría efectuarse la transmisión, pero cuando estén abiertos y listos se les mostrará y serán conducidos a ciertas tareas.

Por ejemplo, a una persona se le pedirá que dé un poco de su tiempo. Muchas personas tienen más tiempo del que necesitan, así que pueden darlo; no en la forma en que quieran, sino de acuerdo con la voluntad de Dios. Y eso es siempre mucho más maravilloso. Así que deben abrirse a la voluntad de Dios. Para muchos, la primera ofrenda sería sanarse para que como personas libres y emocionalmente sanas puedan realmente ser capaces de dar y de convertirse en eslabones de la cadena. Esta autosanación exige al principio un sacrificio aparentemente grande: vencer la resistencia para verse en la verdad, para abrirse, para renunciar a las fallas. Si no lo hacen sólo para ustedes mismos, entonces convertirse en una persona más feliz será un medio para hacer a otros más felices, para dar y amar más. Si tienen esta intención, el mundo espiritual les dará toda la ayuda posible para superar las dificultades de su camino. Sólo pueden ayudar a otros verdaderamente cuando se sanan tanto que su armonía interna afecta a las personas positivamente, no sólo en el nivel externo, sino también en el inconsciente.

Dar alegría a otras personas, darles amor, calor, consuelo y una comprensión profunda cuando se sienten infelices, y ayudarles espiritualmente a encontrar el camino correcto sólo es posible cuando, de una manera que se sienta en lo más hondo, el ego deja de ser el centro de su atención. Mientras quieran su propia felicidad sin ser un eslabón de la cadena, todavía le dan a su ego el primer lugar, aun si no son conscientes de hacerlo. Todos ustedes deben primero sanar las heridas de su propia alma, quitar la costra con la que protegen su dolor, y sólo entonces podrán ser de verdadera ayuda para otros. Al hacer este trabajo de autosanación, uno se incorpora a su lugar apropiado y es armonizado con las leyes espirituales. Aun antes de haber sanado por completo, ciertos caminos se les abrirán para que se conviertan en un participante útil y activo del Plan de Salvación. Pero el deseo inicial tendrá que venir de ustedes. Pueden dejar a Dios el asunto de cuál será su tarea. Será la tarea más adecuada para sus capacidades y la que les dará mayor felicidad. Serán entonces una luz, un apoyo y un ejemplo para otros. Serán todo esto sólo si no lo hacen como una acción hacia afuera, sino por un profundo compromiso interno de purificarse, de amar mejor, de entender y ayudar a otros. Quien pueda despertar y cultivar estos sentimientos elevados dentro de su alma, verdaderamente despertará a la vida y disfrutará de un contacto profundo e íntimo con el mundo espiritual de Dios, jamás estará solo ni abandonado, ni se sentirá amargado. Una persona así obtendrá verdadera abudancia y riquezas que nadie podrá quitarle nunca.

Permitan que Dios los guíe por entero; ábranse sólo a Su voluntad para que les muestre el camino paso a paso. Dios es un dador generoso, queridos míos. Se darán cuenta de esto cuando vean que lo que les llega por conducto de Él es más maravilloso que nada de lo que puedan imaginar para ustedes. La dificultad inicial radica sólo en encomendarse a Dios. No, no se trata de dar cosas materiales; esto sería mucho más fácil, mucho más cómodo. Tienen que darse ustedes mismos, ya que si pueden darse de la manera correcta, pueden dar a todos con los que entren en contacto. Sin embargo, antes de darse deben haberse ganado. No pueden dar lo que no tienen.

Pocas personas poseen verdaderamente sus propios seres, porque no se conocen lo bastante bien y por ello están más o menos perdidos para sí mismos. Entonces no pisan terreno firme. Casi todos ustedes, los seres humanos, siguen siendo esclavos de sus fallas y sus sentimientos negativos. Sólo aceptándose como son pueden dominar éstos y, por consiguiente, a ustedes mismos. Así empiezan la transformación y la purificación. Por mucha libertad externa que tengan, son esclavos mientras retrocedan de vergüenza ante cada imperfección interna y exposición externa. Como esclavos no pueden poseerse ni, por lo tanto, darse verdaderamente. Una consecuencia de este estado es que son muy dependientes de este o aquel suceso externo y, por consiguiente, no pueden vivir en armonía. Sólo pueden crear armonía cuando ya no dependen de cosas que están más allá de su control.

Los que se han encontrado en este bellísimo camino, el camino de la luz, ya no tienen que dar una cosa específica. Estas personas pueden darse por completo, no sólo a un ser querido, sino también a cualquier situación de la vida donde Dios los haya puesto. Pueden darse a sí mismos con toda su alma y todo su ser.

Dictada el 6 de mayo de 1957.