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Pathwork

Conferencias del Guía

Conferencia 29. Las fuerzas de la actividad y la pasividad. Encontrando la voluntad de Dios

Saludos en el nombre del Señor. Traigo bendiciones para todos ustedes, amigos míos. Bendita sea esta hora.

Hay doce fuerzas activas básicas y doce fuerzas pasivas básicas o principios en el universo. De acuerdo con el plan de “Pistis Sophia”, estas fuerzas se concentran en el reino más alto de la luz y son dirigidas por entidades respectivas; cada una de éstas es un representante o una personificación de un principio activo o pasivo. Todas son perfectas a su propia manera. Todo el universo está penetrado por estas fuerzas, y es posible una diversidad y una combinación infinitas de ellas. En “Pistis Sophia”, la expresión “veinticuatro invisibles” se refiere a los principios así como a las entidades. Son invisibles en todas las esferas más abajo del reino más alto de la luz. Pero en esta última esfera, los principios o fuerzas, así como sus entidades personificadas, son visibles en forma de rayos o hilos finos que corren por la atmósfera. Son perceptibles no sólo por sus diversos colores y matices, sino también por su aroma y su tono y otras cualidades que son desconocidas para el sentido de la percepción humana.

Les digo esto no sólo para darles información sobre las esferas superiores, pues eso en sí no sería una razón suficiente, por interesante que pueda ser este conocimiento. Siempre deben obtener algún beneficio práctico de estas conferencias para aprovecharlo en su vida real, en el aquí y ahora. Como todas las fuerzas o principios presentes en el universo también penetran cada alma humana individual, verán que puede derivarse un beneficio de esta información aparentemente abstracta. En otras palabras, puede y debe establecerse una conexión personal, ya que todo el universo está dentro de ustedes.

La manera en que los seres humanos explotan y dirigen estos principios o fuerzas determina su vida, su armonía y su felicidad. He dicho muchas veces que la actividad y la pasividad son dos aspectos divinos en el universo. Ahora pueden ver que no existen sólo un principio activo y uno pasivo, sino doce de cada uno. La Humanidad se pregunta cuándo asumir una actitud activa, y cuándo asumir una pasiva. ¿Cuándo deben usar el libre albedrío del que han sido dotados, que corresponde a la actividad, y cuándo no deben ejercer el libre albedrío —que es un estado que corresponde a la pasividad— para que pueda cumplirse la voluntad de Dios? Ustedes piensan en estos términos sobre el asunto, pero allí está el error fundamental, amigos míos. Es absolutamente falso que puedan ser pasivos cuando desean hacer la voluntad de Dios. A fin de cumplir verdaderamente la voluntad de Dios necesitan mucha actividad y fuerza de voluntad.

Cuando las fuerzas activas se usan en los canales destinados a las corrientes pasivas, ocurre una congestión, y el resultado es la frustración para el ser humano. Si las fuerzas pasivas reemplazan a las activas y entran en los canales en que debe operar y fluir libremente el principio activo, no habrá congestión, pero sí una paralización o estancamiento. La indolencia provocada por el uso incorrecto de las fuerzas activas ocurrirá no sólo en el desarrollo general, sino también en aspectos específicos del alma humana, y gradualmente afectará toda la estructura interna de la persona.

Cualquier persona que esté en el Pathwork tiene una gran necesidad de descubrir con respecto a qué deben ser activas o pasivas las fuerzas. Trataré de arrojar luz sobre este tema. Mis palabras también los ayudarán a entender que la pasividad no es necesaria para cumplir la voluntad de Dios. Siempre deben ser activos y usar su fuerza de voluntad —que no significa voluntarismo, pues son dos cosas diferentes— para acatar las leyes de Dios, que ya conocen. Y eso no es tan difícil de descubrir, incluso para las personas que no reciben estas enseñanzas específicas y esta guía personal. Las personas que encuentran a Dios en cualquiera de las religiones o filosofías actuales, y las personas que no están especialmente cerca de Dios, que podrían ser agnósticas o incluso ateas, pero que tienen normas elevadas de ética y moralidad, sí saben lo que está bien y lo que está mal si tan sólo se enfrentan al problema específico y se hacen preguntas honestas y se autoexploran. Entonces sabrán. Para hacer eso es innegable que se necesita fuerza de voluntad.

Sin embargo, en donde deben prevalecer las fuerzas pasivas, y en donde por desgracia suelen ser reemplazadas por las fuerzas activas, son todos aquellos casos en los que ustedes no pueden cambiar las circunstancias ni a otras personas. Las personas tienden a rebelarse internamente cuando las cosas no salen de acuerdo con su voluntad y cuando otras personas están equivocadas. Entonces un movimiento activo empieza a tomar el lugar de la pasividad.

Siempre que ustedes sienten una emoción y la siguen hasta sus raíces, descubren que hay un deseo detrás de ella. El deseo significa actividad. Pueden tener deseos correctos: emprender un camino de purificación o aprender a amar son dos ejemplos. Superar sus debilidades o querer ser honestos con ustedes mismos, lo que al principio causa dolor, son otros deseos positivos y constructivos. Por lo tanto, debe recurrirse a la fuerza activa para cumplirlos. Pero también hay deseos negativos. Siempre que el resentimiento, el miedo, el odio y otras emociones anidan en su corazón, hay un deseo negativo y, por lo tanto, se usa una fuerza activa en vez de una pasiva. Como un deseo equivocado no puede cumplirse, y si parece cumplirse este cumplimiento es muy temporal e ilusorio, ustedes se sienten frustrados.

Hablando en términos prácticos, ¿cuál debe ser su actitud en aquellos casos en los que deben ser pasivos? No pueden cambiar este mundo ni a otras personas, amigos míos. En su intelecto pueden saber esto muy bien, pero ¿lo saben siempre sus emociones? ¡Claro que no! Queda por ver si sus emociones van o no a empezar a obedecer lo que saben en su intelecto. Así que la actitud adecuada sería aceptar lo que no pueden cambiar, es decir, las acciones y las actitudes de otras personas y las circunstancias que están fuera de su control. Acepten éstas real y verdaderamente en sus emociones así como en su conocimiento superficial, y reencauzarán las corrientes activas y pasivas mal empleadas.

Esto significa también aceptar la imperfección de esta esfera terrenal con humildad, sabiendo que, como ustedes no son perfectos, no pueden ni deben sentirse ofendidos por las imperfecciones de otros, aunque éstas sean diferentes de las de ustedes. Significa incluso que acepten sus propias imperfecciones, lo que no significa que deban desear permanecer así. Tienen que reconocer sus imperfecciones y aceptar por ahora que sí existen. En este momento poseen muchas imperfecciones que no han aceptado todavía de una manera consciente y, por lo tanto, se rebelan contra este estado de cosas. En el acto de rebelarse ponen en movimiento una fuerza activa donde debería existir una pasiva. Sólo después de que se ha cultivado la fuerza pasiva puede ejercerse un tipo diferente de fuerza activa para poder empezar gradualmente a superar la imperfección. Mientras ustedes se rebelen contra cosas que no pueden cambiarse, o que sólo podrían cambiarse por medio de una actividad interior distinta, existe una presión que es como empujar internamente un muro de piedra. Mientras no relajen ni renuncien a esta presión que va en un sentido equivocado, no podrán poner orden en su alma.

Aprendan a reconocer cuándo toman sus deseos las direcciones equivocadas. Si relajan la presión activa de los deseos incorrectos, les quedará mucha mayor fuerza para los deseos buenos y apropiados, donde se necesita urgentemente una fuerza activa, pero donde actualmente están demasiado débiles. ¿Por qué? No porque se les haya dado menos fuerza que a otras personas, sino porque no han administrado bien su casa. Han permitido que la invadan el desorden, la desorganización y la mala administración. Cada uno de ustedes tiene la cantidad exactamente correcta y necesaria de fuerza para desarrollar su vida de la mejor manera posible. De ustedes depende usar apropiadamente esta fuerza y no desperdiciarla.

No crean ni por un momento que los que parecen débiles y sin voluntad emplearán menos fuerza activa que los obviamente fuertes y voluntariosos. Las más de las veces es al contrario. Los primeros sencillamente no muestran su voluntad en la superficie debido a otras tendencias psicológicamente encontradas. Pero dentro de su alma todo crepita bajo la presión de su voluntad frustrada que presiona en la dirección equivocada. Pueden no estar conscientes de esta situación, pero los síntomas de su actividad mal aplicada necesariamente se presentan en forma de salud, fuerza y tranquilidad de espíritu disminuidas. En el momento en que se vuelvan pasivos allí donde realmente deben ser pasivos —no en sus pensamientos tan sólo, engañándose, sino en sus emociones más íntimas— tendrán una nueva fortaleza y una fuerza vital que no han conocido antes. Para que esto suceda tienen que aceptar lo que no pueden cambiar inmediatamente por acción directa.

Hasta ahora esto puede sonarles todavía confuso, amigos míos, porque no saben cómo encontrar sus sentimientos reales. Saber cómo empezar no es ni la mitad de difícil que se imaginan. El factor fundamental es llegar a conocerse, preguntarse las cosas pertinentes. Esto es realmente muy sencillo, una vez que deciden aceptar la inevitable necesidad de hacerlo. Cada vez que sientan una emoción desagradable como enojo, ansiedad o resentimiento —y sus días están llenos de emociones— dejen de racionalizarla pensando en las actitudes equivocadas de otros. Mejor pregúntense: “¿Qué quiero en realidad?” Sepan que en el momento en que experimentan una emoción, hay algo que quieren. De lo contrario no se sentirían así. No digo, por supuesto, que todas las emociones estén equivocadas, pero las emociones desagradables deben tener una premisa incorrecta en algún lado, no importa lo equivocados que puedan estar otros. El supuesto de una premisa incorrecta suele manifestarse como una presión activa para cambiar una condición o circunstancia donde debería reinar la aceptación.

Averigüen cuál es este deseo apremiante y examínenlo. Se necesita adiestramiento y la formación del hábito de observarse desde este punto de vista, ¡pero qué benéfica es esta manera de pensar! Una vez que empiecen y no cejen en su esfuerzo, verán que se convierte en algo casi instintivo, un buen hábito sin el cual no querrían ni deberían desear vivir más. Es parte de la limpieza diaria del alma. Antes de empezar a verse de esta manera, muchas veces se ven atrapados en una confusión emocional acerca de la naturaleza de su alma. No se dan cuenta con claridad de lo que pasa en ustedes ni de cuáles son sus deseos. Una vez que empiezan a enfocar su atención en los sentimientos, observando cuál es el deseo que se oculta detrás de ellos, el reconocimiento se vuelve muy sencillo.

Y ese es el propósito de la revisión diaria que menciono tan a menudo. Pero si algunos de ustedes no pueden o no quieren hacer su trabajo de descubrimiento en la forma de la revisión diaria, existen otras maneras de hacerlo. Siempre que tengan un momento libre, recuerden las últimas horas y piensen en cuáles eran sus sentimientos reales durante ellas o durante cualquier experiencia en particular. Luego pregúntense: “¿Cuál es mi deseo?” Y cuando encuentren la respuesta, tendrán la pista. La respuesta será a menudo que otra persona ha hecho algo malo o que les parece malo a ustedes y quieren que esa persona cambie. Allí observarán de cerca que cuando deben ser pasivos son activos porque desean activamente un cambio que no pueden producir. Cuando estos deseos hiperactivos corren en el canal equivocado, ustedes olvidan por completo esos instantes en los que tienen el poder de cambiar, si tan sólo se miraran. ¡A cada uno de ustedes se le ha dado mucho poder! Sin embargo, no se dan cuenta de ello. ¿Por qué? Porque encauzan su poder en los canales equivocados y entonces éste se desperdicia. Lo agotan improductivamente.

Si aprenden a examinarse de esta manera, no sólo descubrirán en ustedes deseos erróneos e irrealizables, sino también deseos contradictorios. A menudo desean al mismo tiempo dos cosas imposibles y crean dentro de ustedes un corto circuito que se origina en estos deseos contradictorios. Dense cuenta del paradójico estado de cosas que hay en su interior. La única manera de poder hacerlo es practicando cualquier tipo de revisión diaria. Empleen la autohonestidad para examinar sus sentimientos y los deseos que se ocultan detrás de ellos. Ese es el proceso para alcanzar la madurez, amigos míos.

Sus deseos inconscientes y a menudo contradictorios siempre son inmaduros. Frecuentemente desean lo imposible, como un niño; desean algo que no pueden tener, o por lo cual no están dispuestos a pagar el precio. El hecho de que no consideren el problema desde este ángulo y, por lo tanto, no sean conscientes de que hay que pagar un precio por cada gratificación deseada, no cambia las circunstancias en lo más mínimo. En su falta de voluntad de pagar el precio necesario para alcanzar un objetivo deseado, relegan el asunto al inconsciente y piensan infantilmente que así lo esquivan. Es incómodo conocer y obedecer las leyes de la justicia, así que, al relegar el asunto al inconsciente, se enferman, no sólo físicamente, sino en todos los niveles de su existencia.

Así pues, mis queridos amigos, traten de observarse; identifiquen sus deseos reales. Les sorprenderá el gran alivio que les dará este conocimiento, con la condición de que hayan decidido hacer la tarea de todo corazón, sin subterfugios. Se sentirán aliviados por el mero conocimiento, pues eso explicará los contratiempos de su vida y fortalecerá su confianza en la justicia de Dios y en el maravilloso orden del universo. Dios no quiere que sean marionetas dependientes del concepto equivocado de la divinidad que los hace aferrarse a las “faldas de Dios”, por decirlo así, y esperar que Él les dirija la vida. Entonces, desde luego, si su vida no es como ustedes quieren que sea, pueden echarle la culpa a Él de alguna manera oculta. En realidad, Dios desea que ustedes sean independientes y fuertes, y sólo pueden serlo recorriendo el camino que yo les muestro. Ustedes pueden dirigir su vida satisfactoriamente, pero Él no lo hará por ustedes. Permitirá que dirijan su propia vida, y si ésta se convierte en un desastre, entonces son ustedes los que deben cambiar, no los otros ni las circunstancias. Sin embargo, pueden incluso controlar las circunstancias y a las demás personas en el momento en que permitan que sus corrientes hiperactivas equivocadas se vuelvan pasivas y que las corrientes pasivas equivocadas se vuelvan activas. Eso es porque esas corrientes purificadas emanarán de ustedes y afectarán indirectamente el subconsciente de otras personas. Y ese efecto regresará a ustedes gradualmente, en forma de interacciones más sinceras y armoniosas.

Ahora bien, todavía está abierta la pregunta de cuál es la voluntad de Dios para ustedes. He dicho que no sólo es erróneo creer que tienen que ser pasivos para hacer la voluntad de Dios, sino que es imposible ser pasivos y carecer de voluntad para hacerla. Hacer la voluntad de Dios significa superar sus resistencias internas y para eso sí necesitan actividad, aunque de un tipo diferente, por carriles distintos, por decirlo así. Pero de todos modos necesitan actividad y fuerza de voluntad. La pasividad es necesaria, aunque ciertamente no para hacer la voluntad de Dios.

En primer lugar, confunden la voluntad de Dios con el voluntarismo. Determinemos claramente qué es el voluntarismo en comparación con el libre albedrío. El voluntarismo es la voluntad del ego pequeño. El libre albedrío comprende todo: ustedes pueden usar el libre albedrío con fines buenos o malos. Eso depende de ustedes. Es importante que estemos de acuerdo en la terminología para no caer en malentendidos: el voluntarismo pertenece al pequeño ego ciego y es, por lo tanto, la voluntad del Ser Inferior.

Ahora bien, a fin de encontrar la voluntad de Dios, ciertamente deben ustedes carecer de voluntarismo; lo que tienen que usar es su fuerza de voluntad activa y limpia, en primer lugar, para tener el deseo de enfrentarse a las resistencias sin pensamientos fantasiosos ni autoengaño; en segundo lugar, para asegurarse de dejar de lado su voluntarismo; y en tercer lugar, para prepararse para usar su fuerza de voluntad aún más activamente para hacer la voluntad de Dios una vez que la conozcan.

Para determinar cuál es la voluntad de Dios en casos individuales, rara vez necesitan una revelación trascendente. La voluntad de Dios siempre está contenida dentro de ustedes, detrás de sus puntos ciegos. Desde el momento en que se quitan sus máscaras y los anteojos color de rosa que se ponen para ver su propio ser, sus motivos y su vida, la voluntad de Dios se presenta necesariamente con claridad y sin duda. Se presentará a medida que descubren sus deseos reales y los escriben y se dicen: “Esto es lo que realmente quiero cuando soy honesto conmigo mismo”. Se quedarán sorprendidos de cómo este deseo interior recién descubierto se desvía de sus deseos conscientes. Pero no crean que debido a este conflicto son despreciables. No, deben saber que su alma consta de capas que pueden llamarse el Ser Superior y el Ser Inferior. Acepten que tienen los dos y todo estará bien. Entonces no perderán el sentido de la proporción cuando se evalúen, exagerando en un sentido o en el otro.

En el momento en que examinen un deseo específico de su Ser Inferior y lo traigan a la conciencia —teniendo cuidado de no permitir que se les escape otra vez al inconsciente— serán capaces de saber con mucha claridad cuál es la voluntad de Dios en nueve de cada diez casos. Puedo prometerles eso. Examinen las diversas reacciones en cadena que los llevaron al estado actual, consideren las repercusiones, la importancia y las consecuencias de su deseo y compárenlo con las leyes espirituales hasta donde las conozcan.

Si se hallan ahora en cierta situación que desean cambiar, o tienen ante sí una decisión difícil, no sabrán desde luego cuál es la voluntad de Dios para ustedes si dejan las cosas así. Pero en el momento en que se hagan preguntas más penetrantes con respecto a sus deseos subyacentes que pueden ser responsables de su estado actual, la respuesta necesariamente se presentará clara, fuerte y evidentemente. Se presentará más rápido y mejor si piden la ayuda de Dios con este propósito, porque Dios nunca presta ayuda de este tipo si no han dado ustedes el primer paso. El primer paso, además de su sincera buena voluntad de purificarse y hacer la voluntad de Dios en todos los casos, siempre es su esfuerzo de conocerse y ser honestos consigo mismos. La actitud sabia y madura, desde luego, es no creer que pueden cambiar de un día para el otro o sin hacer un esfuerzo en beneficio propio.

Si su situación actual es insatisfactoria en algún sentido, o si no tienen claridad acerca de una decisión que deben tomar, no esperen que Dios decida por ustedes o que modifique una situación desagradable sin su participación activa en el proceso. Deben darse cuenta de que tiene que haber algo en ustedes que contribuyó a la circunstancia indeseable, para empezar, y estar dispuestos a encontrar qué es y cambiarlo. No olviden que el error no es necesariamente una acción o pensamiento pecaminoso, sino una emoción no reconocida que toma un canal equivocado o viola una ley espiritual. Dios reconoce su buena voluntad, y si combinan la oración con el trabajo de autoexamen y de arrancarse las máscaras, Su respuesta será cada vez más clara, de manera que no habrá lugar para la duda en ustedes. Pero mientras persista su resistencia a esta manera de trabajar, no importa cuáles sean los pretextos y las excusas, la indolencia y la inmadurez de su Ser Inferior los dominará. Tendrán reacciones equivocadas e intuiciones distorsionadas, que después querrán interpretar para justificar la resistencia de su Ser Inferior.

La única manera en que pueden saber positivamente si los guía una intuición correcta y buena o una incorrecta y falsa es la felicidad, el alivio, la libertad y la sensación que tendrán de que todo está bien y de que están en paz con el mundo como resultado de ello... o exactamente lo contrario. Si su voluntad no es autoindulgente sino pura y humilde, la voluntad de Dios podrá manifestarse claramente, no importa cómo decida Él revelarse a ustedes. En muchos casos no necesitarán una revelación específica, sino que, gracias a sus buenos esfuerzos y a la ayuda de Dios solicitada en oración, encontrarán la respuesta por ustedes mismos. Dios les ayudará por medio de sus ángeles para que puedan hacer esto mejor y tener más apoyo del mundo espiritual y recibir más guía y ayuda. Ustedes son los que deben decidir: “Quiero hacerlo de todo corazón”. Entonces Dios les ayudará. Y entonces no tendrán dificultad para saber cuál es la voluntad de Él para ustedes.

La respuesta y la clave de la voluntad de Dios están dentro de ustedes. Residen en sus imperfecciones; residen en cada ocasión en que se han desviado de una ley espiritual o la han violado, así sea sólo en sus corrientes de deseo inconscientes. Y luego, conforme digieran las respuestas, el proceso activo empezará a funcionar adecuadamente como si lo hiciera por sí solo y fluirá a los canales correctos; lo mismo harán las fuerzas pasivas. Sí, amigos míos, este cambio deberá suceder y sucederá. No puede ser de otro modo. Y eso, desde luego, cambiará positivamente toda su vida.

PREGUNTA: ¿Cómo podemos saber si los deseos vienen del Ser Superior o del Ser Inferior?

RESPUESTA: Examinando los deseos y sus verdaderos motivos. Muy clara y concisamente pregúntense: “¿Qué deseo y por qué quiero tal o cual cosa? ¿Cuál es el motivo real que se oculta detrás de mi deseo?” Frecuentemente puede suceder que tienen un deseo correcto que procede de un buen motivo. Al mismo tiempo hay en él también un motivo impuro. En el momento en que reconozcan esto, ya habrán hecho algo en favor de su purificación.

Purificarse no significa que ya sean perfectos; la purificación es el proceso de llegar a ser perfecto. Una parte integral del proceso es decir: “Además de mi buen motivo, también hay un motivo egoísta o vanidoso oculto bajo la causa buena. Tomemos el ejemplo de una persona que es muy activa espiritualmente y tiene motivos limpios y puros para ayudar a otras personas. Es indudable que estos buenos motivos existen. Al mismo tiempo, la corriente de deseo del Ser Inferior se mezcla con los buenos motivos, tal vez en forma del deseo vanidoso del ego de ser sobresaliente, de ser admirado, de ser una autoridad. En el momento en que la mezcla de motivos se reconoce tranquila y libremente, aun si todavía son incapaces de deshacerse de los impuros, la purificación ya está teniendo lugar. Con ese acto, ya han elevado su conciencia a un grado bastante alto. Con este claro autorreconocimiento, algo empieza a cambiar en la química de su cuerpo y su alma, porque se acercan a la verdad.

La violación más severa y frecuente de la ley espiritual que tantas veces pasan por alto los seres humanos es no vivir en la verdad. Todos ustedes se imaginarán que lo que quiero decir es que no deben mentir. No me refiero a eso en absoluto. Es obvio que una persona debe ser honesta y no mentir. Pero mentirse a uno mismo es muchas veces infinitamente más peligroso y dañino que mentir a los demás. ¿Por qué es más peligroso? Porque cuando mienten a otros, por lo menos se dan cuenta; lo saben. Así están un paso más cerca de la verdad que cuando se mienten. Cuando se mienten, no se dan cuenta, no porque no puedan, ¡sino porque no quieren! Así le dan completamente la espalda a la verdad. Esa es una violación muy grave que los aparta de Dios. Los rodea de un muro oscuro detrás del cual son infelices, muy aparte de los conflictos externos que la violación les crea tarde o temprano. Detrás del muro se sienten solos y perdidos. La única manera en que pueden encontrar su camino a la luz es derribando el muro y mirando lo que hay detrás de él, aun si lo que encuentran es desagradable. La primera vez será difícil, pero después de que hayan derribado las primeras piedras del muro, el alivio será enorme. Entonces sabrán lo que significa estar en este camino. Sabrán que sólo esta manera de trabajar y nada más cuenta, amigos míos.

Trato de hacerles entender que no son criaturas sin libertad si deciden hacer la voluntad de Dios; todo lo contrario. Hacen falta los más grandes y más libres esfuerzos de la voluntad para decidir vivir dentro de la ley espiritual. A fin de hacer eso, como lo he explicado, es necesario que reconozcan sus motivos más íntimos y sus corrientes ocultas. Sólo una persona libre puede hacer eso. Y a la inversa, si las personas deciden constantemente usar su pequeño voluntarismo, estarán cada vez más atadas y encadenadas. Cuanto más vivan ustedes de acuerdo con la ley divina, más libres serán, y cuanto más violen la ley divina, más esclavizados estarán. Las personas que no reconocen sus motivos ocultos no pueden vivir su vida libremente. Son esclavas de su Ser Inferior, de sus deseos no reconocidos que los empujan y los jalan de atrás para delante y de la izquierda a la derecha.

PREGUNTA: ¿Significa eso que cuando deseemos hacer algo siempre debemos preguntarle a Dios: “Es ésta tu voluntad?” ¿O debemos ver si ese algo no se desvía de la ley de Dios?

RESPUESTA: Les sugiero esto: En primer lugar, cuando están en este Pathwork, empiezan a hacer un inventario de su propia persona, como les he indicado muchas veces. Preparen una lista, no sólo de sus defectos, sus cualidades y sus virtudes, en otras palabras, de lo que son, sino también de lo que quieren. ¿Cuáles son sus verdaderos deseos? Y cuando hayan hecho eso, comiencen un proceso constante de análisis de sus sentimientos, todos los días. Automáticamente llegarán a saber después de un rato en qué aspectos se han desviado obviamente de la ley divina en sus corrientes emocionales. A veces, cuando descubran la naturaleza de un deseo oculto, sabrán de inmediato que es contrario a la voluntad de Dios, aun sin conocimientos metafísicos. En otros casos, tendrán que hacer una exploración un poco más profunda y separar el motivo limpio del impuro en la misma corriente de deseo. A medida que vean lo que está en juego en un asunto, rara vez encontrarán una respuesta al preguntar si la acción que contemplan es correcta o incorrecta. Como ninguno de ustedes consideraría jamás cometer un acto antisocial o pecaminoso, las decisiones a las que se enfrentan podrían ser correctas de uno u otro modo en principio. Sin embargo, para cada individuo siempre hay una manera correcta y muchísimas maneras incorrectas posibles. Así que tienen que considerar sus motivos honestos detrás de sus buenos motivos aparentes; eso determinará la acción correcta o incorrecta para ustedes, no el valor ético de la acción misma. Mientras no hayan encontrado todos los motivos detrás de un deseo, no podrán saber cuál es la acción correcta para ustedes. El procedimiento correcto no es pedirle a Dios simplemente que les haga saber si deben hacer tal o cual cosa, evitándose así el trabajo del autoconocimiento. Puede haber casos aislados en deba hacerse esto, pero en general, no; no cuando parecen estar implicados un patrón repetitivo y un conflicto. El procedimiento correcto es decidir de todo corazón que desean encontrar todos los motivos ocultos detrás del motivo consciente, y para eso deben pedir la ayuda de Dios. Entonce, Él les ayudará. ¿Está claro?

PREGUNTA: Sí.

RESPUESTA: Así que encuentren sus motivos subyacentes, lo que no quiere decir que el motivo que está en la superficie quede anulado. Pero la otra parte que está mezclada con él tiene que encontrarse. Entonces tendrán la respuesta.

Hay una cosa más que me gustaría decirles antes de ocuparme de sus preguntas generales. Tiene que ver con la voluntad externa y la voluntad interna. Con esta última no me refiero sólo a la voluntad subconsciente. La voluntad interna de la que hablo puede volverse consciente con comparativa facilidad. Muchas veces les he dado el consejo de escuchar dentro de ustedes, donde está su plexo solar o campo espiritual. Pueden recibir respuestas desde allí; pueden sentirse bien o mal desde esta parte de ustedes, con la condición de que ya hayan optado de todo corazón por seguir el camino correcto y de que la resistencia y la lucha se hayan terminado. Si se aquietan mucho y se relajan y escuchan dentro, podrían descubrir que hay otra voluntad que viene de allí, o sentir quizás la ausencia de ella. Esta voluntad o su ausencia muchas veces entra en conflicto con su conciencia externa o consciente.

Supongamos que una persona desea sinceramente amar a uno de sus prójimos y quiere hacerlo porque sabe que es lo correcto. Este deseo está en la voluntad externa de la persona. Después de aquietarse y consultar la voluntad interna, la persona descubrirá que la voluntad interna no concuerda con la externa. Encontrar esta discrepancia es sumamente importante, pues ¿cómo pueden controlarse si no saben lo que hay dentro de ustedes? Cuando digo controlarse no me refiero desde luego a suprimir nada, sino a sostener firmemente en las manos las riendas de la vida. ¿Cómo pueden curar una corriente equivocada si no la descubren primero?

Si la voluntad interna es correcta, existe calladamente en lo más profundo de uno y, sin embargo, es consciente. Ahora bien, si las personas desean hacer lo mejor que puedan, cumplir con sus tareas de la mejor manera posible o superar sus defectos lo más que se pueda en la etapa presente, su voluntad interna debe dirigirse a ese objetivo, sin presión, sin prisa. La voluntad externa no presiona, sino que está relajada. Una presión de la voluntad externa hará que la persona se tense y sólo retrasará el proceso. La voluntad interna debe querer lo correcto y el objetivo último. La voluntad externa debe estar serena y permitir libertad de acción a los obstáculos e imperfecciones de la vida que vuelven imposible proceder rápidamente y de acuerdo a cierto plan. Los obstáculos aparentes deben enfrentarse voluntariamente como medio para crecer más rápido, para aprender a aceptar lo que no puede ser modificado por el ser, para aprender la humildad y otras actitudes positivas. Entonces los obstáculos dejarán de ser obstáculos y se convertirán en escalones para llegar a la meta. La voluntad externa debe ser flexible; debe estar preparada para el cambio. A veces tiene que volverse más activa, para que ustedes puedan actuar. En otras ocasiones tiene que volverse más pasiva. La voluntad interna tiene que ser activa, pero calladamente, como conviene a la base entera de la vida de una persona. Para entender verdaderamente estas palabras, mediten en ellas profundamente y tal vez con mucha frecuencia. Y ahora me ocuparé de sus otras preguntas.

PREGUNTA: En el caso de una guerra, ¿es contrario a la ley divina el acto de matar por parte de un soldado?

RESPUESTA: No, no lo es, pues como dijo Jesucristo, dad a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César. Si los seres humanos de la esfera terrenal están todavía tan atrasados en su desarrollo que la guerra es necesaria, entonces la gente tiene que pelear por su país. Aun si todas las personas se negaran a pelear, el mal no se eliminaría. La guerra podría eliminarse temporalmente, pero desde luego que el mal no. La guerra es sólo una de muchas otras expresiones del mal. La guerra no es la causa: es sólo un efecto. Sería lo mismo si un padre permitiera que un asesino entrara en su casa y matara a su esposa e hijos sin defenderlos. Debe defender a los que ama y el mal tiene que combatirse. En su actual estado de desarrollo, por desgracia, la guerra todavía es el medio que tienen ustedes para combatir el mal. A medida que proceda el desarrollo espiritual, aprenderán a ir más a las raíces de los problemas y combatirán el mal de maneras más eficaces. Tal como están las cosas ahora, la Humanidad a menudo se ve forzada a pelear contra fuerzas que contravienen el libre albedrío y la ley divina. Si las personas se adjudican el poder de evitar que otras personas vivan como Dios quiere que vivan, y si su mundo no ha encontrado todavía otros medios para eliminar esta calamidad, entonces la guerra es el menor de los males.

Ustedes saben desde el punto de vista espiritual que la muerte no es lo peor que puede ocurrir. La muerte espiritual es lo peor, no la muerte física. Todas las personas son juzgadas individualmente, y el juicio comprende también las circunstancias y el ambiente en el que viven. En el mundo espiritual, los motivos reales cuentan más que el acto, y no se juzga de manera general o colectiva. A todos se les juzga por separado, y si un hombre va a la guerra simplemente para defender a su país, esto no contará en su contra. Lo que cuenta son las actitudes internas de la persona, sus sentimientos, reacciones, motivos y sentido de responsabilidad.

PREGUNTA: ¿En qué forma corresponde la ley divina a la ley humana en el caso de una sentencia de muerte para un homicida?

RESPUESTA: Desde el punto de vista espiritual, la pena capital es un error. Eso podría sonar contradictorio si se le compara con la última respuesta, pero no lo es. En el caso de una guerra, se trata de defender a una nación y a la Humanidad. Para esta última, la guerra suele ser el último recurso. Y aun las personas que viven en el país agresor suelen estar convencidas de que sólo cumplen con su deber; no ven el cuadro completo. Tienen que acatar las leyes de su sociedad. De lo contrario podrían causar más dificultades, no sólo a sí mismos, por lo que se volverían incapaces de cumplir con su vida, sino también a otros que los rodean. Pero no podemos generalizar, pues puede haber muchos casos en que el deber de una persona es violar una ley humana con el fin de cumplir una ley de Dios. Pero estos casos son raros y sólo se espera este acto de seres fuertes y altamente desarrollados que fueron enviados a la Tierra con una misión especial. En general, no es así.

La pena capital no es una necesidad. Sin embargo, la guerra sí suele serlo en su estado actual de desarrollo. Todavía no han encontrado la manera de eliminar la guerra. La única manera de hacerlo vendrá cuando el resentimiento, el odio y el miedo ya no aniden en el alma individual. Esa es la única base de la paz. Pero la pena capital no es necesaria.

PREGUNTA: Me pidió usted en mi sesión privada que planteara esta pregunta: ¿Cuáles son los diversos aspectos del amor?

RESPUESTA: Son muchos y no puedo tratar de enumerarlos todos. Sólo nombraré unos cuantos: compasión, lástima, respeto, admiración, ternura, protección, ayuda, bondad, verdad. Sí, amigos míos, ¡sin verdad no puede haber amor! Esto bastará por el momento.

PREGUNTA: Si uno tiene una aparente improductividad en su vida, ¿se trata de una etapa o es una indicación de que va por mal camino?

RESPUESTA: Suele ser una indicación de que vas por mal camino. También podría ser que, en ciertas circunstancias, tu voluntad se vea contrarrestada por deseos contradictorios inconscientes, o por el miedo. Mientras esta realidad no se haga consciente, no podrás manejarla apropiadamente. Así que el único camino que hay que tomar es el que yo propongo. Desde luego, hablo de manera general. No tengo derecho de darte la respuesta. Podría debilitarte. Será bueno para tu desarrollo que tú mismo la descubras. Y puedes hacer eso fácilmente con la guía de mis enseñanzas. En realidad, las dos posibilidades que mencionaste forman un todo. Mientras exista un conflicto dentro de ti en relación con una dirección de tu vida, no podrás tener éxito en el campo que has escogido. Sólo puedes tener éxito en algo cuando no haya un conflicto dentro de ti. Y espontáneamente, cuando hayas resuelto el conflicto entre tus deseos conscientes y los inconscientes, descubrirás cuál es la dirección correcta para ti. Entonces tus deseos podrían cambiar. Encuentra los motivos reales detrás de tus deseos presentes, y averigua qué te está deteniendo. ¿Es un miedo o un deseo de no pagar el precio de todo corazón, lo que no es necesariamente malo, y puede ser bueno? Espiritualmente hablando, a veces el precio es demasiado alto.

En ocasiones, el Ser Inferior es el que te evita tener éxito en cierta dirección, y otras veces es el Ser Superior, que reconoce que esto no es bueno, así que te impide alcanzar el éxito. Puedes encontrar la respuesta examinando tus motivos sin autoindulgencia ni excesiva sensibilidad para con tu ego, con total y aplastante autohonestidad. Ese es el único procedimiento que recomiendo muy fuertemente, aun a riesgo de aburrirlos, amigos míos.

PREGUNTA: Cuando usted dice que una encarnación ha tenido lugar en cierto país, ¿significa donde la persona nació, aunque haya vivido allí un tiempo muy breve, o significa donde uno ha pasado la mayor parte de su vida?

RESPUESTA: La mayor parte de su vida. Sería donde están tus raíces; sería el país que consideras tu hogar, donde has hecho tus conexiones, tus vínculos y tus lazos kármicos.

PREGUNTA: ¿No corresponde esto a la astrología?

RESPUESTA: En astrología la situación es diferente porque la carta astrológica tiene que hacerse de acuerdo con la parte geográfica del mundo. Eso es algo diferente.

PREGUNTA: Una pregunta en relación con la guerra y el acto de matar: ¿De qué manera podemos considerar a un objetor de conciencia que sinceramente acata la advertencia de no matar y considera que todo el universo son sus congéneres y no sólo la parte que es llamado a defender?

RESPUESTA: En primer lugar, un hombre no defiende una parte de la geografía sino a sus congéneres inmediatos. Al negarse a ir a la guerra puede provocar a la larga más mal que bien. Con esto no quiero dar la impresión de que estoy en favor de la guerra. De ningún modo. Pero la guerra no puede eliminarse rechazándola. Este cáncer debe tratarse de otra manera y poco a poco tiene que cesar en todos los individuos. Un objetor de conciencia, con la condición de que sus motivos sean puros, será juzgado como corresponde. Entonces esto ciertamente no contará en su contra, como tampoco contará el acto de un soldado que mata en una guerra, si su corazón es puro, y su convicción, sincera. Pero eso no modifica el hecho de que su juicio sea erróneo. Más precisamente, su meta o esfuerzo es bueno, así como la meta de un soldado sincero puede ser buena, pero elige un medio equivocado para eliminar un mal.

Negarse a ir a la guerra no podría ser el medio curativo correcto contra la guerra. Mientras haya odio dentro del alma individual, mientras haya ceguera causada por la falta de autoconocimiento, mientras la gente no se purifique y tienda hacia Dios, y mientras las personas no puedan refinar sus sentimientos, no podrá haber paz. Es imposible. La guerra es un reflejo de lo que ocurre en tantas personalidades individuales. No puede eliminarse por medios colectivos tan sólo, por bien intencionados que sean, a menos que estén apoyados por las actitudes espirituales correctas. La cura tiene que empezar desde el interior de cada individuo. De lo contrario sólo lograrán ustedes eliminar un efecto, y otro síntoma aparecerá.

Lo mismo pasa con las enfermedades, amigos míos. La guerra no es más que una enfermedad. Su historia y su ciencia humanas muestran las muchas maneras que la medicina ha encontrado de eliminar la enfermedad. Muchos males que existían hace relativamente poco tiempo ya no son posibles. Pero han surgido otras enfermedades que ustedes no pueden curar, y seguirán apareciendo otras nuevas hasta que exista en la Tierra un grado mayor de purificación, no importa los maravillosos progresos que hagan la ciencia y la medicina. Mientras la enfermedad no se cure desde dentro, la guerra u otras enfermedades existirán. Si no es la guerra, será algo igualmente terrible.

En el caso de un individuo, es posible cometer un error de juicio y esto, en sí, no contará contra ustedes siempre que sean sinceros y no se engañen ni disfracen sus motivos. Todos ustedes cometen errores de juicio. Las personas tienen opiniones muy firmes sobre cualquier tema, desde la religión hasta la política. En el momento en que estas opiniones son fanáticas e inflexibles, las personas deberían examinar sus motivos internos reales y entonces podrían descubrir que estas opiniones no son tan objetivas como pensaban al principio. Si se exploran profunda y honestamente, les sorprenderá la frecuencia con la que se topan con una razón personal, emocional y subjetiva detrás de sus convicciones.

PREGUNTA: ¿Qué es lo opuesto de la vanidad?

RESPUESTA: El amor y la humildad, pues si son vanidosos querrán colocar a su ego en primera fila. Desean admiración —no hablo de una manera personal ahora— y quieren ser más que la otra persona.

Amigos míos, Dios les da su bendición. El amor de Dios fluye a ustedes. Que las palabras que les he dicho den fruto y los ayuden en su camino y los fortalezcan. ¡Queden en paz, en amor, en Dios!

Dictada el 9 de mayo de 1958.