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Pathwork

Conferencias del Guía

Conferencia 32. La toma de decisiones

Saludos en el nombre del Señor, amigos míos. Les traigo bendiciones a todos.

“Todas las cosas trabajan juntas para el bien de los que aman a Dios”. Examinemos esta afirmación de las Escrituras para encontrar su sentido profundo. Las palabras “los que aman a Dios” no significan sólo que crean en Dios o que profesen amarlo o que reciten algunas oraciones. Como ustedes saben, el verdadero amor a Dios significa trabajar espiritualmente, desarrollarse y llegar a conocer la Ley Divina en todos los aspectos psicológicos que les atañen a ustedes personalmente. Tienen que llegar a conocerse tan a fondo que no sólo sus acciones, sus palabras y sus pensamientos estén de acuerdo con la ley espiritual, sino también sus emociones. Deben llegar a amar a Dios en sus emociones. Desde luego, lograr esto es un proceso largo.

Sólo la persona que esté en el camino del desarrollo espiritual puede amar verdaderamente a Dios. Entonces, ¿cómo podemos explicar que “todas las cosas trabajan juntas para el bien”? ¡Y ésta es, en efecto, la verdad, amigos míos! ¡Para la persona que sigue el camino del desarrollo y la purificación, cualquier cosa que suceda debe ser para el bien! Sólo cuando hayan alcanzado cierta etapa de desarrollo llegarán a entender la verdad de estas palabras. No hay tragedia, contratiempo o desgracia que no encierre algún bien para el que sigue este Pathwork y así demuestra su amor a Dios. Pero muchos de ustedes no saben esto. Todavía viven en el error de pensar que éste es un mundo de coincidencia y azar, o incluso un mundo de injusticia. Aunque no piensen que esto es cierto, muchos de ustedes sienten que sí lo es. Y ese es su gran error y su trágica ilusión. Por otra parte, una persona que no esté en este Pathwork de desarrollo, en otras palabras, una persona que no ame a Dios por encima de todo, verá que las mejores cosas que le pasan no serán para el bien; más adelante, estas cosas supuestamente buenas podrían crear dificultades y pruebas que sólo empezarán a trabajar para el bien en encarnaciones futuras, cuando se haya tomado este camino. Hasta ese momento en el desarrollo de una persona nada es para el bien definitivo. Sin embargo, a partir de ese momento, que es decisivo en la evolución del alma, todo lo que sucede, ha sucedido y sucederá tiene que ser para el bien. Y para mis amigos que asisten a las conferencias y estudian conmigo en este Pathwork de autopurificación, puede ser un excelente ejercicio y meditación pensar en todas las tragedias, dificultades y problemas de su vida hasta ahora; pasados y presentes. Si pueden encontrar algún bien en ellos, habrán dado un paso ascendente más.

Mientras estas palabras sean sólo palabras para ustedes, no son suficientes. Deben llegar al punto en que entiendan profundamente su verdad. Si todavía no la entienden y no pueden ver el bien en una situación o suceso, esto significa que todavía les falta una parte importante de autoconocimiento. Pues si no les faltara, inmediatamente podrían ver que cada dificultad saca a la luz un defecto específico o revela ignorancia de una corriente emocional contraria a la Ley Divina. Si no conocen todos sus puntos débiles internos, llegarán a entender que sin estos sucesos aparentemente desventajosos, esas debilidades no entrarían en su mente consciente. No podrían entenderlas en verdad, lo cual es el requisito básico de la transformación. Pero en las áreas donde no puedan hacer la conexión, acudan a mí y háganme preguntas más precisas, y yo los guiaré para que encuentren la conexión en su propia alma. Recuerden, amigos míos, que una vez que están en este Pathwork, hasta sus acciones equivocadas y sus juicios erróneos les resultan benéficos, ¡y serán más que tan sólo sucesos sin sentido que vienen de fuera!

Todos ustedes saben que amar a su prójimo es una de las leyes más importantes del universo. Hemos hablado mucho del amor: cómo obtenerlo, cuáles son los obstáculos, cómo hacer frente a su incapacidad de amar como les gustaría, etc. Sin embargo, me gustaría dirigirme ahora a algunos de mis amigos que ya son capaces de amar hasta cierto grado. Sólo es cuestión de grado. Mientras no estén completamente purificados, su amor no puede ser divino y perfecto. Su amor será turbio en la medida en que todavía les falte purificación.

La desviación del amor divino puede ocurrir de varias maneras, de acuerdo con las complejidades del carácter de un individuo. Una manera es colocar al ser amado en un lugar demasiado alto. En otras palabras, le confieren al ser amado una perfección que todavía no posee. Y aquí hacen un gran mal, aun cuando piensen que esto es realmente una prueba de su amor. Eso no es cierto. Para el ser amado, debe de ser una carga ser sobrestimado. A veces conscientemente, aunque más a menudo inconscientemente, el ser amado intuirá esto y, por lo tanto, sentirá la compulsión de estar a la altura de la imagen idealizada. Todos los seres humanos tienen hambre de amor; la mayoría lo busca de la manera equivocada, concretamente, quieren recibirlo primero y tal vez darlo después, siempre que no corran ningún riesgo. Este anhelo de amor fuerza al sujeto a luchar para mantener la imagen idealizada, con el temor de que si no lo logra, el amor puede correr peligro. Al mismo tiempo, el sujeto se molesta con el dador de amor, porque en lo más profundo de su ser siente que este tipo de amor es erróneo. El alma no purificada carece de la fuerza necesaria para arriesgarse a perder el amor brindado sobre premisas falsas. Así, la persona se siente obligada a crear un ser de la máscara en el que, desde luego, nunca se siente realmente cómoda, a sus anchas, y amada por sí misma y por su personalidad real.

Me gustaría que buscaran dentro de ustedes, amigos míos: ¿Silenciosa, o incluso irreflexivamente, exigen demasiada perfección a algún ser querido? Cuando encuentren la respuesta afirmativa, sabrán que éste no es un amor bueno y sano, ni benéfico para ustedes ni para el sujeto amado. En cierta medida está en sus manos ayudar a destruir las máscaras dañinas de los demás. Esto pueden hacerlo no sólo destruyendo la suya propia y aceptando valerosamente su ser real, sino también tratando de ver y amar al otro como realmente es y no sólo como un cuadro idealizado.

Además, entiendan sus razones más profundas y ocultas para necesitar a un sujeto de amor más perfecto que el que les ofrece la realidad. Es muy probable que exista en ustedes una medida de orgullo que tapan con el tipo de amor que dan. Además, debe de haber en ustedes una falta de tolerancia y compasión, una incapacidad de aceptar a las personas como son. Deben ser capaces de amar a una persona aceptando sus imperfecciones, no teniendo que cerrar los ojos a ellas. De esa manera, realmente darán un regalo a su ser amado, quien entonces se verá libre de sus expectativas y no se sentirá forzado ni agobiado de ninguna manera. Recuerden, amigos míos, cuando amen, piensen en cómo lo hacen. Consideren si están amando o no de la manera equivocada.

Ahora quiero entrar en otro tema. El tema de la toma de decisiones es muy importante en la vida de todo el mundo, ya que todo es una decisión. Esto es cierto no sólo con respecto a sus obras, a sus elecciones obvias y materiales, sino a todas las actitudes emocionales que encierra una decisión. La mayoría de los seres humanos son incapaces de tomar decisiones claras y maduras. Por eso su alma se enferma y sufre. Se crea un gran desorden en el alma que, desde luego, lleva a confusión y conflictos. Para ustedes que están en este camino, sería muy benéfico que empezaran a ver su vida, especialmente sus conflictos, desde este punto de vista. ¿Han tomado decisiones reales? ¿O a veces toman decisiones de manera superficial, sin pesar ni enfrentar lo que implican, y luego se sienten frustrados cuando las cosas no resultan naturalmente satisfactorias para ustedes? ¿Se rebelan contra su ser, su ambiente y la vida en general?

Mientras vivan en esta esfera de materia, todas las decisiones ofrecen dos y a veces más alternativas. En algunos casos puede haber varias elecciones equivocadas y una correcta. Sólo una búsqueda madura y responsable les mostrará finalmente cuál es el camino correcto. No obstante, en muchos casos no importará lo que decidan, siempre que la decisión se haya tomado con todo el corazón, consciente y responsablemente, sin evadir ningún asunto o resultado posible. Incluso si una alternativa fuera mejor para ustedes que la otra, es infinitamente más sano para su alma, por extraño que esto pueda parecer a primera vista, que escogieran el camino equivocado pero con la actitud correcta.

Ahora bien, ¿cuál es la actitud correcta y madura con la cual decidir? La respuesta es simplemente saber lo que quieren y conocer el precio; darse cuenta de que no pueden tener todo lo que quieren en esta esfera terrenal porque siempre hay un precio o una desventaja en cualquier alternativa, y estar totalmente dispuestos a pagar el precio incluso antes de que sea una certeza que la posible desventaja resulte ser real. Por otra parte, supongamos que escogen la alternativa correcta por accidente. Cuando digo por accidente me refiero a que han elegido como lo hace la mayoría de las personas: inmaduramente, con los ojos medio cerrados, sin aceptar de antemano la desventaja implícita de su elección. De esta manera dañan su alma mucho más que si optaran por una alternativa innecesariamente más difícil. Al decidir con la actitud correcta, responsablemente aceptan el precio a pagar. Así que cuídense de tomar sus decisiones con desgana, como un niño, con los ojos cerrados, pensando fantasiosamente que el precio puede evitarse. Cada alternativa tendrá una ventaja y también una desventaja, mientras vivan en el mundo de la materia.

En las esferas y reinos espirituales superiores, el lado negativo no existe ya. En las esferas inferiores de oscuridad, sin embargo, ninguna alternativa encierra la llamada ventaja. Para ustedes, seguirán existiendo una ventaja y una desventaja hasta que, mediante su trabajo, hayan alcanzado las esferas superiores donde no los amenazará ninguna desventaja, aunque aún estén en el cuerpo, en el mundo de la materia. Para alcanzar ese punto tienen que pasar por las leyes que gobiernan esta esfera inferior que es legítimamente suya por el momento: tienen que aceptar las leyes por entero y acatarlas por voluntad propia, no porque las fuerzas de la vida los obliguen a hacerlo. Entonces, y sólo entonces, llegarán a ese punto. No les funcionará tratar de evitar las leyes de su propio mundo, no importa qué acrobacias espirituales intenten. Del mismo modo, un humano atado al mundo de la oscuridad tendrá que aceptar las condiciones que gobiernan ese mundo, aunque todavía esté en este plano terrenal.

Esto se vincula con las primeras palabras de la conferencia de esta noche, amigos míos. Amar a Dios significa, naturalmente, entre muchas otras cosas, acatar estas diversas leyes; y no sólo acatarlas, sino también aceptarlas de buen grado. Y una de estas leyes es que el aspecto desventajoso de cada decisión tiene que enfrentarse y aceptarse. Tomar una decisión madura significa, por lo tanto, deliberar a fondo sobre cada alternativa; enfrentar no sólo los aspectos ventajosos de todas las alternativas al hacer su elección, sino, también e igualmente, los desventajosos. Cuando hayan hecho eso, sabiendo que por cualquier cosa que elijan hay que pagar un precio, pueden preguntarse qué precio prefieren pagar; pueden pensarlo y ver si tal vez prefieren arriesgar un precio más alto porque parece ser que la posible ventaja vale la pena. Entonces habrán aceptado otra de las reglas de esta vida terrenal: que la incertidumbre también debe aceptarse. Esto comprende el riesgo, los defectos de la vida, que no les ofrece un plan a prueba de riesgos. Esto también es importante para la salud emocional, amigos míos. De esa manera actúan como seres maduros y su alma necesariamente se beneficiará.

¡Nadie que tome una decisión de esta manera fracasará! Tampoco tendrá que hacer frente a los conflictos que se derivan de no tomar decisiones de este modo. Los conflictos se crean no por una decisión posiblemente equivocada o menos ventajosa, sino porque la toman ciegamente, sin estar dispuestos a pagar el precio. Esto, amigos míos, ocurre con cada uno de ustedes. No veo que nadie tome siempre decisiones emocionales maduramente.

Otra vez les estoy dando material profundo con el cual deben trabajar en su Pathwork. Siempre que existen conflictos, de una u otra manera, ello se debe a que no han tomado sus decisiones correctamente. No se queden en el nivel superficial; tendrán que explorar más a profundidad sus emociones a fin de hallar la respuesta. Dentro de sus emociones, tarde o temprano descubrirán—con tal de que busquen honestamente—que de alguna manera no han tomado una decisión íntegra; que habían esperado obtener la ventaja sin aceptar la desventaja. Y a menudo incluso esperan obtener al mismo tiempo—de nuevo sin pensar las cosas con claridad—la ventaja de ambas alternativas y ahorrarse la desventaja de una y otra. Esto equivale a hacerle trampa a la vida, y el resultado inevitablemente será que la vida les dará una lección y cosecharán las desventajas de ambos o de todos los lados que deseaban evitar. Si examinan esta corriente emocional, en su mayor parte inconsciente, ¿a qué equivale? Equivale a codicia.

En esta esfera terrenal, la mayoría de las personas son codiciosas, no necesariamente en el sentido material, sino en el emocional. Y cuando digo que son codiciosos, me refiero a que quieren amasar ventajas sin asumir la responsabilidad de pagar el precio de ellas. Eso, y no necesito decirlo, es una violación de una ley espiritual.

Piensen en las palabras que he pronunciado esta noche, amigos míos. Esta no ha sido una conferencia larga, pero lo que he dicho se suma al material que necesitan para su progreso, si lo asimilan bien y trabajan con él de una manera muy personal. Así pues, tendremos más tiempo para sus preguntas esta noche, para las que ya estoy listo.

PREGUNTA: ¿Qué puede decirnos sobre la ambivalencia del exceso de ambición y la falta de ambición en la vida? En otras palabras, ¿de dónde viene esta última, aparte de la pereza, si, por ejemplo, no existe un talento marcado o un trastorno glandular?

RESPUESTA: Como ya lo sabes, el trastorno glandular es sólo un efecto. Veamos primero la falta de ambición. Como les prometí a todos ustedes, analizaré defectos y les mostraré su buena cualidad original. Lo haré aquí con ambos extremos. Luego les mostraré el daño que hace la distorsión, con qué se conecta y lo que significa a la luz de la ley espiritual.

La buena cualidad que una vez fue el factor subyacente de una falta de ambición fue la benevolencia, la armonía, cierto tipo de tolerancia, de humildad. Esto significaba que una persona así no tenía que destacar y brillar, ni ser mejor o más exaltada que otros, pues no contribuye a la paz esforzarse demasiado por triunfar sobre los demás. Quiero que entiendas bien que si tienes este defecto de la falta de ambición, este defecto mismo puede tentarte a aferrarte al lado positivo de este rasgo cuando escuches estas palabras, y a olvidar el extremo incorrecto con su nocividad. Sin embargo, debes recordar que tu defecto tiene un lado o fondo positivo, por decirlo así. Foméntalo, de manera que te dé fuerza en tu trabajo para superar esta falla y que no te sientas culpable. Nadie te ha echado encima un defecto más; todos los defectos son distorsiones o manifestaciones extremas de lo que una vez fue una buena cualidad. Además, recuerda que es posible tener una falla en un área de tu personalidad, pero no tenerla en otra. Muchas veces sólo estás consciente del lado positivo de una tendencia específica, mientras ignoras su existencia en el lado negativo. Pero las personas que te rodean suelen saberlo. Cuando te lo dicen, sin embargo, te sientes injustamente acusado, porque para ti sólo parece existir el lado positivo e inconsciente. El ser humano es ambivalente; hay en ustedes muchas corrientes contradictorias.

El daño de la falta de ambición es muy grave. Desde luego, es obvio que no es deseable ni necesario tener ambición en todos los aspectos de la vida, pues esto implicaría un desperdicio de fuerzas. Pero cuando se cultiva la ambición, hay que recordar que se debe escoger apropiadamente con qué fin se adiestra uno en este sentido. Debe ser algo que valga la pena. El tema que tratamos en esta conferencia, en relación con las decisiones correctas, arrojará luz sobre esto también.

La ambición suele ser el precio de lo que deseas. Si cedes a tu falta de ambición y luego pareces tener carencias en uno o más aspectos de tu vida, debes darte cuenta de que no estabas dispuesto a pagar un precio que quizás sólo podías pagar con esfuerzos que necesitaban ambición. Espiritualmente, la falta de ambición es un enorme obstáculo. Esta indolencia te impedirá llevar a cabo tu desarrollo, que es lo único que puede traerte verdadera felicidad y seguridad. Si no eres feliz y posees este rasgo, no deberás guardarle rencor a la vida porque tus necesidades no fueron satisfechas; más bien date cuenta claramente de cuál ha sido tu decisión en este caso. Por una parte, ceder a las comodidades inmediatas es elegir la ley del mínimo esfuerzo. La desventaja aquí es que tus conflictos, hambres, necesidades e inseguridades persistirán mientras no luches contra la tentación de obedecer la ley del mínimo esfuerzo, lo que revela falta de ambición. Por otra parte, el precio es el trabajo arduo de vencer una pereza muy arraigada, lo que significa luchar y esforzarse constantemente. La ganancia es que dejas atrás la maraña de oscuridad, soledad e infelicidad, pero no hasta después de que hayas dado pruebas amplias de que real y sinceramente has luchado y triunfado en cierta medida. Haz tu elección, pues hacer incluso una elección negativa es más sano que no ver las cosas con claridad, con la esperanza de renunciar sólo a un poco de tu debilidad y esperar al mismo tiempo resultados a los que sólo tendrías derecho si tomaras completamente en tus manos las riendas de tu vida.

Si emocional e inconscientemente esperas alcanzar el desarrollo espiritual y, por ende, la tranquilidad de espíritu sin hacer esfuerzos serios por superar este obstáculo básico, en realidad estás cometiendo un robo espiritual. Significa que quieres obtener la armonía que sólo puedes alcanzar si pagas el precio, que es el trabajo espiritual arduo. Aquí, el trabajo espiritual necesario implica la superación de tus mayores defectos sin excepción. Entender la falta de ambición desde este punto de vista tal vez te ayude a superarla. No has vencido verdaderamente este defecto mientras tengas que obligarte a hacer el trabajo. Esto significa que tus emociones aún se resisten, que todavía no eres uno contigo mismo. Simplemente reconoce este hecho y sigue trabajando si has decidido hacerlo. Un día la gracia y la ayuda de Dios te afectarán de manera que lo que una vez fue un esfuerzo dejará de serlo. Esta será la señal de que tus emociones han seguido el ejemplo de tu buena voluntad exterior y de que, en este aspecto, te has vuelto uno contigo mismo. Incidentalmente, no hablo ahora de una manera personal. Como en todas mis respuestas a sus preguntas, mis palabras están dirigidas a muchos.

Así que, amigos míos, mediten en esa debilidad desde este ángulo: “Si no tengo ambición, si es tan difícil para mí que haga lo que haga actúo contra mis tendencias naturales y debo forzarme a hacerlo; si no puedo sentir entusiasmo y verdadera fuerza de voluntad; y si todavía deseo lo que es legítimamente mío si no me sintiera así, es que mis emociones quieren robarse algo. Deseo robar felicidad... o cualquier otro resultado”. Por favor, dense cuenta de que cuando digo que emocionalmente quieren robarse algo, sé que no quieren hacerlo conscientemente. Allí es donde siempre surgen los malentendidos.

Muchas veces hablo de los deseos de sus emociones traduciéndolos a lenguaje conciso, pues de otro modo su intelecto no podría interpretarlos. Estas emociones suelen ser inconscientes. Y entonces, amigos míos, toman mi traducción de sus emociones como una injusticia porque conscientemente, desde luego, no piensan de esa manera. Pasan por alto el hecho de que con mucha frecuencia hay un gran abismo entre lo que piensan conscientemente e incluso desean de verdad, y lo que está en su inconsciente y socava ese deseo bueno y verdadero por medio de una corriente emocional contraria que desconocen. Pero, desde luego, ustedes no son conscientes de eso hasta ahora. Será muy importante que lo sean, y es por eso que ocasionalmente señalo esta discrepancia. Entiendan bien que lo hago para evitar que se sientan heridos sin ninguna necesidad. Al aprender a volverse conscientes de estas corrientes, primero deben entender e interpretar las señales que ellas mandan claramente todo el tiempo. Entonces verán los síntomas a su alrededor. Hasta ahora han optado por pasarlos por alto.

Para volver a tu pregunta: Medita sobre esta tendencia desde el punto de vista que te muestro aquí. Date cuenta de que debes invertir esfuerzos en todo lo que haces si quieres cosechar los frutos, y desde luego que quieres. No debes hacer este esfuerzo porque se te dice que lo hagas, porque quieres ser un “niño bueno”, aunque hagas las cosas en contra de tu voluntad. Debes alcanzar el estado en que lo hagas independiente, responsable y maduramente, porque tú mismo sabes que todo tiene un precio. Luchar internamente contra esta verdad no sólo implica una falta de respeto a la sabiduría y la justicia de Dios, sino que es francamente tonto.

En lo que se refiere al extremo opuesto—el exceso de ambición—la buena cualidad original es una fuerza de voluntad poderosa, una disposición a pagar el precio en términos de esfuerzo, un deseo de trabajar, de servir a otros en los reinos superiores. En los reinos inferiores, el objetivo es el ser mismo. Usa los aspectos positivos para limpiar esta corriente de sus aspectos exagerados, distorsionados y negativos, que son: cierto tipo de egoísmo; deseo de poder; farisaísmo; cierta codicia de tener más, de ser más. A menudo, las personas exageradamente ambiciosas tienen una corriente de deseo tan fuerte que se vuelven despiadados para alcanzar su objetivo a expensas de otros. Otra vez les digo, no es necesario que sus actos sean así, pero es suficiente que lo sean en sus emociones. Deben entender que la ambición exagerada crea una corriente de deseo malsana que fluye de manera equivocada y les roba la paz. Aquí debe alcanzarse en cierta medida la ausencia de deseos. No por completo, porque entonces se convertiría otra vez en el extremo opuesto de la falta de ambición, y el resultado sería el desequilibrio. La persona espiritual en particular tiene que decidir con qué propósito y en qué ámbito tener ambición; por otra parte, la ambición debe cesar cuando es tiempo de que comience la ausencia de deseos.

PREGUNTA: Me gustaría saber cuál es el defecto en una situación en la que uno tiene una sensación de rechazo que culmina en sentimientos de rencor.

RESPUESTA: En primer lugar, tu vanidad no está siendo gratificada. Como te falta la humildad, tus emociones inconscientes exigen que no se rechace a la personalidad; ésta no debe sufrir ese rechazo. De esta manera quieres ser aceptado por todos o por la persona a la que has elegido. No soportas que no se te conceda este deseo tuyo. Quiero insistir otra vez en que no hablo personalmente ya que este sentimiento existe en mucha gente. En otras palabras, hay voluntarismo; tu propia voluntad tiene que ser gratificada, o de lo contrario guardas resentimiento. A fin de superar estos sentimientos debes examinar la corriente en forma separada al principio. Saca la emoción que dice: “Que se haga mi voluntad”. Entonces, cuando esto sea consciente, el procedimiento adecuado sería que te dijeras: “Pero mi voluntad no siempre debe gratificarse. Tengo que aceptar hacerme a un lado en caso necesario”. Trata de ser humilde cuando te falte la humildad. No trates de aprender la humildad en las áreas en las que no tienes fallas. Esto te daría una falsa seguridad y podría hacerte perder de vista dónde exactamente son más necesarios esta concentración y este trabajo.

Luego reconoce el orgullo en combinación con el voluntarismo. Trátalo de manera similar. Si puedes conquistar tanto el voluntarismo como el orgullo en esta conexión específica, tu miedo quedará eliminado. Mientras te aferres a estas corrientes, mientras no puedas renunciar a lo que tu ego pequeño desea—aun si está cubierto con motivaciones más altas—inevitablemente tendrás el miedo constante de que este deseo no sea gratificado. En cuanto hayas renunciado al voluntarismo y al orgullo, tu miedo se desvanecerá, y con él tu resentimiento. Por renunciar, no necesariamente me refiero a una persona con la cual exista un verdadero vínculo o una tarea que realizar. Me refiero sólo a renunciar a la corriente del deseo. Dondequiera que hay resentimiento, éste procede de un germen de odio. El odio podría ya no manifestarse como tal, pero mientras exista el resentimiento, la raíz del odio todavía está en el corazón. No es necesariamente un odio hacia una persona específica, pero es odio al fin y al cabo.

Existe inevitablemente un deseo de poder en una persona que resiente el rechazo o el posible rechazo. La emoción dice: “Si no haces lo que quiero, que en este caso es quererme y aceptarme, te guardo rencor por eso”. No guardarías rencor si este deseo de poder no existiera en ti, aunque sea de manera contenida. Reconoce ese hecho. En el momento en que lo hagas, serás capaz de redirigir tu corriente emocional gradualmente a través del crecimiento, que es la única manera correcta. Estas condiciones no pueden cambiar de pronto. Cuanto más crezcas, más verás, sentirás y conocerás la verdad que hasta ahora no es para ti más que una teoría bonita que aún no tiene realidad en tu corazón. La verdad es que nunca eres rechazado por lo que no tienes, sea lo que sea, salvo en el raro caso en que un ser humano se vuelve rencoroso y desagradable debido a sus inseguridades. Incluso entonces esa persona no es rechazada a causa de su verdadero ser, sino simplemente por su máscara mal elegida. Todas las máscaras son malas, incluso las aparentemente agradables. No obstante, algunas personas, por orgullo y desafío, escogen una desfavorable. El rechazo se da sólo por el temor a la vida, a la decepción, a la inferioridad y a la inseguridad del propio rechazador, y a cualquier cantidad de síntomas de un alma enferma que no ha aprendido todavía a aplicar la ley espiritual a las emociones. Pero esta comprensión sólo llegará a ti cuando hayas aprendido a renunciar y después a conquistar tu orgullo y tu voluntarismo. [Gracias]

PREGUNTA: En la última conferencia nos habló del sentimiento de vergüenza que se manifiesta con sentimientos de culpa, etc. Esto suele tener un efecto sobre los demás. ¿Cuál debe ser en un caso así nuestra actitud correcta hacia esta persona?

RESPUESTA: Ya es enormemente útil que te des cuenta de que la persona cercana a ti tiene ese defecto. Esta percepción debe de darte una comprensión y una compasión que, incluso si no dices ni una palabra, debe de ayudar. Esta percepción evitará que te sientas lastimado innecesariamente, ya que las personas que se desvían de la ley espiritual y que, por lo tanto, sufren, muchas veces lastiman a otros, porque creen que deben lastimar para protegerse. La otra persona siente esa herida y comienza un círculo vicioso. Pero cuando entiendes lo que estás haciendo esto no puede suceder. Además, está el hecho innegable de que el inconsciente de uno afecta el inconsciente de la otra persona. En un caso como éste, la vergüenza y la culpa inconscientes son absorbidas también inconscientemente por los demás. Como todo esto sucede inconscientemente y, por lo tanto, no se entiende de manera correcta en el nivel emocional profundo, se siente algo enfermo y negativo y se produce entonces una reacción muy desfavorable y negativa, contraria al deseo de la persona que tiene los sentimientos de vergüenza y culpa.

No hay nada tan contagioso, amigos míos, como las emociones, los pensamientos y las actitudes, conscientes o inconscientes. Esta es también una ley espiritual. Así pues, en el momento en que otra persona reconoce y entiende plenamente una corriente enferma, se rompe un círculo vicioso por el simple hecho de la comprensión. Entender plenamente los hechos tal como se han explicado aquí ayudará aún más e inyectará más fuerza constructiva de la verdad al mundo psicológico y emocional de la persona. En cuanto a la acción exterior, el procedimiento varía. Desde luego, es necesaria la cautela. Suele ser mejor decir poco que mucho a una persona que no sea lo suficientemente madura para entender la naturaleza del alma o que carezca de la voluntad de hacer esto. Pero si la persona está abierta y puede entender estas cosas, uno podría buscar la manera de llegar a él. Si ustedes oran pidiendo guía e inspiración y se mantienen abiertos, llegará el momento en que haya receptividad. Pero si no hay receptividad y ustedes exponen la verdad con demasiada franqueza, antes de que la otra persona esté preparada para hacer frente a esta verdad, el efecto será negativo y ella sólo cerrará la puerta del alma aún más firmemente. Una manera segura sería discutir primero el tema general, evitando el aspecto personal, y examinar cómo se recibe esto. Ve si la persona adopta una actitud reflexiva y si muestra una comprensión en principio para empezar. Si ves una respuesta un tanto favorable, entonces lentamente, poco a poco, puedes darle dosis más fuertes de la verdad, pidiendo siempre inspiración y guía. Si haces eso, tus amigos espirituales estarán a tu lado y felices de ayudar.

Dictada el 20 de junio de 1958.