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Pathwork

Conferencias del Guía

Conferencia 47. La pared interior

Saludos en el nombre del Señor. Reciban bendiciones todos ustedes, mis queridos amigos. Bendita sea esta hora.

Todos los seres humanos desean alcanzar la perfección, la capacidad de amar, la verdadera bondad, la luz y la verdad. Este deseo vive en la chispa divina de todos los seres, pero en su estado puro no siempre penetra todas las capas de imperfección que rodean a la chispa. Nosotros lo vemos como si el Sol brillara a través de un cristal sucio, y los rayos que salieran del otro lado tuvieran tonalidades brumosas.

Pero, queridos amigos, muy aparte de este deseo del Ser Superior, el deseo de perfección también procede del Ser Inferior. Esto sucede con todas las personas que han comprendido que los objetivos egoístas e interesados no producen muchos resultados deseables. Si ustedes fueran a cumplir sólo con los propósitos de su Ser Inferior esencial, ciertamente no serían ni amados ni admirados. Por lo tanto, el deseo de ser bondadoso también es egoísta. Entiendan esto y reconozcan dentro de ustedes que el deseo de ser bueno no viene necesaria y exclusivamente de su Ser Superior. Éste es un problema que confunde a muchos seres humanos. Sólo pueden obtener claridad si se vuelven conscientes de sus emociones, sus deseos y sus motivos. Entonces pueden separar el motivo puro del egoísta. Esta confusión es tan fuerte a veces que muchas personas ya no saben si obedecer o no el deseo de ser bondadoso, sobre todo después de descubrir los motivos egoístas. Desde luego que deben seguir tendiendo a lo que es correcto y bueno dentro de ustedes y en sus actos, pero también deben ver con claridad hasta dónde está matizado su deseo por el egoísmo. Este conflicto suele no ser consciente todavía. Saben que sí desean lo bueno, lo verdadero y lo bello, pero también hay una voz dentro de ustedes que pregunta muy claramente: “¿Realmente es bondad pura, generosidad pura, si hago tal o cual cosa?” Se confunden y no están seguros de sus buenos motivos.

Sólo los muy ciegos, aquellos seres humanos que todavía son bebés espirituales, persiguen fines egoístas y creen que su egoísmo les permitirá alcanzar el propósito que desean. Quien haya superado la infancia espiritual sabe muy bien que perseguir los propios fines a menudo trae consigo mayores desventajas que resistirse a esos impulsos egoístas. En este nivel, la entidad ha superado la etapa más primitiva, pero aún no ha alcanzado la etapa en la que haya superado emocionalmente el deseo de ser egoísta. Esta es la etapa en la que se encuentra la mayor parte de ustedes, y es precisamente esta lucha la que nos ocupa aquí.

El primer paso es siempre reconocer el significado de sus diversos deseos, motivos y sentimientos. A partir de allí, el camino se vuelve más fácil. Reconozcan cuando su deseo de ser bondadosos provenga de su chispa divina y cuando no. Una vez que hayan adquirido claridad, no sólo habrán dado un paso más en su proceso de autoconocimiento, sino que el reconocimiento—aunque de ninguna manera sea halagador ni cómodo—les dará más tranquilidad mental. En el momento en que acepten plenamente la idea de que el egoísmo todavía tiene un lugar más grande en ustedes de lo que podían admitir antes, y estén dispuestos a renunciar a su deseo de ser más perfectos de lo que son actualmente, habrán empezado a encararse en el verdadero sentido de la palabra. Bajarse de su pedestal es sano; y la salud, emocional u otra, debe de tener un efecto muy bueno en ustedes. La verdad siempre es sana y calmante cuando uno ha decidido interiormente no luchar más contra ella.

A medida que el ser humano se desarrolla espiritualmente y madura emocionalmente, el autoconocimiento continúa en niveles aún más profundos. En el nivel más superficial de desarrollo, el “bien” se hace hacia afuera, pero uno alberga pensamientos egoístas y malvados muy conscientemente y a sabiendas. Cuando se le confronta con esta situación, el individuo muestra dos tipos de comportamiento. En este Pathwork uno trata, con un espíritu de verdadera comprensión y humildad, de aceptarse tal y como es en el momento, y también de reconocer la propia incapacidad de cambiar todavía. Uno tiene el valor de admitir que la perfección todavía es algo lejano, a pesar de las buenas obras que uno realiza principalmente para cumplir con las expectativas de otros y obtener admiración. La otra alternativa es racionalizar, justificar y “explicar” engañosamente el hecho de dar cabida a deseos tan malvados, además de buscar la autojustificación en los defectos de otros. Esto se llama hipocresía. Muchas personas caen en esta categoría.

Este tipo de comportamiento es tan burdo y elemental que no tenemos que ocuparnos de él. El caso se vuelve infinitamente más difícil cuando la misma hipocresía se vuelve más sutil y está más profundamente enterrada. Los buenos deseos se sobreimponen a los egoístas, que se suprimen y se relegan al inconsciente. Esto se debe en parte a los esfuerzos sinceros del Ser Superior y en parte a los fines egoístas del Ser Inferior. Aquí empiezan los conflictos humanos que enferman y debilitan al alma. Nosotros nos preocupamos, ya que no existe un ser humano a quien esto no se aplique de un modo o de otro.

Cuanto más suprimen los motivos egoístas, más confusión y desorden crean dentro de ustedes. Aquí existe un malentendido básico: se dan cuenta de que la primera categoría, la forma más primitiva de hipocresía, es desagradable; por lo tanto, suprimen sus verdaderas emociones debido a la conclusión equivocada de que no hay alternativa. Se obligan a no darse cuenta de la existencia de los deseos equivocados porque creen que, de lo contrario, tendrían que ser como esos hipócritas a quienes no admiran por su actitud. Hacen caso omiso de la tercera alternativa, que es la única sana. Este enfoque conduce a la perfección que se esfuerzan por alcanzar: encarar y admitir los deseos equivocados sin ceder a ellos, pero sin suprimir su existencia. El principio es siempre lo más difícil, que consiste en identificar las emociones, encontrar su significado, hacer frente a todo aquello a lo que han vuelto la espalda.

Cuanto más aprendan a ser honestos, más profundamente penetrará la verdad en el núcleo de su alma. Pero es necesario hacer esto muchas veces antes de llegar al núcleo. Siempre que las emociones, las opiniones, los pensamientos, las conclusiones y los deseos conscientes se separan de los inconscientes, nosotros vemos una pared en el alma humana. Todos ustedes saben que los pensamientos y los sentimientos crean formas de materia sutil que son de una sustancia tan real como su sustancia material. Así que esta pared es una realidad y, por desgracia, muchas veces una realidad mayor que la materia de ustedes. En efecto, su materia es mucho más fácil de destruir que algunas de estas paredes. Este lado de la pared es a lo que se enfrentan y conocen. Detrás de la pared almacenan todo lo que resulta desagradable encarar. Almacenan no sólo sus defectos y debilidades, sino también todas las cosas que los confunden y los asustan. Debido a una conclusión equivocada inconsciente, siguen temiendo todo lo que está encerrado detrás de la pared y se impiden encararlo.

Ahora bien, ¿cuál es la sustancia espiritual de esta pared, amigos míos? La sustancia espiritual no es un material que usen porque lo escojan como cuando construyen una forma en su mundo material. Eligen su material de acuerdo a su gusto y su necesidad, pero el material no tiene nada que ver con ustedes. La sustancia espiritual, por otra parte, es el producto de sus pensamientos, sus sentimientos y su ser, y se forma a partir de ellos.

No pueden usar lo que no tienen. Y sólo tienen lo que son. La sustancia de su pared interior es en parte su buena voluntad, que es ineficaz debido a las conclusiones equivocadas y a la ignorancia. No olviden que el propósito de la pared es mantener oculto lo negativo, y uno de los motivos de este deseo es la buena voluntad mal aplicada. Pero también está hecha de cobardía, orgullo, voluntarismo e impaciencia. Su impaciencia aumenta porque, en su ignorancia, creen y desean alcanzar la perfección en forma más expedita simplemente erigiendo esta pared y encerrando lo que tomaría más tiempo y esfuerzo eliminar. Ustedes son demasiado impacientes y perezosos para lidiar con lo que hay detrás de la pared. Todas estas tendencias son los materiales de construcción de la pared de su alma.

A medida que uno progresa en el camino del autoconocimiento y la perfección, lentamente empieza a sacar ciertas tendencias y actitudes de detrás de la pared y a transportarlas a la conciencia. Todos ustedes conocen el proceso mediante el cual se hace esto. Es el trabajo que propongo y enseño. En este proceso, la pared retrocede. Cuantas más cosas salen de detrás de la pared, menos tendencias permanecen encerradas detrás de ella. Éste trabajo es bueno, y necesita continuar y continuar. Pero, amigos míos, esta pared debe desintegrarse un día si quieren ser verdaderamente sanos. Mientras sigan teniendo una parte de la pared dentro de ustedes, no importa lo mucho que hayan logrado hacerla retroceder, no estarán sanos todavía. No funcionarán como Dios quiere que funcionen. Por lo tanto, su meta debe ser derribar la pared por entero. En la mayor parte de los casos, esto no puede hacerse de golpe, y si se intenta apresuradamente, las personas pueden sufrir colapsos nerviosos y todo tipo de complicaciones. En muchos casos es aconsejable hacer que la pared retroceda y sacar gradualmente lo que hay detrás de ella. De esta forma la pared no sólo retrocede, sino que, si esto se hace correctamente, la sustancia misma se debilita. De lo contrario, uno logrará sacar ciertas cosas y empujar un poco la pared hasta un segundo plano, pero allí seguirá estando con toda su fuerza; quizás incluso con mayor fuerza. En un momento explicaré cómo podría suceder esto y cómo evitar el peligro.

Déjenme insistir de nuevo en lo importante que es que sean conscientes de la necesidad de un día derribar su pared. Esto puede y debe suceder sin sacudir demasiado a la personalidad. Su renacimiento espiritual puede ocurrir sólo después de que haya desaparecido la pared. Entonces su alma estará desnuda delante de su Creador, enfrente de ustedes. Tienen que desnudarse así, que vaciarse así para que la sustancia divina los llene y eche raíces dentro de ustedes. Mientras su pared rígida exista, por débil que sea, por mucho que haya retrocedido, la sustancia divina será ineficaz en la medida de la fuerza de la pared. En otras palabras, cuanto más fuerte sea la pared, más débil será el efecto de la sustancia divina que aguarda a penetrarlos y llenarlos.

Así, mis queridos amigos, les pido a todos ustedes, que trabajan tan bien en este Pathwork, que visualicen esta pared interior. Pueden encontrarla en meditación, la sentirán al observar sus reacciones y sabrán dónde se alza. Después de localizarla, les resultará mucho más fácil eliminarla finalmente por completo.

Y ahora hablaré de un peligro del que deben cuidarse. Es el riesgo de tener un buen comienzo en la tarea de sacar algunas tendencias ocultas de detrás de la pared, pero fortalecer ésta inconscientemente recurriendo a medidas incompletas. ¿Cuándo y cómo sucede esto? Sucede cuando un pensamiento, una enseñanza, una filosofía o un reconocimiento sirve como camuflaje detrás del cual siguen escondiéndose. Esto sucede muy frecuentemente, amigos míos. Ninguna verdad está exenta de este destino. Muchas personas buscan la verdad; y la verdad puede llegar a ustedes por muchos canales. Pero no importa lo sincera que sea la búsqueda, casi todo el mundo desea resistirse a encarar ciertas cosas de su interior. Los dos deseos contradictorios pueden coexistir; uno busca la verdad, y uno puede usar estas verdades para reforzar la pared. Así que pueden ocultar sus defectos, sus conflictos emocionales, sus miedos y sus tendencias negativas detrás de una verdad. En su versión burda y superficial, este mal uso de la verdad es fácil de reconocer. La reconocen en cualquier fanático, en cualquiera que se adhiera rígidamente al dogma, sea cual sea su religión. Una persona así puede cometer todo tipo de males, tener todo tipo de reacciones equivocadas, mientras predica la verdad religiosa de su preferencia.

Pero no olviden que, en principio, lo mismo sucede con casi todos los seres humanos, sólo que de una manera más sutil. Y si se vuelven sensibles, si agudizan su intuición, escucharán y notarán esta pauta muy bien cuando uno de sus hermanos caiga en ella. La objetarán, pero ignorarán que ustedes hacen la misma cosa, sólo que usan otra verdad como escudo. Puede ser una verdad religiosa, espiritual, metafísica o filosófica; puede ser pura ética y moral sin implicaciones religiosas; puede ser la psicología o el psicoanálisis. Muchas teorías, términos y expresiones que usan son verdaderos y, como tales, son buenos. Pero en el momento en que se usan de esa manera, se abusa de ellos y por lo tanto pierden su validez. Se mueren, se vuelven rígidos y pierden significado. Ninguna verdad está exenta de este destino si no tienen cuidado, si no buscan esta tendencia en ustedes mismos. Pueden abusar de igual modo de las enseñanzas mismas que les imparto. Esto nunca se hace a propósito, desde luego, sino inconscientemente.

Por ejemplo, cuando usan ciertos términos y ya no sienten su verdadero significado, entonces ha llegado la hora de que se revisen para ver si han caído inconscientemente en esta trampa. Incluso pueden esconderse detrás de un reconocimiento verdadero acerca de ustedes, digamos una imagen, una conclusión equivocada o ciertos defectos que han descubierto. Pueden esconderse detrás de eso, o pueden usarlo como la fachada exterior de su pared. Es como si algo en ustedes dijera: “Llego hasta aquí, no más lejos. Estoy dispuesto a admitir tal o cual cosa ahora, pero no más. La admisión de ciertos defectos y negatividades internas apaciguará a los que me ayudan a llegar al núcleo de mi ser. Nadie podrá decir entonces que no estoy dispuesto. Pero no expondré voluntariamente lo que me molesta. He encontrado una buena manera de poder seguir escondiéndome”.

Tal vez todo esto les suene extraño y aún no entiendan lo que quiero decir. Permítanme aclararlo un poco. Supongamos que han iniciado este Pathwork de buena fe y con buena voluntad, y que han progresado bien. Han tenido ciertos reconocimientos importantes. Ya han dejado atrás la etapa en que su resistencia a encararse se manifestaba en encontrar pretextos y racionalizaciones para no emprender un camino como éste, pese a estarlo buscando. Así pues, han roto la primera resistencia y han empujado la pared considerablemente, hasta un segundo plano, lo que permite que cierta información se filtre. En este punto ya están bien encaminados en el Pathwork mismo, mientras que antes sólo se esforzaban por entrar en él. Pero no imaginen que han vencido toda su resistencia para siempre. En tanto mantengan la pared, la resistencia es inevitable, y sólo su forma y su manifestación serán diferentes. Mientras que antes tenían todo tipo de dudas, recelos, pretextos y excusas para no emprender este camino, ahora trabajan y descubren, pero todavía con algunas reservas. Y a fin de justificar estas reservas, ahora toman los hallazgos que han hecho hasta ahora y los agigantan. Pueden incluso dejarlos crecer en forma desproporcionada para evitar que penetren más profundamente. Usan las mismas palabras una y otra vez hasta que se vuelven rígidas y ya no transmiten la fuerza vital. Cualquier verdad debe transmitir esa fuerza vital. Si ya no lo hace, si las palabras se han vuelto automáticas, entonces ha llegado la hora de que se examinen desde este punto de vista y encuentren su pared nuevamente. Una vez que estén conscientes de ella, podrán librar una batalla sana con su ignorancia y su resistencia.

Sólo ustedes pueden descubrir cuándo y cómo se ocultan detrás de su pared, y qué verdad están usando mal. Sólo examinando sus sentimientos, escuchando sus emociones, pueden obtener la respuesta. El hecho de que hayan vencido la resistencia inicial y ganado su primera victoria es, por lo menos en la mayor parte de los casos, un hito que indica que no abandonarán este camino otra vez. Pero esto no significa que no haya que vencer otras resistencias, obtener otras victorias. Aunque nunca dejen este camino, pueden atorarse en cierto punto y dar vueltas en círculo sin penetrar más profundamente. Esto sucede cuando la verdad y los verdaderos hallazgos se usan como escondrijos.

El inconsciente se opone congénitamente a renunciar a sus subterfugios. Considera que salir a la luz es un peligro grave. Es ignorante y saca conclusiones completamente erróneas en este sentido, como en muchos otros. Por lo tanto, se opone a que la pared se derrumbe e inventa todo tipo de artimañas para evitar que ustedes trabajen en esta dirección, no importa lo buenas que puedan ser sus intenciones. Esto debería servirles de advertencia para mostrarles dónde puede estar el peligro en este momento y en qué dirección buscar dentro de ustedes, a fin de obtener más victorias y penetrar más profundamente en su alma. Ahora sabrán desde qué ángulo verse para evitar el estancamiento. ¿Está claro esto, amigos míos?

Piensen bien en lo que les he dicho. Señalé un peligro oculto, un peligro sutil. Si verdaderamente desean derribar la pared, vaciarse y desnudar su alma, entonces sentirán muy claramente dónde y exactamente cómo existe su propia pared. Siempre es más fácil notar esto en otra persona, pero uno está absolutamente inconsciente de ello en uno mismo. Pueden esconderse detrás de una verdad diferente, detrás de un reconocimiento diferente, pero también pueden esconderse tanto como la otra persona. Lleven su intención a sus plegarias, amigos míos. Pidan a Dios que les ayude primero a ver la pared, y luego que les dé el valor y la humildad necesarios para derribarla.

Y ahora, antes de ocuparnos de sus preguntas, me gustaría decirles que se ha materializado un plan para formar un segundo grupo más pequeño, similar al primer círculo interno, como lo llamamos. Recomendamos esto mucho. En el trabajo grupal común pueden lograr mucho. Pueden ayudarse unos a otros. Todos los que estén trabajando en equipos de búsqueda de imágenes deberían hacer trabajo grupal adicional, donde puedan hablar de sus problemas, sus dificultades y sus éxitos. Al mismo tiempo, ayudará a muchos a formar vínculos. Alentamos y bendecimos este empeño.

Y ahora, mis queridos amigos, estoy listo para sus preguntas.

PREGUNTA: ¿Las corrientes, tal como usted usa esta expresión psicológicamente, son usadas por la mente inconsciente o consciente como instrumento? En otras palabras, ¿es la mente inconsciente o consciente un instrumento, o están conectadas, o son idénticas?

RESPUESTA: No podemos decir ni una cosa ni otra. Una corriente es en realidad el resultado de sus sentimientos, sus pensamientos, sus emociones y sus actitudes. Es la suma total de sus tendencias y rasgos conscientes e inconscientes. Es lo que los gobierna y encauza en ciertos canales su vida y lo que les sucede.

Tomemos la corriente del voluntarismo. Allí está. Ustedes la usan, no importa si lo hacen consciente o inconscientemente. El uso del voluntarismo genera una corriente, y la corriente tiene un efecto. La corriente del voluntarismo no es el voluntarismo mismo. Es el voluntarismo en acción. El voluntarismo podría ser latente, podría no ser usado. Entonces la corriente sería débil, o estaría tan oculta en sus efectos que la personalidad jamás sabría qué causa los efectos. Pero si se le usa, aun en el inconsciente, aun cuando no se manifieste como tal, incluso si se manifiesta de una manera muy indirecta y oculta, la manifestación de ella es causada por la corriente. Imagínenla como algo parecido a la electricidad. Se necesitan ciertas condiciones para producir corriente eléctrica. Es exactamente la misma cosa. La corriente eléctrica es el resultado de las condiciones que la pueden crear. ¿Está claro?

PREGUNTA: Pero entonces, ¿la mente consciente o inconsciente sería un instrumento o un almacén?

RESPUESTA: Bueno, un almacén no es lo mismo que un instrumento. La mente produce la corriente, la mente inconsciente o consciente. Puedes decir que es la personalidad, hecha de la mente consciente e inconsciente, la que la produce. Por lo tanto, no es el instrumento. Un instrumento es algo pasivo. Pero la mente produce activamente corrientes.

PREGUNTA: ¿Dónde termina el “tener que” y empieza el deber? ¿Cómo distinguir entre ambos?

RESPUESTA: El “tener que” o la compulsión siempre es el resultado de motivos falsos, mezclados y confusos. El deber es algo enteramente voluntario. Si cumples con un deber sin compulsión, lo haces porque tú lo decidiste. Puede ser algo que la vida parece imponerte. Pero una vez que reconoces que no puedes vivir la vida enteramente como te gustaría, que la vida trae situaciones y predicamentos que tienes que aceptar, te gusten o no, la actitud sana es decirle “sí” a la vida tal y como se te presenta. Entonces aceptas voluntariamente un deber. Si no lo aceptas emocionalmente y cumples con el deber porque no te queda más remedio, entonces estás actuando bajo compulsión, en contra de tu voluntad, y entonces es un “tener que”. Yo les he enseñado, por ejemplo, que hay que aceptar las imperfecciones de la vida con ese espíritu. Esto incluye también cosas que se vuelven un deber. Aquel que se rebela constantemente contra estas condiciones imperfectas, aunque la rebelión pueda ser muy inconsciente, actúa en contra de su voluntad, como un niño al que se le obliga a obedecer. La actitud madura es la libre. Este tipo real de libertad no significa que uno pueda hacer siempre exactamente lo que le plazca, sino que uno acepta lo necesario con un espíritu dispuesto, con un “sí” interno. En otras palabras, la frontera está en la muy fina distinción entre decir “sí” a un deber impuesto o inevitable, y luchar contra él y ser obligado a aceptarlo contra la voluntad de uno. La diferencia reside en la actitud.

PREGUNTA: ¿Cuál es la conexión y la diferencia entre el aura de una persona y su esfera presente… o el retrato del alma?

RESPUESTA: Estas son cosas enteramente diferentes. Una no tiene nada que ver con la otra. La esfera se compone de las obras, los pensamientos, las actitudes y los sentimientos. No cambia rápidamente, porque el cambio en la personalidad no puede producirse rápido. Por lo tanto, la esfera es más estática y lo seguirá siendo hasta que la personalidad cambie. Es el producto de la propia vida y después se convertirá en el hogar espiritual de la entidad.

El aura es la emanación de la personalidad y no tiene nada que ver directamente con lo que construyes. Tal vez podamos explicarlo mejor de esta manera: La esfera es el resultado de tu actividad. La actividad también puede ser inconsciente. Es la actividad de tu alma. El aura es el producto de tu estado pasivo. Es el producto de aquello en ti que es el estado de ser. Es lo que tú eres, no lo que haces. Esa es la mejor manera en que puedo explicarlo. No tengo otras palabras. En lo que se refiere a la manifestación, la diferencia es fuerte. Un clarividente puede ver el aura de una persona, lo que emana de los cuerpos sutiles y penetra el cuerpo físico. Refleja, en colores fluctuantes, diversos estados de ánimo, enfermedades del cuerpo y del alma, el tipo básico de carácter que tienes. Muy pocos clarividentes pueden ver la esfera espiritual que construyes con tu actividad, a menos que se les dé esa visión con nuestra ayuda y con un propósito específico. Es algo que no todos los humanos poseen. No puedo expresarlo de ninguna otra manera. Sé que es difícil entender esto, pero tendrás que sacar el mejor provecho posible de mis palabras.

PREGUNTA: En relación con su conferencia sobre la autoridad, ¿podría darle más orientación a una persona que con una forma específica de autoridad es inconscientemente un defensor de la ley, pero conscientemente es sin duda un violador de la ley, al punto de experimentar un fuerte rencor, disgusto e intolerancia hacia esta autoridad específica?

RESPUESTA: Responderé con gusto a esta pregunta. Una vez que se ha tenido el reconocimiento de que inconscientemente uno es un defensor de la ley, mientras que conscientemente se rebela, sobre todo contra cierta forma de autoridad, la base del cambio está sentada. Sin este reconocimiento, nada puede cambiar. El siguiente paso es lo que digo una y otra vez: Observa tus reacciones en tu vida cotidiana desde este punto de vista: “¿Qué siento? ¿Cómo quisiera ser? ¿Por qué reacciono de esta manera? ¿Qué hay detrás de esta reacción? ¿Cuáles son las emociones que me llevan a reaccionar de esta manera en un caso, y en otro de manera completamente contraria? ¿Por qué soy una vez un defensor de la ley, y otra vez un violador de la ley?

Cuando finalmente logres responder estas preguntas aprendiendo a volver tus emociones conscientes y claras, entenderás capas más profundas de tu ser que son responsables de las reacciones que has descubierto recientemente. Pero no son todavía las respuestas finales. Sólo conducen a ellas.

Haz observaciones constantes y desapegadas de tus reacciones diarias. Descubre tu actitud hacia ellas. Esto en sí ya es un agente curativo en alto grado. Además, al hacer todo esto sin prisa, sin tensión, pero con perseverancia, verás todas las conclusiones equivocadas que están conectadas con estas actitudes. Lo importante entonces es reflexionar sobre estas conclusiones para ver por qué y cómo están equivocadas, y cuál sería la conclusión correcta. Cultiva este proceso de cuestionamiento y observa que las emociones—que operan más lentamente que el mecanismo del cerebro—todavía se adhieren a los viejos patrones. Entonces estas emociones empezarán a cambiar gradualmente, al principio de manera casi imperceptible. Esta es la única manera, amigos míos.

A este respecto me gustaría mencionar algo que dije recientemente en una sesión privada, porque considero que es muy importante para todos ustedes.

La autoridad no es sólo lo que emocionalmente representa al enemigo, las fuerzas restrictivas que les prohíben hacer lo que desean. La autoridad también puede estar representada para ustedes personalmente por el ser al que más aman, porque dependen de él. La mayoría de ustedes pasan por eso en la infancia. Después de ella, esta situación puede repetirse para el adulto en una versión un tanto diferente.

Ustedes aman a sus padres, y sin embargo ellos son la autoridad. El conflicto llegó a existir porque ustedes los amaban. Tal vez se pregunten cómo resolver este problema, que es que no pueden evitar sentirse dependientes de aquel a quien aman, y por lo tanto esta persona se convierte en su autoridad. La respuesta a esta pregunta es: Examinen su amor y encuentren el camino medio correcto. Un extremo es la incapacidad de renunciar a su ser y por lo tanto la incapacidad total de amar; asimismo, un temor y un voluntarismo demasiado fuertes que les impiden soltar a su ser. El otro extremo es una dependencia exagerada que surge de la tendencia de soltar demasiado en la dirección equivocada. Siempre que existe esta falta de equilibrio prevalecen corrientes malsanas y dañinas, y el equilibrio tiene que establecerse volviéndose conscientes del problema y mirándolo de frente hasta que reconozcan cualquiera de estos dos extremos equivocados. La tendencia más frecuente es no renunciar al ser en absoluto. Mírenla una y otra vez. Simplemente reconózcanla y oren para tener guía y reconocimiento. Luego, poco a poco, sus emociones encontrarán el camino medio correcto.

La persona para quien el ser amado se convierte en autoridad debido a una dependencia exagerada aprenderá que en una relación sana y de amor verdadero uno sí se da por entero, pero retiene a su ser de una manera nueva que no deja a la personalidad esclavizada y dependiente. Deben recuperar un ser renovado y más libre que nunca soltando a su ser por entero. El miedo a renunciar al ser es una falla muy común y es causa frecuente de enfermedad. Pero también hay casos en que existe el extremo opuesto. Sin embargo, los opuestos son ahora más similares y están más cerca uno de otro de lo que podrían ustedes pensar. La renuncia verdadera escogerá la manera y las circunstancias correctas en las que no sea nunca posible el abuso, en las que la madurez del otro sea igual a la de uno. La persona inmadura escogerá ciegamente al objeto que se puede aprovechar de la renuncia de su ser. Y el miedo a esto crea el extremo de prohibir al ser cualquier renuncia. La madurez es la comprensión consciente, que, a su vez, eleva las facultades intuitivas que tomarán la decisión correcta en la que nadie se aproveche indebidamente.

PREGUNTA: ¿Cómo juzga el mundo espiritual a una persona que busca la verdad, pero se escapa de sí misma y elige la salida más fácil?

RESPUESTA: Eso depende enteramente del desarrollo de la persona en cuestión. No se espera lo mismo de todos. Hay personas que se limitan a tratar de vivir bien y no cometer crímenes, que viven una vida promedio decente. Esto es lo más que puede esperarse de ellas. Necesitan todo su esfuerzo para hacer sólo eso. Es de lo único que son capaces en esta encarnación. Una persona así encuentra más realización que otra que emprende este camino de manera tibia y se detiene a la mitad. Esta última podría no estar haciendo lo más que puede.

Ustedes, los seres humanos, siempre tienden a juzgar a todos por igual. Nosotros no podemos hacerlo porque todos tienen una edad espiritual distinta. Todo el mundo ha alcanzado una etapa distinta de desarrollo en diferentes aspectos de su personalidad. Hay que considerar diferentes factores básicos. Las características, las fortalezas y las tareas son diferentes, de acuerdo con las encarnaciones anteriores. Si, por ejemplo, alguien capaz de buscar y enfrentarse al ser renuncia por pereza, por orgullo o por cualesquiera razones que sigan la ley del menor esfuerzo, el resultado lo sentirá la entidad.

En el mundo espiritual no juzgamos de una manera moralizante; no castigamos. Todo eso está mal. Ustedes se castigan a sí mismos. Si actúan en contra de su propio plan, si no hacen lo que se propusieron hacer cuando llegaron a esta vida, atraen a ustedes circunstancias que finalmente los arrinconarán y esto es por su propio bien. Pueden observar esto con algunas personas. La vida los arrincona, no porque Dios los castigue, sino porque han puesto en marcha ciertas formas que se oponen a su plan de vida. Cuando el plan de vida se viola, el plan mismo empieza a operar de manera que se produzca una realización. Si la opción de la personalidad va contra dicho plan, éste necesariamente se desarrolla de una manera diferente que si la persona se hubiera apegado a él. Pero el resultado debe ser siempre el mismo.

Las experiencias y el elemento del tiempo ciertamente serán diferentes. Pero el resultado final debe ser el mismo, ya que el plan de vida opera para establecer equilibrio y armonía. Cuanto más ignorantemente trabaja la personalidad contra el desequilibrio y la armonía, más inarmónico será el proceso de establecer éstos, pero al final deben llegar. Tal es la fuerza curativa de la naturaleza. La misma fuerza curativa opera en los elementos, en el organismo, así como en el alma. Siempre que algo intenta desequilibrar las fuerzas universales, las fuerzas curativas de la naturaleza intervienen para restaurar el equilibrio. Pero este mismo proceso puede tomar a veces la forma de un gran trastorno. En el alma, cuando actúan en contra de su plan, tiene lugar exactamente el mismo tipo de desorden que cuando se desata una tormenta eléctrica o un terremoto. Pero al final se restablece el equilibrio, ya que sólo los aparentes trastornos que ustedes provocan y que son la medicina de la naturaleza pueden hacer que reconsideren la dirección que han tomado.

Durante mucho tiempo pueden engañarse y creer que todos los contratiempos de su vida se deben a la injusticia, a la maldad y a los defectos de los demás. Pero hay un límite al tiempo en que pueden seguir creyendo eso. Finalmente surgirá una situación en la que se vean arrinconados en sus propios errores, en que se vean confrontados con el hecho innegable de que ustedes mismos se han producido su sufrimiento, y eso los despertará y los hará modificar el rumbo. Así es como lo vemos. Conocemos esta benevolente ley curativa tal como existe en el universo. Y cuando vemos a un ser humano sabemos de inmediato por las formas de su alma si está viviendo enteramente de acuerdo con su plan de vida, o sólo parcialmente, desviándose un poco pero no lo suficiente para perder por completo el rumbo, o si vive totalmente alejado de su propio camino, produciendo y construyendo así de manera lenta las condiciones que finalmente aparecen como una tragedia, pero que no son nada más que la creación de las fuerzas curativas de la naturaleza.

Mis queridísimos amigos, se me ha permitido traer bendiciones para todos ustedes y sus seres queridos, aquí en la Tierra como en el mundo espiritual: bendiciones de sanación, bendiciones de amor, fuerza y valor. Permanezcan en este camino, queridos míos. Y aquellos de ustedes que aún no lo encuentran, oren para que Dios les manifieste Su voluntad y Su verdad, que es la única verdad. Ábranse y sean receptivos a esta verdad solamente. Vayan en paz, queridos míos, reciban nuestro amor que envuelve a cada uno de ustedes. Y si despliegan sus antenas interiores, todos sabrán que no están solos. ¡Queden con Dios!

Dictada el 27 de febrero de 1959.