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Pathwork

Conferencias del Guía

Conferencia 50. Obstáculos en el camino: material viejo, culpa equivocada y ¿quién? ¿Yo?

Saludos, amigos míos. Dios los bendiga a todos, a cada uno de ustedes.

En el mundo espiritual nos ponemos felices cuando tenemos la oportunidad de ayudar a los seres humanos. Y en realidad sólo hay una ayuda y no otra. Consiste en guiarlos para que encuentren lo que hay en ustedes que obstruye su propia felicidad y para que hallen la ley divina.

Muchos seres humanos sonríen ante la idea de la existencia de las fuerzas del mal, más aún de lo que sonríen ante la idea de Dios. Es difícil decir por qué lo hacen, ya que el mal o lo antidivino es, desafortunadamente, una realidad en su mundo. Cerrar los ojos a la realidad es algo irrazonable. Desde luego, cuando buscan el mal fuera de ustedes, fácilmente reconocerán su existencia en otros. Si lo combaten allí, lo combaten en el lugar equivocado. Y si buscan lo divino fuera de ustedes, tendrán dificultades para encontrarlo. Así que el único lugar para encontrar ya sea el mal o lo divino está dentro de ustedes.

Cuando oyen la palabra “mal” o “las fuerzas satánicas” automáticamente se imaginan algo muy específico y a menudo drástico. Establezcamos lo que pertenece a la categoría de las fuerzas de la oscuridad o el mal. No es sólo toda la crueldad y la maldad manifiestas en sus formas extremas. Es toda la ignorancia, todos los errores, todas las desviaciones de la verdad en todas las formas posibles, ya que la verdad es Dios.

En este Pathwork, en el trabajo que están haciendo, encuentran en sus imágenes una rigidez, una obstrucción. Podrían llamar a esto con razón una inmadurez. En esta parte de su personalidad sún son niños. Debido a su falta de conocimiento y de percepción madura, las fuerzas del mal podrían apoderarse de ustedes sin que tengan ninguna intención deliberada de ser “malos”. El mal y la destrucción pueden operar en ustedes a través del concepto equivocado básico de que el egocentrismo los protegerá del dolor o les traerá una recompensa. Si logran detectar este error básico en sus imágenes, habrán dado un gran paso adelante. No es fácil, porque no son conscientes de su egocentrismo emocional. Pueden ser conscientes de sus temores sin darse cuenta de que surgen de una preocupación excesiva con su propia persona y su miedo de ser lastimados. Privan a otros de su amor y sus buenos sentimientos, que siempre parecen entrañar un riesgo personal.

Identificar y analizar sus imágenes y sus conclusiones equivocadas los llevará finalmente al reconocimiento de su común denominador. La actitud constructiva es: “En mi ignorancia, creo—tal vez inconscientemente hasta ahora—que el egoísmo me traerá recompensas, me protegerá del dolor. ¿De qué manera he sido egoísta? ¿De qué manera ha sido equivocada mi conclusión desde este punto de vista? ¿Cuál es la conclusión correcta?” Si están dispuestos a considerar sus problemas internos desde este ángulo—después de que hayan encontrado emociones, reacciones y tendencias hasta ahora ocultas—, podrán hacer un cambio en su personalidad, que a la larga cambiará su vida.

Sin excepción, hay rasgos comunes en todas las imágenes. Sólo las proporciones relativas de los rasgos varían de un individuo a otro. En todas las imágenes encontrarán sentimientos de inferioridad, sentimientos de culpa, hostilidad, agresividad, ignorancia, resentimiento, egoísmo infantil, miedo y algunas otras fuerzas obstructivas. Las personas más primitivas manifiestan estos rasgos hacia afuera y los dirigen hacia el mundo exterior. A medida que los seres humanos se desarrollan de encarnación en encarnación, finalmente comprenden que los demás consideran que estos sentimientos son malos e incorrectos, y que es desventajoso mostrarlos abiertamente. De este modo ocultan los impulsos destructivos y así crean obstrucciones y conflictos en lo más profundo de su ser, en contraste con las manifestaciones superficiales de las personas más primitivas.

Cuando los errores del egoísmo y el egotismo existen en la superficie, las repercusiones ocurren hacia afuera y de manera directa. Las fuerzas destructivas se dirigen abiertamente hacia la otra persona y, por lo tanto, producen un resultado abierto. Sin embargo, cuando las fuerzas destructivas se guardan bajo llave, recaen en el ser y afectan a los otros sólo indirectamente, produciendo así una consecuencia indirecta. Inconscientemente eligen la última alternativa, pues reconocen que la manera abierta y directa es equivocada, pero sin reconocer todavía que la otra manera es igualmente incorrecta y produce resultados igualmente desventajosos. La única solución es aprender gradualmente a liberarse del egoísmo. Esto ocurre primero reconociendo dónde, muy por debajo de la superficie de su conciencia, dirigen sus emociones hacia ustedes de una manera completamente equivocada. Luego necesitan aprender que el egoísmo es muy dañino; no sólo para las personas con las que entran en contacto, sino dañino para ustedes. Y el egoísmo no es menos dañino cuando está oculto y tapado por reacciones superficiales que parecen manifestarse como todo lo contrario.

Mientras traten de alejar de sí los sentimientos más profundos debido a un “debo” externo o interno, no tendrán éxito. Este “debo” indica no sólo que se están forzando—y como saben, las emociones no responden a la compulsión—, sino también que hay un motivo impuro. Desean eliminar rápidamente tendencias no deseadas y no admiradas porque los hacen verse bajo una luz muy poco halagadora. Un motivo así es prueba del mismo egoísmo que desean eliminar y, por lo tanto, no tendrán éxito, incluso aparte del elemento compulsivo. Pero si desean liberarse del egocentrismo porque sinceramente consideran a la otra persona, porque desean llevar felicidad y amor a su ambiente sin pensar en la posibilidad de sus propias heridas, entonces el motivo es puro y a la larga tendrán éxito. Con la ayuda de Dios verdaderamente se liberarán de las cadenas del error causado por el egotismo que es tan destructivo. No enterrarán las emociones egoístas y apartarán la mirada de ellas, sino que las desenterrarán y las mirarán de frente.

Sé que he dicho todo esto muchas veces antes, pero ahora me dirijo a los niveles emocionales que ustedes están destapando por medio de la autobúsqueda, y no a su conocimiento superficial intelectual. Traten de aplicar todo esto a los reconocimientos que han hecho y siguen haciendo, a una reacción emocional suya que a primera vista no parezca tener nada que ver con todo esto, a algo que han descubierto sobre ustedes en este camino.

Dos tipos de obstáculos pueden confrontarlos cuando se topan con nuevos reconocimientos y desentierran de su mente inconsciente una reacción emocional que crea conflictos en su alma y en su vida. Obviamente, estos reconocimientos son difíciles de enfrentar al principio. Los dos obstáculos parecen contradecirse entre sí, pero pueden experimentar ambos. El primero es la tendencia a desestimar un reconocimiento de algo que está dentro de ustedes porque—en un nivel superficial—han sabido la misma cosa desde hace mucho tiempo. Se ven tentados a descartarla rápidamente, diciendo: “Esto ya lo sé. No es nada nuevo”. Cuidado con esto, amigos míos. La mayor parte de sus hallazgos tendrá que ver con tendencias que ya conocen de una manera vaga.

Si su búsqueda les muestra de nuevo una tendencia que ya conocen, eso significa que no han usado este conocimiento correctamente. No lo han aplicado en todos los niveles de su ser. No lo han asimilado por completo. No han hecho las conexiones entre este conocimiento y otras tendencias. No se han percatado de toda la trascendencia, el significado y las consecuencias de esta tendencia. Por lo tanto, deben seguir trabajando con el reconocimiento. Tienen que descubrirlo de nueva cuenta, como si estuvieran lidiando con algo que nunca han sabido. Sólo entonces serán capaces de entender la reacción en cadena que esta actitud equivocada ha causado dentro de ustedes, de ver que ha dañado también sus relaciones con otras personas y ha recaído sobre ustedes desde dentro y desde fuera.

Así que tengan cuidado con la reacción que dice: “Eso ya lo sé”. Si una búsqueda diligente los lleva a confrontar un reconocimiento que ya conocen, trátenlo como si fuera la primera vez que lo descubren. Surgiendo de su propio inconsciente, esta tendencia específica les dice: “Me vas a encontrar tan a menudo como sea necesario. Si puedes encontrarme otra vez, eso significa que no has usado este conocimiento en toda su extensión”.

El otro obstáculo al progreso en este camino es exactamente lo contrario. A lo largo de los años se han formado cierta imagen de sí mismos. Se conocen a sí mismos, y sus amigos y familiares los conocen, como una persona con ciertas cualidades y defectos predominantes. Podrían encontrar en su inconsciente algunos rasgos tan completamente opuestos a la imagen que tienen de sí mismos que los desestiman diciendo: “Todo eso son tonterías, no puede ser cierto”. Están tan convencidos de que son lo contrario de lo que descubrieron, que ese hallazgo simplemente no tiene sentido. Pasan por alto el hecho de que ambas cosas pueden ser ciertas. Es difícil para ustedes aceptar la noticia revolucionaria dentro de su alma porque están acostumbrados a pensar en términos de “esto o aquello”. Si son lo que su reconocimiento les muestra que son, creen que la tendencia externa y conocida debe de ser irreal. Por lo tanto, no pueden aceptar el nuevo hallazgo. Pero deben entender en lo profundo de su ser que es posible estar escindido en una tendencia específica: en algunos ámbitos de su ser pueden tener la cualidad que ya conocen; y en otros ámbitos—donde hay obstrucciones—tener la cualidad exactamente opuesta.

Supongamos que una de sus cualidades más importantes es la generosidad. Saben lo generosos que son. Todos los que han estado en contacto con ustedes lo saben. Sin embargo, de pronto descubren en ustedes una tacañería, una avaricia, si no de hecho, sí emocional. Y si les preguntan a los amigos que más los conocen: “¿Es cierto? ¿Soy tacaño?”, indudablemente les responderán: “No; eres todo lo contrario”. Y no lo dicen por ser corteses. Realmente los conocen como personas generosas. Han manifestado su generosidad en todas sus acciones. Sin embargo, en lo más profundo hay un rincón donde son sumamente avaros. Así que las dos cosas son ciertas. En otro ejemplo, supongamos que todo el mundo sabe que son personas muy valerosas. Esta puede ser su cualidad sobresaliente, una cualidad que manifiestan en muchos ámbitos de su vida. Están convencidos de que no hay rastros de cobardía en ustedes. Así que cuando efectivamente detectan una veta de cobardía en su ser, pueden rechazar este descubrimiento porque les parece que no tiene sentido.

Así que tengan cuidado con ambos obstáculos al progreso, mis queridos amigos. Sus reacciones a sus propios reconocimientos revisten la mayor importancia, ya que sólo a partir de sus reacciones pueden determinar su propio progreso y éxito.

Otro tema que me gustaría tocar esta noche es su reacción a sus sentimientos de culpa. Como dije antes, todo el mundo siente culpa. Es importante que entiendan que hay dos tipos de culpa: la injustificada y la justificada. A menudo usan inconscientemente una culpa absurda e injustificada como escudo, y esconden detrás de él la culpa verdadera. ¿Por qué? Porque en lo más profundo de su ser saben que la culpa injustificada es ridícula. Es como si quisieran decir: “¿Ven? Me declaro culpable, pero no tengo una razón real para hacerlo”. No se pueden liberar de la persistente voz de aquello que realmente debería reconocerse, enfrentarse y cambiarse. Sin embargo, no desean hacerle frente, y de ahí que busquen inconscientemente algo de lo que no puedan ser culpados. Así, discuten con la voz interna de la culpa absurda, tratando de convencerla de que no tiene motivos para molestarlos. Desde luego, todo esto sucede de manera inconsciente. Irónicamente, la culpa verdadera puede ser infinitamente más pequeña que la culpa absurda que usan como pared para esconderse detrás de ella.

¿Cuáles son las culpas absurdas? Son la mayor parte de las culpas que sienten porque no son perfectos. Es loable que quieran ser perfectos. No puedo recomendarles demasiado que traten de reemplazar el odio, el resentimiento y la agresividad con amor y generosidad. Pero antes de que puedan hacer eso, primero deben reconocer y aceptar su estado actual de desarrollo—su incapacidad presente de sentir de una forma distinta de como lo hacen—, en vez de querer convertirse inmediatamente en más de lo que son ahora. Si se sienten culpables porque todavía son lo que son, obstruyen el objetivo mismo que desean alcanzar. Sé, amigos míos, que repito muchas cosas muchas veces, pero debo hacerlo. Deseo insistir en que se trata de un sentimiento de culpa injustificado cuando se culpan por no ser perfectos ahora. Esta culpa injustificada se extiende a todas las áreas de la personalidad humana. Si todos los que trabajan en este Pathwork revisan sus imágenes desde este punto de vista, verán en qué áreas son injustificadas sus culpas.

Otra culpa injustificada—alimentada por una imagen colectiva—es su reacción a su impulso sexual. Cada uno de ustedes se siente culpable de tenerlo, si no en la superficie, donde han sido afectados por influencias intelectuales, entonces indudablemente en lo más profundo de sus emociones. La culpa por tener un impulso sexual es una culpa injustificada y absurda. Puede ser cierto que su energía sexual no fluye en el canal correcto porque no se fusiona con el amor. El que no se fusione así se debe precisamente a que se han sentido culpables de su impulso y han inhibido su conciencia de él lo más que han podido. De ahí que su impulso sexual no haya podido madurar con el resto de su personalidad e integrarse a sentimientos cálidos, amorosos, desprendidos y generosos. En vez de ello, se ha quedado en una etapa infantil en su autodeterminación y egotismo. Por lo tanto, su defecto sexual inconsciente reside en la desorientación y la separación de su impulso sexual y no en su existencia como tal. Su existencia no es razón para sentirse culpable. Ustedes actúan en razón de un malentendido cuando tratan de eliminar lo que les parece pecaminoso, y luego se sienten culpables porque no pueden hacerlo. El remedio no es eliminar el impulso sexual, sino dejar de tener miedo de amar; renunciar a un miedo de naturaleza egoísta. Si se permiten amar, su impulso sexual se fusionará con su amor, y ya no habrá ninguna razón para sentirse culpable acerca de la sexualidad. Traten de entender eso, mis queridos amigos. Traten de entender lo confuso que es su pensamiento inconsciente. Se sienten culpables de una fuerza que Dios les dio en vez de sentirse culpables de su miedo a amar, que nace del egoísmo y la separación. Combinen su impulso sexual con la única realidad y remedio del universo: el amor. Pueden combinar el amor y la energía sexual sólo desarrollando su alma en el camino mismo que están transitando.

Así que aquí tenemos algunas de las culpas injustificadas más comunes. Por otra parte, ¿qué es la culpa justificada? Cuando lastiman a otras personas en su ignorante creencia de que el egoísmo es su protección—ya sea que las lastimen activa o pasivamente, por comisión u omisión—entonces su culpa es justificada. Hagan una distinción clara, mis queridos amigos, entre la culpa de ser imperfectos en esta etapa y la culpa del voluntarismo hiriente. Ser imperfectos no debe en sí hacerlos sentir culpables. Pero la culpa por las heridas que infligen a otros—no importa lo involuntariamente que lo hagan—por su imperfección, su ceguera y su ignorancia es una culpa justificada a la que deben hacer frente de lleno y valerosamente. Hay un mundo de diferencia, aunque fina y sutil, entre los dos tipos de culpa que he descrito. Por favor piensen en esto. Es muy importante.

¿Cuál debe ser su actitud hacia la culpa justificada? ¿Qué sería sano y constructivo? Sería que se dijeran: “No pude evitarlo en el pasado. Fui ignorante, ciego y egoísta. Fui demasiado cobarde para atreverme a amar y a olvidar mi pequeño ego. Reconozco que he lastimado a otras personas con esta actitud y ahora estoy dispuesto a saber exactamente cómo los herí. No importa si infligí la herida de palabra, obra, pensamiento o reacción emocional; por lo que hice o dejé de hacer. Verdaderamente puedo cambiar. Con ayuda de Dios lo lograré. Para hacer esto debo ver claramente las heridas directas o indirectas que mi actitud infligió en otros”. Luego, piensen en las heridas que han infligido a otras personas. Pidan a Dios que les de la percepción para entender. Tengan el valor de asumir su responsabilidad sin el orgullo de los destructivos sentimientos de culpa injustificada que los llevan a “exagerar” su propia maldad y a sentir que no tienen remedio.

Hay tres reacciones equivocadas posibles cuando reconocen las heridas que han infligido a otros; desesperanza acerca de ustedes mismos—los sentimientos de culpa negativos y destructivos que los hacen sentir que son un caso perdido—; la autojustificación—culpar a otros por ofensas reales o imaginadas que los “obligaron” a ustedes a reaccionar de la manera en que lo hicieron—; o la negación—la negativa temerosa a mirar la imperfección que tal vez no encaja en la imagen que tienen de sí mismos. En diferentes momentos pueden experimentar cualquiera de estas reacciones. ¡Tengan cuidado con cada una de ellas! Encuentren la vía correcta: Sientan con la persona a la que han herido, asuman la culpa justificada, deseen ser diferentes, deseen renunciar a su miedo al amor. Esta actitud es sana y constructiva. El dolor que sienten cuando se dan cuenta del dolor que han infligido sin darse cuenta—un dolor no intencional porque fue producido a causa de sus conclusiones equivocadas—es sano; les dará un incentivo para perder su miedo y su egoísmo.

Mi consejo, queridos amigos, es que cuando tengan una comprensión básica de sus imágenes y conclusiones equivocadas, por su propia claridad separen las culpas injustificadas de las justificadas. Encuentren los casos en que puedan haber lastimado a otros por sus conclusiones equivocadas, directa o indirectamente, de hecho o de intención. Si tienen el valor de lamentar verdaderamente las heridas que han infligido a otros sin darse cuenta, si pueden asumir esa culpa justificada y enfrentarla, esto les dará más fuerza de la que imaginan. Promoverá una actitud sana y constructiva. Pondrá en movimiento la fuerza vital en su alma, pues, entre muchas otras cosas, la fuerza vital es verdad y valor. Aceptar la culpa justificada es estar en la verdad, y esto exige valor. La fuerza vital penetrará en todos sus canales tortuosos y los afectará, para que lenta pero seguramente disuelvan toda la destructividad de las fuerzas del mal que bullen dentro de ustedes debido a su ignorancia e inmadurez emocional.

¿Hay preguntas sobre este tema?

PREGUNTA: La primera pregunta se refiere a la última expresión que usó usted. ¿Tendría la bondad de definir la madurez emocional?

RESPUESTA: La madurez emocional es, antes que nada, la capacidad de amar. Muchas personas se imaginan que la tienen. Desde luego, la madurez emocional es cuestión de grado. Pero siempre que está presente el miedo de ser lastimado, el miedo de decepcionarse o el miedo de los riesgos que entraña la vida, la madurez emocional no existe. La madurez emocional no conoce el egoísmo. Esto es relativo en la Tierra, desde luego; no puede ser absoluto todavía en su esfera de existencia.

Cuanto más egoístas son, más inmaduros son. Pueden ser extremadamente generosos en las pequeñas cosas externas, pero la generosidad externa puede camuflar su egoísmo emocional o egocentrismo. Pueden regalar sus posesiones, pero tienen miedo de amar o de arriesgarse a ser heridos, y por lo tanto niegan el amor a otros. Así pues, son emocionalmente inmaduros, aunque hayan alcanzado la madurez intelectual. Madurez emocional significa no tener miedo de pagar el precio de vivir. Y el precio de vivir incluye un dolor o una decepción ocasional. La persona madura sabe esto, lo espera y lo acepta, y se da cuenta de su valor. Cuando se aíslan y se vuelven egocéntricos, frustran no sólo a los demás sino a ustedes mismos. La madurez emocional también significa no tener miedo de las propias emociones: si tienen emociones negativas, temerlas no las hará desaparecer. Por el contrario, sólo haciendo frente a esas emociones negativas pueden entender su origen, su razón. Sólo entonces pueden adquirir un control total sobre ellas, y no el falso control de suprimirlas. En la madurez emocional ya no tendrán miedo de sus sentimientos positivos tampoco, porque aceptarán una herida ocasional. Se arriesgarán a expresar sus sentimientos positivos en vez de negárselos a los demás, porque envolver al otro con calor, consuelo y ternura es más importante que lo que les pueda ocurrir después.

La madurez emocional significa ser capaz de tomar una decisión plena y aceptar que no se puede tener todo al mismo tiempo. Inconscientemente, la mayoría de las personas siempre desean no tener que elegir entre dos cosas, lo que las hace entrar en conflicto consigo mismas y con su ambiente. La persona emocionalmente madura sabe que siempre hay un precio que pagar. La madurez o salud emocional significa saber lo que quieren, querer lo que pueden tener y estar dispuestos a pagar el precio de ello. Renunciar al egotismo en todos los niveles de su ser, llegar a las profundidades de sus reacciones inconscientes—que pueden ser muy contrarias a sus reacciones externas—y llegar a conocerlas completamente es alcanzar la verdadera madurez emocional.

Estas son verdades universales que se enseñan en todas las religiones y filosofías que tienen algún valor. Durante un largo tiempo la Humanidad ha tratado de estar a la altura de estas ideas. Sin embargo, las personas en su mayor parte han ignorado el peligro del autoengaño, han ignorado su hábito de usar las muchas capas de la conciencia para ocultar reacciones que no están de acuerdo con estas verdades. Así que a menudo encontrarán personas que actúan hacia fuera de acuerdo con las verdades universales, pero no podrán evitar sentir que su conducta no es muy genuina. Hacia dentro ocultan muchas reacciones que son contrarias a las verdades espirituales universales.

El camino que tengo el privilegio de mostrarles evitará estos peligros; sus reacciones externas e internas serán una. Así que seamos claros acerca de nuestro propósito. Queremos encontrar esa parte de ustedes donde aún están subdesarrollados, donde son primitivos en sus reacciones egoístas. Su egoísmo podría impactarlos al principio, porque es muy diferente de sus reacciones externas sinceramente sentidas. Independientemente de que estas reacciones externas sean realmente sinceras, es decir, lo más que pueden ustedes hacer o dar, o que sean una hipocresía casi consciente, el hecho es que la máscara exterior debe disolverse para poder ver dentro del alma. Allí encontrarán muchas tendencias y sentimientos diametralmente opuestos a sus creencias conscientes acerca de ustedes mismos.

Su máscara no les trajo la gratificación que pensaban obtener a través de ella. Finalmente, esto los enojó. Cuando se pusieron inconscientemente la máscara de bondad, pueden haber hecho hasta lo imposible para tratar de ocultar lo que había detrás de ella. Ahora sienten que otros han abusado de ustedes, que se han aprovechado de ustedes, sin darse cuenta de que no fue la verdadera bondad lo que resultó tan infructuoso, sino la “bondad” falsa y compulsiva. Al sacar la conclusión equivocada, pueden verse ahora frente a la tentación de irse al otro extremo y actuar hacia fuera la parte que descubren detrás de la primera máscara de generosidad, creyendo que por fin ahora son fieles a ustedes mismos. Sí, esta parte existe en ustedes, y tienen que admitirla. Pero reconozcan que la rebeldía y el enojo también forman sólo una capa superficial y miren detrás de ellos. Encuentren en ustedes aquello que sabe cómo guardar el equilibrio adecuado. Su ser real no es ni tan bueno como parece ser en la superficie, ni tan “malo”—tan lleno de odio, agresividad, rebeldía y enojo—como lo son detrás de la máscara. Todas sus emociones negativas son esencialmente una reacción a su desconcierto frente a la vida, el resultado de sus conclusiones emocionales equivocadas. Reconozcan su enojo y su rebeldía, experimenten lo que han suprimido durante tanto tiempo, pero no lo consideren la verdad final de su ser, como si fueran la persona que quisiera actuar y vivir todos estos sentimientos indomables. Descubran la diferencia entre suprimir estas emociones y aceptarlas como síntoma de que no conocen la respuesta a su vida, de que todavía no han encontrado la llave de su ser.

Traten de entender este enfoque, queridos míos, y podrán evitar escollos innecesarios. Para encontrar la respuesta a su vida, deben ejercer el valor de admitir la segunda capa negativa de ustedes sin permanecer en ella. Deben reconocer su falsedad, como ya han reconocido la falsedad de la capa de la máscara que han construido sobre la base de sus conclusiones equivocadas. Entonces pueden ser fieles a sí mismos sin exagerar la capa nueva que descubren. Entenderán que su antigua “generosidad” era ineficaz porque era falsa, no porque la generosidad como tal sea ineficaz. Este enfoque los conducirá de manera segura a la madurez emocional. Los hará verdaderamente hombres y mujeres. Digo esto con conocimiento de causa; no hablo ahora de seres humanos, sino de hombres y mujeres, ya que nadie puede ser verdaderamente un hombre o una mujer si no tiene madurez emocional.

PREGUNTA: ¿Podría explicar por favor la razón del cansancio que padecen muchas personas, especialmente en la primavera?

RESPUESTA: El cansancio es siempre una señal de que la fuerza vital se ha usado mal en el organismo del alma. El cansancio resulta de suprimir las fuerzas destructivas del alma, apartándolas de la luz de la conciencia que puede dirigirlas a los canales adecuados hasta que finalmente se disuelvan. Si la hostilidad y la agresividad se suprimen, si los miedos se inhiben y no se enfrentan, si el odio es ignorado porque no corresponde a su ideal y los hace sentir culpables, el ser se destruye. La autodestrucción toma diferentes formas y crea distintos síntomas en diferentes organismos. El cansancio es uno de estos síntomas.

La primavera es la estación en que la naturaleza revive. La fuerza vital penetra todo lo que crece: plantas, árboles, pasto, flores, frutos, verduras, el mundo animal, incluso el mundo mineral. Y debería ser lo mismo en el ser humano. Cuando un ser humano está sintonizado con el universo, cuando el alma crece y no se estanca, la primavera revive y fortalece. Pero no puede hacerlo donde existen obstrucciones. Una obstrucción es creada por un elemento ajeno a la fuerza vital divina. El autoengaño equivale a una falsedad, y la falsedad es hostil a la fuerza vital. La supresión siempre es autoengaño; por lo tanto, cuando existe el autoengaño o la supresión, la fuerza vital no puede regenerarlos. Por el contrario, los afectará adversamente porque ocurre algo semejante a un cortocircuito cuando dos fuerzas opuestas chocan en el alma. La fuerza vital quiere entrar en ustedes… y también salir de ustedes, pues en lo más profundo de su alma existe todo el universo, y por lo tanto una fuente de fuerza vital. Pero la fuerza vital no puede llenar su ser, porque las fuerzas opuestas la reprimen.

Sin la supresión y el autoengaño, la primavera los reavivaría. La fatiga es el síntoma de que están suprimiendo de ustedes el conocimiento y los reconocimientos. Dejen que la fatiga sea un incentivo para redoblar su intención y sus esfuerzos con el objeto de romper su resistencia a enfrentarse a ustedes mismos. Sólo entonces serán verdaderamente íntegros y sanos de cuerpo, alma y espíritu, en sus sentimientos y en su mente. Agradezcan cualquier síntoma que les muestre su estado interno.

PREGUNTA: Mi pregunta se relaciona con Job. ¿Por qué fallas y defectos de su vida tuvo que sufrir tanto?

RESPUESTA: Por su falta de autorreconocimiento y por su autoengaño derivado del orgullo y el miedo. Había en él la impaciencia de ser perfecto ya, una impaciencia conectada con el orgullo espiritual. Usó su deseo del bien para suprimir instintos básicos en lugar de enfrentarlos con valor y sinceridad.

PREGUNTA: ¿Es verdad, como dicen algunos intérpretes, que se presentaba como el patriarca que merecía toda la gracia de Dios; en otras palabras, que era moralista?

RESPUESTA: Sí, eso es orgullo. Había orgullo a este respecto, pero también en otros. Y manifestaba un voluntarismo extremo. En su voluntarismo quería estar ya en un punto que sólo puede alcanzarse mediante el trabajo duro y la humildad del autorreconocimiento.

PREGUNTA: ¿Sería tan amable de repetir lo que dijo antes acerca de las expectativas, especialmente en forma de “pensamiento positivo” en contraposición a la aceptación?

RESPUESTA: Cada una de estas actitudes religiosas básicas tiene una forma sana, que se distorsiona cuando adoptas su extremo. Bien entendido, el pensamiento positivo significa saber que todo debe finalmente ser para bien, porque el poder divino es la verdad absoluta y no puede ser conquistado por las fuerzas destructivas. Pero eso no significa que puedes simplemente deshacerte de los efectos de tus propios errores pasados y presentes. Cualquiera que sea el nivel de tu personalidad en el que existen los efectos, debes aceptarlos y atravesarlos. La actitud más constructiva es una aceptación positiva de ti mismo y de los riesgos de la vida. Esto incluye la humildad de aceptarte tal como eres ahora—sin esperar una vida perfecta cuando aún no eres perfecto—y el valor de enfrentarte a ti mismo y a la vida tal como es.

El pensamiento positivo, cuando se abusa de él, evita enfrentarse a lo que hay ahora. Puede rendir frutos sólo cuando ya existe en cierto grado una perfección interna básica. De lo contrario es estéril y, por lo tanto, trae decepción. Tiende a ser apresurado pues cree que uno puede eliminar de un plumazo problemas de personalidad profundamente arraigados—problemas que requieren paciencia y perseverancia para disolverse—recurriendo a una mera fórmula.

También se puede abusar de la aceptación y malinterpretarla. En su forma sana, la aceptación ayuda a cargar con las propias imperfecciones y sus consecuencias, reconociendo que uno no puede cambiar de un solo golpe mediante un mero acto de la voluntad. La aceptación es humilde y paciente para tomar cualquier resultado desagradable como una medicina saludable. Sin embargo, no significa ser pesimista ni esperar sucesos negativos si éstos son innecesarios. En su sentido enfermo, la aceptación fomenta las tendencias masoquistas, la desesperanza y el autoengaño de caer en una resignación que no sólo es innecesaria, sino enfermiza. Fomenta sentimientos de culpa equivocados y busca castigar al ser por ellos.

Debes distinguir entre las formas correcta e incorrecta de estas dos actitudes religiosas básicas. El tipo incorrecto de pensamiento positivo es voluntarista e impaciente. El tipo equivocado de aceptación fomenta el “martirio”, el hecho de verte a ti mismo como víctima. Un extremo siempre crea otro. Así pues, el camino sano es el de en medio: aceptar los efectos de las propias imperfecciones y atravesarlos con un espíritu de valor y humildad. Al pagar el precio encontrarás felicidad y paz. Cargar con tu cruz, que siempre construyes tú mismo, te dará paz. Acepta que no puedes cambiar tus emociones de prisa, que es lo que trata de hacer la interpretación equivocada del pensamiento positivo. Con el tiempo tus emociones empezarán a cambiar, pero sólo después de que las hayas aceptado.

PREGUNTA: En otras palabras, ¿no influye para nada la propia expectativa de fracaso o de éxito en una empresa? ¿No importa si uno acomete una empresa con una actitud de desesperanza?

RESPUESTA: La actitud de uno siempre influye, pero no puede decirse que una actitud optimista produzca un buen resultado, y una pesimista, uno malo. Mientras no tengas claridad acerca de ti, puedes tener conscientemente una actitud positiva y optimista, pero inconscientemente también puedes tener la opuesta. Esto puede suceder por diversas razones, y una de ellas es que no sabes bien lo que realmente quieres. Como no entiendes las razones, cuando este conflicto tiene un desenlace negativo, te decepciones y pierdes tu valor. En el otro extremo, algunas personas constantemente adoptan una actitud negativa porque tienen mucho miedo de la decepción; tratan de evitarla escudándose en la actitud negativa. Así que debajo de las actitudes positiva y negativa puede estar oculto algo más.

El punto importante no es tanto lo que piensas conscientemente. Es mucho más importante que aprendas a ser consciente de lo que sientes inconscientemente. Una mera fórmula de pensamiento nunca será verdaderamente eficaz para conseguir lo que quieres conscientemente. Necesitas entender tu ser interno, tus reacciones inconscientes, tus conflictos y problemas internos. Sólo mediante esa comprensión finalmente encontrarás la actitud correcta hacia una empresa venidera, una esperanza o cualquier otra cosa en tu vida.

Hasta que tengas la comprensión correcta, la actitud recomendada es la neutralidad; suelta tu voluntarismo sin ser ni optimista ni pesimista. Sólo desea aprender de cualquier cosa que te pase. Deja que lo que pase sea una indicación de dónde estás y con qué problemas debes lidiar. Puedes considerar cualquier suceso como un reflejo de tus reacciones inconscientes. Si observas tus emociones, finalmente te abrirás paso hasta ti y tendrás los reconocimientos que necesitas para una autocomprensión más rigurosa. Cualquier cosa que te suceda ahora es, en su mayor parte, un patrón repetitivo creado por las conclusiones de tus imágenes. Fijar tu atención en el reconocimiento de las raíces internas de los acontecimientos externos te dará la clave de tu vida. Hasta ahora, toda la personalidad puede haber batallado contra estos reconocimientos.

No hay una clave milagrosa. Nada puede resolverse verdaderamente a menos que entiendas tus motivos y tendencias inconscientes. Las medidas exteriores pueden parecer eficaces a veces, pero en verdad, sólo podrás resolver el problema de tu vida cuando venzas tu resistencia a asomarte a tu interior; cuando dejes caer las paredes internas de tu defensa. ¿Qué defiendes? ¿Por qué tienes que defenderte? Hazte estas preguntas cuando sientas esta resistencia y esta batalla en ti. Ahora les hablo a todos ustedes, amigos míos. No necesitarán una regla externa y contundente para encontrar la actitud correcta para las diferentes situaciones de la vida. Una regla así es una muleta.

Una vez que conozcan su mente inconsciente, se dejarán ser de una manera natural; tomarán la vida tal como se presenta. Y tendrán éxitos y fracasos. La vida trae ambas cosas, y estarán equipados para hacer frente a las dos. Ambas los harán fuertes. Si una persona se preocupa mucho de tener la actitud correcta para protegerse del fracaso o la decepción, esto es una señal de que tiene mucho miedo del fracaso y la decepción. Y si ustedes les tienen tanto miedo, se debe a que carecen de una resistencia sana. Hablo de resistencia en el sentido positivo, como cuando se resisten a una enfermedad, y no la resistencia que debe desaparecer cuando están en el camino de autobúsqueda. El miedo es una enfermedad.

Mis muy queridos amigos, reciban el amor y las fuerzas de la verdad de Dios. Ellos fluyen a ustedes. Penetran y llenan su corazón. Regocíjense con la verdad, conozcan la alegría de descubrir la verdad que han temido y que tal vez no sea halagadora. Esto les dará una gran alegría. Aprendan esta sana actividad. Fortalézcanse con ella y enfréntense a la vida como deben hacerlo, ya que de esta manera se convertirán en hombres y mujeres amorosos. Queden en paz. Sean benditos. Queden con Dios

Dictada el 10 de abril de 1959.