Conferencia 86. Los instintos de conservación y procreación en conflicto
Saludos, mis muy queridos amigos. Dios bendiga a cada uno de ustedes. Bendita sea esta hora.
En la conferencia pasada hablamos de los instintos de conservación y procreación tal como aparecen en armonía y también en distorsión. Me gustaría continuar con este tema y mostrarles específicamente cómo los dos instintos se combaten entre sí, y también la distorsión particular que cada instinto causa cuando el alma está perturbada.
Una distorsión resulta de adoptar una actitud específica y adherirse rígidamente a ella. Esto sucede cuando la personalidad inconscientemente considera esta actitud como una solución a las dificultades de la vida. Los diversos aspectos de la imagen idealizada de sí mismo que hemos discutido son intentos inconscientes de lidiar con la vida. Como son soluciones erróneas, necesariamente son rígidas. Cuanto más sienten que estas soluciones no funcionan en realidad, más fuerte se vuelve su impulso de hacer que funcionen. Esta reacción defensiva causa la rigidez.
El crecimiento, el desarrollo, la madurez y la sanación de las fuerzas distorsionadas del alma residen en la eliminación de la seudosolución y en su reemplazo con la verdad, que siempre es flexible y no conoce reglas. Sólo esto puede proporcionar una verdadera seguridad, aunque la personalidad que pasa por el proceso siente una intensa inseguridad y angustia cuando se le pide renunciar a las seudosoluciones.
La función del instinto de conservación es mantener y salvaguardar la vida. Le interesa evitar el peligro y garantizar la seguridad. En un estado de salud y madurez, los peligros reales—no sólo los físicos, sino cualquier amenaza al crecimiento saludable del individuo—son repelidos. Pero en distorsión, los peligros son imaginados y poco realistas. Cuando un ser humano se siente amenazado por no ser amado, admirado, aprobado o aceptado en sus opiniones, el peligro es irreal.
En una conferencia reciente mencioné las tres principales seudosoluciones: (1) la búsqueda del amor, (2) la búsqueda del poder y (3) la búsqueda de la serenidad. [cf. Conferencia 84] El error conceptual detrás de cada una es que vivir de acuerdo con los dictados de estas “soluciones” les ayudará a dominar su vida.
En general, la distorsión del instinto de conservación lleva al alma a adoptar la búsqueda de poder. El instinto distorsionado de procreación lleva al alma a la búsqueda del amor. Sin embargo, cualquiera de estos instintos puede servir para ambos fines, ya que la seguridad así como el placer son necesarios en la vida. Si los instintos están distorsionados, entran en conflicto en vez de complementarse uno al otro. Por lo tanto, deben hacerse concesiones aun en el caso de las seudosoluciones. Me gustaría ahora ser un poco más específico.
Si el instinto de conservación está distorsionado, ocurre el siguiente proceso: El niño pequeño experimenta la inseguridad, ya sea por falta de amor, por falta de comprensión de su propia individualidad, por una incertidumbre general en la atmósfera o en la personalidad de los padres. Esto crea ansiedad. El niño siente una atmósfera de peligro. En ese instante empieza a funcionar el instinto de conservación. A fin de repeler el peligro, la personalidad adopta ciertas pautas de conducta interiores y exteriores, por encima y más allá de las distorsiones de carácter que el instinto distorsionado de conservación normalmente conlleva. Hablé de esto en la última conferencia. Estas tendencias comprenden la agresividad, la hostilidad, el impulso de poder, una necesidad de triunfar sobre otros, competitividad y demandas excesivas. La imagen idealizada de sí mismo se creará de acuerdo con estas tendencias.
Hago hincapié de nuevo en que esto no significa necesariamente que las tendencias contradictorias, como la búsqueda de amor, no estén también presentes. Asimismo, quiero repetir que lo que digo aquí es sólo una descripción general. La seudosolución tiene que encontrarse en su forma específica dentro de cada individuo que trabaja en este Pathwork, ya que hay muchas variaciones posibles. Por ejemplo, la búsqueda de poder puede predominar sin ninguna agresividad u hostilidad aparente. Las posibilidades son múltiples. La integración y la autobúsqueda pueden ocurrir sólo cuando estas tendencias se verifican y experimentan individualmente, tal vez en términos enteramente diferentes de los mencionados aquí.
El instinto distorsionado de conservación conducirá a la seudosolución de una búsqueda de poder, con todas sus demandas, agresividad y ansia de poder. La psique piensa: “Si me afirmo a mí mismo y a mi poder, mi omnipotencia, mi invulnerabilidad, nada podrá sucederme. Como resultado, no me veré amenazado por los peligros de un mundo hostil que no me entiende”.
En contraste, el instinto distorsionado de procreación contiene el impulso del placer, el anhelo del placer supremo en todos los niveles de ser. Cuando, debido a las circunstancias de la vida, por una parte, y a limitaciones personales y perturbaciones de la personalidad, por la otra, este placer no llega, la distorsión del instinto de procreación conduce a la seudosolución de la sumisión, la obediencia, el apaciguamiento. Se supone que la búsqueda del amor resolverá todos los problemas. No ser asertivo, ceder, puede ser dañino pues lo deja a uno abierto al abuso y está igualmente condenado al fracaso. Las personas eligen esta solución en la creencia inconsciente de que serán amadas y, así, recibirán placer.
La tercera seudosolución, a saber, el retraimiento, la búsqueda de la serenidad, es secundaria. Es el resultado de las dos soluciones anteriores que luchan una contra otra y desgarran a la personalidad a la mitad. Cuando la presión del conflicto interno se vuelve tan grande que resulta insoportable, se adopta esta solución secundaria y sobreimpuesta. Las primeras dos soluciones se adoptan a fin de lidiar con la vida. La última se adopta a fin de lidiar con el conflicto que resulta de las otras dos soluciones falsas. En el nivel consciente y más superficial de la personalidad, este tercer intento de resolver la vida toma la forma de retraimiento de cualquier involucramiento emocional, un sentimiento de querer que lo dejen a uno solo, con la racionalización de que esto traerá serenidad. En realidad, tampoco pueden satisfacer ambos instintos de esta manera. La satisfacción se vuelve incluso menos posible al aumentar la distorsión.
Las dos seudosoluciones primarias, presentes en cierta medida en todos los individuos, tienen que sentirse y experimentarse intensamente por cada uno de ustedes conforme avanzan en este trabajo, amigos míos. Entonces sabrán y experimentarán el conflicto, no como teoría, sino como una batalla observable dentro de ustedes. En consecuencia adquirirán una comprensión enteramente nueva de ustedes mismos y sus problemas.
Si su preocupación predominante es la seguridad interna, harán un énfasis exagerado en el instinto de conservación y, por lo tanto, lo distorsionarán. Por consiguiente, el instinto de procreación debe, en cierta medida, aplastarse y mantenerse a raya. Toda la personalidad esta engranada para obtener seguridad, así que socava esta otra necesidad legítima. El alma se rebela contra esto. Sigue ansiando el placer. Mientras menos se atienda esta ansia debido a la necesidad imaginaria mayor, más intensa se vuelve el ansia inconsciente.
Inconscientemente se enfrentan a la alternativa de seguridad o placer, ya que a fin de conseguir la felicidad, la realización, la dicha, el placer, se presupone cierta valentía, un espíritu de aventura, por decirlo así. El placer presupone la voluntad de correr riesgos. Pero estos riesgos son el peligro mismo que ustedes sienten que deben evitar a toda costa. Así, el alma inmadura lucha por conseguir tanto la seguridad como el placer sin atreverse a correr riesgos, sin salir de su concha, sin tomar las medidas necesarias. Cuando estas metas no se obtienen, surgen la rebelión y la autoconmiseración, sin ninguna conciencia de la causa. Todo este proceso es inconsciente, de principio a fin; no hay ninguna conciencia de estas dos necesidades básicas, ninguna comprensión de que estas necesidades están insatisfechas, ni de por qué. Todo esto tiene que volverse consciente en este trabajo.
Siempre que se hace un intento fallido y tibio de alcanzar la realización, las almas temerosas vivirán cualquier rechazo, crítica o desaprobación como un peligro tan drástico que otra vez se retraerán rápidamente, o a una falsa serenidad, o a una actitud dominante, agresiva e intimidatoria. Esto vuelve imposible obtener el amor. La aventura no parece valer la pena. Así, se aplasta el anhelo de una realización placentera, y una parte esencial del alma sigue sedienta y estéril. Se pierde no sólo de la felicidad y la belleza, sino de una parte integral de la experiencia de vida. Huelga decir que esta alma sufre un daño contra el cual se rebelará el ser real. Esta rebelión, cuando llega a los niveles exteriores de ser, puede adoptar varias formas.
Si predomina el principio del placer supremo, la personalidad correrá un riesgo, pero a un precio tal que inevitablemente surgirán otras perturbaciones. El instinto frustrado de conservación trata de hacer concesiones; se arriesgarán sometiéndose. Tratarán de conseguir la felicidad por medio de la modestia y el masoquismo, creyendo que así combinan las necesidades de placer y seguridad. Al ceder, creen que recibirán lo que ansían, mientras se protegen actuando como si fueran individuos indefensos.
Si el instinto distorsionado de conservación y su seudosolución, la búsqueda de poder, predominan, una parte vital del alma se morirá de hambre y se estancará. Si el instinto distorsionado de procreación y su seudosolución, la búsqueda del amor, predominan, la vulnerabilidad y la indefensión aumentarán hasta que el alma se encuentre realmente en peligro. Este último no llega en el sentido en que la psique lo cree, sino en un sentido muy diferente: proviene de la autonegación y el alejamiento del ser real. Esto produce inhibición y la restricción de las fuerzas creativas, lo que a su vez causa ansiedad y frustración, entre otros sentimientos.
Como ambos instintos existen en igual fuerza en el alma humana, y como la distorsión de uno invariablemente causa la distorsión del otro, ambas seudosoluciones se encontrarán en todos los individuos. En algunos, uno predomina y el otro se encontrará sólo después de una mayor búsqueda. Será descubierto como el núcleo subyacente de la tendencia predominante. En otros, ambas tendencias existen lado a lado, y desgarran a la persona en un constante conflicto. Pero incluso si una tendencia predomina fuertemente, ello no significa que el conflicto esté ausente. Sólo porque algo no está en la superficie, no significa que no pueda haber efectos severos. Suelen ser muchas veces más severos porque es más difícil determinar la causa cuando una tendencia está oculta.
Debido a esta feroz batalla interior entre estos objetivos y soluciones mutuamente excluyentes, la psique busca soluciones en las que tiene que transigir. Esta transacción puede adoptar diversas formas. Por ejemplo, el impulso del placer se liberará sólo en ciertos niveles de ser. Pueden sentir que el placer espiritual, intelectual o mental no es una actividad peligrosa. No los involucra emocionalmente ni los expone al riesgo del rechazo y la herida. Por otra parte, el placer emocional o sensual parece sumamente peligroso y, por lo tanto, es más o menos eliminado. Huelga decir que siempre se encuentran explicaciones aparentemente válidas. Este proceso puede no siempre ser tan burdo que la persona se retire activamente. Puede ser más sutil; pueden sabotearse inconscientemente y luego proyectar su fracaso en otros. Este fracaso realmente resulta de retener las fuerzas que quieren fluir hacia afuera y de no estar dispuesto a hacer el don de sí. Esta actitud roba una parte vital del organismo interior. Esto daña a la psique y a toda la estructura del individuo.
Otra solución muy común en la que se debe transigir es tratar de hacer que la autoconservación o la procreación sirva a ambos fines. Esto, desde luego, no puede funcionar. Por ejemplo, la búsqueda de poder apunta al amor y al placer en la creencia inconsciente de que ser omnipotente, fuerte e invulnerable traerá amor y devoción. Esta actitud implica que no sólo garantizarán su seguridad e invulnerabilidad, sino que esta fachada misma les traerá simultáneamente tanta admiración que su búsqueda de amor quedará satisfecha. Nunca ven que la invulnerabilidad vuelve imposible el amor. Cuanto más tratan de convencer a otros de su fuerza invulnerable, más miedo sentirán de ustedes, y el miedo jamás ha inducido el amor. Tampoco induce el amor la superioridad sobre otros, pues otras persones resienten que se les haga sentir inferiores y desde luego no responderán amando a aquellos que los han menospreciado, sin importar lo sutilmente que se exprese el menosprecio.
Aquellos cuya seudosolución predominante es la búsqueda del amor para obtener placer harán concesiones tratando de combinar este impulso del placer con la necesidad de seguridad. Muchas veces hasta están conscientemente convencidos de que no hay conflicto. Si obedecen y hacen todo lo que se espera de ellos, recibirán no sólo amor y placer, sino protección contra el peligro también. No reconocen que esta táctica genera reacciones interiores que seguramente destruirán su objetivo mismo. Cuanto más se someten, más se aprovechará de ellos el impulso de poder de otros. Cuanto más se aprovechan de ellos, más se rebelan y se resienten. Estos resentimientos tal vez no surjan a la conciencia superficial, pero su fuerza debilitadora rechazará a otros, que, a su vez, responderán con resentimiento.
Éstos son sólo algunos ejemplos generales de la transacción que busca combinar las seudosoluciones mutuamente excluyentes. Son posibles muchas variaciones más y éstas tienen que ser descubiertas por el individuo. Cuídense de la evaluación rígida de que cada seudosolución contiene sólo un instinto distorsionado. No es tan sencillo como eso. Descubran cómo ustedes, también, tratan de satisfacer ambas necesidades con intentos que ni siquiera funcionan para una necesidad básica.
Todo esto es muy general, amigos míos, pero pueden adquirir una vislumbre de las muchas posibilidades del esfuerzo inconsciente y a menudo fallido del alma para encontrar soluciones. En este trabajo tienen que descubrir capa por capa que estas seudosoluciones no pueden producir los resultados deseados, por qué no pueden, cómo afectan al ser y a otros, y cuál era su propósito original. A fin de determinar esto, deben traer a la conciencia las emociones que una vez sintieron de niños y que, de una manera diferente, todavía sienten. Entonces verán las contradicciones, la arbitrariedad de sus emociones y de qué manera sus conceptos e ideas inconscientes gobiernan su origen y su propósito. Estas seudosoluciones se sobreimponen a otras más, junto con emociones contradictorias subyacentes.
Permítanme darles un ejemplo. Las personas sumisas, siempre dispuestas a contemporizar, a ser exageradamente modestas y a nunca reconocerse méritos ni ventajas, necesariamente tienen resentimientos contra otros. No ven que este resentimiento está injustificado porque ellos mismos eligieron esta pauta de comportamiento. No tienen derecho de culpar a otros por tomarse al pie de la letra lo que ellos ofrecen: su modestia. Piensan: “Aunque ofrezco el sacrificio y soy tan modesto al respecto, las personas deberían manifestarme un respeto especial y amarme en vez de subestimarme”. En otras palabras, ofrecen su modestia a cambio de ser amados. Como esta modestia toma el lugar de amar a otros, el trueque no funciona. Esto es lo que causa el resentimiento. Y no cambiarán hasta que reconozcan el justo proceso interior en acción entre ellos y los demás.
Las personas sumisas también se sienten culpables de estos resentimientos porque no corresponden a los dictados de su imagen idealizada de sí mismos. Cuando encuentren esta actitud sumisa en ustedes, averigüen qué existe debajo de ella. No sólo encontrarán los resentimientos y la culpa, sino, profundamente ocultas, encontrarán también demandas excesivas, no menores a las que hay en la persona agresiva e impulsada por el poder. Verán que sólo porque estas demandas existen—de amor, protección y cuidado—se ha escogido la solución del sometimiento en la creencia de que esto hará que otros atiendan sus demandas. Sin embargo, el reconocimiento consciente de estas demandas contradice burdamente el carácter general de estas personas. Por lo tanto, las demandas deben permanecer ocultas, lo que causa una culpa adicional. Cuanto mayores son las demandas, más sienten que deben ocultarlas porque serían criticados y, por consiguiente, no amados. Así que se crean una culpa doble: una por la existencia de sus demandas, y la otra por la hipocresía de su modestia y su poca exigencia.
Muchas veces, la tendencia predominante esconde por debajo a su opuesta. Si la tendencia predominante es la búsqueda de poder a fin de tener seguridad, con toda la hostilidad, la crueldad, el orgullo, la superioridad y la falsa invulnerabilidad concomitantes, el núcleo subyacente puede ser el niño indefenso que busca amor y protección; que ansía placer y felicidad; que se siente vulnerable, sumiso, inseguro y dependiente. Si la tendencia predominante es la búsqueda del amor a fin de recibir placer, con toda la modestia, la contemporización, la autonegación y el sacrificio masoquista concomitantes, el núcleo subyacente puede ser un egoísmo despiadado, un orgullo y una superioridad egocéntricos, demandas excesivas y a menudo hasta impulsos crueles hacia otros.
El núcleo subyacente siempre produce vergüenza, la que tiene que ocultarse y luego taparse con su opuesto. Estas dos tendencias son mutuamente excluyentes y, por lo tanto, crean un conflicto; y otro conflicto más surge de la vergüenza misma de la tendencia subyacente que tiene que taparse. Aun si se avergüenzan de algo positivo y constructivo, el hecho mismo de que están avergonzados y, por lo tanto, lo ocultan, produce tensión, ansiedad, simulación y miedo de ser descubiertos.
Lo que vuelve este trabajo temporalmente tan doloroso es el descubrimiento de algo vergonzoso. Sólo después de reunir el valor para sacar su vergüenza a la luz se desvanecerá su carácter exagerado. Y con eso adquirirán un indescriptible sentimiento de liberación, de despojarse de una carga tan pesada que jamás se dieron bien cuenta de su peso.
Cuanto más progresen en este trabajo, más importante se volverá para ustedes sentir y experimentar todas sus emociones, evaluar su importancia y darles un significado. Sin esta actividad, será imposible que se liberen de conflictos y problemas. Todo el peso tiene que desplazarse de pensar, evaluar intelectualmente y deducir, a sentir y experimentar todas sus emociones positivas y negativas. No puedo insistir demasiado en esto. Conforme aprendan gradualmente esto disminuyendo su resistencia a través de una mayor comprensión, verdaderamente desdoblarán capa tras capa de estas seudosoluciones con todas sus diversas reacciones emocionales. Desaprenderán la represión de sentimientos prohibidos y los reconocerán sin censura. Sólo entonces entenderán su origen y significado.
Volverse conscientes de sus emociones es un proceso gradual y sucede sólo cuando verdaderamente lo desean y lo cultivan. Antes de que cultive esta conciencia, la persona promedio experimenta la vida de una manera muy diferente y con una comprensión muy distinta. La intensa angustia y miedo que ocasionalmente experimentan los atribuirán enteramente a las provocaciones exteriores, y ustedes se conforman con creer que, de no ser por eso, están muy bien. Desde luego, no hablo aquí de las personas sumamente perturbadas. La mayoría de las personas no conectan causa y efecto entre el evento exterior que los molesta y sus propios conflictos y seudosoluciones. No se dan cuenta de que cualquier seudosolución produce una dependencia enfermiza de otros, no importa cuán empeñados estén en volverse independientes. Tampoco ven que cuando todo está tranquilo en su vida exterior, viven con sólo un pequeño porcentaje de su capacidad de experimentar, de disfrutar de la vida y de ser creativos. Son inconscientes de sus inhibiciones y de su incapacidad de expresarse adecuadamente. No se dan cuenta de que la tensión, el cansancio y una vaga ansiedad son el resultado de emociones reprimidas. Sobre todo, no conocen sus emociones negativas, las que mantienen ocultas y que afloran sólo cuando tienen una razón para exteriorizarlas.
Así que el primer paso importante al volverse conscientes de las emociones es un permiso interno para descubrir lo que realmente sienten. Esto ha de cultivarse mediante la oración, la meditación y una renovación diaria de la intención. De esta manera, el resentimiento, la culpa, la ansiedad, la animosidad y otras emociones negativas surgirán a la conciencia. A estas emociones negativas se deben la inhibición de la espontaneidad y cierta sensación de aplanamiento que tienen acerca de la vida, cierta inercia. Antes de que se haga un progreso apreciable en este trabajo, este clima exterior general normalmente se considera aceptable. Lo dan por hecho y nunca se les ocurre que la vida podría ser muy diferente. Cuando penetran esta seudocalma exterior, que es tan fácilmente perturbada por circunstancias fuera de su control, hallarán una vasta acumulación de emociones reprimidas y turbulentas que suelen ustedes creer que son muy ajenas a su carácter y que, por lo tanto, son doblemente perturbadoras. Con esta penetración, aunque desagradable al principio, empiezan a eliminar las causas que los han hecho vivir a medias y usar sólo una pequeña medida de sus facultades potenciales en todos los niveles de su ser.
El primer nivel emocional de conciencia generalmente será un surgimiento de resentimientos de los que nunca habían sido conscientes y que están conectados con la culpa y la ansiedad. Pero descubrirán que no todos los resentimientos son injustificados. Algunos lo son, porque ustedes han causado las condiciones; pero otros no lo son. Sin embargo, tienen la vaga impresión de que nunca deben resentirse por nada y que todo debe ser automáticamente culpa de ustedes.
Aprenderán a distinguir. Descubrirán que algunos resentimientos son comprensibles y sanos, con la condición de que quieran hacer algo al respecto en lugar de dejarlos caer en un estado de desuso. Aprenderán a afirmarse en situaciones donde antes permitían que se aprovecharan de ustedes. Cautelosamente al principio, detendrán este proceso. Se percatarán de que otros resentimientos son totalmente infundados. No pueden establecerse reglas. Ustedes mismos conocerán la verdad sin asomo de duda una vez que tengan el valor de dejar salir sus represiones. Esto les dará la capacidad de afirmarse y, en caso necesario, adoptar una agresividad sana, que es totalmente diferente de la distorsionada. Así, empezará tener lugar un equilibrio interior correcto. Dejarán de ser interior o exteriormente agresivos cuando ello no se justifique; y serán agresivos cuando esto sea sano y constructivo. Un desequilibrio siempre causa otro. Así pues, establecer el equilibrio proviene de hacer frente a la verdad y cambiar siempre que sea posible. Este equilibrio nuevo llega automáticamente y no es alcanzable por medio de acciones exteriores deliberadamente iniciadas.
Conforme experimenten esta capa de resentimiento y encuentren lo que realmente sienten, en vez de tratar de sentirse como piensan que deberían, a fin de apegarse a su solución privada, y si tienen el valor de reconocer lo que sienten, correcto o incorrecto, prepararán el camino para volverse conscientes de la siguiente capa y su seudosolución predominante. También encontrarán otros mecanismos de defensa. Encontrarán los componentes principales de su imagen idealizada, que comprenderán, tal vez, las tres tendencias. Sólo después de que exploren esto llegará a su conciencia emocional el núcleo subyacente de su problema, desatendido y vergonzosamente cubierto. Entonces experimentarán estas emociones.
Éste es un proceso doloroso, amigos míos. Quiero decirles a todos los que hacen este trabajo que no evadan el dolor porque es sano e indispensable para eliminar su dolor de una vez y para siempre. Sin transitar por este camino, persistirá en su alma y los dañará, lo sepan o no. La libertad y la felicidad, la seguridad, la maravilla de la experiencia de la vida serán plenamente suyos sólo si tienen el valor de atravesar esto. Entonces, y sólo entonces, entenderán cuánto vale la pena este proceso. Sabrán entonces que evadir la cuestión era una política del avestruz que nunca eliminó el dolor profundo que había dentro de ustedes. Al sacar el dolor lo perderán. Al mantenerlo bajo llave y taparlo, siguen sufriendo. El valor de atravesar este dolor, que pueden encontrar en varios niveles, así como en el núcleo, tiene que experimentarse. La vida y este Pathwork los ayudarán si así lo deciden. También les llegará ayuda a través de acontecimientos externos que enfocarán su atención en los factores internos causales.
Su voluntad interior de atravesar su dolor debe cultivarse siempre de nueva cuenta. La voluntad interior de enfrentarse a la verdad que hay en ustedes, independientemente de que sea desagradable o poco halagadora, debe renovarse siempre. Esto les dará la fuerza para tener éxito. Les ayudará a seguir adelante en el crucero más decisivo, cuando la tentación de darse por vencidos siempre es más fuerte. ¡Continúen, persistan y perseveren! Este es mi consejo, amigos míos.
También les aconsejo que se pregunten cuál es su actitud hacia este trabajo. Cuando alcanzan ciertos puntos dolorosos, ¿cuáles son sus reacciones al trabajo, a ustedes mismos, a las personas que los ayudan, a toda la idea como tal? Puede haber muchas maneras de reaccionar.
Y ahora, amigos míos, ¿tienen preguntas que hacer?
PREGUNTA: Me gustaría hacer algunas preguntas sobre las tres distorsiones cuando están simultáneamente presentes en una persona. ¿Se alternan en el tiempo? ¿Cómo funciona eso en la personalidad?
RESPUESTA: Acabo de explicar eso. ¿Exactamente qué no te quedó claro?
PREGUNTA: Entiendo que las personas que son internamente sumisas, por ejemplo, pueden tener un impulso de poder subyacente, y viceversa. Si esto llega a ser insoportable, establecen una serenidad falsa retrayéndose de la vida. Pero lo que me gustaría saber es ¿cómo funciona esto cuando dos o las tres tendencias se alternan? Cuando una persona es sumisa en una ocasión, dominante en otra y retraída en otra más. ¿Tal vez fluctúan siquiera momentáneamente? ¿Por qué sucede eso?
RESPUESTA: Sucede porque estas son pseudosoluciones y, por lo tanto, no funcionan. Pueden funcionar ocasionalmente hasta cierto grado, si la vida y otros concuerdan con ellas. Pero si la vida presenta ciertos obstáculos que no permiten que una de estas seudosoluciones funcione, entonces se puede recurrir a las otras e investigarlas, por decirlo así.
Tomemos un ejemplo. Digamos que un hombre tiene un impulso de poder predominante. Se ha asociado con muchas personas sumisas que le responden favorablemente. Esta solución, entonces, parece funcionarle. Así, el impulso de poder es predominante. Digamos que una persona muy importante de la que él depende también tiene un impulso de poder predominante; entonces es posible que una persona relativamente sana no le responda con sumisión. Una tercera posibilidad es que, incluso la persona más sumisa, llegará a un punto en que se rebelará exteriormente. Sólo se puede ir hasta cierto punto y no más allá, ya que la persona sumisa también tiene aspectos de poder agresivo. Así pues, la “solución” del poder superior ya no funciona. A fin de conseguir lo que quiere y piensa que necesita, el individuo recurrirá a su sumisión. La misma persona que generalmente tiraniza a otros se volverá entonces muy sumisa. Así es como las personas tratan de gratificar sus necesidades de seguridad, amor y aprobación incondicional. Me atrevo a decir que todos ustedes han observado esto con frecuencia. Todos conocen a la persona que se encoge frente a sus superiores, frente a aquellos que realmente son, o los demás imaginan que son, personas más fuertes, pero que es despiadadamente tiránico hacia los más débiles. Esta es una manifestación típica de cómo se alternan estas soluciones, de acuerdo con la necesidad y la situación. ¿Está claro?
COMENTARIO: Creo que sí. Entonces se vuelve una cuestión de aferrarse a un clavo caliente.
COMENTARIO: Correcto. Mira, cualquier seudosolución siempre es agarrarse de un clavo caliente, porque el niño, que busca soluciones para lidiar con un mundo aparentemente hostil y aterrador no está equipado para encontrar la solución real. Acosado por problemas que ha traído a esta encarnación, no puede ver el punto problemático y reacciona recurriendo a seudosoluciones. Esto debería absolverte de sentimientos de culpa destructivos acerca de la seudosolución original a la que te aferraste. Entonces no podías evitarlo. Pero ahora, de adulto, asumirás la responsabilidad total, sin ninguna culpa destructiva, de mantener las simulaciones que siempre están ligadas a las seudosoluciones. Y esto, a su vez, te ayudará a liberarte de ellas.
PREGUNTA: En un niño relativamente bien integrado, ¿cómo se manifiesta la imagen idealizada de sí mismo, en contraposición al ser real? ¿Hay una fusión continua sin que se construya una fuerte personalidad de máscara?
RESPUESTA: Desde luego, cuanto más sano es el ser humano, más débil es la imagen idealizada. Puede manifestarse entonces sólo en las áreas de personalidad perturbadas, y en menor medida. Siempre será contrarrestada por la manifestación más fuerte del ser real. Como no existe un ser humano que esté enteramente libre de distorsiones internas y perturbaciones del alma, todo el mundo tiene una imagen idealizada de sí mismo. La fuerza de las obstrucciones determina la fuerza de la imagen idealizada, y en esa medida el niño—y también el adulto, por cierto—se enajena del ser real y trata de convertirse en la imagen idealizada. Cuanto más fuertes sean los conflictos internos, más fuerte será la diferencia entre el ser real y el ser idealizado. En la persona relativamente sana, la diferencia no será tan notable ni tan incongruente. Las demandas y las normas del ser idealizado serán menos severas.
La vida de deseos de las fantasías siempre es una buena indicación de la imagen idealizada y sus seudosoluciones. La fantasía proviene de los propósitos y necesidades predominantes de la psique. Como la mayor parte de los adultos sueñan despiertos de una manera o de otra, esto podría servir como material adicional de búsqueda. La imagen idealizada se presenta en algo más que sólo la fantasía. Tiene que aparecer en las órdenes rígidas, los “debes” y “tienes” de los que ya hablé. Aparece en la angustia y las culpas cuando no se está a la altura de estas compulsiones. Aparece en ciertas expectativas del ser y de otros. Pero todo esto puede encontrarse y verificarse sólo después de un trabajo extenso. Si la imagen idealizada aparece en la vida de los deseos, también puede incorporarse en la personalidad, aunque tal vez aún no estén conscientes de ello. Si la personalidad estuviera enteramente libre de ella, si no hubiera una enajenación de sí mismos, no habría la menor necesidad de soñar despiertos acerca de la imagen idealizada. Una vida muy activa de fantasía en la que se realizan los deseos es la expresión de una necesidad urgente de convertirse en la imagen idealizada.
PREGUNTA: ¿Acaso cada niño que nace no está tan bien equilibrado como cualquier otro?
RESPUESTA: No, absolutamente no. Traen con ustedes los problemas y conflictos de su vida anterior que no han resuelto. Sus circunstancias de vida y su ambiente han sido escogidos—tal vez por ustedes mismos—para resolver de la mejor manera estos problemas aún irresueltos. No sólo varía con cada persona el desarrollo espiritual general, sino que también hay variaciones en los conflictos y su intensidad.
PREGUNTA: Hubo dos preguntas la vez pasada. Uno de ellas quedó sin respuesta por falta de tiempo, y la segunda parece no haber sido respondida satisfactoriamente. Están relacionadas. Una tiene que ver con la posibilidad de que los resentimientos y la indignación desemboquen en un estado de apatía. La otra se refiere a la validez de la indignación honesta o resentimiento justificado. Creo que respondió usted a ambas esta noche. ¿Podría añadir algo más?
RESPUESTA: Eso se respondió en la conferencia de esta noche. Dije específicamente, por ejemplo, que las personas sumisas, así como las que buscan una falsa serenidad, no pueden ni siquiera permitirse ser conscientes de una indignación que esté muy justificada y deba expresarse. Las injusticias o las provocaciones se denunciarán sanamente una vez que la personalidad alcance la salud interna a este respecto. Antes de que se llegue a este punto es sumamente difícil distinguir entre la indignación justificada debida a una provocación real, y la indignación injustificada debida a una provocación irreal o autoprovocada. Sólo el trabajo extenso en este camino los traerá finalmente al punto en que sepan sin asomo de duda, sin titubeo ni culpa, sin ninguna necesidad de contar con aliados que les confirmen que tienen la razón, cuándo afirmarse y cuándo no. Actuarán libremente porque eligen hacerlo, y lo harán sin compulsión interna en cualquiera de las dos direcciones.
Bendigo a cada uno de ustedes, mis muy queridos amigos, y les pido que abran su ser más íntimo a recibir la fuerza que les permita percibirse más de todas las maneras posibles. Que todas las fricciones exteriores sean un elemento de ayuda para reconocer así la fricción interior. Con estas palabras los bendigo y los fortalezco con todo nuestro amor.
Queden en paz. ¡Queden con Dios!
Dictada el 26 de mayo de 1961.