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Pathwork

Conferencias del Guía

Conferencia 119. Movimiento, conciencia y experiencia: el placer, la esencia de la vida

Saludos, mis muy queridos amigos. Dios los bendiga a todos. Bendito sea este camino de autorrealización y desarrollo. Todos los que hacen esfuerzos serios para vencer su resistencia innata a encarar y cambiar lo que es poco realista y, por lo tanto, destructivo en ustedes, empezarán a cosechar los frutos de su trabajo. Notarán una conciencia creciente en ustedes, y una liberación cada vez mayor de fuerzas y energías vitales.

Esta noche trataré de ligar varios puntos que antes habíamos visto por separado, porque entonces ustedes carecían de la comprensión interior necesaria para establecer un vínculo. El progreso general de este grupo me permite ahora profundizar más. Y, como ya saben, en el nivel más profundo todos los aspectos cósmicos y humanos se unifican.

Hace mucho tiempo ofrecí una conferencia sobre la fuerza vital. [cf. Conferencia 48] Veamos esto de nuevo con la mayor comprensión que han adquirido. La fuerza vital es una corriente de energía que fluye libremente y se manifiesta en todo el universo. Siempre que una organización satisface ciertas condiciones esenciales, se sintoniza con la fuerza vital. Esta la permea y la revitaliza,y entonces vive. El organismo vivo empieza a existir.

Anteriormente definimos la vida desde varios puntos de vista. Seamos ahora muy sencillos. Hay tres elementos esenciales que determinan la vida: el movimiento, la conciencia y la experiencia. Como pueden haber notado por algunos temas del pasado, así como por otras observaciones, hay muchas tríadas en las estructuras espirituales de la vida. Si prevalece la armonía en el organismo vivo, la tríada forma un todo, en el que un aspecto de ella se mezcla, se equilibra y se combina armónicamente con los otros dos. Si el organismo está en desarmonía con las leyes universales, los tres factores se oponen entre sí. Así sucede con esta tríada.

Veamos más de cerca el significado de cada uno de estos tres aspectos. Sin movimiento, la vida no existe. Lo que vive debe moverse; cuando el movimiento se extingue es porque la vida se extingue. El universo entero está en movimiento porque está vivo. Este principio se aplica igualmente a todos los aspectos de la entidad humana. En el nivel físico es fácil observar esto. Cuando los músculos no se mueven, se atrofian. Parte del cuerpo físico está perdiendo su vida. Esto también es notable en el nivel mental o intelectual. El cerebro que no está entrenado para pensar—para moverse—se estanca. Pierde su capacidad de pensar. Se atrofia, al igual que los músculos de un cuerpo cuando éste no se mueve. Pensar es un movimiento.

En el nivel emocional el movimiento es por lo general más difícil de observar, a menos que uno esté en un camino de autoexploración. Ustedes, amigos míos, se están dando cuenta de las condiciones interiores de su vida emocional que muestran cómo la represión crea rigidez. La rigidez es lo contrario de la vida, que siempre es flexible, que siempre está en movimiento. Los sentimientos son movimientos también. Cuando los sentimientos se prohíben, o se manipulan para que no puedan funcionar de acuerdo con su propia ley armónica, se adormecen.

Por lo tanto, para estar plenamente vivos en lo que se refiere al movimiento, todos los niveles de la personalidad deben seguir moviéndose de una manera natural y orgánica. Crecer es moverse. Como lo he dicho tantas veces, sin crecimiento no hay vida. Y como el crecimiento es un movimiento, sin éste no hay vida.

El movimiento encierra la cualidad de acercarse a otros. Contiene los elementos de relación, comunicación, amor y comprensión. Trata de alcanzar al otro ser. La unión es impensable sin movimiento, porque la unión siempre entraña trascender los confines del ser.

El segundo elemento de vida es la conciencia. Hemos hablado de esto tan extensamente que no hay mucho que decir ahora. Es obvio que en el grado en que una entidad es consciente, en ese mismo grado está viva. Hay muchos grados de conciencia. El ser humano es la primera criatura en la escala ascendente de vida que posee conciencia de sí mismo, aunque sea en grados variables. Las personas como ustedes, amigos míos, que siguen un camino de autoconciencia cada vez mayor, elevan su nivel de conciencia de la manera más rápida posible. La mayor conciencia del ser debe, necesariamente, aumentar la conciencia de otros, del universo, de la vida en su conjunto. La conciencia determina la medida y la dirección del movimiento y lo regula de acuerdo con la realidad. El movimiento sin conciencia tiende a perderse en los canales equivocados. Puede ser demasiado extremo, o puede dar lugar a la apatía y el estancamiento.

En este camino, suelen detectar que su vida emocional o se estanca o se descontrola. Su conciencia regula gradualmente esto y lleva armonía a su vida emocional. Con frecuencia, descuidan el movimiento físico y el mental. Pero mucho más a menudo lo que descuidan es el movimiento emocional. E incluso su descuido del movimiento físico y el mental se debe demasiadas veces al estancamiento emocional.

El esfuerzo para aumentar la conciencia es, en sí, un movimiento. Por otra parte, el movimiento sin conciencia—o con un grado limitado de conciencia—obstaculiza el movimiento armónico de todos los niveles de la personalidad. Si, por ejemplo, el movimiento y la conciencia se dirigen exclusivamente a los asuntos exteriores, o si se descuida el autoentendimiento, la integración de todos los niveles de la personalidad no puede tener lugar. El cuerpo y la mente pueden desarrollarse, pero el espíritu sufre cuando el nivel emocional no está permeado de movimiento y conciencia. Las emociones ciegas de las que uno no se da cuenta son consecuencia de la falta de conciencia en el nivel emocional. Cuando el movimiento de buscar, pensar, discriminar y evaluar no se dirige a las áreas emocionales ocultas, el movimiento de las emociones está desequilibrado; en parte es ciegamente frenético, y se manifiesta, por ejemplo, en una hostilidad incontrolable, y, en parte, paraliza las mejores facultades del área de los sentimientos.

La experiencia es el tercer elemento de la vida. Cuanto más plena es la experiencia, más armoniosa debe ser la interacción entre el movimiento y la conciencia. La superficialidad es falta de experiencia. Cuando el área de los sentimientos se paraliza, su capacidad de experimentar se ve afectada. Cuando sus sentimientos están distorsionados y son unilaterales, es porque malinterpretan la realidad. En suma, esto es señal de una conciencia defectuosa, insuficiente. La capacidad de evaluar una experiencia determina el máximo de placer y el mínimo de dolor. Para que suceda el primero, los sentimientos deben estar en movimiento; para que ocurra el segundo, la conciencia debe funcionar.

Cuanto más alto es el desarrollo general de una entidad, mayores son su dicha y su placer, y menores son su dolor y su sufrimiento. Esto se debe a una evaluación correcta y una percepción realista, y a un movimiento que fluye libremente, sin que lo obstaculicen los miedos, las inhibiciones y la parálisis. En breve, la experiencia de la dicha es el resultado de la combinación armoniosa de movimiento, conciencia y experiencia.

La experiencia contiene el principio del placer. La posibilidad de la dicha completa está contenida en la fuerza vital. Es el anhelo de ustedes de participar de esta experiencia, que se vuelve posible cuando su organismo entero está en armonía con la realidad, cuando ya no luchan contra ella debido a sus errores conceptuales.

Cuando se alcanzan las capas más profundas de la psique, se vuelve obvio que a los instintos más crudos y primitivos les interesa sólo la experiencia del placer. Detrás de la superestructura de las normas morales, las reglas y las leyes está el ansia de placer supremo, sin importar las consecuencias. En la criatura inmadura, el principio del placer querría funcionar, pero la insuficiente conciencia crea una discrepancia entre su ambiente y su capacidad de sentir placer. De ahí que la madurez intelectual muchas veces ponga trabas al principio del placer, que se reprime cuando la conciencia no penetra en los niveles. Por lo tanto, no puede desarrollarse la capacidad de experimentar placer. Esta sigue siendo infantil y preocupándose sólo del ser. Si se manifiesta, es patentemente destructiva. Si se le impide manifestarse, la destructividad inherente no se elimina: se encona por debajo y se le mete en cintura, de modo que no puede experimentarse ninguna realización verdadera. Esto se debe a que la conciencia no penetra las capas ocultas. El movimiento, que debería dirigir la búsqueda del placer, se refrena, de modo que el principio del placer no puede desplegarse en la vida del individuo. Así, se frustran las facultades para experimentar el placer máximo.

Los seres humanos están concebidos para experimentar el placer máximo, pero cuando ustedes sienten este placer a costa de dañar a otros o a sí mismos, no han alcanzado un equilibrio armonioso entre los tres elementos de la vida. Dañarse a sí mismos también procede de sentimientos de culpa injustificados, que a la larga también dañarán a otros.

Uno de los factores más dañinos en el desarrollo general de la personalidad es la influencia de principios y errores conceptuales profundamente arraigados. Este mundo está tan lleno de “verdades” generalmente aceptadas que aun los espíritus más iluminados e independientes aceptan ciegamente ciertos postulados acerca de por qué se supone que ciertas cosas son correctas y buenas, y otras, incorrectas y malas. El sentido de lo incorrecto que es el libre desarrollo de las facultades humanas para experimentar la dicha universal se combina con miedos personales y experiencias negativas, de modo que la personalidad puede permanecer paralizada durante muchas encarnaciones hasta que tenga el valor de liberarse. El miedo y la vergüenza de los impulsos instintivos no puede hacerlos madurar para que se integren. En consecuencia, muchas personas se desarrollan de manera asimétrica. Cuanto más se desarrolla alguien sólo en una dirección limitada, y deja intactas otras partes de la personalidad, mayores serán la crisis y el conflicto de la personalidad.

Los tabúes de la sociedad con respecto a las fuerzas eróticas y sexuales contenidas en la fuerza vital han dado como resultado un sobredesarrollo intelectual y técnico en comparación con la capacidad de amar. La fuerza del amor no puede crecer si se le separa arbitrariamente de las fuerzas eróticas y sexuales. Todas son una misma corriente. Si la conciencia humana vigila con miedo cada corriente de sentimiento, y nerviosamente se aleja de la corriente de vida que considera que está mal, la capacidad de amar se ve afectada; no sólo el amor entre los sexos, sino todo tipo de amor humano. La gran fuerza espiritual del amor no conoce estas divisiones, y su cultivo es imposible si un ojo constantemente vigilante trata de erradicar lo que se supone que es malo. Es como si las personas trataran de tocar una sinfonía y al mismo tiempo eliminaran ciertas notas esenciales. Al principio, algunas notas pueden sonar falsas, pero finalmente, después de suficiente práctica, las notas se armonizarán y formarán un todo integrado.

Un error conceptual de larga data, que apenas se ha eliminado en los últimos cincuenta años, era la idea de que los bebés no experimentan placer sexual o erótico. Lo cierto es que los bebés experimentan placer físico más intensamente que el ser humano promedio. El niño no está agobiado por culpas, vergüenzas ni errores conceptuales. Por lo tanto, los impulsos instintivos se manifiestan con mucha mayor intensidad. Sin embargo, la experiencia del principio del placer es naturalmente egocéntrica y está subdesarrollada—lo que no hace que sea mala ni pecaminosa—porque la conciencia y el movimiento todavía tienen obstáculos. Así, en sus primeros años, el placer del niño está dirigido a su ambiente inmediato: los padres. Este fenómeno es completamente natural, y sólo los errores conceptuales tradicionales lo califican de malo. Generación tras generación de prejuicios heredados detienen el desarrollo natural del individuo en crecimiento. Los temores de perversión, homosexualidad e incesto desempeñan un papel aquí.

Pero el bebé no conoce estas fronteras. Sus instintos sexuales se desarrollan sin estos conceptos e ideas. Si la culpa o un sentido de pecado no entierran estos instintos, si la persona en crecimiento cultiva la conciencia mental y espiritual, y toda la personalidad crece armoniosamente, el impulso sexual cambia. Pasa por el mismo proceso que el desarrollo humano general. Cuanto más crece la persona, más tiende lazos, primero de su ser al ambiente inmediato, y más tarde al mundo fuera del círculo familiar. Al adolescente le interesa más la compañía de jóvenes del mismo sexo en los aspectos intelectual, mental y emocional; y también sexualmente, como una extensión del ser y del padre del mismo sexo. Pero al proseguir el crecimiento, él o ella tiende lazos con el otro sexo.

La perversión abierta se evita no por el miedo inhibidor del pecado, sino porque todo el organismo humano está creciendo y saliendo de sí. El miedo al pecado de la perversión sólo tiende a enterrar los instintos subdesarrollados, como sucede con cualesquiera otras reacciones humanas.

Cuando una persona tiene vergüenza del odio y de la hostilidad, de la envidia y del deseo de venganza, estas tendencias se enconan también en el inconsciente. Ustedes sólo pueden superar estas emociones si aprenden a hacer frente a estos sentimientos, a entender su origen y su razón. Si no lo hacen, parecerá que no los albergan, pero de todos modos los albergarán. Se manifiestan indirectamente por medio de una parálisis general de las funciones creativas, de la capacidad de tener relaciones gratificantes y significativas, y de la realización.

Exactamente lo mismo sucede con los sentimientos sexuales inmaduros y “prohibidos”. Éstos también deben enfrentarse, reexperimentarse y entenderse, si la personalidad ha de crecer armoniosamente y realizarse.

Estos sentimientos prohibidos se hallan frecuentemente una capa más abajo del odio y el resentimiento. La hostilidad y otras emociones negativas pueden haber sido difíciles de enfrentar porque contradicen la autoimagen idealizada y traen consigo la desaprobación y el rechazo. Pero suelen ser más aceptables que los sentimientos placenteros en conexión con la propia familia. Por lo tanto, estos sentimientos placenteros se encierran con más llaves aún que el odio. Con frecuencia, el odio se fomenta artificialmente como antídoto contra el placer prohibido, y la represión del odio y el enojo ocurre sólo subsecuentemente. Así, deben desenrollar todo este proceso, capa por capa, hasta alcanzar esta área tan primitiva. Entonces, y sólo entonces, podrá tener lugar el crecimiento orgánico y podrá desenvolverse la personalidad en todo su esplendor. Siempre que una actividad de la vida, no importa lo útil, productiva o creativa que sea en sí misma, parezca obstaculizar el desenvolvimiento de su profundidad emocional para experimentar el placer, su ser interno está desequilibrado. En una personalidad equilibrada, integrada y plena, una actividad realzará a la otra. El esfuerzo creativo jamás se ve afectado por la experiencia plena de la fuerza vital en todos sus aspectos. Lo cierto es lo contrario.

Antes de que el prejuicio, el miedo y el error conceptual impidan el flujo natural de la participación de un bebé en la fuerza vital, su experiencia del impulso del placer es aguda. Todas las experiencias de la infancia están influidas por el principio del placer. Este principio entra en todas las actividades del niño. El tipo de experiencia del niño y la condición psíquica con la que nace influyen subsecuentemente en su actitud hacia el principio del placer. Por lo tanto, cuando el bebé es acariciado, alimentado, amado, experimenta un placer físico intenso al estar en contacto con su ambiente. Si el desarrollo procede naturalmente, como dije antes, el movimiento de tender lazos induce a la entidad a dirigir el impulso del placer de su ser al ambiente familiar inmediato, al mundo exterior y al sexo opuesto. Como se dijo en una conferencia anterior, este movimiento necesita la integración del amor, el eros y la sexualidad, que a su vez es consecuencia del desarrollo igual del movimiento, la conciencia y la capacidad de experimentar. La integración no tiene lugar, sin embargo, si hay tabúes, miedos y una separación artificial de los impulsos instintivos. Su existencia impide el desarrollo natural.

Cuando la madurez crece en este sentido, se vuelve posible la unión perfecta entre dos individuos del sexo opuesto. Aparte de la inconmensurable dicha de esta experiencia, la unión permite a las dos personalidades funcionar incomparablemente mejor en todos los demás aspectos. Esta unión sana no excluye las actividades productivas ni las relaciones gratificantes con otros. Por el contrario, cuanto más integrada está la personalidad y, por lo tanto, más capaz es de experimentar su destino—la dicha total de la fuerza vital—más incluye a otros. El ámbito de la experiencia se extiende, y cada experiencia es perfecta en su singularidad. No necesito decir que esta experiencia extendida no significa promiscuidad.

Cuanto más tienden lazos, integrando todas sus facultades en un todo armonioso, más realizan su destino espiritual. Más allá de la esfera humana, esta acción de extender la mano a otros se multiplica infinitamente, pero esto está más allá de la comprensión de la Humanidad. El concepto de unión espiritual es, en su mayor parte, teórico para los seres humanos, aunque en esta etapa puede decirse que no hay una separación arbitraria entre las diversas realidades de la gran corriente de la vida que contienen el principio del placer. La vida en la Tierra es una preparación para este placer supremo, y por consiguiente es de suma importancia que erradiquen los puntos problemáticos dentro de la psique. Los puntos problemáticos significan que el impulso del placer se fijó en conexión con las experiencias negativas y displacenteras por medio de la culpa y del miedo, de los errores conceptuales y de la asimilación defectuosa de la experiencia.

Esta fijación negativa del impulso del placer puede adoptar dos formas extremas, con muchos grados entre ellas. En un extremo están las reglas sobreimpuestas, los tabúes y las culpas falsas, que producen enojo y rebelión. Éstos son el resultado de luchar contra lo que uno acepta en parte. No indican una libertad real, que se deriva sólo de la conciencia y la comprensión. Exteriormente, la rebelión puede manifestarse en la expresión de instintos crudos, subdesarrollados y primitivos con un espíritu de reto; o, pueden albergar ustedes miedo y culpa, impidiendo así el crecimiento orgánico. Sus instintos permanecen en el estado infantil primitivo, y lo que fue una vez natural y orgánico se vuelve destructivo más adelante en la vida.

En el otro extremo, la culpa y el miedo dificultan el descubrimiento del principio del placer, y se le niega al alma este aspecto de su desarrollo. El alma se frustra y siente un vacío, pues el profundo anhelo de felicidad no es incorrecto, sino que en realidad es un factor espiritual. La sobrecompensación y el mal encauzamiento son otros resultados hasta que el alma finalmente sigue su destino y lleva todas sus facultades a un proceso de crecimiento. Generalmente hay etapas entre estos extremos, ya sea manifiestas o inconscientes, de manera que la personalidad lucha ciegamente contra ambos extremos, fluctuando pero nunca alcanzando la iluminación ni la libertad.

En consecuencia, es esencial que todos los que están en este camino investiguen sus sentimientos primitivos, hasta ahora intactos, a este respecto. Debe sacárseles de su escondite y vérseles en relación con las experiencias y condiciones personales del ambiente temprano.

A menudo se asegura que el placer por el placer mismo es algo malo. Lo cierto es exactamente lo contrario. Cuando la personalidad se desarrolla armónicamente, el impulso del placer incluye a otros, da y recibe, y así es como debe ser. En un individuo maduro, el impulso del placer no es egocéntrico ni excluyente. Por consiguiente, no puede ser antisocial. Sólo es antisocial y excluyente si el adulto manifiesta su impulso sexual de una manera apropiada para un niño. Los niños son antisociales, egocéntricos y, por lo tanto, excluyentes. Las emociones que permanecen fijas en el estado infantil no son tanto pecaminosas como indicativas de un rezago en el desarrollo general. Con frecuencia, el individuo inmaduro usará el impulso del placer para cubrir otras necesidades; por ejemplo, para realzar el ego, para mitigar sentimientos de insuficiencia, para sentirse deseado porque se siente inseguro e indefenso. Con frecuencia, la agresión y la hostilidad son absorbidas por el principio del placer y se manifiestan, sin que la persona se dé cuenta, en el impulso sexual. Es entonces cuando uno puede hablar verdaderamente de la perversión, porque el principio del placer se usa para algo distinto de su función real. Este principio debe realizarse mediante una mayor conciencia de uno mismo y la superación de las emociones problemáticas. El principio del placer se convierte, al menos en parte, en un sustituto del crecimiento emocional y la conciencia.

Necesitan ustedes encontrar los enredos entre su culpa, su represión, su miedo, las fijaciones del principio del placer en la primera infancia, su falta de desarrollo y los efectos de esta falta de crecimiento en su vida y sus interrelaciones. Sólo pueden encontrar los enredos si miran profundamente sus sentimientos primitivos ocultos en conexión con su ambiente temprano. Esto no es fácil; no puede hacerse de una sola vez. Su psique debe aflojarse en etapas anteriores del Pathwork para que les sea posible reexperimentar estas emociones tempranas. Pueden hacer eso si no se resisten a este esfuerzo. No hay palabras para describir la recompensa de la liberación resultante.

Mientras la personalidad esté inconscientemente fija en la experiencia temprana, el alma no puede crecer y expandir su experiencia. No se puede renunciar a las fijaciones a menos que la conciencia entre en áreas hasta ahora cerradas. Entonces, y sólo entonces, podrán ustedes asumir su experiencia temprana insuficientemente asimilada, y podrá su psique estar lista para tender los brazos a otros. La fijación implica falta de movimiento, y, por lo tanto, falta de crecimiento. Implica falta de conciencia, pues en la conciencia podría aplicarse la comprensión correcta, de modo que el movimiento de la fuerza vital pudiera disolver la fijación. Entonces, podría tener lugar la experiencia en el nivel para el que el individuo esté potencialmente listo. Ahí donde el movimiento, la conciencia y la experiencia funcionan armoniosamente, el individuo está realizado y es esencialmente feliz, independientemente de las dificultades exteriores ocasionales. En un caso así, el amor, el eros y la sexualidad son una fuerza, y no hay conflicto entre el intelecto, las emociones y el centro espiritual.

Examinemos ahora ciertas condiciones básicas de la niñez, que les ayudarán a ver su propia infancia. Como dije antes, el niño experimenta un placer intenso cuando está en contacto con sus padres. Sea o no del mismo sexo, cada padre está en el primer plano en ciertos periodos del desarrollo del niño. Esto es normal y sano en estos periodos limitados. Pero se etiqueta a estos sentimientos de pecaminosos y perversos. El niño absorbe pronto estas ideas, aun cuando no se expresen directamente, porque permean la atmósfera y el pensamiento consciente e inconsciente de los adultos. El resultado que estas etiquetas producen es exactamente lo contrario del efecto que se pretende. El niño superaría naturalmente estos sentimientos, pero la culpa, la vergüenza y el miedo los fijan en la vida psíquica inconsciente; llega a ser imposible relacionarse con otros sin la influencia de estos sentimientos tempranos. Entonces, el odio se debe no sólo al rechazo y a la herida, sino igualmente a lo que parece el amor prohibido.

En el trabajo de ustedes en este camino se ha vuelto cada vez más obvio que se relacionan con sus padres en sus otras relaciones, especialmente las de pareja. Cuanto más fijas están sus emociones, más indican que hay emociones poderosas involucradas. Los sentimientos más intensos son los que están conectados con el principio del placer. Si ahora piensan en algunas de las conferencias anteriores, sobre todo las que tienen que ver con la influencia de los padres y con los patrones de conducta que se derivan de la relación parental, tendrán una percepción interior considerablemente más profunda. Esta percepción les permitirá reexperimentar lo que los mantiene rígidos, lo que impide su crecimiento orgánico completo. No tengan miedo de enfrentar estos sentimientos. ¡Aliéntenlos! No tienen nada que temer si los enfrentan; por el contrario. Estén alerta, amigos míos, y se liberarán de verdad. Sean especialmente vigilantes cuando los sentimientos parezcan problemáticos porque hay demasiada adoración ciega, o demasiado resentimiento; más de lo que justifica la ocasión. Estas sobrerreacciones indican que no se han reconciliado con las fases naturales de su desarrollo pasado.

Cuando el anhelo erótico en la infancia se satisfizo hasta cierto grado, debido a una madre o un padre demostrativo y afectuoso, esto no necesariamente garantiza un desarrollo posterior sano. Siempre que el sentimiento de culpa es demasiado fuerte, la entidad es incapaz de reconciliarse con la experiencia. La experiencia no resuelta se manifestará más tarde en la lucha contra el amor y contra la satisfacción erótica o sexual. Por otra parte, si el niño no recibió la satisfacción que anhelaba, se convenció de que su anhelo era incorrecto, y nuevamente el adulto luchará contra estos sentimientos. El anhelo sano del alma puede contrarrestar en ocasiones este conflicto, pero el anhelo siempre estará diluido por la experiencia original no asimilada.

Pueden creer que sólo la experiencia del placer durante la niñez activa la fuerza erótica y sexual en el individuo que crece. Pero a menudo la experiencia dolorosa se disuelve en el impulso del placer y conecta el placer erótico y sexual a la experiencia dolorosa. Es importante reconocer este hecho. El miedo y el dolor son la esencia de todas las experiencias negativas. Suele suceder que el ser humano funcione erótica o sexualmente sólo en conexión con el miedo y el dolor; cuando éstos están ausentes, el principio del placer no puede manifestarse. No puedo insistir demasiado en lo importante que es que examinen sus áreas de placer negativo y las conecten con las circunstancias infantiles que produjeron dolor y miedo. Entonces podrán encontrar la fijación directamente y sin rodeos. Es obvio que mientras la persona esté fijada en un placer erótico o sexual negativo, le será imposible mantener una relación fructífera y dinámica. Esta siempre terminará, y por lo tanto esta persona no podrá experimentar lo que su alma anhela.

No obstante, éste no es un factor tan negativo como podrían pensar, porque el niño alivia el dolor permitiendo que el principio del placer influya en la experiencia dolorosa, que de lo contrario habría sido insoportable para el ego subdesarrollado del pequeño. Si la experiencia dolorosa se erotiza o sexualiza, le permite a la entidad una experiencia limitada de la fuerza vital revivificante, lo que es mejor que la alternativa de frustrar por completo el impulso del placer. En la mayoría de los casos, la persona combina inconscientemente estas alternativas para lidiar con la experiencia dolorosa.

Es de suma importancia disolver todas estas fijaciones y, de este modo, liberar la fuerza vital. La frustración, todas las faltas de realización, el disgusto por uno mismo, la culpa, la enfermedad, la falta de energía o de creatividad y cualquier aspecto negativo de la creación deben estar conectados a final de cuentas con esta faceta del desarrollo humano. Todos los seres humanos contienen dentro de su psique a los niños que una vez fueron. Y el niño responde y reacciona como lo hizo una vez. Sólo le interesa el simple deseo de experimentar placer. Y, o se le dio, o no se le dio. Los padres tenían el poder de darlo o retenerlo. La lucha básica del bebé es alcanzar el placer y eliminar lo que se le interpone. Esta lucha simple y primitiva todavía existe dentro de cada individuo. En sí no es pecaminosa, vergonzosa ni incorrecta. Al superar la psique este estado primitivo, el sabor, el énfasis y las ramificaciones de la búsqueda cambian.

Un padre puede haber dado más placer, y el otro, más dolor. Ambos padres pueden haber dado ambas cosas. En cualquier caso, el placer y el dolor siguen luchando dentro de ustedes hasta que los traen a la luz de la conciencia. Entonces la lucha continúa de una manera muy diferente, sana y constructiva, que conduce a la madurez espiritual.

Todas las imágenes, las seudosoluciones, los errores conceptuales y los conflictos interiores surgen de la lucha del niño entre alcanzar el placer y evitar el dolor. La fusión que hace el bebé del dolor y el placer como “salida” no debe confundirse con la unidad entre el placer y el dolor cuando se supera la dualidad de la vida en la Tierra. El primero es un intento ciego de superar la dualidad y, como tal, no es real ni productivo.

En sus siguientes pasos en este camino, amigos míos, consideren esta conferencia junto con la última. Trabajarlas juntas como una unidad facilitará mucho las cosas. Traten de detectar el miedo oculto de sus sentimientos que proviene de la fuerte separación que establece la Humanidad entre el afecto humano general y el flujo sexual erótico. En realidad, no pueden separarse tan completamente. El miedo que tienen de sus sentimientos los contrae y los lleva a manipularlos de una manera sutil, pero clara. Temen erróneamente que sus instintos subdesarrollados y primitivos los extravíen; en realidad, volverse conscientes de estos impulsos instintivos sólo sintonizarán éstos con el desarrollo que han alcanzado en otros sentidos.

No malinterpreten mis palabras, amigos míos. No propugno que actúen sobre sus instintos infantiles. Lo único que quiero decir es que todos los niños tienen estos instintos. Y todavía existen en cierto grado en cada uno de ustedes hasta que verdaderamente los enfrenten y se liberen de su prisión autoimpuesta. Cuando logren enfrentar y asumir estos sentimientos primitivos hasta ahora ocultos, cuando superen su miedo y su vergüenza irrazonables de hacerlo, los superarán y avanzarán. Entonces se relacionarán de verdad. La persona nueva ya no será un sustituto del padre original que todavía buscan. Entonces no sólo experimentarán una nueva plenitud de vida y dicha, sino que sus actividades productivas también alcanzarán una altura nueva porque se llevarán a cabo en paz y armonía. La tensión, la frustración, la irritación—estas compañeras constantes que se derivan de instintos que no pueden aceptar en ustedes, y a los que temen y evaden—se alejarán de su sistema psíquico.

Me aventuro a decir que cada uno de ustedes, por lo menos hasta cierto grado, descubrirá que su respuesta erótica ocurre sólo cuando hay por lo menos un ligero elemento de rechazo, temor, inseguridad o dolor. Cuando estas emociones negativas están completamente ausentes, la respuesta erótica también puede estar ausente. Con frecuencia es bastante imposible establecer el clima apropiado en el cual funcionar eróticamente, porque el rechazo completo no es posible tampoco. Aun si se sienten más allá de la necesidad o el deseo de disfrutar de una pareja, porque han alcanzado una edad terrenal avanzada, o porque han disuelto su fijación, o se han enfrentado a sus condiciones infantiles originales, es igualmente importante que la fuerza vital revivifique otras de su vida. Cuando no resuelven sus fijaciones bloquean la fuerza vital, y este bloqueo tiene consecuencias. Cuanto más libres están de miedos ciegos, culpas y errores conceptuales, más pueden escoger libremente, con una conciencia penetrante y realista, en vez de ser forzados a adoptar patrones. Fluir con la corriente de la vida sólo puede ser lo correcto en todos los aspectos posibles. Oponerse a ella por ceguera, ignorancia, terquedad y miedo los contrae y los obstaculiza donde menos los desean.

Cuando lidien con el dolor y el placer que están fusionados porque no pudieron asimilar su experiencia dolorosa de otro modo, noten que, por una parte, mientras esta condición exista dentro de ustedes, se engañan de la manera más trágica e innecesaria. Al enfrentar su condición, pueden cambiarla de una manera que les dará a ustedes y a otros una inmensa felicidad. Por otra parte, también es importante tener una visión más amplia. Aunque la fusión del placer y del dolor en la psique en conflicto pueda llamarse perversión o masoquismo, es, con todo, una bendición. La fuerza vital debe entrar en áreas distorsionadas, aun cuando se vea empujada a manifestarse de una manera errónea e invertida hasta que superen el conflicto; de lo contrario, ustedes se sentirán más y más incapacitados, débiles y vacíos en todas las áreas de la vida. No podrían crecer en absoluto, ni podrían disfrutar de ningún tipo de placer. Piensen en los individuos que no obtienen ninguna alegría de la vida. Siempre se encontrarán con aquellos han detenido inadvertidamente la corriente vivificadora. Los humanos muchas veces acusan a esta corriente de ser malvada, porque la dividen de manera arbitraria en categorías aceptables e inaceptables, y ven su manifestación primitiva como algo inmutable en vez de una etapa temporal.

La fase infantil debe reexperimentarse y verse bajo su verdadera luz, amigos míos. Muchos de ustedes se están acercando a la etapa en que pueden hacerlo; algunos de ustedes han hecho un progreso considerable. Otros están todavía demasiado bloqueados y temerosos. Pero incluso ellos reunirán finalmente el valor para descubrir que en realidad no necesitaban temer esta fase, porque es natural. No es vergonzosa. Forma parte del esquema del desarrollo universal. No puedo decirles lo agradecidos que se sentirán con ustedes mismos por no eludir esta parte vital de su desarrollo. Todos ustedes han visto en el pasado lo estimulante y liberador que fue superar su resistencia a explorarse más profundamente. Cuanto mayor fue la lucha y la resistencia, más significativa fue la percepción interior y más liberador resultó el efecto. No es diferente a este respecto, amigos míos.

Esta conferencia puede interpretarse como material psicológico. Pero nada podría estar más lejos de la verdad. En los últimos cincuenta años, los humanos han tenido grandes percepciones en esta área desde un punto de vista puramente psicológico, que se ocupa de la felicidad personal en esta vida. Pero yo hablo de algo que va más allá. Abre los panoramas espirituales de la unión. Incluye todas las facetas de su evolución. Es importante entender mi mensaje desde este punto de vista. El propósito del desarrollo espiritual en esta conferencia va más allá del placer personal que puedan ustedes experimentar. Aunque este último es el resultado de un desenvolvimiento general y armonioso y, desde, luego, no se opone a él, el desarrollo del alma tiene una importancia más trascendental en el plan de evolución.

La fuerza vital universal encarna la grandeza, la belleza y la pureza. Es la impureza humana lo que hace que una faceta de la fuerza vital parezca impura.

Algunos de mis amigos podrían tener dificultad todavía para entender todo esto. Algunos creen que soy repetitivo. Pero los que estén de verdad explorándose profundamente y se hallen a punto de alcanzar estas áreas no considerarán que mis palabras sean repetitivas o imposibles de entender.

Esta conferencia les dará mucho material. Si verdaderamente buscan su desarrollo interior, no sólo en actitudes externas, debe de tener un efecto duradero en su psique y en la dirección de la búsqueda y el desenvolvimiento de ésta. Debe ser algo para reflexionar; de lo contrario, seguirán temiendo el elemento que paraliza lo mejor de ustedes; hasta que reúnan el valor y el esfuerzo para hacer lo que su espíritu está esperando que hagan.

Como ya no hay tiempo para preguntas esta noche, les daré todo el tiempo que deseen cuando lleguemos a la discusión reservada para esta conferencia. Responderé entonces a todas las preguntas y examinaré todos los ejemplos o problemas que me traigan.

Quiero cerrar esta conferencia con la declaración de que aquellos de ustedes que no rehúyen este profundo e importantísimo proceso de crecimiento en esta vida son bendecidos. ¡En verdad pueden regocijarse! No se dejen intimidar por la crisis que siempre es posible cuando uno teme irrazonablemente enfrentar algo que es difícil de aceptar. El niño ignorante, creyendo que se tiene que ocultar, reacciona con mucha fuerza antes de que se le saque de su escondite. Después de esta liberación crucial, ya no tendrán pequeños alivios, pequeñas percepciones, recaídas subsecuentes y la repetición del proceso. Este paso significa un crecimiento substancial y significativo de valor e impacto duraderos.

¡Sean benditos todos ustedes! Reciban la fuerza vital vibrante que contiene todo lo que no puede evaluarse en términos de correcto o incorrecto, bueno o malo. Todo es uno. Queden en paz. Queden en Dios.

Dictada el 15 de noviembre de 1963.