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Pathwork

Conferencias del Guía

Conferencia 128. Limitaciones creadas a través de alternativas ilusorias

Saludos, mis muy queridos amigos, Dios los bendiga a todos. Bendita sea esta conferencia. Bendita sea su comprensión para que puedan asimilar correctamente el contenido.

Me gustaría empezar la conferencia de esta noche con una breve descripción de la realidad espiritual y compararla con el cuadro que representa la Humanidad cuando se le ve desde un punto de vista más alto. Esta perspectiva tiene relación con el tema del que vamos a hablar.

En realidad, el universo está muy abierto, y todos los humanos se pueden mover libremente en él. El universo está verdaderamente a su disposición, con su variedad infinitamente rica de experiencia, realización y energía. Ustedes pueden usar todo esto. Verdaderamente pueden explorar las posibilidades de dicha que están abiertas a ustedes. En efecto, pueden ser amos de este maravilloso mundo en el que constantemente se expanden a experiencias más dichosas, a mayor sabiduría y poder, a ámbitos más amplios y mayores profundidades de ser. Sin embargo, debido a varias circunstancias, sencillamente no se dan cuenta de este hecho. Dan por sentado que están atados y aprisionados en un mundo limitado, donde se hallan cercados por fronteras que no pueden penetrar ni controlar. En esa suposición de un universo limitado, no hacen uso de los poderes universales que llevan dentro, destinados a su placer y expansión, a su crecimiento y experiencia. Al no hacer uso de estas fuerzas, se inactivan y crean así cercos imaginarios que no tendrían por qué existir.

Imaginen espacios abiertos que contengan toda la belleza del mundo, todo lo que un individuo podría necesitar para su disfrute. Pero las personas no ven estos espacios abiertos. No ven los poderes, las fuerzas, los recursos y las bellezas que los rodean. Cierran los ojos con miedo y creen que viven tras muros cercados. Aunque no hay una prisión, y no hay cercos en realidad, sí creen y actúan como si no pudieran moverse de un punto, el efecto será el mismo. Pueden esperar mucho tiempo a ser liberados de esta posición indefensa y pasiva, pero mientras no descubran que lo único que tienen que hacer es reconocer su libertad, permanecerán cercados. Esta es la relación entre la realidad y la ilusión. La ilusión parece real, pero sólo mientras crean en ella.

Los cercos podrían derribarse instantáneamente, con un gesto. Pero como no saben esto, deben encontrar su propia manera de descubrir la inexistencia de los cercos. No hay otra posibilidad. Otros pueden decirles que es así, y tal vez incluso crean lo que oyen: que podrían abrir los ojos y empezar a salir, usando sus facultades innatas. Sin embargo, tienen miedo de intentarlo. Tal vez escuchen, pero no se atreven a hacer lo necesario para salir a la gran e inofensiva libertad. Tienen miedo de la libertad y escogen más bien el sufrimiento innecesario. Pero un día descubren con asombro la facilidad de la realidad; su generosidad, su abundancia, su estimulante paz, y se preguntan por qué le habían tenido miedo, por qué habían optado por prohibiciones autoinfligidas.

Los cercos rara vez son sólo simples constructos. Son laberintos complicados… productos de sus falsas suposiciones y de las actitudes contradictorias que reúnen. Su tarea en la Tierra es encontrar la salida de estos senderos laberínticos hacia la libertad y la liberación que este camino promete. Algunos de mis amigos ya han tenido vislumbres ocasionales de esto.

¿Qué influencia personal tiene sobre sus problemas, sus actitudes actuales o sus bloqueos esta descripción de las formas espirituales? La libertad más inmediata que han de descubrir en un camino como éste es la comprensión de su enorme esfera de influencia. Cuando una persona finalmente reconoce la importancia de la causa y el efecto en su propia vida, el resultado es una actitud enormemente diferente hacia la vida. Por lo general ha de emprenderse algún trabajo preliminar antes de que el Pathwork los lleve a esta comprensión. Tal vez hayan descubierto muchas imágenes, hayan entendido diversos problemas y conflictos, y sin embargo no tengan la más mínima noción de las causas y efectos inmediatos, ni del papel independiente que desempeñan en su destino, en lo que parecen ser circunstancias inalterables. Por ahora no me refiero a conexiones místicas de más largo alcance, a condiciones kármicas, a causas y efectos que se eliminan una, dos o diez veces, sino a vínculos visibles de causa y efecto, es decir, visibles si uno elige ver y entender.

¿Cuántas veces todos ustedes sienten y piensan y temen y desean, ¡como si su actitud y su comportamiento no tuvieran ninguna influencia sobre el resultado deseado! Por ejemplo, tienen miedo de no gustarles a los demás y esperan contra toda esperanza tal vez sí gustarles. Mientras tanto, lo que se les escapa es que sus acciones fácilmente podrían traerles lo que verdaderamente desean. ¿Cuán a menudo temen no tener éxito en una empresa, y esperan pasiva e indefensamente a que el destino determine el resultado deseado? No se les ocurre que hay muchas maneras en las que ustedes, y sólo ustedes, pueden producir lo que desean. Dedican todas sus energías a crear la apariencia de que lo que quieren existe en su vida. Pero en lo más profundo están convencidos de que no pueden tenerlo en realidad. Les da vergüenza admitir esto, así que fingen poseer lo que no poseen. Podrían tener lo que desean si dedicaran sus energías, no a fantasear, sino a verdaderamente conseguir lo que quieren. Esto puede ser el éxito en cualquier campo dado, una relación feliz, ser amado y sentirse realizado en todos los niveles de su ser, o tal vez ser cierto tipo de persona.

Así pues, el primer muro del laberinto es su creencia de que no pueden tener lo que tan fácilmente podría ser suyo. El segundo muro, que es resultado del primero, es su vergüenza acerca de una privación inexistente e innecesaria. El tercer corredor torcido del laberinto de la mente es la simulación de que tienen o podrían tener lo que quieren, mientras creen lo contrario. A pesar de creer que no pueden tenerlo, esperan que el destino los libere de su privación. Así que tienen miedos y esperanzas, todos basados en premisas falsas.

Incluso se tienen miedo a sí mismos, a su propia mente inconsciente, como si encerrara un monstruo sobre el que no tienen ningún control, separado de sus procesos volitivos. Además, tontamente parecen suponer que, al fingir que no existe, permanecerá manso, pero si lo vieran, haría de las suyas y los forzaría a emprender acciones que no sabrían cómo detener. Olvidan por completo que su mente inconsciente es el monstruo; que una vez que el inconsciente se vuelve consciente, no son esclavos de él sino sus amos. Tercamente insisten en que están a la merced del funcionamiento de esta mente secreta. Están acosados por miedos superfluos de si lograrán crecer o no, de si podrán deshacerse de un rasgo negativo o actuar constructivamente; como si todo esto no tuviera nada que ver con sus opciones sino que fuera causado por un poder sobre el que no tienen ninguna influencia. Incluso aquellos de ustedes que ya han tenido considerables percepciones interiores en este camino siguen sin reconocer cuán frecuentemente se sienten así. No lo notan. ¡Si tan sólo revisaran estas reacciones e inmediatamente corrigieran el pensamiento defectuoso que tiene efectos de tan largo alcance sobre toda su evolución, sobre su existencia misma! Todo lo que tienen que hacer después de semejante detección es afirmar con fuerza que ustedes, y sólo ustedes, determinan sus acciones, su conducta, sus decisiones. En el momento en que hagan esto, algo empieza a suceder en su interior, y las facultades hasta ahora no usadas empiezan a manifestarse, primero dándoles una comprensión aún más profunda, y luego fortaleciéndolos para que empiecen a actuar de una manera nueva y más productiva, y estén preparados para lograr su objetivo. En otras palabras, ponen en movimiento causas nuevas al negarse a ser presa de sus propios aspectos destructivos.

Cuando finalmente realizan su potencial y descubren que la solución es muy simple, ocurre una gran transición. Esta depende de su disposición a prescindir de las sutiles simulaciones que tapan sus innecesarias limitaciones. Entonces, cuando prescinden de la limitación misma, pueden salir y obtener lo que desean. En vez de retraerse y evitar a la gente, la buscarán. Por lo tanto, jamás se quejarán de no gustarles a otros. En vez de causar una parálisis de sus mejores facultades, las descubrirán y las usarán. En vez de decirle “no” a la vida, le dirán que “sí”. En vez de esperar impotentemente a que otros, o el destino, o la vida, los conviertan en personas aceptables, y mientras tanto se esconden de sí mismos con miedo, determinarán lo que desean, cómo obtenerlo, qué hacer con las tendencias que no les gustan. El cambio reside en hacer lo mejor que puedan, en lugar de dar la mejor impresión. Si miran todos sus descubrimientos pasados bajo esa luz, pueden determinar la enorme diferencia entre dar la mejor impresión, para que se piense lo mejor de ustedes, y realmente hacer lo mejor a fin de obtener un resultado específico deseado. Esta es la llave misma que determina el verdadero éxito que desean en una vocación, en una relación gratificante, en su crecimiento y en su autodesarrollo.

Independientemente de lo mucho que hayan progresado, todavía conservan una impotencia imaginada hacia la vida, el crecimiento y lo que la vida debe darles. Obsérvenlo y detéctenlo. Encontrarlo es ganar la mitad de la batalla. No pueden hacer un cambio decisivo antes de ver claramente el estado que deben dejar atrás. Si no ven que viven con un cerco alrededor de ustedes, no pueden descubrir que el cerco es imaginario e innecesario. Sólo pueden salir a la gran libertad sin miedo después de descubrir que no se habían atrevido a hacerlo antes.

Es importante, en conexión con esto, que descubran (a) el sentimiento de impotencia, vaga esperanza y miedo de que algo debería o no debería suceder, sin ver cómo pueden influir en ello; (b) la causa exacta de su insatisfacción: cómo pueden actuar como consecuencia de sus errores conceptuales e imágenes, cómo los hacen reaccionar sus emociones negativas, lo que éstas emanan y cómo afecta esto a otros; (c) cómo simulan tener o ser lo que creen que no podrían genuinamente tener o llegar a ser. Las comprensiones claras aplicadas a áreas específicas de su vida interior y exterior permitirá que tengan pensamientos e intenciones constructivos y sanos. Así es como derriban los primeros cercos inmediatos. Esta es una transición importante. La causa y el efecto directos son observables sin necesidad de tener fe mística en asuntos ocultos.

Suelen decir simplemente: “Tengo una resistencia”, y así dejan las cosas, como si no tuvieran otro recurso y tuvieran que esperar pasivamente hasta que la resistencia desapareciera por sí sola. Rara vez se les ocurre agregar: “Aquí está mi resistencia. Ahora que la conozco y la veo, la rechazo. No cedo ante ella. Independientemente de lo que ignorante y erróneamente temo, deseo penetrar detrás de la resistencia. Yo tengo el poder, no mi resistencia. Mi voluntad de estar en la verdad y crecer tiene el poder, es real, y no mis temores vagos e infantiles que causan la resistencia”. Otra actitud prevalente expresa: “Tengo miedo de ser rechazado. Espero lo mejor, pero tengo miedo pues me siento impotente para influir en otros de manera que me quieran”. Después de confirmar esta actitud, les resultará comparativamente sencillo decirse: “¿Por qué no habría de gustarles a los demás? Es importante para mí gustarles. Mis recursos interiores me darán todas las cualidades que necesito. Saldré y me interesaré genuinamente por la otra persona, en vez de sólo fingir. Cuando esté dispuesto a agradar a otros tanto como deseo que yo les agrade, me gustaré más a mí mismo porque no habrá un intercambio, demanda o simulación de mi parte. Por ende, creo en la posibilidad de ser amado. Sinceramente deseo ser muy consciente de lo que me falta, y cambiar. Como YO soy el factor determinante, este deseo debe realizarse en la medida de la sinceridad de mi deseo”.

Esta acción interior significa tomar las riendas de la vida en sus manos. En algunos sentidos, todos están aún dentro del cerco primario en el que no ven la causa y el efecto inmediatos. Son impotentes porque creen que lo son, no porque realmente lo sean. Cuando entiendan todo esto y empiecen a formular pensamientos y corrientes de voluntad claros y fuertes, cuando expresen deliberadamente su intención de cambiar, atravesarán este umbral decisivo.

Formular pensamientos claros y expresar la intención de cambiar por dentro y por fuera no significa que estén suprimiendo o reprimiendo su impotencia negativa y destructiva. Represión es sólo un sinónimo de engaño. Pero cuando ven que se creen impotentes, que su deseo es imposible, y que por lo tanto deben fingir y vivir en la fantasía, pueden entonces empezar a hacer el cambio y vivir en serio, persiguiendo metas reales y prescindiendo de la necesidad de preocuparse por lo que otros piensan.

Pueden suponer que expresar la intención de ya no sentir ni reaccionar de acuerdo con una tendencia destructiva significa reprimirla y sobreimponer una constructividad que todavía no es natural. Sin embargo, reconocer un hallazo negativo no significa permanecer en él ni esperar que suceda un milagro. Así que expresen la necesidad de superar los patrones destructivos y asuman el liderazgo activo de su vida y su desarrollo; entiendan que tienen la última palabra para determinar si van a cambiar o no, y cuándo.

Esto no tiene nada que ver con la sobreimposición ni el pensamiento fantasioso. Declaren, por ejemplo, que desean este tipo de relación y no ese tipo de relación. Declaren que desean un tipo específico de autoexpresión, vocación o profesión, fíjense la meta que realmente desean alcanzar. Luego podrían preguntarse qué piensan hacer para alcanzarla. También pregúntense si creen o no en la posibilidad de alcanzarla. Si la respuesta es no, ¿por qué dudan? Aquí está el vínculo directo de causa y efecto que deben reconocer claramente antes de que puedan ver los vínculos más remotos. Cuando la causa y el efecto no puedan vincularse inmediatamente, cuando estén alejados una o varias veces, el statu quo debe aceptarse temporalmente; pero sólo mientras la causa y el efecto permanezcan oscuros. En el instante en que los vínculos más remotos aparecen, el efecto es el mismo que con los vínculos obviamente directos de causa y efecto: el resultado negativo se disuelve instantáneamente y se crean efectos nuevos. Pero, ¿cómo pueden llegar a ver los resultados más remotos, es decir, los resultados kármicos, cuando no ven las conexiones obvias e inmediatas, accesibles a cualquiera con sentido común que esté dispuesto a vencer la resistencia? Si no pueden ver lo que pueden hacer ahora mismo para cambiar lo que hay en ustedes que constantemente crea resultados indeseables, ¿cómo pueden adquirir una visión más amplia de causa y efecto, tan frecuentemente adjudicada a un destino insondable?

La primera fase, la fase donde la causa y el efecto son obvios si uno decide verlos, no tiene nada que ver con la fe espiritual, con factores metafísicos. Lo único que se necesita es ver lo que está allí, lo que hasta sus amigos más cercanos y más queridos saben pero no se atreven a decirles porque sienten, con razón, que podrían lastimarlos y que ustedes tal vez no deseen aceptar lo que ellos han observado. Debido a su ceguera autoinfligida y temerosa, ustedes están paralizados; no se mueven cuando deberían moverse. Para compensar, luchan y se mueven demasiado cuando deberían estar serenamente quietos. Estoy hablando de los movimientos internos del alma. En un equilibrio adecuado hay calma; sin tensión, permiten que el resultado de sus esfuerzos llegue a ustedes.

Un importante punto distintivo en la evolución de un ser humano es la actitud de la persona hacia el esfuerzo. El esfuerzo libre, voluntario y gozoso es el resultado del despertar espiritual. El esfuerzo que se hace contra la voluntad de uno, que se obliga al individuo a hacer porque la vida así lo exige, es el resultado de estar todavía cercado por una comprensión limitada de la realidad espiritual. Sí, también eso requiere esfuerzo, pues la persona que deja de esforzarse deja de vivir. Pero ese tipo de esfuerzo siempre es fatigoso, siempre contra la corriente. Interiormente, estas personas preferirían no hacer ningún esfuerzo. Su idea de dicha, su meta final de realización, es el no esfuerzo, en un sentido de estancamiento. Su perspectiva se reduce a una creencia de que hay un estado acabado en el que uno no hace absolutamente nada. Les aterra incluso pensar en lo contrario, porque se imaginan que la verdad es laboriosa y está plagada del esfuerzo forzado al que están acostumbrados. Añoran un estado de completo estancamiento, de inmovilidad. Esto sería, de hecho, la muerte.

Las personas que se hallan en esta etapa tienen un miedo particular a la muerte. Para los que ya han comprendido que el esfuerzo es dicha, el movimiento no es una tarea sino la felicidad misma; estas personas no temen la muerte porque no la desean. En esta etapa el esfuerzo se vuelve fácil. Es un movimiento gozoso a un ritmo bello. Esparce más alegría, realización, paz, logro, relajamiento. Al principio uno podría tener que vencer cierta resistencia, pero lo hace voluntariamente, por libre elección, porque el resultado deseado vale el esfuerzo. Vencer la resistencia lleva rápidamente a un estado en que la energía se genera a sí misma. El esfuerzo empieza a fluir libremente y pronto deja de sentirse como esfuerzo. Pasa a ser un movimiento perfecto que lleva cada vez más a un mayor desarrollo y autoexpresión constructivos.

El esfuerzo, contra la voluntad de uno, a fin de adaptarse, obtener aprobación o evitar la desaprobación, o sólo para sobrevivir, crea resentimiento y fatiga, y, por ende, mayor resentimiento al hacer cada esfuerzo más aun más fatigoso. El esfuerzo libre y voluntario, aceptado con ecuanimidad, jamás cansa.

Si contemplan su camino individual desde este punto de vista y cuestionan sus movimientos del alma, amigos míos, podrían descubrir algunas respuestas muy importantes. ¿Qué sienten con respecto al esfuerzo que requiere cada una de sus tareas diarias, el esfuerzo de este Pathwork, el esfuerzo de vivir como tal? ¿Tienen que ser constantemente empujados, tal vez por ustedes mismos así como por la vida, mientras otra parte de ustedes se resiste? Si éste es el caso, el resentimiento contra la vida debe ser más fuerte de lo que piensan. Es importante determinar esto. ¿O han llegado, al menos en ciertas áreas, al punto en que su esfuerzo fluye libremente, donde ya se han vuelto parte del impulso, donde el esfuerzo autogenerado los conduce y ya no tienen que ejercer una disciplina? En este caso, ya no sienten el esfuerzo, sino el movimiento y lo disfrutan. Entonces ya han traspasado en verdad un umbral importante. Pero el esfuerzo voluntario tiene que ejercerlo primero el ser, a fin de que genere el impulso suficiente para que fluya libremente. Cuando esto sucede, todos los bloqueos, todos los problemas, todos los cercos pueden eliminarse con la mayor facilidad. Querer, y expresar el querer ejercer suficiente esfuerzo, sin resentimiento, es posible sólo cuando se entiende que este esfuerzo no lleva a la dificultad, a la esclavitud ni al sufrimiento, sino a una experiencia feliz, a la libertad y al placer.

En el transcurso de los años hemos hablado ampliamente de que los errores conceptuales son responsables de todo el sufrimiento. Esto incluye los cercos ilusorios y el esfuerzo fatigoso, resentido y cansado. Las personas se ponen en la paradójica posición de agotarse en una prisión que no existe. Trabajan como esclavos y se lastiman con el esfuerzo de agitar las barras ilusorias de la prisión, y al mismo tiempo se niegan a salir y moverse libremente hacia una mayor expansión, un dominio gozoso de su ser y la dicha universal.

En la búsqueda de imágenes, en el autodescubrimiento, siguen encontrando cualquier cantidad de errores conceptuales generales y personales. Ahora bien, mis queridos amigos, si toman todos estos errores conceptuales, los juntan y buscan un común denominador, inevitablemente encontrarán que cualquier conclusión equivocada apunta a un concepto limitado de la vida, la creación, el universo y el ser. Sufren porque creen que el sufrimiento es necesario e inevitable. Si creen que deben sangrar, se cortarán. Entonces verán confirmado su error conceptual. Esta es la naturaleza de todas las imágenes. La limitación que uno adjudica a la vida y a su relación con ella siempre se reduce a una actitud arbitraria de “esto o lo otro”. También hemos hablado de esto en distintas ocasiones.

La actitud de “esto o lo otro” limita grave y falsamente la realidad espiritual, las fuerzas cósmicas que tienen a su disposición. Aparte del error conceptual general de que el sufrimiento es necesario, y que por lo tanto debe buscarse, la actitud de “esto o lo otro” tiene tres subdivisiones importantes, contenidas en todas las imágenes colectivas y personales: (1) Si esto es bueno, entonces eso es malo, todo es blanco o negro, bueno o malo. (2) Sólo hay dos alternativas igualmente indeseables; no existe ninguna otra posibilidad. (3) Sólo una, o en el mejor de los casos sólo una cantidad limitada de formas deseables de autoexpresión y realización puede tenerse; hay que renunciar a otras opciones. Es esta realización o la otra, no ambas. Veamos ahora, en este contexto, por qué son falsas y dañinas estas limitaciones.

Cuando buscan claridad sobre un tema y lo consideran simplemente desde el punto de vista de correcto o incorrecto, bueno o malo, ésta es una evaluación superficial e insuficiente que deja fuera muchos aspectos importantes, muchas consideraciones de la realidad que no pueden encontrarse en el estrecho nivel de “esto o lo otro”. El ámbito y la profundidad de la realidad son mucho más amplios. Esto sucede sólo porque no cuestionan el asunto con un espíritu de realmente querer ver si es o no constructivo, productivo, afirmador de la vida y promotor del crecimiento para todos los interesados—y esto, después de todo, es la pregunta central de todos los asuntos de la vida—, o limitante y destructivo. Pregunten, ¿qué hay de constructivo en ello y por qué, y que hay de destructivo?

Están acostumbrados a rápidamente dar por sentada una regla prefabricada, sin cuestionarla. Repiten algo ciegamente, sin saber bien a bien por qué. Y si son desafiados, se sienten arrinconados y se apoyan en la autoridad; se adaptan, sin usar jamás sus propios recursos y su mente para descubrir por qué adoptan o rechazan, por qué condonan, por qué condenan. No se les ocurre pensar que otras consideraciones aparte de bueno o malo podrían aplicarse a un tema. Cuando omiten cuestionar los temas reales, pasan por alto el ámbito más grande, que podría llevarlos mucho más allá del cerco de sus normas no cuestionadas. Este cerco parece una protección contra la desaprobación o el rechazo. Pero se aprisionan, y el resultado es que tienen que lidiar constantemente con las opciones incorrectas, opciones que no existen en la realidad. Adoptar puntos de vista y normas sin cuestionarlas ni sondearlas, sin tocar los temas reales, sin siquiera la voluntad de ver lo que es realmente importante y verdadero, proviene del interés en obtener aprobación, desechar la desaprobación, y no por una preocupación sincera por el tema mismo. Aquí encontramos de nuevo lo que mencioné primero: vivir con integridad versus vivir en la simulación.

Veamos ahora el segundo “esto o lo otro”, la opción entre dos alternativas igualmente indeseables. Desde luego, esta perspectiva limitada y negativa debe ser el resultado de una conclusión equivocada igualmente negativa y equivocada. La falsedad sólo puede generar más error; no puede generar verdad. Las conclusiones equivocadas son siempre el resultado de ideas obsoletas y rancias que no se han cuestionado. Si no se atreven a cuestionar sus tabúes, no podrán ampliar el horizonte de su vida y descubrir que hay tantas posibilidades hermosas. Entonces estarán condenados a elegir entre alternativas igualmente indeseables y dolorosas.

El tercer “esto o lo otro” es la suposición de que sólo existe un grado limitado de realización y felicidad. Tienen que escoger entre este o el otro objetivo, la realización de este o aquel deseo. También creen que su felicidad o realización les quita algo a otros, así que no se atreven a desear la propia, por miedo a ser egoístas. Dentro del cerco, el universo es tan limitado que no hay espacio suficiente para una vida plena para cada ser creado, y su realización en un área parece privar a otro de esta realización en particular. Pero más allá del cerco, donde no existen ni la envidia ni los celos, no hay esta limitación. Allí el universo se ve como realmente es: ilimitado. Dentro del cerco, piensan que deben elegir. Más allá del cerco, no hay que hacer esas elecciones.

No pueden pasar más allá del cerco a menos que descubran que son criaturas libres con responsabilidad. Parte de esto es la voluntad y el anhelo de cuestionar todas las doctrinas, reglas, reglamentos y opiniones que se les dan. Este cuestionamiento debe hacerse minuciosa e independientemente, sondeando en profundidad las cuestiones en verdad importantes de vivir y crecer. Deben negarse a aceptar un punto de vista a menos que ustedes mismos se hayan convencido de su validez. Son ustedes quienes deben aprender a determinar qué quieren, qué piensan, cuánto están dispuestos a invertir para obtener lo que desean, y si lo que esperan a cambio de su inversión es justo. Deben aprender a ahondar en ustedes a fin de reunir los recursos y la fuerza necesaria desde dentro, a fin de obtener lo que desean. Si declaran que lo desean y quieren establecer la precondición necesaria dentro de ustedes, la respuesta debe provenir de su Ser Superior. Encontrarán las capacidades que necesitan. La formulación y la articulación claras y concisas de lo que desean, en qué sentido necesitan crecer y dónde requieren ayuda les traerá respuestas desde la fuente más profunda de la verdad y la sabiduría interiores, desde las fuerzas cósmicas dentro de ustedes.

Cuando entiendan plenamente las conexiones más accesibles de causa y efecto que están dentro de los primeros cercos, las secciones más cercanas de su laberinto privado, podrán entonces eliminar cercos que son el resultado de conexiones más remotas. ¿Cómo pueden entender una condición kármica si no experimentan primero plenamente la verdad de la causa y el efecto inmediatos? Por ejemplo, tienen una relación discordante, pero no ven cómo contribuyen a ella constantemente con sus acciones, pensamientos y sentimientos. Después de que se dan cuenta de esto, tienen la capacidad de cambiar inmediatamente la relación. Pero cuando siguen adelante en su ceguera, llegarán al punto en que se encuentren solos, en que no tengan ninguna relación, en que vivan en condiciones en las que parezca casi imposible crear una relación nueva. Esta condición es, entonces, un efecto no tan fácilmente perceptible. Pero cuando las conexiones más inmediatas se han trabajado a fondo, también llegarán a entender y experimentar las más remotas.

A fin de lidiar con las situaciones de causa y efecto menos obvias, es importante que entiendan una aparente contradicción. Por una parte, a través de una comprensión más profunda de ustedes mismos de y la ley espiritual empiezan a darse cuenta de que el sufrimiento es innecesario. Por otra parte, la aceptación de lo que es y la renuncia del voluntarismo son necesarios ambos para estar en armonía interna. Esto parece, efectivamente, una contradicción que puede dar lugar al desconcierto y la confusión. Ahora bien, cuando hablo de aceptación, ¿me refiero a la aceptación del sufrimiento? Desde luego que no. En un sentido indirecto puede parecer así temporalmente, pero el énfasis es diferente por entero. Tienen que aprender a aceptar sus limitaciones y los resultados de éstas. Si se rebelan contra su dificultad presente, que es el resultado de su ignorancia pasada, obstruyen la remoción de la causa que creó la dificultad para empezar.

Aceptar sus limitaciones no significa resignarse a un estado limitado. Más bien, significa una verdadera autorresponsabilidad. Significa darse cuenta de que nada interfiere en su libertad, que son criaturas libres aun antes de ser conscientes de su propia fuerza y libertad. Es realmente maravilloso que sea así. Cuando no pueden aceptar sus limitaciones, no aceptan su responsabilidad; por lo tanto, no pueden salir del cerco. Tienen que aceptar las consecuencias de su ignorancia pasada, pero sólo mientras persistan en retener la ignorancia o el error conceptual específico que ha creado el sufrimiento. En el momento en que verdaderamente decidan cambiar—y eso requiere el valor de la autohonestidad implacable—la causa negativa pasada se disuelve y sienten la libertad interior de expresar la felicidad, de desearla completamente, sin tensión, sin urgencia, sin culpa, sin miedo a la infelicidad. Con serenidad y con certeza, sabrán que pueden tener toda la felicidad que desean, que su felicidad no interfiere en ningún asunto constructivo del mundo ni priva a nadie de nada. Nada se interpone en su camino. Esta será la condición de su alma en el momento en que estén verdaderamente dispuestos a cambiar la causa que ha traído el efecto de la infelicidad. Cuando tomen sin titubeos esta decisión, entonces las conexiones de causa y efecto más lejanas también se volverán inmediatamente accesibles.

Cuanto más establezcan y experimenten los vínculos entre causa y efecto, más seguros se sentirán y más confiarán en la naturaleza del universo y su carácter benigno. A medida que rompan cerco tras cerco, emanarán una corriente de confianza que tendrá su efecto positivo. En otras palabras, cuando se encuentren en una posición que evidentemente es el resultado de una larga reacción en cadena de creencias negativas y errores conceptuales, ya no se sentirán impotentes acerca de su condición. Al cambiar su conciencia interior, expresarán confiadamente su deseo de realización, con el conocimiento de que esto va de acuerdo con la realidad espiritual. Así construyen una condición nueva. Esta expresión de confianza es posible después de experimentar una y otra vez su verdadera individualidad y sus resultados, lo contrario del aprisionamiento y sus resultados. La convicción de que la ley de causa y efecto debe cumplirse traerá su prueba. La confianza que emiten debe regresar a ustedes. Sabrán sin lugar a dudas que, así como sus conceptos limitados produjeron sus resultados limitados, así sus conceptos expandidos de la abundancia de la creación producirán, correspondientemente, su propia recompensa. Esta convicción es un rayo que se expande y debe regresar con plenitud.

Sé que ésta no ha sido una conferencia fácil. Requerirá un estudio interior muy intensivo y, sobre todo, la aplicación a ustedes mismos, para que su comprensión no sea sólo general y teórica. Deben determinar dónde se limitan a un concepto de “esto o lo otro” en la creencia de que el sufrimiento es inevitable, en la ignorancia del poder inherente a su conocimiento, y por no tener una formulación concisa de sus intenciones. De ese modo su universo está cerrado, y sus cercos, bien plantados. Instituyan su propio impulso para que entren en el esfuerzo fácil para proseguir su desarrollo, la remoción de sus cercos y su autoexpresión. El esfuerzo fácil debería convertirse en el movimiento de este camino mismo.

¿Tienen alguna pregunta?

PREGUNTA: Mi hija necesita un poco de guía y más ayuda. El verano pasado usted la ayudó con algunos consejos con respecto a sus culpas. Ella ha descubierto que tenía usted razón, pero no ha podido establecer una conexión emocional. Ha tratado y se ha esforzado mucho, pero no ha sido un esfuerzo fácil…puedo ver eso. Fue frenética en sus intentos. Y no sé si eso bloquea el resultado. No puede cambiarse a la corriente del “sí”. ¿Cuál es el siguiente paso?

RESPUESTA: A veces es imposible indicar un siguiente paso expecífico, pues esto depende de cómo responda la persona. Cualquier número de aspectos podría conducir al mismo problema. El siguiente paso podría ser cuando ocurra una respuesta interior, así uno tiene que tratar hasta que encuentre un enfoque al que ella pueda responder. No importa cuál sea el ángulo. La respuesta reside en buscar el enfoque en el que en el momento se resista menos y tenga menos miedo.

Uno de sus grandes obstáculos es un “esto o lo otro” tremendamente fuerte. Es inusualmente fuerte en su caso. Es: “O soy feliz o soy infeliz. Si soy feliz debe haber perfección en todas las situaciones. Entonces viviré. Si soy infeliz, debo morir”. No hay nada entre la dicha perfecta y la aniquilación perfecta. Esto es lo que la pone tan frenética.

El consejo que podría ayudarla a sobrepasar el embrollo actual es que trate de ponerse en contacto con la inteligencia cósmica ilimitada dentro y alrededor de ella, ayudarla a ver que “esto o lo otro” es algo falso e ilusorio. Mientras los humanos deseen experiencias positivas por miedo al opuesto negativo, viven en la confusión y el error; por lo tanto, sus pensamientos y emociones están abarrotados con escombros, y son una obstrucción más que una ayuda hacia la adquisición de lo que es benéfico. Esto es lo que expliqué sobre la aparente contradicción entre la aceptación y el conocimiento de que el sufrimiento no es necesario. Es difícil alcanzar el estado de expresar una corriente del “sí” para la felicidad cuando uno teme lo opuesto.

No importa por qué camino lleguen a la verdad. La verdad es que no hay nada que temer, no hay sufrimiento. Pueden llegar a esta conclusión descubriendo que es innecesario aceptar el sufrimiento, y pueden lograr deshacerse del miedo. O pueden llegar a la misma conclusión teniendo que atravesar el miedo a fin de descubrir que era una ilusión. Detrás del muro del sufrimiento aparente, o de la aniquilación o el temor, se encuentra la realidad espiritual de la dicha eterna e inmutable. En su meditación debe trabajar con este factor, expresando el deseo de adquirir un concepto verdadero sobre su miedo frenético. Entonces desaparecerán los bloqueos y el camino se abrirá. Si verdaderamente desea eliminar la amenaza imaginaria, formular concisamente lo que teme, y luego desea convencerse de su irrealidad, la respuesta debe llegar. Siempre que uno medita de esta manera, de buena fe y con sinceridad, con toda su voluntad, las respuestas llegan.

Si sólo pueden utilizar a medias y aplicarse lo que he dicho esta noche, de hecho empiezan a disolver los cercos a y enviarlos a la nada, que es de lo que realmente están hechos. No tienen una sustancia real. Cuando descubren la libertad, cuando se dan cuenta de que no hay cadenas, ni cercos, mi muros de prisión, que no son impotentes, que pueden influir y moldear constantemente su destino, su vida inmediata, entonces la suya es una felicidad que no pueden imaginar. Está en la valentía de vivir, en la belleza de experimentar, en la rica variedad de vivencias sin sentirse acosado y en la dicha de crecer constantemente y sin esfuerzo. Esta dicha no puede describirse. Todo esto les espera. Está ahí mismo, donde están ahora.

Los bendigo de nuevo amigos míos, con todo el amor que existe en el universo, con toda la fuerza. Háganla propia, pues esta fuerza es fácil. Al conocer la verdad, deben descubrir que son en efecto libres para usar las riquezas que Dios tiene para ustedes. ¡Queden en paz, queden en Dios!

Dictada el 30 de octubre de 1964.