Conferencia 138. El predicamento humano del deseo y, al mismo tiempo, el miedo a la cercanía
Saludos, mis muy amados amigos. Les traigo bendiciones para esta reunión y para cada paso que den y cada esfuerzo que hagan en su crecimiento y desarrollo. Que esta conferencia sea otro escalón más en su camino hacia la individualidad y la autorrealización.
La lucha más grande de los seres humanos se da entre su deseo de vencer el aislamiento y la soledad y su miedo simultáneo a tener un contacto cercano e íntimo con otro ser humano. Muchas veces el deseo y el miedo son igualmente fuertes, de modo que las personas se sienten empujadas en direcciones opuestas. Esto causa una tremenda tensión. El dolor del aislamiento siempre empujará a las personas a intentar escapar de él. Cuando parece que estos intentos van a fructificar, el miedo a la cercanía las induce a retraerse otra vez y a alejar al otro. Y así se desarrolla el ciclo. Los seres humanos primero erigen y después destruyen las barreras entre ellos y otros.
Todos los individuos que se encuentren en un camino como éste deben ver tarde o temprano su propio predicamento desde esta perspectiva. Todas sus perturbaciones, sus desarmonías y sufrimientos pueden reducirse finalmente a la lucha entre el deseo y el miedo a la cercanía como simple común denominador. Su destructividad y su insistencia en aferrarse a ambos sentimientos son las barreras que los mantienen separados de otros.
Su relación con otra persona sólo puede tener éxito cuando están motivados por su ser más íntimo. Si la relación está determinada únicamente por el intelecto y la voluntad exteriores, estas facultades no podrán encontrar el delicado equilibrio de permitir su autoexpresión y recibir también la autoexpresión del otro. Como no puede establecerse ninguna regla acerca del ritmo de este intercambio mutuo, el cerebro exterior no puede establecer el equilibrio. Tampoco puede la mente del ego encontrar el equilibrio entre la autoafirmación y la renuncia, o entre la participación activa y la pasiva. Es imposible determinar estos delicados equilibrios de una manera prescrita. Sin embargo, el intelecto exterior es un instrumento que prescribe, predetermina y piensa mecánicamente; determina reglas y leyes. Por sí mismo no es suficientemente intuitivo y flexible para enfrentar cada momento como se presenta y para responder a él adecuadamente. Para tener una respuesta flexible deben activar el núcleo de su ser. Entonces la relación con otro puede ser espontánea y mutuamente satisfactoria.
Si no están en contacto con su ser más íntimo, no pueden funcionar apropiadamente cuando la vida requiere respuestas creativas, ni pueden hacer contacto con el ser más íntimo de otra persona. Pero esto, después de todo, es la verdadera relación, la cercanía que elimina el aislamiento. La autoexpresión íntima y la relación fluyen con la corriente de la vida y traen una paz dinámica. Todo lo demás es tensión, esfuerzo y una disciplina difícil, que no son conducentes a la gran libertad y la alegría de la intimidad.
Como ya lo saben, los seres humanos están aterrados de sí mismos. Hacen todo lo posible por evitar encararse. Cuando ustedes han superado una dificultad y una resistencia específicas, descubren que sus miedos eran injustificados. Sienten alivio, junto con instantes de vitalidad, porque en un momento en particular han hecho contacto con su ser más íntimo. Cuando este ser íntimo se evade, el contacto real con otros es imposible. También saben que la evasión puede existir en muchas formas. Si no han contactado primero a su ser real, no pueden permitirse la libertad y la falta de control necesarios para responder desde dentro.
¿Por qué es tan grande el miedo del ser y el miedo de entrar en contacto con otros? Básicamente, el miedo se debe a los propósitos destructivos de la gente, y específicamente al propósito de ustedes de no querer entregarse a la vida. Al hacer el trabajo en un camino como éste, muchos de mis amigos se han topado exactamente con este tipo de actitud en lo más profundo de ellos. Si todas las personas estuvieran en verdad dispuestas a dar lo que son, tanto su potencial como sus seres ya realizados, si ofrecieran de buena gana lo mejor que tienen a la vida y deliberadamente se fijaran este objetivo, no estarían en conflicto ni con ellas mismas ni con la vida. Cada uno de ustedes tiene muchos valores maravillosos que pasan por alto o vagamente sienten. E incluso cuando sí los sienten, no se les ocurre ofrecer estos valores a la vida. Una vez que hagan eso con deliberación, algo seguramente empezará a pasar. Tendrá lugar un gran movimiento interior que no hay por qué temer, pues todo debe suceder en orden y armonía bellos.
Ustedes, como individuos, pueden transformarse de ser criaturas aisladas que guardan sus valores para sí mismos, dejándolos a veces completamente ociosos, jamás con la intención de darlos en beneficio de la vida y la evolución, salvo de una manera vaga. En el momento en que hagan la transición al nuevo estado de dedicar deliberadamente lo mejor de ustedes a la vida, el cambio que se producirá en su interior y en su experiencia de vida exterior será tan drástico que no hay palabras para describirlo. Lo que era difícil, laborioso, aterrador, desolador y solitario se volverá fácil, autoperpetuante, relajado, seguro y brillante. Sentirán un profundo sentido de unidad con el mundo, con otros, con todo el proceso de la creación.
Hasta que esta transformación tenga lugar, estarán eternamente en el remolino de querer y temer la misma cosa. Y esto es innegablemente una tortura. En ocasiones desean más: en otras, temen más. El resultado será problemático, doloroso y plagado de conflictos porque jalan y empujan en direcciones opuestas. En el momento en que cambien su actitud de la manera en que acabo de describir, todo caerá en su lugar automáticamente. Esta es la verdadera clave. La lucha de querer y temer la cercanía con otros, así como de querer y temer el contacto íntimo con el ser más profundo de uno, no puede resolverse decidiéndose a renunciar a una de las dos alternativas de cercanía o separación. Esto jamás funciona. Sólo puede resolverse cuando se renuncia a los propósitos negativos y destructivos, y lo mejor que hay en ustedes se ofrece gozosamente a la vida. Sólo entonces experimentan que no hay nada que temer de la vida salvo su propia destructividad. Cuando se renuncia a esta destructividad, se encuentra la clave de la vida.
Dediquen algunos minutos todos los días a pensamientos como éstos:
“Lo que ya soy, quiero dedicarlo a la vida. Deliberadamente quiero que la vida haga uso de lo mejor que tengo y de quien soy. No sé en este momento de qué manera podría suceder esto, e incluso si tengo ideas, permitiré que la gran inteligencia y sabiduría que residen en lo más profundo de mi ser me guíen. Dejaré que la vida misma decida cómo puede tener lugar un intercambio fructífero entre ella y yo, pues cualquier cosa que yo le dé a la vida, la he recibido de ella, y deseo devolverla al gran reservorio cósmico para que otros se beneficien más. Esto, a su vez, debe enriquecer mi propia vida en la misma medida en que voluntariamente le doy a la vida: pues en verdad la vida y yo somos uno”.
Cuando le retengo a la vida, me retengo a mí mismo. Cuando les retengo a otros, me retengo a mí mismo. Lo que ya soy, deseo que fluya a la vida. Y si hay algo más en mí que pueda utilizarse, y que espera aún su fructificación, pido, decido y deseo que se le dé un uso constructivo, de manera que pueda enriquecer la atmósfera que me rodea”.
Si estos pensamientos se llevaran deliberadamente adelante y esto se hiciera con profundidad de propósito, los problemas tendrían que resolverse, el dolor cesaría, aparecerían las soluciones en el horizonte, incluso si se tratara de problemas que hasta ahora parecían absolutamente insolubles. Puedo asegurarles, amigos míos, que esta promesa, así como todas las otras promesas que les he hecho se confirmarían y resultarán ser ciertas.
Por otra parte, si al pronunciar estas palabras sienten una aversión interior, una corriente del no o una resistencia, entonces sabrán a qué se debe el dolor que sienten en su aislamiento y el dolor que experimentan cuando se relacionan con otros. Ambos deben ser iguales. En el grado en que sufran por su aislamiento, en ese grado la interrelación será problemática y dolorosa para ustedes. En el grado en que evadan la superación del aislamiento, éste debe de ser doloroso. La clave reside en el deseo de ofrecer a la vida lo que ya son y cualquier cosa más que aún puedan llegar a ser. Cuando atiendan este deseo, automáticamente liberarán y harán fructificar más potencialidades ocultas de las que pueden visualizar en este momento en el que todavía están en su doloroso aislamiento.
El segundo enfoque para alcanzar esta gran armonía con el universo, con su ser real y con otros, es cultivar una actitud general en la profundidad de su ser que sea compatible con los poderes superiores en el núcleo de su ser. Tal actitud compatible significa un ánimo constructivo completo en todas las actividades, en todos los deseos y en todos los propósitos. Si se enfrentan a cada situación plenamente y con honestidad total, y no de la manera habitual y superficial con que enfrentan las situaciones de la vida, los propósitos destructivos inconscientes deben desaparecer. Prestar sólo una atención superficial al ser tal como se manifiesta en las situaciones de la vida los lleva a pasar por alto el hecho de que muchas veces dan por sentada una meta positiva general que es sólo secundaria, mientras que el propósito primario de la personalidad es, de hecho, destructivo. Tapar el propósito destructivo, más poderoso, puede hacerse de manera sutil, pero, no obstante, tiene un gran impacto. A través de enfrentar totalmente cada asunto a medida que se presenta y de prestar una atención total a todos sus aspectos, incluidos sus sentimientos y deseos reales, descubrirán cuál es realmente su actitud y cómo podría ser más constructiva, más sincera y más justa. Si cultivan este enfoque entonces su ser exterior será compatible con los poderes divinos que residen en ustedes.
Hay quienes cultivan sólo uno de estos dos enfoques. Algunos se concentran sólo en la activación de los poderes ocultos; otros se concentran en encararse a sí mismos y su destructividad exterior para eliminar esta última. Ambos enfoques tienen un gran valor, pero si se persigue uno sin el otro, los resultados serán limitados. Es muy fácil pasar por alto lo que está realmente allí: en el primer caso se pasa por alto la negatividad; en el segundo enfoque, la falta de conciencia de los potenciales positivos limita las oportunidades de su realización. La manera más eficaz es aplicar ambos enfoques. Si se cultivan los dos, y si al mismo tiempo desean de verdad contribuir a la vida de cualquier manera posible con todo lo bueno que hay en ustedes, verán el tremendo poder que se manifiesta en su ser. Experimentarán la paz, la seguridad y la vitalidad que deben expresarse cuando el ser interior de uno se activa.
Otra barrera contra querer enriquecer la vida con la fuerza total del ser es el arraigado error conceptual de que si enriquecen la vida, ustedes se privarán. Y a la inversa, creen erróneamente que sólo cuando arrebatan y se interesan nada más en su propia ventaja pueden enriquecerse y hacer justicia a su placer y a sus deseos. Esta convicción arraigada los gobierna y los motiva, al menos en cierta medida. Precisamente donde existe esta convicción en su vida se encuentran con problemas y frustraciones, porque la falsedad de la convicción los lleva a actuar, pensar y sentir de una manera que es perjudicial para la vida, para otros, y por lo tanto, inevitablemente para ustedes. Como no se dan cuenta de la fuerza de su convicción errónea, y ni siquiera de que es una convicción errónea, no entienden por qué sus esfuerzos no producen buenos resultados. Se ven más y más envueltos en la confusión y en las reacciones en cadena negativas, cuya naturaleza y significado no pueden entender.
No hay nada más alejado de la verdad que su convicción de que se trata de ustedes versus la otra persona. Por lo tanto, les recomiendo una meditación profunda en la que se propongan principalmente determinar en qué sentido y en qué medida tienen esta creencia errónea. Una vez que sean completamente conscientes de cuánto los controla esta creencia en el nivel del ego, les aconsejo que piensen en estas palabras y traten de entenderlas en el nivel que tiene el punto de vista opuesto y verdadero. Confronten este concepto egotista con el conocimiento más profundo de que sólo si desean enriquecer la vida pueden saber que ningún placer en el que puedan pensar necesita negárseles. Entonces toda su psique estará constructivamente orientada; se les manifestará el placer más grande porque están activados y movidos constructivamente, y no por egoísmo ni por cualquier otra actitud destructiva. El aislamiento, y la actitud de “yo versus el otro”, serán reemplazados por “yo y el otro”.
Cuando su psique esté orientada a “yo y el otro”, deja de haber un conflicto entre dar y recibir. Ya no hay una negativa a enriquecer la vida; en consecuencia, el dolor y el sufrimiento profundos, el aislamiento y el conflicto, la culpa y la frustración deben cesar. Entonces las personas no tienen que atravesar la terrible lucha que padecen en su aislamiento: querer relacionarse con otros y, sin embargo, en el minuto en que lo logran, alejarlos. Y en el instante mismo en que las personas derriban barreras porque el dolor del aislamiento se vuelve insoportable, ya han erigido barreras nuevas porque el miedo a la cercanía los agobia. Este miedo viene de la falsa convicción negativa de que deben protegerse si no quieren ser aniquilados. Y las personas sostienen esta falsa convicción de la naturaleza maligna de la vida sólo en la medida en que sus propios propósitos interiores son, por lo menos en parte, destructivos y malignos. Este círculo vicioso entre la malignidad de la vida y la propia necesidad de ponerse en contra de ella sólo puede romperse cuando uno desea contribuir generosamente a la vida. Entonces, y sólo entonces, descubrirá la persona que la vida es tan benigna como su ser más íntimo; ni más ni menos.
El miedo a la unión, a buscar a otros y a tener un contacto íntimo con ellos existe mientras la psique del individuo tenga una orientación negativa. En un caso así, la unión debe ser aterradora y parecer una cuestión de “yo versus el otro”. Mientras la profundidad de su propia psique sea aterradora—y parecerá serlo cuando tengan propósitos negativos y destructivos—, la libre autoexpresión es peligrosa, el contacto con otros es peligroso y la entrega del ser a la dicha de la unión debe evitarse desesperadamente porque amenaza con eliminar el control. Sin este control, sus propósitos destructivos podrían adueñarse de ustedes y llevarlos a la aniquilación. Mientras los propósitos destructivos persistan y preocupen a la psique, perder el control debe parecer la muerte, la renuncia a la individualidad y a la seguridad. Por lo tanto, a fin de preservar la propia individualidad, la única vía posible parece ser la construcción de barreras alrededor del ser. Sólo esto parece mantenerlo intacto. La tragedia inherente es que mientras existan en la psique metas destructivas, el aislamiento le da a uno un sentido de identidad y parece proteger su individualidad. Sin embargo, sólo en un contexto negativo lleva la pérdida de control a la muerte o a la pérdida del dominio sobre uno mismo. A final de cuentas, este conflicto causa perturbación mental.
Pero cuando su psique ya no crea en “yo versus el otro”, sino en “yo y el otro”, y cuando, en consecuencia, den lo que tienen y lo que son a la vida, entonces no temerán la pérdida de control porque la pérdida de control del ego conducirá a un mayor control en un sentido más pleno y sano. Con una psique completamente constructiva, la personalidad puede confiar en sus expresiones espontáneas y libres. Puede entregarse a los poderes interiores, de manera que exista una unidad vibrante y fluida entre el ser y la fuerza vital. Esto parece un acto que renuncia al control directo. Pero por medio de este acto se activan poderes más constructivos que están en lo más profundo del ser; vuelven a éste más adecuado y le dan un mayor control sobre la vida para que pueda determinar su propio destino de la mejor manera posible.
Cuando hay negatividad en la psique, el aferramiento tenso al ser es necesario. De lo contrario, los propósitos destructivos no sólo son exhibidos ante el ser y otros, sino que surge el miedo de que se adueñen de uno y se manifiesten en acciones destructivas. De ahí que el control parezca necesario, un control que impide la unión, la libre expresión y la vida relajada y feliz. Cuanto más tenso es el control, mayor es el peligro de que este movimiento interno falso se torne insoportable en su tensión hasta que la psique exhausta se pierda en un proceso extenso de autoenajenación. Esto explica la aparente paradoja de que renunciar al control lleva a un mejor control, mientras que el aferramiento tenso al control debe llevar finalmente a la pérdida del control. Todas las grandes verdades espirituales parecen contradictorias en la superficie. A fin de percibir la unidad detrás de estas contradicciones, necesitan escuchar con su ser interior y no tratar de comprender meramente con su intelecto. La mejor manera de comprobar estas afirmaciones es viviendo su verdad, y esto sólo puede hacerse transitando los pasos de su camino.
Muchos de ustedes, amigos míos, están muy cerca de este umbral, de esta importantísima transición en la que dejan atrás la vida aislada del egocentrismo y la avaricia. Exigen lo máximo de los otros y al mismo tiempo temen que los otros no sólo no satisfagan sus exigencias, sino que también les exijan lo que ustedes sienten que es peligroso dar. Cuando una persona está todavía en este estado, debe de sentirse profundamente afligida. Pero el umbral para pasar de dicho estado enajenado al nuevo estado armonioso descrito en esta conferencia está muy cerca y es muy fácil de trasponer.
Si permiten que estas palabras no llenen sólo su intelecto, sino también su ser interior, y se vuelven sinceros en su buena voluntad de encontrar la verdad de “yo y el otro”, experimentarán lo segura, fácil y feliz que se vuelve su vida cuando se deshacen de la falsa necesidad de perseguir metas negativas. Al querer engañar a la vida, a otros y a ustedes mismos, con mala fe, retienen lo mejor de ustedes en favor de la llamada seguridad y satisfacción de sus propósitos negativos. Estos propósitos negativos tienen que volverse tan conscientes que puedan literalmente verlos a la cara. Sólo entonces podrá la personalidad comprender tan completamente su inutilidad que se deshaga de ellos. Ya no necesitarán pelear ni obstruir lo que más desean; es decir, la profunda satisfacción de ser totalmente ustedes, lo que también significa ser aceptados por otra persona como realmente son, sin máscaras ni simulaciones, sin mecanismos de separación que todavía piensan que tienen que usar. Cuando se deshagan de las máscaras y las barreras que tan fervientemente han erigido toda su vida, serán libres y sabrán que lo que son es bueno. Pero este conocimiento sólo puede llegar cuando ofrezcan a la vida aquello que ya es bueno en ustedes.
“Yo versus el otro” es toda la lucha humana. Por sencillo que esto suene, ustedes como individuos no pueden entender estas palabras a menos que hayan hecho algún progreso en un camino que conduzca a lo más profundo de su ser. Entonces sabrán lo que significan estas palabras. A medida que aprendan a asimilarlas interiormente, se acercarán más a trasponer este umbral. Todos ustedes puedan dar ahora el primer paso con una muy sencilla meditación:
“Decido renunciar al error de ‘yo versus el otro’. Realmente no hay un conflicto; por lo tanto, puedo darme por entero. No sólo pido la ayuda de mi ser más profundo, sino que decido dar lo mejor que soy a la vida, sin miedo. Cualquier temor que aceche todavía dentro de mí es un error, y decido liberarme de este error y entregarme a los poderes divinos, a los cuales me abro totalmente. Deseo profundamente comprender la verdad de ‘yo y los otros somos uno’, en el entendimiento de que no hay conflicto. Por lo tanto, puedo dar de mí lo mejor que soy. Me rindo a esas fuerzas superiores, para que este don de mí pueda ocurrir en armonía, en corrección, sin tensión ni esfuerzo”.
Cualquiera que medite de esta manera aumenta el poder, la vida, la paz y la luz interiores. Entonces, tarde o temprano, toda lucha y dolor deben desaparecer en proporción exacta a como esta actitud verdaderamente se sienta y se viva. Usen esta llave, amigos míos, y todo lo demás se les dará por añadidura. Esta es la clave más grande que muchos de ustedes están en verdad listos para usar, con tal de que eviten recurrir a palabras superficiales que no tengan ningún significado interno. Muchos de ustedes están ahora en el punto en que realmente pueden tomar estas palabras en serio e iniciar esta nueva actitud. Y entonces empezará de verdad la vida para ustedes.
Los primeros pasos pueden ser usar esta fórmula sencilla y bella como actitud general hacia la vida. Cuando pongan a prueba este enfoque fundamental hacia la vida, podrán aplicarlo a problemas específicos. Cuando los examinan de cerca, todos los problemas pueden reducirse finalmente al simple común denominador del miedo a darse y de cultivar una actitud negativa, destructiva o por lo menos negadora hacia la vida. Por eso tienen el problema, y mientras esta actitud persista, el problema específico seguirá existiendo. No pueden lidiar con ciertas situaciones de la vida precisamente porque se cierran y porque creen en “yo versus el otro”. Las consecuencias son que por medio de una serie de reacciones en cadena negativas en realidad están siendo perjudicados, así que parece que la conclusión de “yo versus el otro” fuera una suposición correcta. Cuanto más se adhieren a esta suposición, más estafados deben sentirse en las áreas problemáticas.
El hecho curioso es que las personas pueden estar perfectamente conscientes de la verdad y tener una actitud positiva y constructiva hacia la vida en ciertas áreas. Por lo tanto, están realizadas y felices en esas áreas, donde no hay lucha ni conflicto, y donde todo procede fácilmente, porque las reacciones en cadena positivas se perpetúan a sí mismas. Al mismo tiempo, en sus áreas problemáticas, las personas responden a la vida de una manera totalmente opuesta, y sin embargo, nunca se dan cuenta de la diferencia en su respuesta. No ven que su perspectiva es la razón de su “buena suerte” o su “mala suerte”, de su realización o su frustración. Por esto, la autoconfrontación y el ver lo que uno realmente piensa, siente y hace tiene tan enorme importancia.
Cuando descubran la diferencia en su actitud hacia diversos aspectos de la vida y vean la diferencia correspondiente de manifestación y experiencia en ellos, les será más fácil renunciar a la resistencia a usar la clave de querer dar lo mejor de ustedes a la vida.
PREGUNTA: ¿Puede explicarnos con más detalle cómo conduce el aferramiento al control a la pérdida de control?
RESPUESTA: Cuando existe el conflicto porque creen en “mí versus el otro”, deben ejercer un control fuerte. Dicen entonces: “Debo aferrarme a mí mismo, pues de lo contrario saldré perjudicado”. Este control se basa en una conclusión equivocada, proviene de un concepto dualista de la vida, y por lo tanto debe ser un control perjudicial y limitante. Les pone grilletes a sus mejores facultades e impide que las mejores facultades de otros los alcancen y los afecten. Mientras ejercen este control, lo mejor de ustedes no puede aflorar y alcanzar a otros. Lo mejor de otros no puede alcanzarlos.
El control en este caso es un muro estrecho de miedo y de la creencia dualista en la que los seres humanos deben defenderse de la vida reteniendo lo mejor que son y lo mejor que pueden ser. Esta creencia erige un muro impenetrable de errores y defensas. Cuanto más fuerte sea el control, más grande será el muro, y más enajenado estará el individuo de lo mejor que tienen él y otros de todo lo que es verdadero, real constructivo, vivo y dichoso. Detrás del muro, uno sufre la separación de lo mejor de la vida, que también incluye lo mejor de uno mismo.
Cuando la usan la energía constantemente de una manera inútil y poco fructífera, como levantar muros que dejan fuera lo mejor de la vida, debe llegar el momento en que pierdan el control y, por lo tanto, no sean capaces de lidiar con la vida tal como ésta se presenta. Entonces son incapaces de usar sus valores personales porque tienen demasiado miedo de encontrarlos. Hallarlos y ser conscientes de ellos conduce a un flujo natural de unión que permite a otros compartir sus valores. Esta es la naturaleza de cualquier cosa buena. Dios no puede existir por sí mismo. Debe comunicarse a otros; siempre incluye a otros. De este modo, cuando ustedes temen ser incluidos con y por otros, se ven forzados a negar lo mejor que tienen. Todos pueden verificar esto cuando detecten un leve sentimiento de ansiedad e incomodidad ante la idea misma de permitir que lo mejor se ustedes se muestre. Hay un mecanismo que impide esto, que hace que parezca más seguro ser improductivo, desprovisto de aspectos naturalmente orientados a incluir a otros y a unirse con la vida. Desde luego, la ironía es que sin estos valores las personas no pueden vivir y lidiar adecuadamente con cualquier cosa con la que se topen. Por lo tanto, el control que prohíbe a las personas y las protege de la vida debe conducir a una pérdida de control, a una incapacidad de lidiar con la vida, sea cual sea la manera en que esto se manifieste para un individuo.
Cuando están en la unidad de ser, no hay ningún “esto o lo otro”, pues siempre es “yo y el otro”, y entonces no hay conflicto alguno entre dar y recibir. No puede haber conflicto de control. Si no temen dar, pueden recibir plenamente; nunca podrán ser privados de nada. Cuando temen dar, no pueden abrirse a recibir. Es imposible. Por lo tanto, constantemente se verán privados. Así se fortalece la conclusión equivocada, de modo que se cerrarán incluso más. Pero cuando están en la verdad de la unidad y usan su libertad para ofrecer a la vida lo que son, esto los hará sentirse más cómodos al recibir. Pueden determinar fácilmente este hecho.
En la medida exacta en que temen dar de sí, deben sentirse incómodos cuando reciben, aun cuando sí quieran recibir. Sutilmente hacen a un lado lo que se les da. Aun cuando su propósito infantil y egoísta sea recibir lo más posible y dar lo menos posible, esto no puede suceder; no sólo porque otros rechazan un trato tan injusto, sino porque ustedes se cierran a él. Su psique no puede responder a la verdad y a la ley espiritual; por lo tanto, no puede abrirse a recibir cuando se niega a dar. Se trata de algo más que de la culpa, más que del conocimiento profundo de que no merecen recibir cuando se niegan a dar, más que de la expiación por esta culpa que los hace negarse a recibir. Es una sencilla ecuación matemática, o una ley de la física. Estas leyes no pueden romperse; contienen su propio orden. Es una cuestión de compatibilidad psíquica.
Sólo la psique que está en la verdad y, por lo tanto, puede cómodamente y sin dolor dar lo mejor de sí—y hay una diferencia entre dar lo que uno tiene y dar lo que uno es—experimentará la gran seguridad y alegría de este acto. En la misma proporción, esa persona puede, en consecuencia, recibir cómoda y alegremente, sin dolor, hasta que los aspectos de dar y recibir se vuelvan en verdad uno. Cuando no se tenga que hacer un esfuerzo al dar de sí, no se hará ningún tampoco ningún esfuerzo al recibir y, por lo tanto, no habrá frustración. La persona ya no se sentirá engañada porque ella no engaña a la vida negándole lo que tiene. De este modo, el control estrecho y ansioso se vuelve completamente superfluo.
El control que les impide dar lo mejor de sí debe por fuerza impedirles también usar ventajosamente los mejores y más altos poderes. Estos poderes permanecen inutilizados; están tapados hasta el grado en que se ignora su existencia misma. Ese aspecto de todos los seres humanos que es el único competente para guiarlos e inspirarlos no puede activar esos poderes mientras las personas permanezcan en la condición de aferrarse al control ansioso.
Voy a dejarlos ahora con la petición, el deseo y la esperanza de que todos los que están aquí y los que lean estas palabras empleen la fórmula que les di. Úsenla tanto como puedan. ¡Deseen usarla! Será un enorme poder sanador. Transformará lo que es insípido y vacío en una corriente dinámica de vida. Cambiará la desesperación por una luminosa esperanza; el terror, por una profunda seguridad y confianza. Modificará su vida de la restricción a posibilidades ilimitadas. Transformará la oscuridad y el aislamiento en luz, unión, compañía, intimidad y la certeza de que son amados, porque ustedes aman como son. Cambiará su estado de la soledad y el vacío a la abundancia en todos los sentidos. Amigos míos, éstas no son meras palabras o teorías que vagamente crean que se aplican a un futuro distante. Son verificables para cada uno de ustedes cuando elijan poner a prueba la verdad de estas palabras.
¡Queden en paz, queden en su ser y en Dios!
Dictada el 26 noviembre de 1965.