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Pathwork

Conferencias del Guía

Conferencia 144. El proceso y el significado del crecimiento

Saludos, mis muy queridos amigos.

Suelo empezar estas sesiones con una bendición. Ahora bien, ¿qué significa la palabra “bendición”? Consideremos su significado más profundo. Su capacidad para entenderlo hoy puede ser enteramente diferente de antes.

“Bendición” significa el deseo vigoroso y total del bien, que proviene del ser más íntimo, del ser interior divino, el deseo del principio unitivo, que sostiene que no hay opuestos ni conflictos. Cuando este deseo sin obstrucción fluye directamente a las regiones más profundas de la conciencia de otra persona, se crea una fuerza de energía vibrante que afecta la conciencia de esa persona.

Siempre que escuchen, directa o indirectamente, la palabra “bendición” de ahora en adelante, les será de mucha ayuda recordar que su respuesta es necesaria para que la bendición sea efectiva. La apertura, la voluntad y la cooperación interna completa son necesarias para permitir que dos fuerzas se encuentren, ya que una bendición unilateral no es bendición. Puede suponerse que es una bendición, pero reverbera contra un muro de resistencia y oposición, o de no cooperación y neutralidad.

El tema de esta noche es el crecimiento. Como esta conferencia es una continuación de la última, podría ser difícil que la entendieran quienes no han escuchado ni leído la anterior.

Para recapitular brevemente: Hablábamos de los principios unitivo y dualista. La conciencia humana, la percepción y la experiencia están orientadas generalmente al principio dualista. Esto significa que todo se percibe en opuestos: bueno o malo, deseable o indeseable, vida o muerte. Mientras la Humanidad viva en este dualismo, el conflicto y la infelicidad persistirán. La verdad absoluta, universal y cósmica siempre está unificada y trasciende a los opuestos en el entendimiento de que la creencia en ellos es ilusión.

Sin embargo, la unificación no significa que el bien del dualista “esto o lo otro” se realice. Las personas que creen en este error conceptual siguen un camino erróneo: esperan alcanzar uno de los opuestos ilusorios como su “salvación”. Mientras se opongan a un lado y se aferren al otro, la autorrealización o liberación—es decir, el principio unitivo—es inalcanzable.

El bien del principio unitivo es de una naturaleza enteramente diferente del bien del dualismo. El primero concilia ambos lados, mientras que el segundo los separa. Esto puede comprobarse en cualquier problema individual una vez que se le entiende a fondo. Es sumamente importante que comprendan esto, amigos míos, pues cuando buscan un lado de un par de opuestos, deben oponerle el otro lado. En esa oposición su alma se agita y tiene miedo, y en ese estado jamás podrán alcanzar la unidad.

Apliquemos esta distinción al proceso de crecimiento. Mientras la conciencia humana esté orientada a la dualidad y no pueda trascenderla, el proceso de crecimiento es muy problemático. El crecimiento es movimiento en el tiempo y el espacio; por lo tanto, el crecimiento en el plano dualista se mueve automáticamente hacia su opuesto. Desde el momento en el que nacen se mueven hacia la muerte. Desde el momento en que se desarrollan y buscan su realización, la curva descendente de la destrucción empieza. Desde el momento en que se esfuerzan por encontrar algún tipo de felicidad, tienen miedo de su opuesto. En un ritmo siempre cambiante, el movimiento cíclico y eterno del crecimiento debe acercarse inevitablemente a su opuesto. Se mueve de la vida a la muerte y a la vida de nuevo; de la construcción a la destrucción y a la construcción. Una crea a la otra.

Es sumamente importante que entiendan este concepto, pues es una de las principales razones por las que se resisten a crecer. Es una resistencia profunda, más allá de las particularidades de la neurosis. Esta oposición fundamental al crecimiento se sigue encontrando incluso después de que las neurosis se han trascendido y resuelto. Y explica por qué, mientras perciban la vida en términos dualistas, tienen miedo de crecer, ya que temen que alcanzar una meta provocará la destrucción de ésta. Se engañan tratando de frenar el tiempo, “aplazando” la realización y también su temido opuesto. El statu quo, el estancamiento, crea agitación, o movimiento en el sentido distorsionado.

Mientras el crecimiento tenga lugar en el plano dualista, siempre hay un pico que alcanzar, y después de ese pico, un descenso. Y así, todas las cosas vivas en el plano dualista se mueven en un ciclo perpetuo de vida y muerte, de construcción y destrucción, de ser y llegar a ser. En la naturaleza, la planta crece en la primavera hacia su fructificación en el verano. En el otoño muere lentamente. En el invierno ya no existe. Sólo el potencial de vida latente duerme en la tierra, en espera de la semilla para crecer de nuevo en la primavera. Éste es el proceso de crecimiento. La alegría durante la curva ascendente nunca puede ser total ni despreocupada, sin ansiedad, pues incluso antes de que se alcance el pico, se estará previendo la caída.

En el plano unificado de conciencia, puesto que ya no hay más opuestos que temer, la dicotomía deja de existir. La autorrealización siempre conduce a la experiencia y la percepción del estado unitivo. A la inversa, el estado unitivo no puede producirse de ninguna otra manera que por medio de la autorrealización.

La autorrealización significa desechar las capas de error para que el ser real, el ser interior divino y eterno surja al primer plano. Pueden deshacerse de estas capas de dolor, error, confusión y limitación sólo cuando ya no huyan de ustedes mismos; cuando estén dispuestos a mirarse como realmente son en vez de como quieren ser; cuando se acepten en el momento, cuando no luchen contra su estado temporal, aunque entiendan su error. Éste es el trabajo que están haciendo en este camino.

Es totalmente erróneo suponer que la percepción unitiva no puede ocurrir en el plano terrenal. Sí es posible, absolutamente posible, para cualquiera que esté dispuesto a expandir su conciencia. La expansión es un proceso muy simple de cuestionar la verdad de sus ideas limitadas, la corrección de lo que suponen que es inalterablemente de un modo o de otro. Esto, a su vez, pueden hacerlo sólo cuando miran honestamente sus estados de ánimo y sus reacciones más sutiles y las traducen en palabras concisas. Entonces descubren que estas reacciones y reflejos, estas emociones y estados de ánimo, se basan en ciertas suposiciones que jamás han cuestionado, pues todo se queda en la oscuridad de la vaguedad y la fácil racionalización.

Por eso, su Pathwork tiene una importancia inconmensurable, pues sin reconocer las pequeñas deshonestidades diarias, los autoengaños y las suposiciones erróneas, no pueden cuestionarlas ni aflojarlas para dejar espacio para una nueva realidad. Siempre que una perturbación vaga se examina honestamente y se verbaliza, el concepto en el que se basa la perturbación puede revelarse y cuestionarse. Este paso amplía su percepción, permitiéndoles así trascender su dualismo y percibir el estado unitivo. Tienen que hacer esto en todas las áreas de su conciencia, en todas las facetas de su existencia, ya que es posible realizar el principio unitivo en algunas áreas, mientras otras siguen estando profundamente sumergidas en la ilusión y el dolor del dualismo. Retomaremos esto un poco después.

No puedo insistir demasiado en que la autoliberación, o la transición del estado dualista al unitivo, no puede producirse mediante el conocimiento acumulado y la comprensión teórica, mediante el estudio o la persecución de una meta exterior. Tampoco puede producirse por el deseo de ser diferente, mediante el esfuerzo por alcanzar un estado que no exista ya en su interior. Sólo puede llegar a ser estando en el ahora, descubriendo que todo existe ya en su interior, detrás de los niveles de confusión y dolor. Y este estado detrás de la condición aguda y momentáneamente experimentada puede liberarse y traerse a la superficie sólo cuando se entienda por completo el nivel de confusión y dolor.

El flujo cósmico natural, que existe dentro de la psique de todo ser vivo, en todo lo que vive alrededor y dentro de ustedes, es una poderosa y burbujeante corriente de vida que los lleva automática y naturalmente hacia el estado de autorrealización donde ya no hay oposición ni conflicto doloroso. Éste es el estado natural, así que tienen a la naturaleza de su parte. Entregándose a la corriente de la vida, permitiéndose percibirla, facilitarán el desenvolvimiento de su destino natural.

Por desgracia, las personas luchan contra su destino natural, que es tan bueno. Ponen toda su fe en un principio de oposición. Inventan “síes” y “peros” que realmente no existen. Por esto invitan al dolor, pues todo dolor, a final de cuentas, es totalmente superfluo. Estas no son sólo palabras, amigos míos. Cualquiera de ustedes que esté en este camino de autorrealización y que haya dado algunos pasos para salir de sus errores ha encontrado estas verdades. Todos los que trabajan intensamente han tenido por lo menos momentos en los que han entendido por completo cuán innecesariamente se han opuesto a esa corriente natural en la que no hay dolor. Han entendido también en esos momentos que la verdad nunca duele en realidad, ni los destruye o pone en peligro. Pero constantemente abrazan el dolor, ya sea creyendo que es inevitable, o convenciéndose de que es más seguro que el estado unitivo hacia el que gravitan naturalmente.

Si se entregan al estado unitivo, descubrirán que estas palabras son muy ciertas. Me doy cuenta, desde luego, de que el mero principio abstracto que explico aquí jamás será suficiente. Independientemente de lo abiertos que estén, ninguna palabra tiene, por sí misma, el poder de ayudarles a hacer la transición. Pero las palabras les ayudan a entender profundamente su posición actual en la vida; su estado interior y exterior. Pueden ayudarles a destruir ilusiones e ideas equivocadas. No pueden ustedes hacer esto adoptando una filosofía de vida nueva, y tal vez más evolucionada, y descartando un concepto general menos verdadero que han sostenido hasta ahora. Pueden empezar sólo destruyendo esos pequeños errores personales de los que surgen sus desarmonías y perturbaciones diarias.

El problema más insignificante puede mostrarles cómo abrazan el error y la oposición, una corriente del “no”, por miedo e ignorancia. Puede mostrarles cómo detener el movimiento cósmico natural del que son parte integral y que es parte integral de ustedes. Sólo mediante una mirada muy personalizada a sus reacciones ante los sucesos diarios pueden hacer de estas palabras una verdad personalmente experimentada. No puede suceder hablando de labios para afuera sobre el principio detrás de ellas, aun si entienden intelectualmente lo que estoy diciendo. El intelecto no bastará para llevarlos a la transición del dualismo a la unidad.

El crecimiento en el plano dualista siempre estará plagado del miedo al opuesto indeseable. Por lo tanto, su proceso de crecimiento se detendrá mientras vean su meta de crecimiento como buena en oposición a la mala. En el plano unitivo, el crecimiento no está amenazado por un opuesto; por lo tanto no ha de temérsele ni oponérsele. Pero el crecimiento no puede suceder oponiéndose a la oposición; llega sólo cuando el opuesto temido puede concebirse y aceptarse en caso necesario. Cuando ya no tienen miedo de un opuesto, y ya no se aferran temerosamente al otro, entonces, y sólo entonces, pueden alcanzar el estado unitivo. Pero no pueden hacerlo mientras haya miedo en su corazón.

El proceso de crecer en el estado unitivo significa aumentar constantemente el desenvolvimiento y la expansión. Significa una experiencia cada vez más amplia de las infinitas posibilidades de la belleza, la vida y lo bueno. Pero recuerden que la belleza no es lo opuesto de la fealdad; la vida no es lo opuesto de la muerte; el bien no es lo opuesto del mal, porque en el estado unitivo jamás son amenazados por un opuesto.

Las dos maneras de crecer—en el plano dualista y en el unitivo—son enteramente distintas. El crecimiento dualista es un movimiento cíclico, con una curva ascendente, un pico y una curva descendente que se recicla perpetuamente, y expresa siempre dos opuestos. Es el estado de causa y efecto.

El crecimiento en el estado unitivo se expande infinitamente. Nunca repite y jamás necesita un movimiento opuesto. Ha trascendido el principio de causa y efecto. Cuando de alguna manera entienden esto, no importa cuán vagamente, aparece primero en sus sentimientos interiores—y este entendimiento proviene de que enfrentan sus errores y autoengaños personales internos—, entonces toma el control un enfoque enteramente nuevo del crecimiento.

A lo largo del camino de la transición del estado dualista al unitivo es importante entender unos cuantos hitos más, que podrían ayudarles a entender su propia vida en este momento. Cuando están involucrados en una autobúsqueda intensa, cuando se confrontan vigorosamente y encaran verdad tras verdad, estableciendo nuevas condiciones internas, su psique atraviesa turbulencias profundas. El doloroso estado pasado, como ya saben, fue resultado de ideas falsas. A medida que estas ideas falsas empiezan a desmoronarse, la destrucción puede producir cambios exteriores más o menos drásticos. Cuando están en un periodo de transición, es posible que, en algunos niveles, hayan alcanzado el principio de la experiencia unitiva. Sienten una profunda paz y alegría en todos los momentos, independientemente de si la experiencia corresponde al bien deseado. Perciben que cada momento de vida contiene el potencial de la alegría y la paz. Al estar en la verdad con ustedes mismos, ya no temen nada, ni se aferran e insisten tercamente en que debe dárseles su bien. Entonces están abiertos para que la fuente divina los llene y les transmita la realidad de la vida donde no hay nada que temer y sólo existe el bien. Pueden aspirar a este bien sin urgencia y obtenerlo precisamente porque saben que es suyo. No temen perdérselo porque derivan alegría de los dos opuestos del estado dualista. Esta es, brevemente, y lo mejor que puedo transmitírselo, la esencia del estado unitivo.

Ahora bien, este estado puede empezar a existir parcialmente, sobre todo en ciertas áreas de la vida de cualquier individuo. Todavía no han logrado la transición total, el despertar en el que descubren que la verdad de la vida siempre ha existido para ustedes sin necesidad de temer ni luchar por nada. Pero su conciencia emergente por fin trae un creciente desenvolvimiento y enriquecimiento a sus circunstancias externas tan armoniosa y orgánicamente que podría parecer casi una coincidencia.

Las mejorías exteriores pueden coincidir o no con ideas e ideales que han tenido en el plano dualista, pero la manera en que experimentan estas ideas e ideales es enteramente diferente. En otras palabras, sus metas pueden ser las mismas, pero su experiencia de ellas será diferente. Asimismo, aun cuando no hayan alcanzado una meta, no sufrirán como cuando percibían la realidad dualísticamente. El crecimiento al estado unitivo se manifiesta decididamente en una creciente confianza en el ser, en la vida. El crecimiento también trae con él una alegría relajada que hace que cada momento sea vibrante, interesante y totalmente exento de ansiedad o aburrimiento. Cada momento es rico en posibilidades, y contiene perspectivas cada vez más amplias de percepción jamás experimentadas antes.

Al mismo tiempo siguen reaccionando de la manera vieja, con miedo, desconfianza, ansiedad, desesperación y un fuerte voluntarismo, generalmente en las áreas donde su psique está afectada por imágenes, por patrones de comportamiento neurótico y errores conceptuales tan profundamente grabados que necesitan más trabajo paciente para cambiar su panorama interior. El otro lado muy gradualmente le da alcance, por así decirlo, al lado que ya se halla muy cerca de una tierra nueva donde la luz jamás se ve amenazada por la oscuridad.

Han construido el viejo estado sobre cimientos de errores, y estos cimientos deben desmoronarse antes de que pueda erigirse una base de conceptos verdaderos. Las estructuras construidas sobre conceptos erróneos deben ser inevitablemente destruidas. Esta ley pone de relieve la falsedad del dualismo, cuya característica siempre es que una posición es rotunda e inalterablemente percibida como deseable, y su opuesto como indeseable. Así, se aferran a la idea de que la construcción siempre es buena, mientras que la destrucción siempre es mala. La unificación de estos dos opuestos puede darse sólo en el estado unitivo, cuando se reconcilian ambos lados. Para entender el estado unitivo deben reconocer que la destrucción del error puede ser deseable, y que la construcción del error es indeseable.

Ahora bien, la destrucción siempre es un proceso doloroso, sea o no deseable. Mientras los edificios del error están siendo destruidos, su vida puede trastornarse. Se sienten interiormente amenazados y desconcertados. Exteriormente, incluso los aspectos al parecer deseables de su existencia han desaparecido, y no ha tomado su lugar ninguna estructura adecuada. Cuanto más grandes son los constructos erróneos, mayor es el periodo de turbulencia, lo que es naturalmente doloroso. Pero, amigos míos, es doloroso sólo porque malinterpretan lo que está sucediendo y suponen que significa una recaída y una insuficiencia personal. Así, se desaniman, se entregan a la desesperación y frenan el flujo que podría llevarlos a un nuevo estado de ánimo. Sin embargo, este estado sólo puede producirse mediante la destrucción del estado viejo. Al frenar el movimiento orgánico y deseable, prolongan el periodo doloroso de transición; doloroso principalmente porque no lo entienden bien. Piensan: “¡Aquí estoy, esforzándome tanto, y vean lo que pasa a pesar de ello! Todo parece escurrírseme entre los dedos como la arena; no sólo no encuentro satisfacción, sino que los placeres que tenía han desaparecido”.

Cuando entiendan que el desmoronamiento de la estructura vieja es deseable porque la manera vieja sólo parecía darles satisfacción, entonces no llorarán por algo que en realidad no es una pérdida en absoluto.

Tampoco creerán equivocadamente que no han progresado. Este estado puede ser la mejor prueba posible de que, en un grado más alto de lo que creían, están evolucionando hacia una nueva realidad, pero siguen bloqueándola porque se niegan ferozmente a permitir que su intuición les diga a dónde los está llevando la corriente cósmica de la vida. En vez de ello, siguen evaluando su vida en términos dualistas limitados, ignorando la nueva dirección.

Han llegado a ver y a sentir profundamente que lo que ocurre no es una recaída, sino una destrucción del proceso viejo que, en realidad, es el germen mismo de una construcción nueva. Empiezan a sentir que en el acto de destruir el error, la verdad reconcilia la construcción con la destrucción y las convierte en un solo movimiento, en lugar de dos opuestos en guerra. Por lo tanto, ya no se sentirán desalentados ni sufrirán especialmente cuando no esperen que su vida pudiera ser diferente, pues sabrán que todo es como debería ser, ya que la pérdida o la ausencia de un bien deseado duele mucho menos cuando uno no ve esta “pérdida” o ausencia como una señal negativa. Pero cuando uno cree que “Si yo estuviera donde debería estar, las cosas no sucederían de esta manera”, la pérdida es mucho más dolorosa. En cambio, cuando ven este periodo de transición como un paso orgánico hacia la integridad, verán que es mucho más fácil atravesar el dolor.

Esto no debe interpretarse como que no deberían buscar una solución inteligente a un problema específico. Pero cuando encuentran todas las puertas cerradas y la vida les muestra muy claramente, desde su interior así como desde el exterior, que no pueden hallar una solución, pueden estar seguros de que las estructuras viejas, basadas en el error de la percepción dualista, se están desmoronando. Cuando fomentan esto en su comprensión, fluirán con la corriente en vez de oponerse a ella.

Ahora bien, hay un aspecto más de este tema que me gustaría examinar. Pero como es difícil de explicar, necesito su cooperación desde su ser más intuitivo. Y deben confiar en su intelecto para evitar la típica confusión dualista.

El estado unitivo puede alcanzarse principalmente por dos caminos, ambos opuestos del estado dualista. Puede alcanzarse en y por medio del lado “bueno”, así como en y por medio del lado “malo”. Cuando están en un estado relativo de salud y verdad interiores, en el que ya están en cierta medida libres del miedo y tienen confianza y un sentido genuino de la naturaleza benigna del universo, pueden encontrar dentro de ustedes salud y verdad, y liberarse del miedo y la desconfianza. Conocen serenamente la verdad de la vida, que todo el bien es suyo, que el universo contiene todo el bien, que existe una abundancia libre de conflicto; en otras palabras, que su bien nunca interfiere en el bien de nadie más. Su bien nunca trae nada malo a nadie. Cuando han alcanzado este estado, entonces pueden encontrar el principio unitivo en lo más profundo de ustedes. Esto sucede sin miedo, sin oposición y sin culpa. Sucede porque se sienten profundamente merecedores. Sabrán que nadie se priva a causa de la realización de ustedes, ni temerán la falta de realización. Sabrán que el bien infinito existe, sin ningún conflicto entre ustedes y otros; esa es la unidad.

Cuando la psique está todavía profundamente acongojada por la duda, el miedo, la culpa, el conflicto y el error, este camino no puede tomarse. Si de todos modos se toma a causa de un malentendido, se convierte en un acto artificial y manipulador que sólo puede conducir al autoengaño. Se toma no con el conocimiento unitivo, sino por el temor dualista de que la no realización es peligrosa. Y este error fundamental cierra la puerta a la transición al mundo completamente abierto del estado unitivo.

Cuando todavía están en un estado de falsedad y distorsión y, por lo tanto, tienen miedo y desconfianza de ustedes y del mundo, pueden trascender este estado sólo aceptando lo que temen, si esto es necesario; no huyendo de ustedes. Como el estado unitivo está libre de oposición, deben dejar de oponerse a lo que temen. Pero no deben hacer esto con un espíritu masoquista de autonegación. Deben hacerlo con la pregunta abierta de si lo que temen es verdaderamente temible. En otras palabras, deben cuestionar el concepto que causa el miedo de la alternativa en vez de oponerse a la alternativa misma.

Esto se conecta directamente con la renuncia a aquello en lo que uno insiste hasta el grado de temer que la alternativa deseada no ocurra. He hablado de muchas facetas de esta renuncia y les he mostrado una y otra vez que la paz y la armonía interiores no pueden alcanzarse cuando el alma se halla en un estado tenso y apretado. El soltar induce a la relajación, sin la cual es imposible el contacto con el ser interior divino o realidad última. Soltar no significa una privación contraproducente ni sacrificatoria. Significa simplemente que donde reconozcan un punto de miedo y desesperanza, deben renunciar al concepto que subyace a este miedo; deben renunciar a su intenso aferramiento a ciertas actitudes que son obviamente destructivas pero que los “protegen” del peligro. Esto hace parecer como si se expusieran a lo que consideran más indeseable. Ahora bien, este riesgo debe correrse a fin de descubrir que toda la idea era una ilusión; de lo contrario, no podrán salir de su estado perpetuo de miedo y conflicto.

Tomemos, por ejemplo, una realización específica que anhelan con gran intensidad. Han hecho todo lo posible por alcanzarla, pero la puerta sigue cerrada. Descubren que tienen terror de no alcanzar esa realización, a pesar de haber experimentado la verdad del principio unificado en otras áreas de su vida. Con todo, en esta área siguen temiendo y oponiéndose a la alternativa indeseable. Aun cuando tratan de sobreimponer la verdad de que el universo no conoce limitaciones—o sólo porque lo hacen para tapar su miedo—la realización sigue eludiéndolos. La única manera en que pueden trascender este estado es aceptándolo temporalmente a sabiendas de que no es definitivo. Esto significa que no sólo aceptan las limitaciones de la situación exterior, sino su propio estado limitado en este momento. Cuando renuncien a su oposición a su estado actual indeseable, podrán encontrar la verdad, y les será posible conciliar dos opuestos aparentes.

El estado de unidad es un estado sin miedo, pero no se puede renunciar al miedo insistiendo en que lo que uno teme se mantenga lejos, pues incluso si lo logran temporalmente, dependerán siempre de ciertas circunstancias; de ahí que el miedo nunca podrá estar del todo ausente. La única manera de liberarse genuinamente del miedo es probarlo y descubrir que no encierra ningún terror, que se puede lidiar con él, que uno permanece esencialmente intacto. Ninguna teoría puede producir este estado de seguridad. Sólo un acto interior puede hacer eso: probarlo, meterse en él, renunciar a la insistencia de que debe ser temido y, por lo tanto, evitado.

Cuando abrazan una alternativa y dicen: “Debo tener esto a fin de no tener aquello”, evitan la transición al estado unitivo libre de miedo. Siguen oponiéndose al flujo de la corriente universal que quiere llevarlos con ella, pero que sólo puede hacerlo cuando sus movimientos psíquicos son relajados.

Recordar que una falsedad debe de existir en alguna parte de ustedes siempre que se encuentran en un estado interior y/o exterior indeseable les ayudará a buscar y abandonar esa falsedad. Entonces, inevitablemente, descubrirán que, en un nivel más profundo, se oponen a aquello a lo que conscientemente se aferran y abrazan aquello a lo que conscientemente se oponen. Esta oposición existe siempre que el miedo de una alternativa les impide estar en paz y alegría.

Por ejemplo, cuando temen la muerte—y no importa si esto es consciente o si se manifiesta sólo de manera indirecta—y se aferran tensamente a la vida, alejando a la muerte y oponiéndose a ella, no pueden llegar al principio unitivo a menos que descubran su falsedad específica. Con esta falsedad se oponen a la vida y secretamente desean la muerte. Sólo cuando encuentran la falsedad pueden renunciar al miedo a la muerte. Esto, desde luego, no significa que deben querer morir.

Encontrar estos niveles profundos y hacer de la renuncia un acto natural, y percibir la verdad unitiva a través de percepciones interiores repetidas, es, desde luego, imposible sin ayuda. Puede hacerse con facilidad en el marco de lo que este Pathwork les ofrece; todas sus herramientas los ayudan de distintas maneras. Pero sólo pueden soltar cuando desean completamente hacerlo. Cada uno de ustedes, amigos míos, todavía está lleno de oposiciones de un tipo u otro. Volverse consciente de ellas y verbalizarlas es el primer paso.

De nuevo, espero que no malinterpreten mis palabras y crean que deben aceptar la injusticia y la destructividad que los rodea sin un intento responsable de eliminarlas. No hablo de los niveles exteriores, pues, como la destrucción, la oposición también puede ser parte de un todo y, por ende, llevar a la unidad. Jamás debe ningún concepto ser aceptado sin más ni refutado como tal. La oposición de la que hablo se refiere a un estado mental y a unas emociones, a aspectos de la vida y del ser que no pueden cambiarse en este momento. Cuando encuentren dónde y cómo se oponen a algo porque se aferran tenazmente a su opuesto, otra vez estarán dando un paso importante hacia el crecimiento en el principio unitivo.

Les extiendo mi deseo hondo y vigoroso, que viene de las regiones más profundas de la conciencia universal, o realidad, de que esto alcance a todos y cada uno de ustedes. Los tocará si se abren a esta fuerza y se unifican con ella. Cuando se unifiquen con esta fuerza dentro de ustedes, no querrán oponerse a la verdad en ninguna forma, y querrán ir en pos de su verdad interior. Empezarán a sentir los efectos de este poder sólo más tarde, pero, no obstante, es muy real y fluye constantemente en lo más profundo de ustedes.

Queden en paz, en esa profunda región de ustedes donde todo es uno.

Dictada el 10 de junio de 1966.