Conferencia 150. La autoestima: la condición para el estado universal de dicha
Saludos, mis muy amados amigos. Bendiciones para cada uno de ustedes aquí y para todos mis amigos que trabajan en este camino de autorrealización y liberación.
Muchos de ustedes están haciendo progresos. Esta noche hablaré sobre un asunto que la mayoría de ustedes necesita oír en este momento. Escuchen con sus oídos internos tanto como lo hacen con los externos.
El universo está constituido de tal manera que cada criatura individual es capaz de estar en un estado constante de dicha. Esta no es sólo una posibilidad teórica: es el estado natural de ser de la Humanidad. Es la ley natural. Un individuo que no esté en un estado de dicha se halla en una condición perturbada y poco natural. Es importante, amigos míos, que entiendan y valoren este hecho.
La dicha de la que hablo no es una promesa vaga para el futuro en esta vida o en una vida más allá del estado físico. Es posible aquí y ahora. Su logro no depende de una hazaña complicada ni de un estado de perfección ajeno a su manera actual de ser. No depende de sucesos exteriores ni de que algo deba ser distinto. Las personas creen que si tan sólo esto o aquello fuera distinto, nada bloquearía su felicidad. Pero la felicidad total es posible de inmediato tal como son ustedes ahora.
La Humanidad sabe inconscientemente que el estado de placer supremo es el derecho natural de todos, y que todo el mundo constantemente se esfuerza por alcanzarlo. Que el individuo sea capaz o no de darse cuenta de que sus esfuerzos están mal encauzados no altera el hecho de que existan. Una vez que aprendan a buscar en la dirección correcta, encontrarán lo que buscan. Ahora hablaré de dos aspectos de esta búsqueda.
Llegar al estado de dicha que uno consciente o inconscientemente busca depende directamente de su autoestima, la capacidad de sentir estima o gusto por uno mismo. La ecuación siempre sale pareja: en el grado exacto en que existe la autoestima, existe la felicidad. Cuando no hay autoestima, la psique se inhibe y no experimenta su estado natural. Esto, a su vez, los enajena a ustedes de las fuerzas universales y levanta una barrera que les impide formar parte de las fuerzas cósmicas, que son la dicha. No importa si el hecho de no tener autoestima se basa en razones válidas o inválidas. Ambas presentan obstáculos iguales.
La reevaluación de los propios conceptos es parte del proceso de autorrealización, ya que las personas muchas veces sient en disgusto por sí mismas por las razones equivocadas. He señalado antes que un mecanismo interior fino regula los procesos psíquicos, de manera que las razones justificadas para no tener autoestima, cuando no se reconocen conscientemente y se lidia con ellas, crean culpas falsas y normas exageradas de perfección. Por lo tanto, esto siempre constituye una violación de la propia integridad que le impide a la personalidad alcanzar su esplendor; ya sea que provoque o no culpas falsas. Este mecanismo interior es preciso.
Ningún autoengaño o negación consciente puede eliminar los efectos del disgusto por sí mismo. Los seres humanos más iluminados todavía desconocen la importancia de este hecho. En nuestro trabajo pasado juntos hemos hablado de muchos de los aspectos específicos que dañan la integridad y, por lo tanto, el respeto por uno mismo. Cualquier camino de autorrealización debe ocuparse de las más sutiles e inconscientes actitudes y movimientos del alma porque su efecto es mayor de lo que la mayoría de los individuos siquiera intuyen. La autorrealización y la liberación están determinadas por la libre decisión del individuo de adoptar leyes y normas naturales y universales, y asumir la responsabilidad de esta decisión. Esto significa ser fiel a las leyes naturales que operan en la vida y en el individuo… a diferencia de la lealtad a valores inculcados por otros, a normas sobreimpuestas o a costumbres culturales. Este estado de mente liberado difiere drásticamente del que automáticamente adopta opiniones o normas sin cuestionarlas. El automatismo que permite a la mayoría de las personas dar por sentadas las condiciones y las leyes de la vida impide la autonomía del ser. Este automatismo está muy difundido y afecta a más áreas de la vida y de la personalidad de lo que pueden imaginarse, amigos míos.
Hemos hablado de los efectos de las imágenes colectivas y las impresiones masivas. La mayoría de ustedes piensan en los asuntos crasos que las personas desarrolladas empiezan a cuestionar y a debatir. Ninguno de ustedes está consciente de los asuntos interiores que necesitan un enfoque nuevo. Cuando dan por sentada cualquier ley que no es una ley universal de vida, le cierran la puerta al universo.
Con frecuencia, los seres humanos más rebeldes son los que más impregnados están de opiniones colectivas y limitaciones falsas, pues las consideran leyes inevitables de la vida. Tal vez no se rebelarían tanto contra la vida si no creyeran que tienen que hacer reverencias a algo inevitable.
Es trágico cuánto desperdicio y sufrimiento innecesario existen debido a la lealtad a leyes no naturales. Las diferencias entre las leyes naturales y las costumbres de la civilización son con frecuencia muy pronunciadas. A veces las leyes naturales y las antinaturales son tan similares que parecen idénticas. Sin embargo, hay un mundo de diferencia entre acatar las normas de conciencia con el espíritu libre de la elección personal y actuar con obediencia ciega. Las palabras pueden sonar igual, pero el sabor de los procesos psíquicos, su clima y su actitud internos, es totalmente distinto. Cuando la ley natural es distinta de la ley humana, la diferencia se vuelve todavía más obvia.
Los que se niegan la experiencia de descubrir espontáneamente conceptos independientes, autorresponsables, por medio de los cuales puedan vivir una vida con sentido no actúan por mera pereza o miedo. Siempre es una violación de la integridad. Mientras uno piense que el miedo es el obstáculo a una conducta interior autorresponsable, el miedo no desaparecerá. Pero cuando uno empieza a ver que la integridad personal está siendo afectada por la negativa a buscar respuestas independientemente, la decencia nata y el deseo de ser veraz muchas veces ofrecen el incentivo que faltaba.
Ahora bien, ¿por qué se daña la integridad cuando un individuo se niega a llegar a conclusiones autónomas acerca de las reglas de la vida? Dar por sentadas limitaciones y leyes es siempre señal de cobardía. La falta de valentía induce a un individuo a repetir de memoria códigos morales enseñados por otros. Las personas pueden aceptar leyes inculcadas por otros porque tienen miedo de las consecuencias de cuestionarlas, de entrar en conflicto con las opiniones de otras personas. Después del examen honesto de las motivaciones uno no puede evitar darse cuenta de que el simple oportunismo desempeña un papel importante en un nivel emocional. Con el fin de obtener la aprobación o la admiración de otros, uno se traiciona con respecto a una verdad que no quiere nombrar.
Liberar al ser real es imposible mientras prevalezcan en la psique condiciones hostiles a la verdad. Siempre que se repiten opiniones prefabricadas—se dé cuenta la persona de esto o no—ocurre una violación oportunista de la integridad. Esto no significa que la opinión de la mayoría sea incorrecta. Las observaciones se aplican igualmente a las opiniones rebeldes de un grupo minoritario. Una motivación ciega, incondicional, movida por las emociones, que parece allá afuera valientemente desafiante, puede estar manchada de cobardía y oportunismo.
La pereza de no pensar a fondo en un tema nunca es pereza per se. Siempre está teñida de cobardía, de una conformidad con un grupo de personas que el individuo cree que necesita desesperadamente y no puede darse el lujo de contrariar. Una tentación especial fortalece la tendencia a renunciar a la investigación independiente y a la formación de los conceptos propios en armonía con las leyes naturales de la vida. Todo el mundo califica las costumbres de la sociedad de buenas y rectas, mientras que las leyes inherentes al propio ser suelen ignorarse. Las personas que acatan las leyes humanas reciben un homenaje por su bondad y su virtuosismo. Estas alabanzas son tentadoras. Parecen ser un bálsamo para las heridas de la desconfianza y el disgusto por uno mismo. Pero esta medicina trata sólo el síntoma, jamás la raíz del problema. Cuando se eliminan las razones reales de la baja autoestima, la valentía de ser uno mismo crece en proporción. Muchas veces la razón real de la baja autoestima es, al menos en parte, la cobardía de traicionar la verdad por la ventaja de ser aprobado por otros. La llamada medicina y el veneno son frecuentemente los mismos.
Cuando las personas empiezan a cristalizar las preguntas que han de hacerse, a explorarse con mayor profundidad y llegar a la conciencia real, entonces la acción no es lo que más importa. Lo que más importa es saber. Todavía puede ser difícil actuar porque no se ha reunido el valor suficiente. Pero se hallan en un estado de verdad acerca de ustedes mismos, y ya no en el autoengaño ni en la inconsciencia. Están más cerca del ser, más cerca de la verdad universal, más cerca de la fuente de toda dicha y realización.
Conocer la ley natural de la evolución, aun cuando todavía no sean capaces de vivir de acuerdo con ella, establece la libertad y la veracidad como clima interior de la psique. Por lo tanto, es de enorme importancia saber, pues esto inmediatamente afecta el estado de placer y alegría del ser evolucionado. Deben respetarse y estimarse hasta el grado de no considerar superficialmente ni dar por sentados esos aspectos de la vida aparentemente indiscutibles y “asimilados”. En este saber se establece la autoestima y, con ella, la capacidad de participar en la dicha universal, que es una condición natural.
El segundo aspecto que quiero examinar es la trascendencia del ahora. No importa dónde estén, amigos míos, no importa cuáles sean sus circunstancias presentes, no importa cómo se sientan, si se enfrentan al ahora por completo y no huyen de él, entonces esto les produce una maravillosa riqueza de energía, vida, sustancia y alegría. En el ahora pueden encontrar júbilo y dicha, paz y estímulo, una profunda razón de ser que dará significado a todo lo que hagan; interior y exteriormente. El placer supremo reside en cada fracción de la vida, con tal de que no escapen de ella, forzándose tal vez a ser lo que, en este momento, no son. No importa cuál sea su estado de ánimo actual. Si se sienten enajenados de su ser, si se sienten desconectados, ansiosos, deprimidos, impotentes o aburridos, en ese momento mismo está, a través de este estado de ánimo, su núcleo, su ahora. Si se enfrentan a este ahora, si experimentan este estado de ánimo, cualquiera que sea, y lo trascienden, no tendrán que aguardar un futuro distante, un estado de ser diferente, un estado de perfección. Están en la fuerza vital y en la sustancia de vida de su ahora inmediato. Están en la dicha, en una corriente fluida de crecimiento evolutivo. En un nivel profundo y sutil que generalmente está oculto no pueden evitar sentir autoestima. Suele parecer lo más difícil que un ser humano haga, y sin embargo es lo más fácil.
No importa cuántas veces hayan escuchado estas palabras, sus hábitos están profundamente arraigados en ambos errores: En primer lugar, su respuesta automática es dar las cosas por sentadas sin cuestionarlas; en segundo lugar, huyen del estado de ánimo del momento. En ambos casos, su propósito es evitar el contacto con ustedes mismos.
Tanto ser fieles a las leyes naturales como trascender su ahora son esenciales para estar en el centro vivo de su ser real, donde existe todo el bien con un poder inconmensurable, para siempre. Este poder espera a que ustedes despierten a su realidad. En lo más profundo del centro de ustedes está constantemente disponible toda la sabiduría. En este centro la vida eterna se manifiesta ahora mismo.
Cualquiera de ustedes se sorprendería de ver una lista de todas las cosas que todavía dan por sentadas. Aceptan ciegamente como inevitables muchas leyes y preceptos que no son para nada naturales. Examínense desde este punto de vista. Se liberarán de muchas ideas que creían que eran indispensables; descubrirán las leyes naturales y encontrarán el valor de serles fieles. Nacerán en ustedes una valentía y una integridad nuevas.
La necesidad de ser como otros no es lo opuesto de la necesidad de ser especiales y mejores que otros. Son dos caras de la misma moneda en el mundo de la dualidad. En el grado en que meramente dan por hecho lo que otros dicen, creen en leyes que no son naturales—tanto explícita como implícitamente—y en hechos que no son inevitables. Se sienten impulsados a demostrar que son especiales y a adoptar una postura de orgullo. La cobardía que alimenta la conformidad es lo mismo que el orgullo que alimenta la superioridad. Ambos pueden eliminarse sólo cuando uno tiene el valor de cuestionar inevitabilidades aparentes y la humildad de no tener que ser mejor. Esa es la libertad que abre la puerta al ser real. Y abre la puerta al universo.
Con valentía y humildad es fácil cuestionar lo que uno siente, dónde está, por qué reacciona como lo hace y por qué existe esa reacción para empezar, en vez de dejar todo esto en la confusión de un clima vago y nebuloso. La niebla los enajena del centro vivo de estar en el placer, de la vida como un estado natural de júbilo, sabiduría y bienaventuranza eterna. La vaguedad y la renuencia a ver su orgullo y su cobardía les impiden alcanzar esta vida natural. Por lo tanto, sólo cuando existen la valentía y la humildad pueden asumir la responsabilidad de cada momento. La valentía para cuestionar los códigos inculcados por otros, para mirar todas y cualesquiera verdades dentro del ser, y la humildad de no tener que ser especial y tal vez, en caso necesario, y por afán de verdad, renunciar a la aprobación de otros.
Amigos míos, cada momento ofrece una riqueza, una perfección, una plenitud, no importa dónde estén, no importa cuál sea su predicamento. Cuando se hallen en algún estado desafortunado, sepan que están en transición, bajo presión sólo para alcanzar un estado diferente. No pueden crecer cuando se limitan simplemente a hacer un esfuerzo para huir de lo que son ahora. Este esfuerzo es un error, un malentendido basado en la negación de lo que es. Cuando reconozcan plenamente el presente, el orgullo y la cobardía se desvanecerán sin esfuerzo.
La cobardía, con su obediencia y su conformidad, su autonegación y la negación de la verdad, su oportunismo y traición de la realidad cósmica es resultado del orgullo. Renunciar a la necesidad de la aprobación de otros exige humildad. La valentía que uno necesita sólo puede obtenerse cuando existe la humildad. No van a traicionar a su ser real, no lo violarán cuando suelten la necesidad de admiración, la necesidad de destacar de alguna manera.
Ahora, amigos míos, ¿tienen preguntas?
PREGUNTA: Usted habla de las personas que quieren ser mejores que otras, que quieren ser especiales. Pero, ¿qué puede decir de las que sienten que no son tan buenas como otras?
RESPUESTA: Es la misma dualidad, dos caras de la misma moneda. Las personas que sienten genuinamente su valor jamás necesitan demostrar que son mejores que otras. Sólo las que dudan de su valor necesitan hacerlo. Empecé esta conferencia diciendo que la autoestima es la clave del estado de dicha. He aquí el círculo vicioso: Cuanto más se traicionan, menos se gustan y mayor es su necesidad de tener aprobación para aliviar su baja autoestima. Cuanto mayor es su intento de hacer que otros les den lo que ustedes mismos bien pueden darse, mayor es su impulso de traicionar su verdad.
Uno puede escapar del círculo vicioso sólo trabajando en un camino de autobúsqueda. Cada momento de descontento está lleno de respuestas para ustedes. Si buscan las respuestas trascienden el ahora y experimentan la verdad del universo, que es que cada fracción de vida es dicha infinita.
PREGUNTA: Mi pregunta es para otra persona, a la que deseo ayudar…
RESPUESTA: En estos niveles uno no puede ayudar a otros, salvo mostrándoles un camino, y con la condición de que estén dispuestos a tomarlo. Por desgracia, la mayoría de las personas harían lo que fuera, irían a cualquier parte, antes que enfocarse en su ser. El autoescrutinio los asusta y tratan frenéticamente de evitarlo.
Cuando una entidad está lista para buscar allí donde esa búsqueda arroje respuestas reales, la ayuda llegará. Pero nadie puede ayudar a otro a estar en el ahora, lo que presupone el deseo absoluto y primario de “Quiero ver la verdad de mí mismo”. Cualquiera que trabaje en este Pathwork y pronuncie estas palabras diariamente, sobre todo en momentos de descontento y desconexión, experimentará resultados sorprendentes. “¿Qué es lo que no quiero ver?” Cuando un individuo hace esta pregunta, las respuestas llegan en idéntica proporción a la sinceridad y la fuerza del deseo. De lo contrario, no hay respuesta, amigos míos.
Esto se aplica a aquellos que no han empezado aún a descubrir las profundidades del ser que necesitan ser exploradas a la luz de la conciencia. También se aplica a los que están efectivamente comprometidos con un camino así. También ellos pueden tener puntos ciegos. Tal vez persistan en pasar por alto lo que más necesita enfrentarse y se concentren demasiado en aspectos que ya han encarado. Tal vez la verdad en la que se hace demasiado hincapié se preste bien a tapar otras verdades que la persona no está lista para ver. No importa cuánto crecimiento haya, las personas no utilizan los momentos de su vida al máximo. Permiten que los problemas queden sin examinar, y prefieren quedarse en la superficie y no llegar nunca al núcleo de la perturbación. Esta puede aceptarse con un espíritu falso de inevitabilidad, dando por hecho lo que no tiene que ser.
Cada momento contiene una riqueza indescriptible, amigos míos. La mente humana carece del equipo para concebirla siquiera remotamente. Consideren la ciencia de los átomos, que ha demostrado que la partícula más pequeña conocida tiene el poder de destruir vastas áreas del hábitat humano y acabar con millones de vidas. La misma partícula tiene el poder de afectar la vida humana de maneras positivas iguales a su destructividad. La actitud de ustedes determina la dirección que toma este poder. La raza humana empieza a darse cuenta del poder de lo más pequeño. El concepto es nuevo y extraño para el pensamiento humano, que hasta hoy ha medido el poder en términos de tamaño; en otras palabras, que las cosas grandes pueden producir un gran poder y las cosas pequeñas, poco poder. Con la ciencia atómica ha comenzado una reorientación revolucionaria, que obliga a los seres humanos a reconocer que el poder no es cuestión de tamaño, sino, más bien, de calidad. Con este concepto nuevo empieza a abrirse la verdad de una nueva dimensión.
Es exactamente lo mismo con el ahora de cada momento. Cada fracción de tiempo, de existencia, posee un poder que rebasa el del átomo. El poder espiritual sobrepasa todas las manifestaciones físicas. La fracción infinitesimal de la vida puede utilizarse cuando examinan el núcleo del poder en sus manifestaciones negativas y ven que esta misma energía puede usarse positivamente.
La Humanidad no ve su potencial. Atribuye el poder a circunstancias exteriores y a factores materiales, no a la energía del ahora. La verdad es que cada ahora está cargado de una fuerza vital inconmensurable, una energía que puede liberarse cuando se eliminan las obstrucciones al ahora. Concentren su atención en ello y descubrirán riquezas y poderes inconcebibles. Hasta los primeros indicios los asombrarán. No tienen que esperar hasta mañana. Ni siquiera tienen que esperar a tener un estado diferente de existencia. El anhelado mañana o el estado diferente de existencia llegarán como resultado de enfrentar este momento con verdad.
PREGUNTA: La expresión “verse con verdad” parece haber perdido su significado porque muchas personas utilizan esa expresión y sostienen que se ven con verdad; sin embargo, yo sé que no es así. Las expresiones suelen usarse de manera tal que pierden su verdadero significado. ¿Podría usted aclarar esto? ¿Se aplica a áreas donde las personas no quieren enfrentar la verdad acerca de sí mismas?
RESPUESTA: Éste es, desafortunadamente, el destino de todas las verdades en el ámbito humano, y va más allá de las limitaciones que impone expresar la verdad espiritual en lenguaje humano. Éste se presta muy bien a ocultar, desplazar y engañar cuando se usan las palabras correctas pero se evaden los temas reales. Ninguna expresión, en ningún idioma, garantiza que se eviten los subterfugios y el autoengaño. Sólo la profunda sinceridad de la voluntad interior de ser veraces con el ser puede evitar la distorsión. La tendencia humana a huir del ser alienta el uso del lenguaje de maneras ambiguas. Uno puede generalizar al hablar de “la verdad”, y al mismo tiempo evadir verdades específicas acerca de sí mismo. Así es como una verdad puede llegar a ser un cliché. Por esta razón vuelvo a exponer y a formular las mismas verdades con distintas palabras.
Lo único que puedo agregar aquí es que uno no puede estar en la verdad universal, general y dinámica de la vida, a menos que esté en la verdad de su propio ser. Siempre hay áreas que uno se resiste a ver, que ofrecen oportunidades para el autoengaño.
Es esencial decirse una y otra vez: “Quiero ver todo, incluidas las áreas en las que presento más resistencia”. Entonces, y sólo entonces, pueden disolverse todas las dificultades, todas las obstrucciones aparentemente insuperables, para que las cosas ocupen su lugar en forma natural y sin esfuerzo, y se establezca una vida con sentido.
La corriente universal de la vida lleva armonía a donde existía la desarmonía, significado a donde existía el desperdicio, la realización a donde existía la frustración, placer supremo a donde existían el dolor y la privación. Pero la valentía y la humildad de estar en la verdad total acerca de uno mismo deben reunirse y cultivarse… todos los días.
“No tengo miedo de mirar lo que sea, aun si es algo que no quiero mirar. Pido a la sabiduría y al poder divinos que residen mí que me ayuden a ver lo que más necesito ver, para que yo pueda cambiar lo que necesito cambiar”. Hagan de estas palabras su oración diaria y liberarán al ser real de sus cadenas y alcanzarán la verdad de la dicha del universo.
PREGUNTA: Quiero que me explique una experiencia extraña y aterradora que tuve hace poco tiempo. Cuando me siento especialmente liberado después de ciertos esclarecimientos y noto un aumento de la fuerza vital dentro de mí durante la meditación, tengo la sensación de que me arrebataran los genitales. Siento una esperanza nueva, pero al mismo tiempo hay miedo en esta esperanza. ¿Me lo puede explicar?
RESPUESTA: Esta experiencia es la expresión de un progreso mayor del que puedes apreciar en este momento. Como resultado de la gran comprensión y verdad que has adquirido y de ciertos cambios en tu ser interior, has liberado un poder vital que hasta ahora estaba paralizado. Esto induce la esperanza, donde antes te sentías desesperanzado, de que algún día podrías experimentar la vitalidad, el placer y el júbilo. Al mismo tiempo, todo esto ha traído a la superficie un error conceptual profundamente alojado en tu psique: que si das rienda suelta a la energía viva de tu cuerpo, podrías ponerte en peligro, especialmente por medio de la pérdida de tus genitales. Este error conceptual ocurre con frecuencia, lo que no altera su amenaza real para ti. Tu niño interior está gobernado por este error conceptual, y es el responsable de muchas de tus dificultades. Si encuentras la fuente de este error conceptual dentro de ti—no como teoría psicológica, sino como convicción personal—llegarás a ver que es falso. Cuando tienes miedo de la esperanza que se abre a ti, ello se debe a que todavía crees en la amenaza: Tu error conceptual es que la esperanza de vida nueva encierra simultáneamente un peligro. Tu conflicto parece ser: “¿Debo quedarme como estoy y sentirme más sólo y más separado, o debo actuar y tal vez morir?” Éste es el estado en el que te encuentras por dentro, y que sólo puede resolverse cuando verdaderamente entiendas que el error conceptual es un error conceptual. El dolor desaparecerá, pues éste resulta del error y del consiguiente conflicto.
PREGUNTA: En cuanto a vivir en el ahora y ver lo que hay allí, he descubierto que siempre necesito que me infundan tranquilidad y confianza, reconfirmación. Esto me ha hecho ver que casi nunca vivo de una manera libre y suelta. Todo lo que hago tiene que ver con la consecución de esta reconfirmación. Vivo a fin de ser lo que me gustaría ser, no lo que soy. ¿Me puede ayudar con esto?
RESPUESTA. Tu necesidad de reconfirmación se basa en tu duda de que cuentas, de que tus valores intrínsecos son suficientes. Tienes miedo de que tus propias opiniones no sean válidas, así que necesitas que otros te las reconfirmen y te den tranquilidad. Las necesidades falsas tienen una cualidad adictiva; cuanto más las siente uno, más fuerte se vuelve el esfuerzo malsano de satisfacerlas y más se aleja uno de la fuente interior de todas las soluciones. Asimismo, cuanto más se acostumbra uno a ello, más cree que lo necesita.
Cuanto entren en el momento, pregúntense qué reconfirmación específica quieren. Luego pregúntense en qué aspecto se sienten inseguros. La incertidumbre que subyace a su verdad actual debe salir a la superficie. Entonces descubrirán que siempre que evaden su verdad en relación con la verdad universal existe un oportunismo cobarde. Este oportunismo basado en el miedo puede ser fácilmente tapado por una rebeldía aparente.
Este hallazgo es ya la primera capa del momento. Saber esto les permite ir a la siguiente capa, que es explorar la duda que parece necesitar reconfirmación. ¿Dónde, tal vez, violas una ley natural y ni siquiera deseas saberlo, pues no quieres ponerte en peligro oponiéndote a lo que temes que el mundo espera de ti? ¿Me entiendes?
PREGUNTA: Sí, creo que lo entiendo muy bien. Ahora bien, supongamos que mis dudas y mi necesidad de reconfirmación tienen que ver con mi masculinidad. ¿Cómo se aplica esto a lo que dijo usted acerca de la ley natural a diferencia de cumplir con las expectativas de las personas que me rodean?
RESPUESTA: Violas la ley natural cuando no confías en la naturaleza benigna de tus sentimientos. Te los arrancas. Existe en ti un mecanismo profundo que dice: “No, no iré más allá. Me permití llegar tan lejos como lo he hecho porque es placentero, pero no correré el riesgo de permitir que mi naturaleza entera siga su curso”. Haces esto en parte porque temes la censura del mundo, y en parte a causa de un error conceptual similar al de nuestro amigo que hizo la última pregunta. Tu miedo no es tan fuerte, pero también te sientes amenazado por sentimientos naturales y juras lealtad a un mundo que parece decir que uno no debe confiar en estos sentimientos. Niegas las fuerzas universales que existen dentro de ti. Quieres irte a lo “seguro”.
Piensen profundamente en todas estas cosas, amigos míos. Traten de aplicar lo que han aprendido. Acérquense a ustedes mismos con valor y humildad, y algo se abrirá en su interior. Tendrán a su alcance una fuente y una riqueza maravillosas de fuerza, y el amor y la sabiduría del universo. Sean benditos, queridos míos, sientan el amor y la verdad que siempre están aquí. ¡Queden en paz, queden en Dios!
Dictada el 10 de marzo de 1967.