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Pathwork

Conferencias del Guía

Conferencia 151. La intensidad: un obstáculo para la autorrealización

Saludos, mis muy queridos amigos. Las bendiciones divinas que fluyen alrededor y dentro de su ser son una fuerza poderosa que existe para ustedes, con tal de que estén abiertos y receptivos a ella.

La autorrealización significa estar conscientes de este poder universal y cósmico, que está a su alcance en todo momento. Es una tragedia estar separados de él, desconocerlo o ignorar su existencia. Conocerlo es uno de los requisitos para ponerlo a su disposición. Cuando entran en el ámbito donde es posible que este poder esté a su alcance, se encuentran en el predicamento de no poder conocer lo que no han experimentado. Por lo tanto, para cerrar la brecha entre las experiencias anteriores y el poder disponible, es necesario que consideren la nueva posibilidad. Éste es siempre el enfoque inteligente para cada paso nuevo de su expansión, ya sea en la ciencia o en cualquier otra comprensión de la verdad. Sin embargo, generalmente no están listos para hacer esto, pues creen falsamente que deben tener opiniones definitivas. Con esta actitud, jamás puede hacerse un descubrimiento. La actitud debe ser “¿Es posible esto? ¿Podría ser? Honestamente buscaré y consideraré esta posibilidad, con toda sinceridad y sin escatimar esfuerzos, en cualquier dirección que resulte ser necesaria”.

Esto puede parecer una tarea sencilla, amigos míos. No obstante, por sencilla que realmente sea, es un rasgo humano considerar que es muy difícil adoptar esta actitud. Por lo tanto, uno de los obstáculos para acceder al poder universal es la incapacidad de cuestionar seria y abiertamente una verdad nueva y ponerse a la disposición de ella—por revolucionaria que sea—, de una perspectiva nueva que parece contradecir convicciones y experiencias previas.

Este obstáculo de negar un hecho que es inmediatamente accesible—porque está ausente la apertura a ver sin ideas preconcebidas—nunca es enteramente el resultado de “jamás haber pensado en ello”. Cuando éste es el caso, la persona adoptará instantáneamente una actitud abierta siempre que la oportunidad se le presente en su vida; y esto sucede una y otra vez. La negativa rígida a ver y considerar—la fidelidad a opiniones, muchas veces no basadas en la experiencia real y personal, sino simplemente en lo que otros dicen—siempre es el resultado de un miedo personal de ver al ser.

Otro obstáculo grave para la autorrealización es que ustedes tienen actitudes, opiniones, pensamientos y sentimientos que contradicen completamente sus actitudes, opiniones, pensamientos y sentimientos conscientes. Esta discrepancia presenta un bloqueo muy grande, pues el material inconsciente tapa y levanta una barricada contra la fuerza cósmica. La mente cree que es conveniente bloquear este material. Por lo tanto, no puede relajarse, no puede adoptar la actitud flexible y valiente que es esencial para sintonizarse con la fuerza cósmica. Por lo tanto, es absolutamente necesario que emprendan el camino hacia su subconsciente a fin de entender el poder que tienen dentro de ustedes. Cada concepto falso, cada opinión equivocada, cada actitud destructiva, cada emoción negativa se interpone en el camino de la realización de este poder.

Todo esto ya lo saben, y nosotros, en nuestro camino aquí, trabajamos diligentemente. Sin embargo, no importa cuánto estén comprometidos con su Pathwork, les es fácil perder la perspectiva cuyo propósito y énfasis radican en la importancia de la autorrealización. Esta última significa, como dije, emplear el poder que tienen. Este poder es inmenso, amigos míos.

El poder es doble. Es una energía y una fuerza cósmicas tan revitalizadoras e infinitas, tan perennes en su dinámica, en su vitalidad, que ni siquiera pueden soñar el efecto que pueden tener en el individuo. La vida entera cambia drásticamente cuando se accede a esta energía; no aquí o allá debido a una apertura temporal al poder, sino de manera permanente a través de una personalidad cambiada que ya no cultiva actitudes que obstruyen el poder. Esta energía opera de acuerdo a su propia ley inherente. Como saben, es totalmente impersonal. Cuando existen condiciones que son compatibles con ella, fluirá sin obstrucciones. Cuando las condiciones son incompatibles, se bloquea. Según como ocurra el desbloqueo, empezará a fluir otra vez, muchas veces en forma distinta de la que podrían esperar. La energía fluye de acuerdo con leyes inmutables, impersonales e inherentes.

El segundo aspecto de este poder es su inteligencia autónoma. Cuando comprendan esto podrán integrarse con la inteligencia y el poder. Una vez que ya no haya material inconsciente en el que sientan miedo y se encojan, serán verdaderamente independientes de la autoridad y la ayuda que vengan de fuera. Su necesidad urgente de una autoridad así los paraliza, pues ustedes poseen en su interior todo lo que jamás necesitarán. Si efectivamente hacen uso de este poder, ya no tienen nada que temer en su vida.

El tema principal de la conferencia de esta noche es un obstáculo específico para emplear este poder. No he hablado de este aspecto en el pasado, salvo de una manera muy somera. Lo que deseo describir es un movimiento específico del alma, un clima emocional. A fin de ser compatible con el poder universal, es necesario que la personalidad se encuentre en un estado de relajación interna y externa. Esta relajación no implica inmovilidad ni falta de energía. No es el tipo de relajación falsa en el que no respiran, ni se mueven, ni responden. Todo lo contrario. Se expande y se contrae como la respiración; es rítmica y relajada, fácil pero vibrante de poder, serena y calma, natural y dinámica. Este estado, cuando se trata de describirlo, puede confundirse fácilmente con la indiferencia, la pasividad o la laxitud. No es ninguna de estas cosas, pero está enteramente libre de la tensión provocada por el miedo, el orgullo y el voluntarismo.

El estado habitual de las personas es de una intensidad más o menos tirante, que es ajena e incompatible con el poder universal. Esta intensidad misma puede ocasionar, como efecto final, una inmovilidad exterior, parálisis o una pasividad excesiva. Estos extremos siempre son el resultado de una intensidad de movimientos del alma que deben disolverse.

El enfoque dualista de la vida lleva a una mala interpretación típica de la intensidad. Existe la idea de que cuanto más intenso sea el individuo, más serio, responsable y enfocado estará; y a la inversa, cuanto menos intenso sea, más irresponsable, frívolo y consternado se mostrará. Esto no es cierto, amigos míos. De hecho, lo cierto es lo contrario. Sólo cuando la psique está en movimiento y no tensa puede la personalidad prestar toda su atención a lo que está haciendo, pensando, sintiendo y experimentando. Este estado sólo puede alcanzarse cuando no hay fuerzas opuestas que dividan a la persona interior ni, por lo tanto, miedos ocultos. Cuanto más ligeramente fluya el material psíquico, más energía habrá para invertirla en la vida, y menos agotamiento se presentará cuando la energía se gaste. La tirantez e intensidad antinaturales del estado anímico y de las emociones de una persona se han vuelto tan instintivos que se aceptan como algo natural. De hecho, la intensidad se considera el estado deseable, que connota todas las cualidades espirituales que describí, cualidades que sólo son realizables cuando la psique no es intensa. Todas las actitudes neuróticas son resultado de—y resultan en—una intensidad, que es, medio conscientemente, cultivada y alimentada con deliberación. Esto los separa de la corriente de la vida. La razón de que se cultive esta actitud destructiva es, en parte, el error dualista antes mencionado. Y en parte, su motivo es la importancia personal infantil, querer destacarse entre el resto de las personas, llamar la atención al ser haciendo que todo parezca tan importante. Es a lo que me he referido muchas veces como autodramatización. Esto puede ocurrir incluso dentro de uno mismo sin que se haga jamás manifiesto a los demás. En el sentido más profundo, todas las enfermedades mentales y todos los desequilibrios emocionales son resultado de una intensificación deliberada del movimiento del alma.

Éste es un proceso muy sutil que se vuelve observable sólo cuando enfocan su atención en él. Están tan acostumbrados a un estado de tensión interior que sólo si se enfocan una y otra vez en su percepción finamente sintonizada verificarán esta intensidad, que después se sentirá como algo ajeno y antinatural. Éste es el primer paso para poder dejarla ir. Sentirán que se despojan de una apretada camisa de fuerza en la que antes vivían. Saldrán de ella a una libertad nueva que, al principio, podría parecer llena de peligros. Se sentirán expuestos sin la camisa, sólo para darse cuenta de que lo único a lo que se exponen es a la corriente vital revitalizadora del cosmos. Entonces sabrán lo estorbosa que es esta tensión. La artificialidad de ella crea una incompatibilidad entre su personalidad interior y el poder universal. Produce una huella profunda en la sustancia del alma, que en un estado saludable no la tiene. Incluso llegarán a ver esta huella, que está conectada con convicciones demasiado tensamente sostenidas, emociones demasiado intensas y exageradas, sobrerreacciones, así como tensión muscular. Todo esto impide el flujo de la fuerza. El poder universal debe entrar en todos los niveles de la personalidad para que funcione bien. Si el ámbito mental es demasiado intenso en sus opiniones firmemente arraigadas, no puede haber un flujo fresco de la fuerza vital. Si hay una intensidad emocional irreal, la fuerza vital no puede entrar en el sistema físico. Así llega a producirse la enfermedad gradual, la decadencia y la muerte física.

Tal vez recuerden que hace algunos años dicté una conferencia sobre la expansión, la restricción y el principio estático, cuando describí los movimientos del cosmos, la respiración rítmica de todo lo que está vivo. Esta respiración cósmica sólo puede existir cuando no hay una intensidad artificial en el sistema. La huella de la sustancia del alma a través de la intensidad provoca parálisis en todos los niveles. Debe existir una resiliencia en todos los niveles para que ustedes se abran al poder universal. No puede existir cuando los movimientos que fluyen se rigidizan debido a las opiniones y las emociones intensamente sostenidas, así como a la apretura de los músculos físicos, tanto interiores como exteriores. No importa de dónde partan para mirar y volverse conscientes de su propia intensidad. Si hacen toda la tarea, disolverán la contractura que provoca esta intensidad en todos los niveles.

El error conceptual de que la intensidad es favorable también se aplica al placer. Se cree, medio consciente y medio inconscientemente, que cuanto más intensa es la personalidad, mayor será el placer. En otras palabras, la intensidad no sólo debe connotar seriedad y concentración, sino también placer. Esto no es cierto. Cuanto más ligero y fácil sea el flujo de la personalidad—al principio puede parecer casi “intrascendente”—, mayor será el influjo de la fuerza cósmica y, por ende, mayor será el placer. La intensidad es una actitud del ego e impide soltar éste. Así pues, no puede experimentarse el placer en la medida en que el ego se aferre y obstruya los procesos involuntarios. Cualquiera que tome su persona y su vida con demasiada seriedad es incapaz de participar del flujo cósmico. Por esta razón, el estado de autorrealización, transmitido en lenguaje humano, suele sonar engañoso. Sus propiedades pueden confundirse demasiado fácilmente con actitudes verdaderamente indeseables y equivocadas. Sin embargo, la ligereza y la falta de seriedad de la persona autorrealizada son completamente diferentes.

Recapitulemos: Una personalidad relajada, desenfadada, natural, poco dramática es esencial para mirar al ser con verdad; para prestar una atención plena a cualquier cosa que éste haga; para renovarse con energía a fin de poder invertir una dotación mayor de ella; para ser íntegros en el motivo y en la experiencia. Esto no debe confundirse con el entumecimiento que es resultado de una capa oculta de miedo y resignación. La segunda está muerta, y la primera está vibrantemente viva. La intensidad y las huellas excesivas de la sustancia del alma también se confunden con estar vivo, mientras que permitirse estar en el estado natural parece al principio como si uno no tuviera suficiente vida.

Esto se aplica a niveles muy sutiles, amigos míos; tal vez no les resulte fácil saber de qué estoy hablando. Mis palabras pueden parecer oscuras. Por lo tanto, es necesario que escuchen con algo más que el oído intelectual. Además, deben convertirse en sus propios observadores hasta que la intensidad de sus emociones, de sus pensamientos y también de su ser físico se vuelva consciente y empiecen a sentir la poca naturalidad de ella, sentir que esto es ajeno a su naturaleza más íntima.

Por lo tanto, la autorrealización total trae risas y humor y una falta de seriedad o de pesadez. Pero esto no connota en lo más mínimo una pérdida de integridad, ni una tibieza, o división, o conflicto en ninguno de los enfoques de la vida que tenga uno. Muy al contrario. La intensidad de la que hablo siempre está conectada a la pérdida de integridad, a la deshonestidad en algún nivel y a la división de motivos y atención, así como a una negativa a entregarse gustoso por entero. Todos estos factores crean la necesidad, por decirlo así, de ser intenso. Es muy importante entender esto, amigos míos.

La integridad, la honestidad y la ausencia de autoengaño en la manera de entregar su ser total a cualquier cosa que hagan, combinadas con desenfado, son las propiedades que establecen las condiciones compatibles con el poder universal. El poder cósmico puede manifestarse entonces en sus dos aspectos principales. Puede fluir y correr a través de todo su ser, revitalizando todos los órganos interiores y exteriores, todas las facetas de su persona. Además, la inteligencia autónoma puede manifestarse desde lo más profundo de su ser, guiándolos, inspirándolos e instruyéndolos hasta que su ego separado se integre con ella, de manera que dejen de estar divididos y se vuelvan íntegros. La divinidad reside entonces en ustedes, y ustedes en ella.

En el estado contrario, en el plano dualista, las personas son excesivamente serias, pesadas e intensas, por una parte, mientras que por la otra les falta concentración, están divididas en sus motivaciones y deseos, y se engañan. Este desequilibrio ceder el lugar lugar al equilibrio en ambos lados. Allí donde existía la división de dirección, las direcciones deben unificarse; donde existían deseos contradictorios debe unificarse la corriente de los deseos; donde existían la pérdida de integridad y la deshonestidad, tal vez en los niveles ocultos más profundos, la honestidad debe establecerse totalmente; donde existía la renuencia a dar de sí a la vida debe establecerse la voluntad de invertir el propio ser. Simultáneamente con esta reorientación del carácter y la personalidad surgirá la posibilidad de soltar la intensidad y volverse luz donde una vez prevalecía la pesadez. No tienen que tomar la vida y a ustedes mismos tan seriamente, de una manera tan negativa y desalentada. Pueden tomar la vida y a su ser con seriedad a través de la honestidad que le dispensen a ambos, y por medio de la sinceridad de querer dar tanto como desean recibir. Nada será tan definitivo, no hay que pelear por o contra nada. Esta falta de intensidad, de la manera correcta, vuelve accesible el poder universal, mientras que la intensidad de la que hablé es una contractura que bloquea el poder universal. La contractura entonces suele confundirse con la seriedad, la concentración, la integridad de propósito y de ser, así como con el placer apasionado. Se le usa como sustituto de la honestidad real consigo mismo y con la vida, y de la atención plena a todos los aspectos de la existencia. Éstos brindan el estado de ser no intenso, que es tan placentero y tan constantemente autorrenovador.

Amigos míos, cuando puedan llegan a este paso tan decisivo en su crecimiento, préstenle atención. Mucho antes de que sean realmente capaces de soltar en su totalidad su intensidad malsana, la mera conciencia y comprensión de su significado les indicará su gran progreso. En el momento en que se establezca esta conciencia, parte de la constricción se relajará y les infundirá una nueva energía vital.

La constricción que resulta de la excesiva tensión de la sustancia del alma los vuelve retraídos, tensos e inflexibles, no importa cuán frenéticos sean los movimientos artificiales. El movimiento es una lucha externa. La intensidad de la inflexibilidad externa—ya sea que se manifieste en movimientos erráticos o en una parálisis—impide que los poderes interiores de la fuerza vital los muevan.

La autorrealización y la unificación con la corriente de poder del flujo cósmico significan salir, moverse hacia la vida y hacia otros. Este movimiento hacia fuera es lo que las personas temen tanto. Se contienen, se encogen dentro de sí mismas… y piensan que entonces están seguras. Muchas veces no están conscientes de esto, también, pues pueden haber adoptado ciertas peculiaridades que les dan la ilusión de no tener miedo de entregarse a este poder que los mueve y los une a la vida y a otros. Los artilugios superficiales pueden hacerles ignorar el hecho de que en realidad no quieren mostrarse a otros tal como son, sino sólo con sus máscaras y cubiertas. Éste no es un contacto honesto con otra persona. La separación causa dolor, porque refleja la separación entre el ser exterior y el interior, el ser y otros, el ser y las actitudes veraces ante la vida, el ser y los procesos vitales.

El poder universal es totalmente confiable. Desconfiar de él es una verdadera locura, amigos míos. Lo único en lo que tienen razón de desconfiar es en su miedo a ustedes mismos, que sólo existe porque puede haber todavía un área o dos acerca de las cuales desean engañarse. En el grado en que decidan ya no hacer esto, pueden superar el miedo. Encontrarán su salvación en la comprensión de sus propios poderes cósmicos.

Otra obstrucción es la falsa bondad, a la que podríamos llamar también sentimentalismo. El sentimentalismo, fácilmente pasado por alto, se debe a una combinación de dos tendencias. Una es el deseo innato y genuino de ser extrovertido, de amar, de ser verdaderamente sincero hasta la profundidad de su ser, y de confiar en los poderes universales. La otra es su miedo con sus deshonestidades subsecuentes, que los hace contenerse mediante un férreo control de su ego. Siempre debe existir el impulso innato de soltar el ser exterior y entregarse a los procesos interiores cósmicos. Esto significa amar de verdad. Cuando el miedo, el orgullo y el voluntarismo bloquean ese camino, es imposible amar y la extroversión se invierte. La tendencia a ir hacia fuera, confiada y amorosamente, jamás puede suprimirse porque es parte integral de la naturaleza de la creación. Ustedes son parte de la vida y, por lo tanto, deben tender en la misma dirección. El conflicto entre la tendencia a seguir la vida y el miedo a hacerlo crea la falsa bondad o el sentimentalismo. La falsa bondad resulta cuando los sentimientos reales están bloqueados. La personalidad se siente culpable por estorbar el flujo natural de los sentimientos, por haberlos entumecido. La vitalidad de los sentimientos reales vuelve innecesario el exceso de intensidad, y tampoco conoce sentimientos obligatorios: la falsa bondad, el sentimentalismo. Es libre y espontánea, ya que el amor no tiene nada que ver con el deber. Las emociones vagas, por otra parte, si se interpretan sinceramente y se expresan con palabras, dirían: “Así debo sentir, pero, por desgracia, no puedo hacerlo genuinamente”.

La falsa bondad se interpone más en el camino de la realización del poder cósmico que el reconocimiento de que uno todavía no siente nada cuando debería sentir, que uno no ama todavía cuando debería amar. Una vez que se hacen estos reconocimientos, es posible expresar el deseo de poder sentir y amar. En el sentimentalismo, uno vive bajo la ilusión de que uno ya ha alcanzado este estado. Después del reconocimiento sincero de la falta de amor y del deseo de amar, el siguiente paso es encontrar la parte de ustedes que dice: “Pero no quiero sentir, no quiero amar”. Mientras no se conecten con esa parte de ustedes, no pueden conectarse con los procesos de la vida, con la realidad, con el poder universal, pues su resistencia a sentir y a amar es su realidad actual. Negar la realidad actual vuelve imposible experimentar una realidad más grande.

Si pueden preguntarse en esta fase de su Pathwork: “¿Dónde sigo teniendo una bondad obligatoria porque no quiero hacer frente a mi negativa a tener sentimientos reales?”, pueden proceder entonces a preguntar a su ser íntimo más profundo por qué se niegan a tenerlos. ¿Cuál es el miedo y la renuencia? También pueden empezar a observar su tirantez y una intensidad que rebasa la atención relajada y natural, la concentración y la plenitud de la experiencia. Esta intensidad no es para nada agradable. Es problemática y conduce a problemas aún mayores en ustedes mismos y con su ambiente. Los sentimientos profundos y plenos no tienen que ser intensos en este sentido negativo. Sean conscientes de la diferencia.

Enfoquen su atención en las variaciones sutiles, cuando sus pensamientos, sentimientos y cuerpo están tensos; cuando existan reacciones que tal vez no sean tan fuertes como ustedes creen. ¿Son sus sentimientos realmente tan intensos? Consideren la posibilidad de que si los dejaran solos en su expresión natural, tal vez no sentirían esa desagradable intensidad acerca de esto o aquello. ¿Es realmente tan fuerte esta o aquella convicción? ¿Tienen una causa para estar tan convencidos? Dejen ir la intensidad de la convicción y consideren su posible opuesto.

Después, vuélvanse conscientes de las muchas áreas pequeñas de tensión en su cuerpo, de la intensidad de los tejidos musculares y de todo su ser físico. Cuando enfocan así su atención en estas áreas, tan vez detecten una renuencia a soltar. ¿Cuál es esta renuencia? Para no ser intensos necesitan tener cierto grado de confianza en lo que sucede con ustedes y su vida, una confianza que no tienen. La confianza sólo puede llegar cuando su confianza en ustedes mismos se justifica totalmente. Pero incluso antes de que sea así, es muy valioso que simplemente observen su renuencia a relajarse y sepan que la tensión y la intensidad son las barreras inmediatas a la autorrealización. Su renuencia está directamente conectada con una renuencia a ver algo en ustedes. Esto, a su vez, es directamente responsable de su falta de confianza en ustedes mismos; por ende, de su desconfianza en los poderes creativos.

Si observan estas áreas, se habrán acercado verdaderamente al umbral de la autorrealización. Esta última se convertirá en un proceso gradual, en el que se sentirán fluyendo con el universo, en armonía con él; donde establecerán contacto con la inteligencia profunda en ustedes, sin la cual nada puede llevar al éxito. Cuando dejan fuera esta profunda inteligencia, decidan lo que decidan o hagan lo que hagan no podrán producir respuestas o resultados satisfactorios.

Cuando establezcan contacto con esta inteligencia y ella se manifieste en ustedes y empiecen a ver toda su sabiduría y su corrección total—el principio indivisible y unitivo que no tiene conflictos dualistas de bueno versus malo—sentirán que han hecho contacto con un poder extraño dentro de ustedes. Cuanto más y con mayor frecuencia hagan esto, vencerán las dudas, cada vez menos frecuentes, de comprometerse con algo en lo que no pueden confiar. La integración entre su ser volitivo consciente y los procesos no volitivos de este vasto poder se arraiga más firmemente. Cada paso del camino, cada nueva superación, les demuestra cuán justificada está su confianza en él. Con cada uno de estos pasos se vuelven más conscientes de la realidad de este poder y de que el poder es suyo. ¿Cómo pueden vivir con miedo de este tesoro? Ya no hay problemas insolubles. Como este poder existe a todo lo largo y ancho del universo, está en ustedes, y en todos los demás. Cuando esta comprensión verdaderamente permea y penetra en todo su ser y su entendimiento, la hermandad en el sentido real es inevitable. La antipatía es sólo un factor superficial, y saben que todos están unidos por este poder. El conflicto entre el ser y otros cesa. Se vuelven realmente únicos, pero como todos los demás, en el mejor sentido posible.

Éste es el camino, amigos míos. Cada vez que tengo el privilegio de hablar con ustedes y ayudarles a arrojar luz en este camino desde un ángulo distinto, les doy material que tienen la opción de usar tanto como lo deseen.

¿Hay preguntas en relación con esta conferencia?

PREGUNTA: De alguna manera, por primera vez, su conferencia me molestó mucho. Me pregunto si es porque estoy cerca del punto que trató usted y me resisto.

RESPUESTA: ¿Puedes identificar lo que te molestó de la conferencia?

PREGUNTA: Tiene que ver con la esperanza que un ser humano podría tener…

RESPUESTA: Te molesta porque no estás aún listo para confiar en ella. Esto es molesto en el sentido de que uno sabe de estas posibilidades, pero no confía en sí mismo para tomar ese derrotero. Por esto, una gran parte de la Humanidad conviene en la idea de la desesperanza, de la negatividad, de la visión de que el mundo es caótico y no tiene sentido. Éste es un pensamiento tan fantasioso como la esperanza infantil de que una deidad te otorgará la salvación, o de que puedes recibir ayuda si atiendes a los consejos y a la autoridad de otras personas para que la dicha celestial descienda sobre ti en una vida más allá de esta. La fidelidad a una fe exterior, no importa en qué forma ortodoxa o no ortodoxa, contiene tanto pensamientos fantasiosos como desesperanza. Esta última dice: “No tengo necesidad de hacer nada—encarar algo desagradable, cambiar mi personalidad o renunciar a una actitud destructiva que no deseo eliminar—pues de todos modos poco importa”.

Si la vida no tiene sentido, si nada tiene ni pies ni cabeza, si no existe la evolución y la continuidad de todo lo que vive, entonces, efectivamente, es innecesario vencer los defectos de carácter. Adoptar una filosofía nihilista de la vida le permite a uno evadir los aspectos desagradables de la autoconfrontación. Por eso, la desesperanza no es un escapismo menos fantasioso que la esperanza de ser cuidados por otra inteligencia y no la propia. En ambos casos es posible evitar hacer frente a las facetas poco favorecedoras que destruyen los ideales que uno tiene de sí mismo. Ambos son dos lados de la misma moneda: el futuro color de rosa de una vida en el más allá, alcanzada mediante la fidelidad a una fe exterior y la obediencia a las leyes y reglas que vienen de fuera, no es fundamentalmente distinto de la desesperanza del nihilismo. Ambos evitan lo que parece tan difícil: la confrontación honesta.

PREGUNTA: ¿Cuál es la razón, y quién es responsable de la incapacidad de la mayor parte de la Humanidad de percibir la fuerza cósmica? ¿Se debe esto a que la mayoría de las personas ignoran la fuerza cósmica a causa de su falta de desarrollo?

RESPUESTA: Sí, se debe a una falta de desarrollo, a una falta de conciencia. Ahora bien, ¿quién tiene la responsabilidad? Cada individuo mismo. La verdad que es tan difícil de afrontar para tantas personas es que nadie es jamás responsable de nadie más. Esto puede parecer incomprensible en vista de ciertos acontecimientos históricos o en vista de consideraciones superficiales cuando se juzga de acuerdo con las apariencias y se tienen verdades fragmentarias—, pero, a final de cuentas, cada entidad individual es responsable de sí misma. Cualquier cosa que suceda en el curso de una vida ofrece la oportunidad de desarrollar y expandir la conciencia. También es muy cierto que un niño en el grado más bajo de la escuela no puede entender lo que un adulto comprende. Así que no es un pecado cuando una persona es incapaz de percibir. Es distinto cuando alguien tiene la capacidad, pero no está dispuesto a hacerlo; cuando una persona podría desarrollarse y expandirse, pero deliberadamente pone obstáculos a esta tarea debido a una destructividad y obstinación innecesarias.

Hoy, la Humanidad en su conjunto está exactamente donde debe estar, donde no puede evitar estar, pues es la suma total de todos los individuos, pasados y presentes, que habitan esta Tierra. Cada individuo tiene la oportunidad de hacer de cada segundo de su vida una oportunidad de expansión y crecimiento. Cualquiera que siga seriamente este camino puede corroborar esto. Pueden hacer de cualquier cosa que les suceda un gran trampolín, el mejor material para crecer más, o pueden permitir que influya en ustedes adversamente. Esto se aplica no sólo a los incidentes desfavorables, sino igualmente a los favorables. Con gran frecuencia retrasan el crecimiento tanto como los traumas de la vida. Los eventos favorables pueden alentar la pereza, el estancamiento y la ilusión. Lo que hagan con cualquier cosa que suceda determina si contribuirá u obstaculizará la expansión de la percepción. Las personas tienen una tendencia a considerar las condiciones exteriores como los factores decisivos en su vida, más que sus actitudes. Siempre son las actitudes lo que determina lo que tiene una importancia real.

Sólo se puede acceder a las fuerzas cósmicas venciendo las dificultades exteriores, que son el reflejo directo de las obstrucciones interiores. Una vez que vean esto y sepan que son responsables, están en el camino de la realización de su ser real—o, para decirlo de otro modo—la realización de los poderes universales.

PREGUNTA: Como médico, quiero saber si existe alguna manera de que la fuerza cósmica pueda aplicarse a los seres humanos por medios físicos, por artefactos físicos; no necesariamente para resolver todo el problema, sino para ayudar a aliviar el sufrimiento y dar alguna dirección. Por ejemplo, el acumulador de Wilhelm Reich y algunos otros artefactos, como lo explicaron Cayce y otras personas que trabajaron con esto; ¿son realmente esfuerzos en esa dirección?

RESPUESTAS: Sí lo son. Éstos—y muchos, muchos otros, en buena parte de los rincones del mundo, que no se conocen públicamente—son maneras de canalizar la fuerza vital para que fluya en los humanos donde debería y podría hacerlo, si un desequilibrio en el sistema no hubiera ocurrido. Es posible volver la fuerza vital más accesible al sistema físico por medio de artefactos externos, lo que abre así la posibilidad de una penetración interna de los poderes cósmicos en los ámbitos mental y emocional. Sin embargo, hay que entender que, sin importar cuánta de ella puede ser accesible por medio de artilugios físicos, la esencia de la fuerza vital es un poder mental, o espiritual. Su uso depende de las actitudes mentales, o espirituales. El efecto de los artefactos físicos inevitablemente desaparece después de un tiempo, si la mentalidad no se vuelve compatible con la naturaleza del poder cósmico. Pueden usarse física y temporalmente, hasta cierto grado, pero esa dirección tiene un límite.

La mejor manera de usar el enfoque físico es ayudar a la personalidad a reorientarse, lo que dará a muchos el vigor necesario que de otra manera las falta. Un cambio de personalidad no hace que las personas pierdan su singularidad, sino que, más bien, los hace más singulares al eliminar las distorsiones, el desequilibrio y la destructividad. La personalidad debe volverse compatible con este poder a fin de ya no depender de artefactos exteriores, sino de tener un acceso constante a la fuente inagotable de este poder en lo más profundo de su propio ser. Mientras las personas que trabajan desde afuera entiendan esto, todo está bien, porque no se decepcionarán cuando el efecto no dure.

Deseo que todos ustedes hagan un uso pleno de lo que les di esta noche, para que la maravilla del universo—de esta vida aquí y ahora—pueda desplegarse para ustedes. Esto sucederá, no mediante atajos, ilusiones, fantasías y panaceas, sino a través de la decencia y la honestidad con ustedes mismos y su vida. Sean benditos. Queden en paz, queden en Dios.

Dictada el 7 de abril de 1967.