Conferencia 152. La conexión entre el ego y el poder universal
Saludos, mis muy amados amigos. Que esta conferencia les dé una percepción interior y una fuerza renovadas, para que sus intentos de encontrarse—quiénes son, a dónde pertenecen y cómo realizarse—se vuelvan un poco más fáciles. Que encuentren un nuevo rayo de luz a través de estas palabras por medio de su verdadera apertura a nuevos aspectos de ideas que tal vez ya oyeron antes, pero que todavía no se han convertido para ustedes en una verdad personalmente experimentada.
El significado y la plenitud de la vida de uno dependen, a final de cuentas, de la relación entre su ego y el principio de la vida universal: el ser real, como también lo llamamos. Si esta relación es equilibrada, todo lo demás cae en su lugar. Todas estas conferencias se ocupan de este tema, de una u otra manera, aunque siempre trato de abordarlo de maneras distintas para ayudarlos a experimentar finalmente la verdad de estas palabras.
Tratemos de definir de nuevo qué es el principio de la vida universal y cómo se manifiesta en ustedes. El principio de la vida universal es la vida misma. Es la conciencia eterna en su sentido más profundo y más elevado. Es un movimiento eterno y un placer supremo. Como es vida, no puede morir. Es la esencia de todo lo que respira, se mueve y vibra. Lo sabe todo, pues constantemente se crea y se perpetúa a sí mismo, porque no puede ser infiel a su propia naturaleza.
Cada conciencia individual es conciencia universal—no sólo parte de ella, pues una parte implica sólo un poco—sino que dondequiera que existe la conciencia, se trata de la conciencia universal. Esta conciencia universal, o principio vital creativo, adopta varias formas. Cuando, en el proceso de individualización, una entidad pasa el punto de recordar su conexión con su origen, ocurre una desconexión. La conciencia específica sigue existiendo y conteniendo la conciencia universal, pero olvida u propia naturaleza, sus leyes y sus potenciales. Esto, en suma, es el estado de la conciencia humana en su conjunto.
Cuando empiezan a volverse conscientes del principio vital, descubren que siempre ha estado allí, pero no lo han notado porque se hallaban bajo la ilusión de existir separadamente. Por lo tanto, no es enteramente preciso declarar que la conciencia universal se “manifiesta”. Sería más correcto decir que ustedes empiezan a notarla. Pueden notar el poder siempre presente del principio vital como conciencia autónoma o como energía. La personalidad egoica separada posee ambas, pero la inteligencia egoica es, por mucho, muy inferior a la inteligencia universal, la reconozcan o no, la usen o no. Lo mismo vale decir para la energía.
La conciencia y la energía no son aspectos separados de la vida universal; son uno. Pero algunas personas tienden a ser más receptivas a uno u otro de ellos. Ambos se experimentan como parte de la autorrealización de uno.
Una de las características básicas del principio vital universal, ya sea que se exprese como conciencia universal o energía, es que es espontáneo. No puede revelarse por medio de un proceso laborioso ni mediante un estado tenso y exageradamente concentrado. Su manifestación siempre es un resultado indirecto del esfuerzo. Ocurre cuando menos se le espera. Con “indirecto” quiero decir que, desde luego, tienen que hacer esfuerzos. Tienen que vencer la resistencia para encararse con verdad, reconocer sus problemas y defectos y despojarse de sus ilusiones. Esto sí requiere un gran esfuerzo.
Deben hacer acopio de toda la fuerza y el valor que puedan en todo momento. Pero el esfuerzo tiene que hacerse por el afán de ver la verdad acerca de uno mismo, de renunciar a una ilusión específica, de superar la barrera de querer ser constructivo y no destructivo, y no por un proceso todavía teórico llamado autorrealización, que encierra la promesa de sentirse bien. Si la autorrealización se fuerza y se busca arduamente, no llegará. Llega como producto, por decirlo así, aunque es todo lo que siempre desearán alcanzar.
Cada paso hacia ver la verdad del ser, con un deseo de participar constructivamente en el proceso creativo de la vida, libera al ser. Así es como empiezan los procesos espontáneos. Nunca son conscientemente volitivos. Por ende, cuanto mayor es el miedo de lo desconocido, de soltar, de los procesos involuntarios del propio cuerpo, menor es la posibilidad de experimentar el principio vital espontáneo en el ser.
El principio vital puede tomar la forma de una sabiduría anteriormente inimaginable para resolver los problemas personales o para cultivar los propios talentos creativos. O se puede manifestar como una manera nueva y vibrante de experimentar la vida, dando un sabor nuevo a todo lo que uno hace y ve. El principio vital siempre es seguro, siempre da una esperanza justificada que jamás llevará a la decepción. Nunca hay miedo en esta nueva experiencia de vida. Pero no puede empujarse ni forzarse. Sucede exactamente en el grado en que dejen de tener miedo a los procesos involuntarios.
La Humanidad se halla en la postura paradójica de anhelar profundamente los frutos de estos procesos involuntarios, pero los temen y los combaten. El conflicto es terrible y trágico. Puede resolverse sólo cuando sueltan el miedo.
A final de cuentas, todos los problemas psicológicos se derivan de este más profundo conflicto existencial, mucho más allá de las neurosis individuales y las dificultades personales que experimenta el niño, y que más tarde causan conflicto y errores conceptuales. Toda la vida tiende a resolverlos. La condición previa de esta resolución es que, en primer lugar, los conflictos neuróticos individuales deben encontrarse y resolverse. Necesitan aprender a ver y a aceptar cualquier cosa que sea real en su vida, en otros, en la vida misma. Debe prevalecer la honestidad para frenar los intentos de uno de engañar a la vida, no importa cuán sutilmente. Todos los defectos de carácter tienen que ser eliminados. Y cuando digo eliminados, quiero decir reconocerlos y observarlos objetivamente, sin caer en la desesperación y negar los defectos. Esta sola actitud por sí misma elimina los defectos de manera infinitamente más eficaz que cualquier otro enfoque.
En otras palabras, no es cuestión de tener que eliminar primero los defectos para que entonces suceda otra cosa. Es cuestión de poder verse serenamente en el defecto. Sólo entonces puede uno percibir el conflicto entre el ego y la conciencia universal. Esta conciencia universal que se manifiesta espontáneamente no tiene nada que ver con los preceptos religiosos de una deidad distante, o de una vida después de esta vida física. Estas son malinterpretaciones que han surgido como resultado de intuir este principio vital universal. Cuando una persona intuye esto y a tientas trata de transmitir esta experiencia a otros cuyo ego todavía está en conflicto con el principio vital creativo, sí ocurren estas malinterpretaciones. Necesariamente los enajenan de su ser inmediato y de su vida práctica diaria.
Las personas que tienen miedo de estos procesos enajenantes los descartan creando una teoría vaga. Desean encontrar una conciliación entre su anhelo, que proviene del profundo sentido de las posibilidades presentes que están a su alcance, y su miedo. Esta conciliación existe en todas las formas de religión formal que alejan a Dios del ser y de la vida diaria, que divide a la naturaleza humana en el ser espiritual y el ser físico. Así, la plenitud total se elimina del ahora y se concentra en una vida después de la muerte. Todos estos puntos de vista y enfoques de la vida no son sino un intento de conciliación entre lo que uno intuye que podría existir y lo que uno teme. Este miedo va más allá de los miedos neuróticos que se originan en errores conceptuales y los traumas personalmente experimentados.
¿Cuál es este miedo básico de soltar el ego exterior para permitir que los procesos universales se desplieguen y los dirijan? Es el malentendido de que renunciar al ego equivale a renunciar a la existencia. A fin de que entiendan mejor este problema, consideremos cómo se formó el ego a partir de la vida universal.
La individualización es parte integral de la fuerza vital universal. La vida siempre se mueve, sale al encuentro de otros, se expande y se contrae, encuentra nuevas áreas de experiencia y se extiende a territorios nuevos. La vida creativa no es diferente. De este modo, encuentra maneras siempre nuevas de experimentarse. A medida que una conciencia individual se separa más y más de su fuente original, “olvida” su esencia y no se da cuenta de sus propios principios y leyes hasta que parece ser una entidad totalmente separada. Por lo tanto, la existencia individual se asocia sólo con la existencia separada. Renunciar al ego debe parecerle entonces al individuo una aniquilación de su existencia personal única.
Esa es la condición actual de los seres humanos. Viven en la ilusión de que la vida, el sentido de “Yo soy”, puede encontrarse sólo en su existencia “separada”. Esta ilusión ha traído la muerte al reino humano, pues la muerte no es otra cosa que esta ilusión que se lleva hasta su absurdo final.
Darse cuenta del carácter ilusorio de una existencia egoica separada es un paso sumamente importante en la evolución de la Humanidad. Cualquier trabajo de autorrealización enfoca muy claramente este tema. En la medida en que vean la verdad inmediatamente accesible de ustedes como individuos, descubrirán que ustedes y el principio vital creativo son uno. Entonces verán que todo lo que digo aquí es realizable y verificable aquí y ahora. No es una enseñanza teórica que, en el mejor de los casos, pueden, considerar intelectualmente. Cuanto más se vean con verdad y se despojen de sus ilusiones acerca de ustedes mismos, más cuenta se darán de que la existencia individual no termina cuando permiten que los procesos involuntarios del principio vital creativo tomen el control y se integren con las funciones del ego.
Algunos de mis amigos han empezado a experimentar la inmediatez de esta vida más grande cada vez con mayor frecuencia. Experimentan una renovación de la energía y descubren, paradójicamente, que cuanta más energía dan, más energía renovada generan en su interior, pues esa es la ley del principio vital universal. El estado separado opera dualistamente; parece “lógico” que cuanto más da uno, menos tiene y más mermado se vuelve. Esto viene de la ilusión de que el ego exterior es lo único que sostiene la individualidad. Esta es la raíz del miedo a soltar todas las tensas defensas del ego.
Del mismo modo, los que empiezan a experimentar estos poderes y energías también empiezan a notar la afluencia de una inteligencia inspiradora que parece ser más vasta que cualquier cosa que conozcan con su intelecto exterior en vez de su sabiduría interior. Sin embargo, es su “mejor ser”. Al principio parece ser un poder extraño, pero no lo es. Sólo parece serlo porque estos canales se habían congestionado debido a la propia ignorancia de su existencia y a las pequeñas mentiras y autoengaños personales. Esta inteligencia más vasta se manifiesta como inspiración, guía y una forma nueva de intuición que llega no como un sentimiento vago, sino con palabras concisas, con un conocimiento definitivo, aprehensible y traducible a la vida diaria.
El descubrimiento de esta vida nueva reconcilia los opuestos aparentes de ser un individuo y ser uno con todos los demás, como parte integral de un todo. Éstos ya no son opuestos irreconciliables, sino hechos interdependientes. Todos estos opuestos, aparentemente excluyentes entre sí, que causan tanto dolor a la Humanidad, empiezan a caer en su lugar cuando el ego se conecta con la vida universal.
Cuando hablo de dejar ir el ego, no me refiero a su aniquilación, ni siquiera a ignorar su importancia, ni a abandonarlo. El ego se ha convertido en una parte separada de la vida universal que puede encontrarse en las profundidades del ser. Es inmediatamente accesible si así se desea, cuando el ego esté listo para reconectarse con su fuente original. Cuando el ego se vuelva lo suficientemente fuerte para correr el riesgo de confiar en otras facultades aparte de sus limitadas capacidades conscientes encontrará una nueva seguridad jamás soñada.
El miedo a este paso nuevo proviene de la idea de que el ego será aplastado, de que se hundirá en la nada y dejará de existir. Este miedo parece ser aliviado aferrándose a sustancias psíquicas inmóviles y petrificadas. Lo inmóvil parece seguro;el movimiento, peligroso. Querer aferrarse vuelve espantosa la vida, pues la vida está en constante movimiento. Cuando descubran que el movimiento es seguro porque los lleva consigo, habrán encontrado la única seguridad real que existe. Toda otra seguridad—la confianza en lo estático, o la dependencia de él—es ilusoria y genera siempre más miedo.
El principio es el mismo que mueve a los planetas, que no se caen al espacio. En el centro del predicamento humano siempre esta el sentimiento de que “Si no me aferro a mí mismo, me pongo en peligro”. Y una vez que son conscientes de este sentimiento, poseen una llave importante, pues pueden considerar la posibilidad de que sea un error. No hay nada que temer, no pueden ser aplastados ni aniquilados. Sólo pueden ser llevados, tal como los planetas son llevados en el espacio.
Como lo digo con tanta frecuencia, la conciencia actual de la Humanidad crea el mundo en el que viven, incluidas sus leyes físicas. Ustedes están muy acostumbrados a poner el efecto primero y la causa después. Esto es el resultado de su estado mental dualista, que es incapaz de ver el panorama completo y tiende a pensar de una manera que dice “esto o lo otro”. No están relegados a esta esfera; más bien, esta esfera, con todo lo que contiene, es una expresión del estado de conciencia global de la Humanidad. Una de las leyes físicas que expresan este estado de conciencia es la ley de la gravedad. Se trata de una ley especial que atañe sólo a su conciencia dualista. La ley de la gravedad está en paralelo, o expresa en el nivel físico, la reacción emocional y el miedo de caer y aplastarse cuando se renuncia al ego como forma única de existencia individual. Las esferas de conciencia que han trascendido la dualidad de este plano tienen leyes físicas diferentes, que corresponden a su conciencia global. La ciencia humana, incluso desde el punto de vista meramente materialista, muestra que así es. La ciencia del espacio lo demuestra. En el espacio exterior no hay gravedad. La suya no es la última y la única realidad.
Esta analogía es más que meramente simbólica. Es una señal que podría ampliar su horizonte al pensar en nuevas fronteras de la realidad, y experimentarlas interiormente, lo que disminuirá su miedo y su existencia egoica, ilusoria y aislada.
¿Cómo aplicar esto, amigos míos, a donde está la mayoría de ustedes en su búsqueda del ser real? Esto se conecta inmediatamente con el examen de las diversas capas de su conciencia. Cuanto más logren volver consciente el material anteriormente inconsciente y, en consecuencia, reorienten los reflejos defectuosos del material antes inconsciente, más se acercarán a la realidad del principio vital universal que habita en ustedes. Éste último se vuelve entonces más libre para revelarse, y ustedes se liberan más de los miedos, las vergüenzas y los prejuicios, de manera que se puedan abrir a su accesibilidad. Cualquiera puede corroborar que cuanto más acopio de valor se hace para mirar la verdad de uno mismo, y nada más que la verdad, más fácil es hacer contacto con una vida interior más vasta, segura y dichosa. Cuanto más conectados estén con algo que elimina toda incertidumbre y todo conflicto, más experimentarán una seguridad y una capacidad de funcionar que jamás supieron que podía existir dentro de ustedes. Aquí están las funciones del poder, de la energía; funciones de la inteligencia que resuelven todos los conflictos y aportan soluciones a problemas aparentemente irresolubles. Todos los “síes” y los “peros” de la vida diaria práctica se aflojan; no por medios mágicos, sino a través de su creciente capacidad de lidiar con todo lo que pase como parte integral de ustedes. Además, desarrollan una mayor capacidad de experimentar el placer, tal como deben hacerlo.
Hace algunos años empleé los siguientes términos para describir ciertos niveles generales y fundamentales de la personalidad humana: el Ser Superior, que es el potencial real que todos tienen, la vida universal que hay en cualquier núcleo humano; el Ser Inferior, compuesto de todos sus engaños, sus defectos de carácter, sus ilusiones, sus fingimientos y su destructividad. Luego hablé de un tercer componente que primero llamé el ser de la máscara y después el ser idealizado (Conferencia # 14). Éste se basa en un fingimiento de ser lo que uno quiere ser, o lo que uno siente que debería ser a fin de ser apreciado y aprobado.
Durante nuestras pláticas hemos llegado a estar cara a cara con muchos aspectos de esta tríada. Una vez hablé de un fenómeno frecuente: que muchas veces se avergüenzan de su ser superior; de lo mejor que hay en ustedes. A muchos tipos de personalidad les parece vergonzoso mostrar lo mejor que tienen, sus impulsos más amorosos y generosos; les parece mucho más fácil y menos vergonzoso mostrar su peor parte (Conferencia 066).
Hoy puedo hablar un poco más de este tema en un nivel más profundo y sutil, pues se trata de un punto muy importante, conectado inmediatamente con el miedo de exhibir al ser real. Algunas de mis conferencias anteriores se limitaron a describir ciertas características de un tipo de personalidad en un nivel relativamente superficial. La personalidad específica de la que hablé entonces siente esta vergüenza principalmente con respecto a las buenas cualidades, con respecto a dar y amar. Estas personas creen que ceden a las demandas de la sociedad y que, por lo tanto, pierden la integridad de su individualidad. Tienen miedo de su sumisión y dependencia de las opiniones de otros y, por lo tanto, sienten vergüenza de cualquier impulso genuino de complacer a los demás. Es así que se sienten más “ellos mismos” cuando son hostiles, agresivos y crueles.
Todos los seres humanos tienen una reacción similar a su ser real. Esto se aplica no sólo a su bondad real y a su generosidad amorosa, sino también a todos los demás sentimientos y maneras de ser reales. Esta extraña vergüenza se manifiesta como una bochornosa sensación de estarse exhibiendo tal como uno es realmente. Hace que uno se sienta desnudo y expuesto. Esta experiencia pueden registrarla todos, y no es la vergüenza de los engaños y la destructividad de uno, ni de su conformidad. Esta vergüenza ocurre en un nivel completamente distinto, y tiene una cualidad diferente. La única forma en que puedo describirla es decir que lo que uno realmente siente es que está vergonzosamente desnudo… independientemente de sus pensamientos, sentimientos y comportamiento buenos y malos. Es sumamente importante que entiendan esto, ya que explica cómo se crean los niveles artificiales. Estos últimos no resultan exclusivamente de los errores conceptuales en el sentido corriente. Cuando el núcleo desnudo de uno mismo, tal y como es ahora, se expone, la personalidad está menos asustada de la aniquilación que del peligro, pero más avergonzada. El elemento de peligro interviene cuando el ego se rinde a los procesos involuntarios. La vergüenza se siente más intensamente cuando uno se muestra como es en el momento.
Debido a este sentimiento, las personas fingen. Éste es un tipo diferente de fingimiento que el que tapa la falta de integridad, la destructividad y la crueldad. Este tipo distinto de fingimiento es más profundo y más sutil. Pueden fingir cosas que realmente sienten. Tal vez de verdad sientan amor, pero mostrar este amor real los hace sentirse desnudos, así que crean un amor falso. Tal vez de verdad sientan enojo, tal como son ahora. Pero este enojo real los hace sentir desnudos, así que crean un enojo falso. Podrían sentir realmente tristeza, pero se sienten mortificados al reconocer esta tristeza, incluso ante ustedes mismos, así que crean una tristeza falsa, que fácilmente pueden mostrar a otros. Quizás verdaderamente experimenten el placer, pero también esto los humilla ante los demás, así que crean un placer falso. crean una tristeza falsa, que fácilmente pueden mostrar a otros. Quizás verdaderamente experimenten el placer, pero también esto los humilla ante los demás, así que crean un placer falso. Esto se aplica incluso a elementos como la confusión y el desconcierto. Intensifican y dramatizan sus emociones, como lo expliqué en la última conferencia, así que las falsifican.
Esto se aplica incluso a elementos como la confusión y el desconcierto. Intensifican y dramatizan sus Debido a este sentimiento, las personas fingen. Éste es un tipo diferente de fingimiento que el que tapa la falta de integridad, la destructividad y la crueldad. Este tipo distinto de fingimiento es más profundo y más sutil. Pueden fingir cosas que realmente sienten. Tal vez de verdad sientan amor, pero mostrar este amor real los hace sentirse desnudos, así que crean un amor falso. Tal vez de verdad sientan enojo, como son ahora. Pero este enojo real los hace sentir desnudos, así que crean un enojo falso. Podrían sentir tristeza, pero se sienten mortificados al reconocer esta tristeza, incluso ante ustedes mismos, así que crean una tristeza falsa, que fácilmente pueden mostrar a otros. Quizás verdaderamente experimenten el placer, pero también esto los humilla ante los demás, así que crean un placer falso. Esto se aplica incluso a elementos como la confusión y el desconcierto. Ustedes intensifican y dramatizan sus emociones, como lo expliqué en la última conferencia, de modo que las falsifican.
Como el sentimiento real parece tan desnudo y expuesto, crean uno falso. Esta falsificación funciona como un vestido protector que nadie, salvo su ser más profundo, generalmente inconsciente, conoce. Este “vestido protector” anestesia a uno de la vitalidad y el optimismo de la vida. Todas estas imitaciones erigen una pantalla entre ustedes y su centro vital. También esto los separa de la realidad, pues es la realidad de su propio ser lo que no pueden tolerar y se sienten obligados a imitar. Así, falsifican su existencia misma. La corriente en movimiento de la vida parece peligrosa, no sólo en lo que concierne a su seguridad, sino también a su orgullo y dignidad. Pero todo esto es una ilusión cruel y trágica. Como sólo pueden encontrar la seguridad verdadera cuando se unen con la fuente de toda la vida dentro de ustedes, así también sólo pueden encontrar la dignidad verdadera cuando vencen la vergüenza de ser reales, no importa lo que esto signifique en el momento.
A veces la aniquilación parece un mal menor que la extraña sensación de la vergüenza y la exhibición del ser real de uno. Cuando reconozcan esta vergüenza y no la descarten como algo sin importancia, darán un paso enorme, amigos míos. Sentir esta vergüenza es la clave para descubrir un entumecimiento que causa desesperación y frustración, porque lleva a una autoenajenación y a una desconexión de un tipo específico. No es traducible a un lenguaje racional porque no hay nada que pueda decirse con meras palabras que distinga lo real de lo falso; sólo son diferentes el sabor de la experiencia y la calidad de ser. Los sentimientos fingidos suelen ser sutiles y están tan profundamente arraigados que se han vuelto automáticos. Por lo tanto, se necesita soltar de un modo profundamente sensible, permitirse ser y sentir, así como querer ser exigente con respecto a sus descubrimientos. Todo esto es necesario antes de que se vuelvan agudamente conscientes de la aparente exposición y desnudez que los sentimientos reales causan en ustedes. La imitación sutil no sólo reproduce otros sentimientos, o los opuestos de los que ustedes registran, sino también, y con la misma frecuencia, exactamente los mismos. Su intensificación sirve entonces para hacer que lo falso parezca real.
Se ponen en contacto con el centro de la vida universal que son sólo cuando son reales…cualquier cosa que signifique eso ahora. Pero antes de que esta experiencia sea posible, necesitan encontrarse con el fenómeno de la vergüenza y la desnudez. Cuando descubren este ser real momentáneo, éste dista de ser “perfecto”. No se trata de una experiencia dramática…pero es crucial, pues lo que son ahora contiene todas las semillas que jamás necesitarán a fin de vivir profunda y vibrantemente.
Ya son este poder vital universal. Todas las posibilidades concebibles están contenidas en él. Lo que son ahora no es vergonzoso por sus defectos; es mucho más vengonzoso, les parece ahora, debido a su realidad inmediata y existencial, que parece tan desnuda. Cuando tengan el valor de ser su ser real, puede iniciarse un nuevo enfoque de su propia vida interior, después de lo cual todos los fingimientos se descartan.
Esto se aplica a los fingimientos obvios y burdos que por lo general todos, salvo uno mismo, ven, así como a los fingimientos sutiles que acabo de describir. Éstos se interponen entre el ego y el ser universal. Forman una pantalla delgada pero firme que bloquea la fuerza dadora de vida. Son los responsables de su enajenación del principio vital universal. Crean el aparentemente peligroso e insalvable abismo entre el ego y el poder universal. Son los culpables de su miedo ilusorio y de la escisión del individuo. Se origina en algunos miedos y crea otros, pero no es exactamente lo mismo que los miedos mismos.
La vergüenza de la propia desnudez al mostrar el ser, tal como es ahora, se explica por el profundo simbolismo del relato de Adán y Eva. La desnudez de la realidad es el paraíso, pues cuando la desnudez ya no se niega, puede empezar una existencia nueva y dichosa; aquí y ahora, no en otra vida en el más allá. Pero se necesita cierta aclimatización después de que uno se ha dado cuenta de la vergüenza. Se necesita un camino dentro del camino para volverse más consciente de los hábitos arraigados pero sutiles con los que uno tapa su desnudez interior. ¡Cuán fácil es volver a la vergüenza por un hábito muy viejo! Pero una vez que le presten atención y recurran a los poderes que tienen a su alcance, una y otra vez, para que noten su vergüenza y su ocultamiento y aprendan a destaparse, finalmente saldrán de su concha protectora y se volverán más reales. Serán el ustedes al desnudo, tal como son ahora; no mejores, no peores, y tampoco diferentes de como son ahora. Pondrán fin a la imitación, a los sentimientos y maneras de ser falsos, y se aventurarán en el mundo de la manera en que son.
¿Hay preguntas en conexión con esta conferencia?
PREGUNTA: ¿Cómo se puede saber si los sentimientos son reales o fingidos?
RESPUESTA: El único que lo puede saber eres tú, sondeándote seriamente y, antes que nada, considerando la posibilidad de que tus sentimientos sean fingidos, y no asustarte por esto, pues la gente se aterra ante el pensamiento de que sus sentimientos sean ficticios… incluso de una manera sutil. Tienen que si estos sentimientos no son reales, entonces no tienen sentimientos. Temen su propio vacío. Y este miedo es devastador. Ejerce una presión sutil para seguir fingiendo. Pero siempre hay un punto dentro de ti que dice: “No, no quiero sentir”. Independientemente de que esto provenga de la infancia y de experiencias traumáticas personales, o se conecte con el problema humano más profundo que se aplica a todos los individuos y del que acabo de hablar en esta conferencia, siempre debe de haber una resolución de no sentir. Esta resolución suele ser totalmente inconsciente, de manera que uno se desconecta de ella y se siente impotente con el resultado, que es, desde luego, no tener sentimientos. El terror es infinitamente mayor cuando el ser consciente que desea tener sentimientos desconoce el lado del ser que teme los sentimientos. El terror de ser incapaz de sentir no puede compararse con ningún otro. Por lo tanto, ayuda enormemente darse cuenta de que nadie carece realmente de sentimientos y de que éstos no pueden morir permanentemente. La vida y los sentimientos son la misma cosa; donde hay una debe haber los otros, aun si están inactivados por el momento. Saber esto vuelve posible buscar en el interior y preguntar: “¿Cuándo decidí no sentir?” En el momento en que se vuelven intensamente conscientes de su miedo a sentir, dejar de tener miedo de no tener sentimientos. Entonces es posible que reactiven sus sentimientos con la ayuda de la razón, por medio de una evaluación realista y racional de las circunstancias.
Les he dado mucho en qué pensar. Esta es una gran cantidad de material, que pueden usar fructíeramente en la continuación de su Pathwork.
Sean benditos, cada uno de ustedes. Que sus esfuerzos para volverse reales tengan éxito y que encuentren el valor para desnudarse, sin falsas cubiertas. Si realmente lo desean, con toda seguridad lo lograrán. Los que no se mueven, ni crecen, ni se liberan, es porque no desean hacerlo, y es importante que sepan esto y encuentren en ustedes la voz interior que se niega a moverse. Que todas sus capas falsas se desprendan porque esto sea realmente lo que quieren y deciden. Entonces descubrirán la gloria de vivir. ¡Queden en paz, queden en Dios!
Dictada el 7 de mayo de 1967.