Conferencia 154. La pulsación de la conciencia
Saludos, mis amadísimos amigos. Bendiciones para toda esta próxima temporada de trabajo; no sólo para esta hora, sino para todos los subsecuentes esfuerzos, empeños y pasos en su Pathwork. Con tal de que estos esfuerzos sean sinceros e íntegros, deben de llevarlos a casa; a su ser real y más íntimo. Los que han encontrado su ser real están en casa en el mundo, en la vida; a salvo y seguros, con un terreno firme bajo sus pies. La casa significa el lugar interior donde todos los problemas encuentran su solución, donde no existen ni el miedo ni el odio. Cuando hay miedo, debe de haber odio… y viceversa. Realmente son una y la misma cosa. La casa es el lugar interior donde el bienestar y la vida eternos son una realidad que se experimenta como un hecho.
Al principio la vida eterna es relativa. Poco a poco se vuelve absoluta. Una vida eterna relativa podría parecer una contradicción, un absurdo. Sin embargo, la vida eterna en el absoluto no puede revelarse en una manifestación repentina. Se revela gradualmente, a medida que la conciencia se expande y el tiempo también se expande de una dimensión a la otra. Dentro del tiempo tridimensional mismo el sentimiento de la eternidad crece, la vida misma se expande. A medida que una persona se vuelve más sana y más íntegra, no sólo se expande la duración de la vida, sino también el sentimiento y la experiencia interiores de ella. Hablaremos de esto en otra ocasión.
Cada otoño, cuando comenzamos una nueva temporada de trabajo, la primera conferencia establece el ritmo y la etapa, por así decirlo. Anuncia el énfasis de nuestro próximo interés general, a pesar de las necesarias repeticiones. Representa un esquema del trabajo futuro y, al mismo tiempo, es la continuación natural de donde nos quedamos la última vez, como lo verán si lo estudian con sensibilidad. El tema es la pulsación de la conciencia.
Todo el mundo sabe que todos los organismos vivos pulsan, respiran y se mueven. Muy extrañamente, estas cualidades se atribuyen a las manifestaciones físicas de la vida y se ignoran en lo que se refiere a la conciencia. Sin embargo, prevalecen leyes idénticas para ambos.
Permítanme enumerar brevemente ciertos aspectos básicos de la pulsación. Todo lo que vive debe pulsar, así como respirar y moverse. Por lo tanto, la pulsación y la respiración están interrelacionadas. El movimiento de la vida está contenido en ambas. El movimiento es involuntario y ocurre a intervalos rítmicos, con tal de que el organismo esté sano, sea armonioso y no esté perturbado. Piensen, por ejemplo, en el latido cardiaco de la persona sana. Es muy regular y rítmico. Un corazón enfermo o perturbado y temeroso automáticamente pierde esta cualidad rítmica.
En el nivel físico el ritmo ocurre de acuerdo con esa dimensión del tiempo que se aplica a todas las manifestaciones físicas: el tiempo tridimensional. Desde la observación tridimensionalmente orientada, el movimiento rítmico es regular a intervalos y el pulso puede medirse de acuerdo con el tiempo tridimensional.
Los movimientos involuntarios tienen lugar de acuerdo con los tres principios esbozados hace un tiempo; a saber, la expansión, la restricción y la inmovilidad. Todo lo que vive debe seguir estos principios. La respiración y la pulsación demuestran obviamente esta verdad.
Todo esto es observable en el nivel físico. Las mismas leyes se aplican al nivel de la conciencia, aunque allí son menos obvias. Se necesita cierta cantidad de sintonización con los movimientos del alma y con la realidad interna del ser para darse cuenta de estas leyes, para experimentarlas. De ser al principio un sentimiento y un saber intuitivo, finalmente se convierte en una experiencia tan definitiva y fáctica como cualquier hecho “exterior” de la vida.
Cuando la conciencia es armoniosa y está de acuerdo con las leyes universales, el ritmo ocurre regularmente. La conciencia no es tridimensional, como el organismo físico. El organismo emocional, o mental, o espiritual pertenece a otra dimensión. Por lo tanto, su naturaleza rítmica no parece tener el mismo tipo de regularidad en sus intervalos que las pulsaciones físicas. A la percepción tridimensionalmente orientada las pulsaciones o ciclos de la conciencia no le parecen rítmicos. Le parecen irregulares y aleatorios. El ciclo de expansión, por ejemplo, puede ser más largo o más corto que el ciclo de restricción. O un ciclo de expansión puede durar más que el siguiente. Empero, de acuerdo con esta otra dimensión, éste puede ser un movimiento legítimo, regular y armonioso. La naturaleza rítmica de la conciencia es significativa dentro de su propia ley interna y sólo puede entenderse en términos de la conciencia individual y de los aspectos de la conciencia que cada movimiento particular expresa y significa.
En otras palabras, la pulsación de la conciencia expresa el estado de la conciencia en cualquier momento dado, el grado de autorrealización y crecimiento, o la ausencia de ellos. Expresa el significado particular donde más se necesita el crecimiento, o donde éste puede ser exageradamente enfatizado al precio de descuidar otras áreas. La experiencia de cada individuo es, como ya lo saben, el resultado de sus más íntimas creencias, conceptos, actitudes, sentimientos y acciones. Cómo se vive cada experiencia determina también el ritmo de la pulsación. Las personas suelen estar conscientes de fases, o ciclos, en su vida. Sienten que tienen “buenos periodos” y “malos periodos”. Hasta sienten ocasionalmente que en ciertos tiempos tienden más a una dirección y se concentran más en ciertos aspectos de la vida, mientras que en otras fases tienen énfasis muy obviamente diferentes. Estas manifestaciones son, desde luego, aspectos de la pulsación de la conciencia. Pero no aparecen a intervalos regularmente espaciados, como lo hacen las pulsaciones físicas del organismo. Sin embargo, cuando una persona es muy perceptiva e intuitiva y está finamente sintonizada con la realidad interior—como resultado de un considerable autoconocimiento y desarrollo—claramente siente que estas fases irregulares no son caóticas ni arbitrarias. También ellas siguen cierto orden, aunque su naturaleza puede ser aún oscura.
Tratemos ahora de entender lo que significan la expansión, la restricción y la inmovilidad en términos del movimiento pulsante de la conciencia. El movimiento de expansión expresa la tendencia a abrirse y establecer comunicación; el movimiento de restricción significa traer o reunir en el organismo; el movimiento de inmovilidad significa la asimilación de ambos y la transición de uno al otro. Hablé de esto en mayor detalle hace varios años. Es muy importante el significado de este principio triple, tal como se relaciona con el universo que vive, pulsa y respira en todos sus aspectos.
En el organismo sano, el cambio de uno al otro de estos tres movimientos ocurre regular y significativamente. El significado espiritual de la transición siempre está al servicio del crecimiento, la completitud, la perfección, la creación adicional y el placer supremo, ya que el crecimiento y el placer son uno. No puede existir uno sin el otro. La expansión representa la expresión directa del desarrollo, mientras que los movimientos de restricción e inmovilidad promueven indirectamente el mayor crecimiento orgánico, a través de la asimilación, la digestión, la utilización de lo que se ganó, y el reposo.
En el organismo perturbado, distorsionado por errores conceptuales, el movimiento de expansión parece plagado de peligros. El error conceptual siempre conduce a la resistencia al crecimiento. El organismo perturbado tiene miedo, y este miedo hace que la expansión parezca dolorosa y amenazante. El miedo se contrae y se convierte en displacer. De ahí que el organismo perturbado se contraiga displacenteramente cuando debería expandirse placenteramente. Cuando se supone que debe comenzar el movimiento natural de contracción, en un cambio rítmico, no puede hacerlo, ya que está apretado, endurecido y tan exageradamente contraído que el movimiento vital pulsante se vuelve imposible.
Todas las experiencias exteriores, o aparentemente exteriores, que les llegan a los humanos son en realidad, como lo sabemos, autoproducidas. Son un reflejo de lo que ya existe dentro. No podrían llegar a su vida desde fuera si no estuvieran allí, dentro de su propia conciencia primero. A aquellos que están desconectados de su inconsciente, esta idea les parece, en el mejor de los casos, teórica y demasiado metafísica. Los que exploran y descubren los mecanismos y la realidad de su inconsciente, y pueden, por lo tanto, identificarse y conectarse con él, experimentan lo que digo aquí como una verdad indiscutible.
Cuando las experiencias exteriores negativas les llegan a aquellos que no se han conectado con esa parte de su ser más íntimo que las ha producido, rechazan la experiencia, se retraen y se encogen. El organismo se aprieta en un movimiento de temor, se aleja de lo que le parece ajeno, como si no tuviera nada que ver con ello. Como en realidad la experiencia exterior indeseable es un aspecto de una condición que existe dentro de él, luchar contra ella equivale a luchar contra el ser. Por lo tanto, restringir la pulsación de la conciencia endureciéndose y rechazando la experiencia se opone a la ley del crecimiento. Explicaré cómo reaccionar significativa y adecuadamente a una experiencia en un momento.
Esta discusión aparentemente teórica, amigos míos, no es ni la mitad de teórica de lo que puede parecer. Les mostraré cómo pueden, inmediata y muy prácticamente, aplicarla con exactitud al punto donde se hallan en su camino, con la condición de que enfoquen su atención y su conciencia en sus emociones y en los movimientos de su alma.
Los años previos de trabajo deben de haberlos hecho conscientes, en alguna medida por lo menos, de lo que sienten en cualquier momento dado. Por ejemplo, registran cuando se encogen de miedo. He hablado del fenómeno del movimiento del alma una y otra vez. Desafortunadamente, la mayoría de las personas ni siquiera saben que tal cosa existe. Pero al volverse hacia dentro—observando los movimientos claros de su psique—se volverán intensamente conscientes de su existencia, de su significado. Verán, por ejemplo, la tremenda diferencia en los movimientos de su alma cuando están en armonía con ustedes mismos, cuando sienten que todo está bien entre ustedes y la vida, y cuando no lo está. Los movimientos armoniosos de su alma los llenan de un flujo maravilloso, sutil pero claro, que es vibrante y placentero. Pueden sentir que se expanden hacia el mundo exterior, que todo su organismo interno se vuelca hacia fuera valiente y placenteramente… aun cuando la experiencia exterior sea dudosa y no necesariamente deseable. Este valiente enfrentamiento les permite trascender la experiencia, asimilarla verdaderamente. De esta manera, la amenaza se disipa rápido. El movimiento restrictivo no se aprieta ni se congestiona. Permanece orgánico. Durante el movimiento hacia dentro, la conciencia, en sus niveles más profundos, corrige los errores conceptuales que han producido la experiencia exterior desagradable. Al no encogerse frente a ella en la pulsación hacia fuera, y al aceptar lo que parece al principio un dolor, el movimiento hacia dentro puede intensificarlo brevemente. Pero pronto, si el dolor se encara verdaderamente, se reduce por sí mismo en forma natural. En la siguiente pulsación hacia fuera, los desperdicios—el error conceptual y el miedo—se expelen, así como el organismo físico expele el desperdicio. Los movimientos que siguen pronto son de placer cuando antes fueron de dolor. La seguridad y el placer no pueden obtenerse cuando la pulsación espiritual se detiene por medio del endurecimiento y el rechazo de la experiencia, y la restricción antinatural.
Cuanto más sintonizados estén con su camino interior, más claramente verán que cada fase de su vida significa algo en términos de su evolución. Cada fase se concentra en ciertos aspectos de su ser, y cada dificultad y adversidad exige algo de ustedes. Contiene un mensaje claro… que viene de su propio ser real. ¿Cuándo van a entender este mensaje y a aprender lo que tienen que aprender? ¿Cuándo van a decidir atravesarlo, en una apertura pulsante de su psique, en vez de tratar de rodearlo? Esto último es pura ilusión, pues en realidad no pueden evitar encarar la realidad. Seguramente reaparecerá, en diferentes formas, hasta que hayan sanado a su organismo espiritual de sus aflicciones. Huir de la experiencia que parece dolorosa, indeseable, peligrosa, es huir de ustedes mismos, así como combatirla significa combatirse ustedes mismos. Ceder al miedo de la experiencia los hace rechazar ésta. Como la experiencia es el resultado de ustedes mismos, su rechazo de ella equivale a rechazarse ustedes mismos. Psicológicamente, este rechazo se manifiesta en la negación de la felicidad y el placer. Por eso es tan cierto que sólo el que puede tolerar el dolor puede, en esa misma medida, tolerar el placer.
No importa cuánta comprensión teórica posean ya sobre el principio y la verdad de que la vida exterior no es ni más ni menos que un reflejo de su estado interior de conciencia, esto significa poco si todavía rehúyen atravesar la experiencia. Jesús expresó el mismo principio con las palabras: “No se resistan al mal”. Esta oración, como todo lo demás, puede malinterpretarse y distorsionarse fácilmente. El mal no es más que la consecuencia de errores conceptuales profundamente arraigados con su inevitable resultado adicional: miedo, culpa, enojo, odio, codicia, crueldad, egoísmo, destructividad del ser y de otros: de la vida. Toda la negatividad del mundo surge de algo en lo que uno cree y que no concuerda con la realidad. No importa cuál sea la negatividad—o si aparece o no en la vida privada de uno—, debe de ser causada desde dentro, desde una idea interior equivocada de acuerdo con la cual uno funciona, se mueve, vive, responde y reacciona. Contemplen la ilusión de la separación entre su vida exterior y la interior como una ilusión óptica.
Nada sería una locura más grande ni un acto mayor de guerra contra su propio ser que huir de una experiencia que aparentemente está desconectada de ustedes. La única manera de proceder es entrar en la experiencia. En términos de pulsación de la conciencia, el siguiente procedimiento está indicado y es sumamente gratificante. Cuando les suceda algo ante lo cual se encogen—ya sea que les provoque una leve molestia, o un fuerte susto, o cualquier cosa intermedia—permanezcan relajados por dentro. Observen la reacción refleja en su movimiento del alma, cómo se tensa automáticamente. Al permanecer abiertos y relajados ante la experiencia, no importa lo dolorosa o aterradora que parezca, permiten que les pase a ustedes. Así reconocen que es suya y proceden a encontrar su origen en ustedes. Declaran en su mente su intención de explorar y entender su causa. También honran este compromiso con su ser emocional permitiendo que la pulsación sana de la psique continúe su proceso natural. Así, permanecen en un estado abierto que les permite comprender y responder de una manera infinitamente más adecuada que estar en un estado tenso de guerra y defensa.
Esta actitud nueva parece requerir mucha confianza en la vida, en el universo, en otros y en su ser más íntimo. Al permanecer relajados y sin defensas en la sustancia de su alma, al permitir que los movimientos flexibles de la pulsación natural continúen, parecen expuestos al peligro. Pero, ¿no es pura ilusión suponer que esta manera antinatural y evasiva de autodefensa es una manera más confiable de protección que la que yo sugiero? Este asunto podría debatirse hasta el cansancio, pero el mejor camino es arriesgarse y averiguarlo. Sin duda descubrirán la verdad de estas palabras. Verán que lo que al principio parecía una amenaza terrible o un dolor insoportable que había que evitar a toda costa, pronto se convierte en una iluminación, una seguridad y un bienestar profundos. Sentirán que todo su organismo, interno y externo, está vibrantemente vivo y en crecimiento.
Cuando el movimiento restrictivo, tenso, congestionado, entra automáticamente en vez de permanecer vibrantemente pulsante, su significado puede traducirse en palabras. Estas son: “No quiero esta experiencia”. Esto presupone que la experiencia no tiene nada que ver con causas dentro de ustedes. Presupone que otros, las circunstancias, el azar, les han traído esta experiencia. Por lo tanto, siempre que sientan el movimiento en el que sus corrientes del alma se encogen, saben que en ese nivel ignoran la conexión entre la realidad exterior y la interior. También saben, en este momento, que viven en una ilusión; y toda ilusión engendra dolor. La experiencia dolorosa que desean evitar al interrumpir su pulsación espiritual natural descansa precisamente en esa ilusión. Al rechazar lo que es suyo—bueno o malo—su mentalidad niega la autorresponsabilidad de la temida experiencia, y sus emociones perturban el ritmo natural de la pulsación de todo su organismo. Equivale a una interrupción deliberada de la respiración y el pulso por algunos medios artificiales e inorgánicos.
De nuevo me gustaría señalar cuán paralelamente corren estas leyes en los niveles espirituales y físicos de un ser humano. Lo que expliqué acerca del enfoque aconsejable para sanar su psique perturbada se aplica exactamente de la misma manera al cuerpo físico. Así como deberían mantener sus movimientos del alma sin tensión, abiertos y relajados, a fin de eliminar las perturbaciones de una manera real, así también deberían tratar a su cuerpo. Supongamos que alguien tiene un corazón dañado. ¿Se curaría su enfermedad si se encogiera ante este hecho con tensión, miedo y contracción? Seguramente que no. Esto sólo la empeoraría. Mediante el miedo y la contracción la persona expresaría una negación del hecho de que tiene un corazón dañado. La única manera de corregir el daño es relajar lo que indebidamente se ha tensado. Con ese propósito es inevitable una aceptación plena de la condición. Incluso los medicamentos puramente químicos tratan de relajar la tensión y restablecer una pulsación fácil, suave, vibrante y flexible. Hacer esta comparación entre los niveles físico y psíquico será muy útil. Les dará una idea de la unificación de la creación y volverá más practicable lo que digo aquí.
Cuando traten de poner en práctica lo que aconsejo, les parecerá al principio muy arriesgado permanecer sin defensas y relajados por dentro cuando algo los amenaza. Hablo de las reacciones psicológicas a las experiencias exteriores que causan emociones y reacciones negativas y destructivas en ustedes. No me refiero a las amenazas físicas ocasionales, en las que un endurecimiento defensivo rápido es automático y sano. Eso dura muy poco y es la excepción. Si una situación emocional ocurre regularmente en su vida, esa es otra historia completamente diferente. En estos casos, cuando noten el encogimiento del movimiento restrictivo, traten de permanecer abiertos. Permitan que los movimientos interiores ocurran a su propia y natural manera, sin que influya en ellos el nivel temeroso de su conciencia. Dejen que el organismo natural continúe la pulsación de los movimientos de expansión, restricción e inmovilidad sin interferencia. El movimiento natural de restricción se abrirá por sí mismo. Los llevará muy naturalmente al siguiente movimiento orgánico de expansión. Experimentarán claramente que lo que fue doloroso en la primera pulsación de la expansión disminuye con cada pulsación. Cada serie de movimientos expandirá su autorrealización, su comprensión de su propia verdad interior en relación con el evento en cuestión. Los llenará de paz, bienestar, seguridad y placer. Cada movimiento hacia fuera incrementará esta condición positiva. Dejen que esto suceda desde dentro, así como deben permitir que la pulsación física suceda sin la interferencia de una actitud temerosa y desconfiada. Cooperen con esta legalidad interior simplemente queriendo ver la verdad en ustedes.
Recapitulo: Observen los movimientos de su alma. Entiendan su significado. Permítanles funcionar de manera natural; no dejen que el miedo tense la pulsación natural. Dejen que la legalidad involuntaria y autorreguladora establezca la armonía interior, no interfiriendo con el miedo y la resistencia. Simultáneamente, cooperen con todo su ser, con toda su sinceridad e integridad,en su voluntad de ver la verdad en ustedes. Traten de buscar las conexiones entre ustedes y las emociones no deseadas y aquellas condiciones exteriores que causan estas emociones. Cooperen con el ego de una manera firme y relajada. El relajamiento debe combinarse con un compromiso total. Con frecuencia, la tensión reemplaza una falta de compromiso pleno con la verdad interior.
Permítanse vibrar sin defender la sustancia de su alma, aunque pueda parecer riesgoso, como si también ustedes fueran vulnerables y estuvieran expuestos. Esto no es cierto. Esta indefensión restablece la pulsación sana de su psique. Esto no significa que inviten acciones dañinas y destructivas de otros o de ustedes mismos. Al contrario, la autoafirmación sana sólo puede ocurrir cuando no están apretados por dentro, cuando su pulso natural funciona de acuerdo con su propia ley orgánica.
Como dije antes, amigos míos, este material no es difícil ni abstracto para aquellos que ya han explorado su ser más íntimo en cierta medida, ni para los que escuchan estas palabras con toda su atención. Si piensan en ellas y las aplican a ustedes mismos, verán lo inmediatamente practicables que son. Observen lo que realmente sienten. Vean lo que el miedo, 0el dolor, la culpa y el enojo los llevan a hacer por dentro, cómo se contraen. Observen estos movimientos del alma. Se volverá obvio que todo es como yo lo digo.
Al encogerse ante la condición o experiencia indeseable, la entidad espera evitarla y rechazarla, y por ende se evita y se rechaza a sí misma. Esto causa un dolor duro, amargo, retorcido, porque esta huida no es orgánica y es completamente fútil. Cuando encaran abiertamente la situación o experiencia de la manera expuesta, también habrá dolor, al principio. Pero el dolor tendrá una característica completamente diferente. Pronto se transmutará en una suavidad que puede disolverse más fácilmente. Se transformará en una significación y tendrá sentido. Es un dolor de crecimiento, no un dolor de muerte. Es un dolor que crea más y mejor vida, y así finalmente se transforma en placer. La energía contenida en la emoción puede encontrar su camino de regreso a su esencia original.
Cuando se abran verdaderamente al dolor, al miedo o a otra emoción destructiva, no la magnificarán ni la exagerarán masoquistamente. Tampoco la negarán, ya sea engañándose de que no existe, ni negándose a encararla separándose de ella. Simplemente la atravesarán y, por ende, la reconvertirán a su naturaleza original de dicha.
Siempre parece requerir una gran cantidad de valor hacer esto. Pero también eso es una ilusión, amigos míos. En realidad se requiere infinitamente más “valor”, en un sentido equivocado y fútil, atravesar todo el dolor innecesario de evitar y huir. El esfuerzo de huir de ustedes mismos y de lo que han producido—tanto en las condiciones interiores como en las exteriores—es mucho más extenuante que el que se necesita para tomar el camino que les muestro.
Cuando toman este camino, el dolor debe convertirse en dicha porque lo han trascendido en vez de huir de él; han entendido su significado profundo en términos de su crecimiento personal. Permitieron que el dolor tomara su ritmo natural y sano, permitieron que la experiencia causada por el error, la ilusión y la perturbación siguiera su curso. Esta es la única manera en que pueden restablecerse la salud, la seguridad y el bienestar.
Hasta ahora nos hemos concentrado en la actividad mental involucrada en su búsqueda de su verdadero ser, de sus errores conceptuales, y en la observación de sus procesos mentales y emocionales. Con el tiempo, al usar nuevos enfoques en este Pathwork, algunos de ustedes empezarán a experimentar lo que podría resumirse brevemente como una combinación de lo metafísico y lo físico. Aprenderán a sentir y a observar los movimientos del alma mejor que nunca antes. Estos movimientos del alma, con su ritmo y su legalidad innatos e inherentes, determinan toda su vida. Determinan su estado de ser, su estado de conciencia, su libertad o su esclavitud a sus imágenes y errores conceptuales. Determinan la profundidad, el alcance y la naturaleza de sus experiencias en la vida, su grado de vivacidad y placer, su estructura corporal, su realización y su abundancia en todos los niveles de ser. Los movimientos del alma son la pulsación del espíritu.
Y ahora, ¿hay preguntas con respecto a este tema?
PREGUNTA: ¿A qué tipo de experiencia se refiere? ¿Y si alguien me ofrece un “viaje” con LSD? ¿Me aconsejaría aceptar sólo por la experiencia?
RESPUESTA: No, desde luego que no. Nada de ese tipo. No quiero decir que una persona deba hacer algo o todo. Eso sería completamente destructivo y un malentendido extremo de lo que estoy diciendo. Un ser humano debe discriminar y elegir. Tienes la libertad de escoger ciertas experiencias o rechazarlas. Me refiero al principio de esta cuestión, no al asunto de si el LSD es aconsejable o no. Ya hablé de esto hace un tiempo, y no veo la necesidad de repetirlo ahora.
A lo que me refiero es a la experiencia de eventos, condiciones y emociones que uno no puede elegir. Éstos llegan. Una situación recurrente suscita, una y otra vez, dificultades, crisis, desarmonía y sentimientos destructivos. Estas son las experiencias que las personas tan a menudo rechazan y niegan, y de las que huyen, cuando no son sino la expresión de algo en ellas mismas que pasan por alto. Mientras uno prefiera pasar por alto la condición, ésta debe recurrir con indudable regularidad. De eso pueden estar seguros.
PREGUNTA: Hay dos experiencias que me vienen a la mente: una es el orgasmo y la otra es la muerte. Me parece que la pulsación y la vibración nos conducen a un punto en que estas vibraciones y pulsaciones cesan. Tanto en el orgasmo como en la muerte parece ya no haber más vibración y pulsación.
RESPUESTA: Es una ilusión que cesen. Desde luego, esta ilusión es mucho más difícil de establecer acerca de la muerte porque tu orientación y percepción tridimensionales no están dirigidas a ver que es una ilusión. Sólo ves el nivel físico, y ese efectivamente ha dejado de vivir, de vibrar, de pulsar. No estás equipado para observar la conciencia detrás del sistema físico, donde vivir, respirar, pulsar, vibrar—y por lo tanto pensar, sentir y ser—siguen y siguen.
En lo que se refiere al orgasmo, ciertamente es una ilusión que la pulsación o vibración se detenga. Como dije al principio de la conferencia: Cuando la manifestación rítmica de la pulsación no es observable para la percepción tridimensional, la pulsación de diversos niveles de conciencia obedece a diferentes leyes. Sólo cuando te sintonices con tu ser más íntimo percibirás estas manifestaciones. No hay nada en el nivel tridimensional que no puedas ni vayas a experimentar mediante una mayor expansión de la conciencia a diferentes dimensiones, ocurra esto o no en un estado de muerte física o mientras estás en el cuerpo. De hecho, más y no menos puede experimentarse, y de hecho debe experimentarse, a medida que el ser se expande y crece a otras dimensiones.
La verdad de estas palabras se volverá accesible en esta vida cuando no se encojan ante la experiencia temida, sino que permitan que su más íntimo movimiento del alma siga pulsando hacia la experiencia que quieren negar.
Como todos ustedes lo saben por nuestro trabajo juntos, este miedo a la experiencia no sólo existe con respecto a las experiencias negativas y dolorosas. Hay tanto miedo, y a menudo más, con respecto a las experiencias positivas, deseables y deseadas del universo. La dicha total, el placer supremo, se temen en la medida en que el dolor se niega. El que acepta el dolor, puede tolerar el placer. Las dos experiencias que mencionaste—la muerte y el orgasmo—son las experiencias más profundas que una entidad creada puede vivir. Lo son porque el ego renuncia a su aferramiento y el individuo se rinde a las fuerzas cósmicas y universales, con amor y confianza. El verdadero orgasmo no es posible a menos que exista esta actitud. La muerte sana sólo ocurre con amor y confianza, y entonces se convierte en una experiencia gozosa y de crecimiento. Es fácilmente observable que cuanto más sano es un ser humano, menos teme esta rendición total y confiada. Un individuo así experimenta la mayor cantidad de dicha y, del mismo modo, no teme a la muerte.
Repito: La capacidad de tolerar el placer, el deleite, el éxtasis, depende de la capacidad de asimilar el dolor y la frustración de una manera apropiada y veraz, en el entendimiento de que son producto del ser. Para explicar la misma idea con palabras diferentes: Si pueden encarar su propia negatividad—sus miedos, su enojo, su rabia, los rasgos que no les gustan—de una manera racional y mesurada, realmente encararla y entenderla, entonces producen el amor y la confianza de los que hablé. En esa medida se volverán capaces de experimentar el deleite, el placer, la felicidad. Hay una relación directa entre las dos cosas. Invariablemente verán que la persona que no puede aceptar el dolor de una manera sana, constructiva y realista, tampoco puede aceptar el placer.
Me dará gusto responder más preguntas sobre este tema, así como sobre cualesquiera problemas que puedan tener, en nuestra próxima reunión. Sean benditos todos. Que cada uno de ustedes inicie esta temporada de trabajo con un enfoque nuevo de su Pathwork, de los bloqueos que les impiden vivir y los separan de la vida. Entren profundamente en la realidad de lo divino en su interior para que los fortalezca en su determinación de crecer, desarrollarse, expandirse, unificarse y corregir las áreas que los bloquean de la vida, de todo lo que es bueno. Permitan que la guía venga de su interior para ayudarlos a ver la futilidad, el desperdicio innecesario de resistirse a este crecimiento. Que se sintonicen más y más con estos movimientos internos del alma, para ayudar a restablecer el bello equilibrio cósmico. Esto también afectará la disponibilidad de lo divino en ustedes, con lo que podrán entonces integrarse y establecer su ser pleno e independiente. Sean benditos todos ustedes. ¡Queden en paz, queden en Dios!
Dictada el 15 de septiembre de 1967.