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Pathwork

Conferencias del Guía

Conferencia 170. El miedo a la dicha versus el anhelo de ella. Los centros energéticos

Saludos a todos mis amigos que están aquí, quienes en verdad son benditos. Las bendiciones son el resultado de la fuerza y el amor generados por reunirse ustedes aquí para buscar la verdad con el corazón y la mente abiertos. Los poderes universales pueden alcanzarlos ahora, trabajar dentro de ustedes y, a la postre, rendir sus frutos.

Esta conferencia es sobre el tema del miedo humano a la dicha. Desde luego, amigos míos, hemos examinado este tema antes en diversas conexiones, pero al adentrarse ustedes más en sí mismos y descubrir más de lo que hasta ahora ha estado oscuro, se vuelve necesario entender más ampliamente este tema. Todos los seres humanos tienen este miedo aparentemente absurdo hasta cierto grado. Aunque no tiene sentido, sin embargo existe. Con su miedo coexiste un anhelo inherente de su derecho natural, que es un estado de dicha suprema, gozo sublime, muy indescriptible en lenguaje humano. No importa lo infelices que sean, algo en ustedes sabe y recuerda que este miedo no es natural. De hecho, si este conocimiento interno no existiera, podrían aceptar la frustración y la carencia con mucha menos dificultad, pues la naturaleza misma de la infelicidad es la frustración de no tener lo que quieren. Por lo tanto, cada infelicidad ofrece implícitamente la promesa o conocimiento de su opuesto. Al principio la actitud de la Humanidad es ambivalente en cuanto a cómo debe experimentar la vida. A esta ambivalencia le sigue otra: el deseo de y el miedo a la dicha y al placer supremo.

Para algunas personas el miedo es mucho menor que el deseo. Estas serán personas relativamente realizadas cuya vida es rica y gozosa, cuya capacidad para experimentar el placer es profunda y cuya actitud hacia la vida es confiada, positiva y expansiva. Les será comparativamente fácil superar las defensas y miedos restantes que impiden su mayor expansión hacia la dicha.

No obstante, la mayoría de las personas temen la felicidad mucho más de lo que la desean. Serán básicamente infelices al sentir que la vida los pasa por alto, que no tiene sentido, y que de alguna manera se la pierden. Su capacidad para experimentar el placer es muy limitada; están entumecidos, sin vida y atrapados en la apatía. Son desconfiados, negativos y se apartan de la vida. Tienen una gran resistencia a buscar dentro de ellos la causa de su sufrimiento. Sus defensas y su miedo de expandirse a un estado diferente de conciencia y una nueva percepción de la vida los lleva a aferrarse desesperadamente al estado mismo de conciencia que es el responsable de su queja contra la vida. Éste es su principal predicamento.

Por último, hay muchos cuyo deseo de y miedo a la felicidad está dividido aproximadamente en partes iguales. Encontrarán áreas de su vida en las que experimentan abundancia, expansión, éxito y plenitud, pero habrá otras donde experimenten todo lo opuesto. Cuanto más profunda y honestamente se exploren, más obvio se volverá que allí donde son felices, libres y valerosos hay satisfacción, y donde tienen miedo de lo mejor de la vida hay insatisfacción, lo que puede calcularse con la exactitud de una ecuación matemática. Desde luego, las personas no se dan ninguna cuenta de que temen lo que más desean. Cuanto más alejado está el objeto de su anhelo, más fácil es pasar por alto el temor que sienten de él. Pero cuando se trata de examinar más de cerca y cuestionar verdaderamente sus reacciones más profundas, se topan con una cerrazón interna, un encogimiento que huye de ellas. Esto puede ser tan sutil que necesita un escrutinio estrecho para traerlo a la superficie.

Sé que es sumamente difícil para aquellos que aún no están familiarizados con la naturaleza del inconsciente humano comprender y sentir el miedo a lo más anhelado, al estado más buscado en la vida. Para ellos esto suena de verdad absurdo y tal vez al principio desechen por completo una idea semejante. No obstante, les digo que si profundizan lo suficiente y exploran con honestidad y apertura sus reacciones más sutiles a la realización, el placer y la expansión, descubrirán que cuando aparece el riesgo más leve no se atreven a correrlo y se encogen ante él, pues prefieren la seguridad aparentemente mayor de una vida gris.

Una vez que encuentren esta tendencia dentro de ustedes, habrán dado un paso enorme hacia la individualización y la liberación, pues entonces estarán increíblemente conscientes de la realidad de la vida: que sus actitudes, sus pensamientos y emociones ocultas, y ninguna otra cosa, crean su destino. Este descubrimiento tiene un impacto revolucionario en el individuo. No saber esto vuelven la tensión y el sufrimiento infinitamente mayores. Uno se siente víctima del azar, contra el que uno cree que debe defender al ser, y se enajena aún más del centro de la verdad y la realidad interiores. Uno empieza a proyectar las causas de la enajenación al mundo exterior, con un alivio cada vez menor. No importa cuán justificadas estén las culpas de otros, jamás eliminan su sufrimiento. No importa cuánto fuercen a otros a concederles sus deseos, esto jamás elimina el vacío que padecen. Mientras no se den cuenta de los bloqueos que les estorban el camino hacia lo que conscientemente desean más, sentirán que la vida es fútil. Se sentirán impotentes e incapaces de aliviar el dolor de la no realización. Oscilarán entre la lástima de sí mismos y la amargura, entre la proyección en otros y en la vida por su desventura, por una parte, y una autoculpabilización y el sentido de no merecer lo mejor de la vida, por la otra.

Conocer y experimentar su propio rechazo del placer es el primer paso para eliminar este bloqueo. Con todo, invariablemente pelean contra esta verdad con toda su fuerza al principio. Parece que prefieren seguir dependiendo de las circunstancias exteriores, aun cuando aceptar la gran verdad de su libertad personal es la más gozosa experiencia en este camino. Una vez que de verdad vean, acepten y entiendan todo su impacto, verán, en efecto, que ahí está la única salida. La bella realidad de esta experiencia no puede transmitirse a aquellos que aún batallan contra ella.

Muchas veces, cuando las personas intuyen que la vida ofrece más que lo que experimentan, alejan estos pensamientos y adoptan una filosofía de vida cínica y resignada. Pero ustedes, amigos míos que están aquí, deben intuir que pueden obtener más de la vida que lo que obtienen. Por lo tanto, les aconsejo que como primer paso busquen dónde dicen “no”. Cuanto más tenso, compulsivo, urgente e impaciente sea el esfuerzo exterior en pos de la realización, más seguros pueden estar de que debajo hay un “no” tan rígido como el “sí” superficial y urgente. La urgencia superficial es un obstáculo igual al “no” interno, porque consta de miedo y desconfianza, nacidos del conocimiento inconsciente de que, en el interior, el “sí” está bloqueado. Quiero que quede claro, sin embargo, que la falta de urgencia hacia la realización no implica la ausencia de un bloqueo inconsciente. Esto puede implicar simplemente que hay una estructura diferente de la personalidad; puede significar que la persona en realidad se ha dado por vencida. Cuando hay una urgencia dolorosa y ansiosa, ésta sólo puede relajarse cuando encuentren su propio “no” específico a lo que más quieren.

Debo volver de nuevo a la dificultad de la personalidad cuando uno todavía ignora la propia negación de la realización. Ya mencioné la impotencia. Mencioné las fricciones y restricciones cuando la culpa de la carencia se proyecta en las circunstancias exteriores o en otras personas. Esto crea enredos y confusiones profundos. Debo hacer especial hincapié una vez más en que esto crea dependencia. Si ignoran sus propias obstrucciones interiores y creen que otros o el destino causan sus problemas, no pueden evitar vivir en un estado de tensión y miedo a los otros y a la vida. Por casi todo lo que les he dicho acerca de la condición humana, verán que la conciencia de sus propias obstrucciones determina todo. Entonces comprenderán el verdadero significado de la autorresponsabilidad.

Aquí les he dado una breve revisión para conectar estas ideas con la comprensión más profunda que ahora deseo transmitirles. Tratemos de arrojar más luz sobre la importantísima cuestión de por qué las personas dicen este misterioso “no” a la realización de sus deseos más profundos, al anhelo de la dicha más intensa imaginable. ¿Qué hace de la felicidad algo aparentemente peligroso o indeseable?

En la medida en que se rechacen no pueden soportar la felicidad, no pueden tolerar el placer. Hay dos razones básicas que explican el autorrechazo. Éste, en todas sus formas, cae dentro de una u otra categoría.

El primer tipo de autorrechazo se basa en un mecanismo muy estricto dentro de ustedes que, independientemente de sus racionalizaciones y autoengaños conscientes, sabe con una sabiduría interna dónde violan las leyes universales, dónde engañan a la vida y tal vez tratan de obtener más de lo que desean dar. Esta sabiduría sabe dónde juegan esos pequeños juegos ocultos de engaño, dramatización y fingimiento con ustedes mismos y otros, sin atreverse a ser su ser real tal como es ahora. En este caso no aman sino que fingen amar, por sus propios motivos ocultos. La llave del universo es el amor real, no el amor coercitivo y aferrado que suelen dar. El amor real y genuino permite la libertad y puede aceptar un “no” como respuesta. El amor falso es como un lazo que desea dominar y apretar. Parece fácil fingir que el segundo es el primero, pero el ser interior no puede ser engañado.

¿Existe una falta de generosidad en sus sentimientos? ¿Postulan distintas reglas de conducta para otros que para ustedes? Todas estas violaciones siguen constantemente, sin que su mente consciente lo sepa, pues se las arreglan para acallar la verdad, y, por este hecho mismo, cometen la más grave de todas las violaciones. Sus fingimientos son mucho peores que las violaciones primarias porque niegan y falsifican. Esto se convierte entonces en una doble violación, lo que inevitablemente lleva al más doloroso de todos los estados mentales y emocionales: un dilema para el que no parece haber una salida, hasta que la doble violación se destape y se abandone.

Digamos que son egoístas; o que tienen un rasgo de crueldad; o que odian. Si fingen que su egoísmo es la versión sana de la autoafirmación y lo racionalizan así, crean otra capa de falsedad. Si sienten la crueldad y el odio sólo en secreto y los exteriorizan indirectamente bajo una fachada que parece su opuesto, ustedes, además de estas violaciones, se vuelven hipócritas. La hipocresía puede no ser burda y obvia, pero su sutileza no la vuelve menos venenosa. Si, por otra parte, valiente y honestamente reconocen lo que sucede en ustedes y lo encaran, la violación ya se supera en un grado considerable, pues al aceptar la verdad acerca de ustedes entran en un clima general de verdad. Se hallan en una plataforma desde la cual pueden trabajar para salir de la violación específica. Pero incluso mientras luchan deben buscar una comprensión mayor; mediten en busca de guía y ayuda para que sus sentimientos puedan cambiar espontáneamente. En estos esfuerzos van de acuerdo con las leyes universales; aceptan su estado actual y establecen las condiciones internas compatibles con la dicha. Si tienen la honestidad de decir: “No puedo evitar sentirme de esta manera, aunque sé que no me gusta y sé que es destructiva”, no sólo son veraces, sino que abren un espacio al cambio.

Cualquier cosa que sea contraria a las leyes del amor y la verdad vuelve al organismo incapaz de sostener la poderosa energía de la felicidad, ya que la felicidad es, efectivamente, una energía poderosa. La felicidad requiere más fuerza que la infelicidad. Esta fuerza puede adquirirse enfrentando la verdad y desechando las ilusiones acerca del ser y la vida.

La segunda razón del autorrechazo es la violación imaginaria, de acuerdo con las normas ilusorias de perfección. Como bien saben, los ideales perfeccionistas son extremadamente demandantes y rígidos. La adhesión a ellos proviene no de una sobredosis de moralidad, sino de una violación de las leyes universales reales. El perfeccionismo siempre procede del orgullo, la vanidad, la necesidad de controlar a otros, el fingimiento y, por último, pero no menos importante, el miedo de defender los propios sentimientos y opiniones. En suma, el perfeccionismo significa ser infiel al ser por el deseo exagerado de ser admirado y aprobado por otros. No necesito dar más detalles pues ciertamente hemos examinado esto lo suficiente en el pasado. Baste decir aquí que siempre que no aceptan su humanidad, sus limitaciones presentes, violan una ley universal. Al hacerlo, las “condiciones climáticas” de la psique, si me permiten usar esta expresión, son incompatibles con la dicha que tanto anhelan.

Todo esto puede parecer muy sencillo, pero no lo es, pues el autorrechazo oculto y las razones aun más ocultas de esto son muy oscuras cuando uno emprende este camino. Por lo general, las personas son conscientes sólo de lo que fingen ser para ellas mismas. Si no pueden tolerar ciertas emociones, que están guardadas bajo llave, genuinamente creen que lo que sienten y saben de sí mismas es todo lo que hay. Por lo tanto, no es fácil descubrir cómo operan ustedes en realidad. Esto requiere un énfasis y una dirección nuevos, una conciencia nueva de las reacciones emocionales a las que estaban tan acostumbrados a mirar por encima. La conciencia de sus violaciones de las leyes universales también revelará, proporcionalmente, la conciencia de su rechazo de la felicidad.

En cualquier punto en el que se encuentren en este camino, al principio, o tal vez incluso antes de emprenderlo, o si ya han hecho un progreso considerable en su autodescubrimiento, mi consejo para todos ustedes es: en el grado en que sientan que todavía falta algo en su vida, que podrían tener más sentimientos, experimentar más intensamente, procedan específicamente en la dirección esbozada en esta conferencia. Encuentren lo que no aceptan en ustedes mismos; lo que no les gusta y a lo que cierran lo ojos. Encuentren esa reacción oscura, oculta y, sin embargo, accesible, que aleja el placer. Cultiven una voluntad intencionada de ver lo que todavía los elude. Y experimentarán, paso a paso, dónde alejan una parte de ustedes. Cuando, en consecuencia, dejen de hacer eso, estarán mejor equipados para tolerar los sentimientos felices. Desarrollarán una conciencia muy fina, al principio mediante la observación de un sutil movimiento interno del alma que se encoge cuando algo bueno les llega. A medida que descubran esto debilitarán la rabia con la que culpan a otros, a las circunstancias, a la gente, a la vida misma. Y esto ya desvanece una atmósfera venenosa en su organismo psíquico tan totalmente ajeno a e incompatible con la dicha que es, por derecho, su hogar interior. Por lo tanto, es una y la misma cosa cuando aceptan la verdad acerca de ustedes mismos y aceptan la felicidad. Estas dos aceptaciones son interdependientes.

La tercera parte del núcleo interactivo, lo que lo convierte en una tríada, es el reconocimiento de la poderosa sustancia creativa que moldea su vida como ninguna otra cosa. No hay nada aleatorio en su vida. No hay ningún poder exterior que determine la medida de su realización, de su experiencia fructífera de vida, ni del dolor, el sufrimiento y la frustración que tienen que soportar. La no realización ni siquiera es necesariamente una cuestión de autocastigo, como se le interpreta hoy. La violación de la ley espiritual dentro del organismo de la psique simplemente crea un clima mal equipado para tolerar sentimientos dichosos y gozosos. Asimismo, ignorar la conciencia de lo que son y lo que hacen, y no entender las ramificaciones de sus actitudes, porque no se dan cuenta del poder de sus pensamientos y sentimientos, crean la obstrucción. Por ejemplo, si no creen que es posible ser de verdad felices, esto se vuelve, en efecto, imposible. En este caso, pueden resolver el problema cultivando el conocimiento interior. Y esto, a su vez, es factible sólo cuando pierden el miedo a la autorresponsabilidad y encaran toda la verdad de quiénes son en este momento.

Cualquier verdad de ustedes mismos y de la naturaleza de la creación genera seguridad interior, confianza y valentía. La ignorancia crea miedo. Éste produce una atmósfera interior de cerrazón, y su mente no creará la sustancia poderosa para crear más expansión sino, más bien, defensas más firmemente tensas.

La dicha es una necesidad, pues significa expansión. No pueden expandirse y usar sus potenciales inherentes a menos que estén en un estado de gozo. La expansión y la dicha van juntas, así como el estancamiento y la frustración van juntas. La expansión es un proceso autoactivante que combina los principios masculino y femenino en perfecta armonía. Si temen la dicha y, por lo tanto, la expansión, también temerán el crecimiento y el cambio. Las personas, de hecho, sí temen sus propios poderes inherentes.

La dicha, el placer y la realización requieren la mayor de todas las fortalezas. La infelicidad requiere mucha menos fortaleza que la felicidad. La fuerza puede generarse sólo si deliberada y específicamente activan e invocan a los poderes divinos del ser. En respuesta a su invocación ellos les ayudarán a estar mejor equipados para sostener la dicha, y los guiarán para que inadvertida e inconscientemente no se cierren a la felicidad. Esta oración es tan importante como buscar el contacto con los poderes divinos cuando están en un periodo de agitación y crisis. Cuando se sientan infelices, es importante que aprovechen la ocasión como una lección significativa para efectuar un mayor crecimiento. Hacer esto exige un contacto con sus fuerzas superiores innatas. Cuando se sientan felices, es importante que se vuelvan más y más compatibles con los poderes universales y sostengan este estado. También esto necesita ayuda y guía.

Al principio les será especialmente difícil que recuerden usar estas oportunidades tanto de crisis como de felicidad a fin de ser ayudados, fortalecidos e inspirados mediante el contacto divino a través de la meditación. Tal vez ya hayan experimentado su efectividad, sus respuestas confiables, su sabiduría inimaginable, sus diversas soluciones. Sin embargo, cuando están inmersos en conflictos profundos, simplemente lo “olvidan”. Pero llega un punto cuando ya no es difícil recordar usar este contacto, y se vuelven más diestros en ello en tiempos difíciles. Aunque casi nunca se le ocurre a la gente recurrir a estos mismos poderes en todas las oportunidades pertinentes, para muchos de mis amigos, que han alcanzado este umbral, ésta es, en efecto, una clave.

Ahora, antes de escuchar sus preguntas, me gustaría empezar esta noche con otro tema, directamente conectado con lo que dije aquí, y al que le dedicaremos más tiempo en el futuro. Todos los seres humanos tienen dentro de su organismo psíquico y físico ciertos centros de energía. Ha llegado el tiempo en que es absolutamente necesario que los conozcan. Estos centros de energía se localizan en diversas áreas de su cuerpo. No están realmente en su cuerpo físico, sino en el llamado cuerpo sutil, que afecta las glándulas físicas. Aunque el funcionamiento del sistema glandular depende directamente de estos centros, los centros mismos no son órganos físicos que puedan descubrirse con rayos X u otra investigación física. Su realidad es psíquica; su realidad física puede determinarse sólo por sus efectos. Cada centro de energía se relaciona con una actitud mental. A medida que la actitud mental cambie de la ignorancia, el miedo, la enajenación, la desconfianza y la hostilidad a un estado abierto, confiado, veraz y amoroso, los centros de energía se abren. La apertura es una experiencia clara en el organismo, porque la unidad entre el cuerpo, la mente y el espíritu es muy íntima en este punto.

Por lo tanto, nuestro enfoque en esta etapa también debe ser unitivo, incluida la personalidad total. Aprenderán ciertas prácticas que los harán conscientes de cuándo está abierto un centro y cómo usar su energía encontrando la actitud mental correspondiente. Pueden ver fácilmente que existe una conexión entre el miedo al placer y los centros de energía, pues en un estado de miedo estos centros están necesariamente encogidos y cerrados, y la fuerza vital no puede penetrarlos. Si embargo, cuando se abren por dentro al placer, a la alegría y a la felicidad en todos los niveles de su ser, la actitud abierta y relajada de “dejar ser” finalmente abre estos centros. Además del Pathwork general de la conciencia de sí mismo, de encarar la verdad, de establecer contacto con las fuerzas universales, será necesario que ustedes se vuelvan claramente conscientes de la existencia de estos centros siguiendo ciertas prácticas, y lleguen a saber cómo activarlos.

¿Tienen preguntas en relación con esta conferencia?

PREGUNTA: ¿Puede decir algo sobre los centros ahora? ¿Dónde están?

RESPUESTA: Hay un centro en la base de la columna vertebral. Hay otro en la región del plexo solar. Un tercer centro está frente a la garganta. Otro está en la base de la cabeza, en la parte posterior del cuello, pero un poco más arriba; entre el cuello y la base de la cabeza. Uno está entre los ojos, y hay otro en la coronilla. Éstos son los centros de energía básicos. Cada uno se conecta con una actitud mental. Cada centro determina ciertas maneras mentales y emocionales de ser. Cada una tiene su propia función. El centro que está en la base de la columna vertebral representa todos los sentimientos físicos y emocionales; la sexualidad, el amor con el sexo opuesto, el amor personal. El centro del plexo solar abre el camino a la conexión y la unificación con la sabiduría, con las verdades universales; y también con los sentimientos amorosos impersonales conectados con esta experiencia. Abrir este centro debe llevarlos al asiento de todos sus sentimientos, que normalmente precede al contacto con lo divino, por lo menos hasta un grado considerable. Hasta aquí es a donde puedo llegar hoy. No necesito decir que lo que he expresado aquí es el más sucinto de todos los resúmenes. Les diré mucho más después en una serie de conferencias.

PREGUNTA: ¿El trabajo físico va a estar conectado con la apertura de los centros cerrados?

RESPUESTA: Sí, desde luego. El trabajo físico tiene mucho que ver con esto, ya que se ocupa específicamente de los bloqueos que hay en el cuerpo. Mientras haya bloqueos en el cuerpo, o en los sentimientos, o en los pensamientos, los centros no pueden abrirse. Además de esto, más adelante se establecerán otras prácticas. Verás, abrir estos centros puede empezar sólo después de que se haya obtenido cierto grado de autoconocimiento; después de que se hayan eliminado ciertas resistencias básicas, miedos y bloqueos mentales, emocionales y físicos. Sólo entonces empezará este nuevo enfoque. Antes sería imposible. Si se intentara esto por medios artificiales o mecánicos, el intento podría ser incluso peligroso. Sin embargo, no encierra ningún peligro abrir estos centros una vez que la personalidad esté firmemente anclada en la realidad, en el amor, en un estado en el que no haya miedo ni defensas. Debe haberse alcanzado cierto estado básico de individualidad a fin de usar toda la energía espiritual disponible. El trabajo físico es un aspecto de la preparación. A medida que enfoquemos los centros de energía mismos, además de los diversos niveles de trabajo que estamos haciendo ahora, nos ocuparemos de algunos enfoques nuevos, por ejemplo, una combinación de respiración y meditación.

PREGUNTA: ¿Puede comentar algo más sobre los centros en relación con el movimiento de las energías? ¿Se cargan, se descargan?

RESPUESTA: Como dije, comentaré mucho más sobre este tema en el futuro. Ahora diré esto: cuando el ser humano está totalmente autorrealizado, estos centros pueden funcionar óptimamente porque entonces el flujo no se detiene. La carga y la descarga tienen lugar en un movimiento interior constante y autoperpetuante; así como todo en la creación está sujeto a los mismos movimientos y leyes. El movimiento crea un inmenso sentimiento de dicha que no puede describirse. Es el placer más intenso en todos los niveles: físico, emocional, intelectual y espiritual. La mayoría de los seres humanos nunca son verdaderamente cargados por estos centros. Los que sí lo son lo son sólo fugazmente, y en un grado relativamente pequeño durante estados excepcionales en su vida. La mayoría de las personas suelen estar en un estado de encogimiento porque sus centros están cerrados. Sus errores conceptuales, sus miedos y sus negatividades crean este encogimiento. La tarea de cada entidad encarnada es descubrir la verdad de estas leyes y aplicarlas a sí misma. Al cesar el autoengaño se produce una profunda relajación, empieza un flujo, surge una ausencia de defensas que vuelve a la personalidad “cargable”, si me permiten usar esta expresión. He aquí otra manera de tratar de transmitir los hechos casi intransmisibles: imaginen a la personalidad consciente y funcional como un estado general. Imagínenla como un planeta. Luego imaginen al ser espiritual universal como otro centro, eterno, sin espacio, el centro de todo lo que jamás ha vivido y jamás vivirá; un planeta enorme, tan enorme que es el mismo para todo y para todos. Las entidades totalmente realizadas son paralelas a este centro espiritual, y están expuestas a y en órbita con él. Siempre están en esta influencia y campo visual. Los movimientos de ambos están completamente coordinados.

Pero la mayoría de los seres humanos casi siempre están “fuera de centro”; su personalidad planetaria no está expuesta a y se halla fuera del campo visual del centro espiritual, que es constante y se mueve sólo dentro de sí, por decirlo de algún modo. A veces el centro de la personalidad se mueve hacia el campo universal y otras veces fuera de él. De este movimiento dependen la fuerza, la verdad, los sentimientos amorosos, la vivacidad… o la falta de ellos. Cuando la autoaceptación, la veracidad y las actitudes positivas prevalecen, se sintonizan más con la conciencia, la confianza y el amor y son más afines al centro de la vida universal; entonces ocurre la convergencia. La autorrealización total hace de los dos, uno. Primero, el centro de la personalidad es paralelo, cubierto, cargado, vivificado por el espiritual, hasta que éste lo empapa. Esta no es la aniquilación de la personalidad, como muchos creen falsamente, pues toda la vida está realmente en el centro espiritual, que anima al resto. La muerte significa una separación del centro, de manera que la luz ya no pueda brillar sobre la personalidad ni llenarla con su energía.

Quiero bendecir a todos y cada uno de los que están aquí con la gran fuerza generada cada vez más por muchos de ustedes que, en efecto, han progresado considerablemente. Regocíjense con el conocimiento de que la vida es intrínsecamente la verdad más benigna y gozosa. Es un hecho constante, inmutable e inalterable que ninguna medida de separación del centro espiritual puede negar. ¡Sean Dios!

Dictada el 31 enero de 1969.