Conferencia 184. El significado del mal y su trascendencia
Saludos y bendiciones para todos mis amigos viejos y nuevos que están aquí. Y doy la bienvenida a todos aquellos que ya han hecho progresos en su intento de encontrar la verdad de su ser más íntimo, y a todos los que no han dado todavía pasos activos. El que estén aquí significa una búsqueda consciente e inconsciente del significado real de su vida. Aunque esta conferencia es una secuela de la que dicté antes del receso del verano, también constituye un comienzo nuevo. Debe ser igualmente significativo trabajar con ella de aquí hacia atrás o de aquí hacia delante.
Los seres humanos se ven continuamente confrontados con el profundo problema de cómo manejar las fuerzas destructivas que residen dentro de ellos y de otros. El problema parece interminable, pues desde el comienzo de la existencia humana se han construido teorías y filosofías en torno a él. La búsqueda de ustedes siempre ha tenido que ver, directa o indirectamente, con este importante asunto. Todo el sufrimiento en realidad proviene exclusivamente de la propia destructividad, negatividad o mal; cualquiera que sea el nombre que le den. La gran dificultad a la que se enfrentan es que tratan de resolver este problema con el sistema de la dualidad. Conciben dos fuerzas opuestas: una constructiva opuesta a una destructiva: el bien versus el mal. En el momento en que se involucran en una dualidad, son incapaces de resolver el problema. Empiezan a negar, evadir y reprimir lo que haya de destructivo en ustedes. En consecuencia, son inconscientes en parte de su destructividad y totalmente incapaces de ver cómo se manifiesta. En otras palabras, se ven forzados a exteriorizar la destructividad indirectamente…con resultados muy dañinos. Así, la culpa se agrava porque el mal que esperaban eliminar sólo aumenta cuando se le reprime y se le exterioriza indirectamente.
En este enfoque dualista se escinden dentro de ustedes, pues rechazan toda una parte que es la fuente de la energía creativa esencial y potente sin la cual nunca pueden ser humanos completos. Su sentido de conciencia se apaga a medida que reprimen la parte indeseable de ustedes. Mientras menos conscientes son, más débiles se vuelven y, por lo tanto, más confundidos y menos capaces de resolver éste o cualquier otro problema.
Desde luego, el Pathwork se ocupa principalmente de enfrentar estas partes indeseables a fin de eliminar la ceguera autoimpuesta. Descubrirán, una y otra vez, que esta confrontación, en lugar de producirles la devastación que temen, despierta energía vital y los convierte en personas más integradas. Sin embargo, sigue existiendo, para todos ustedes, el problema de cómo lidiar con el material indeseable que empieza a manifestarse.
La meditación es sumamente importante, pues sin la mente más grande la mente pequeña es incapaz de realizar un cambio. Pero también es necesario tener conceptos y guías claros. Sus conceptos mentales deben ser más precisos y estar alineados con la verdad, pues, de lo contrario, las ideas falsas, e incluso la vaguedad, crearán un bloqueo. Si, por ejemplo, conciben que la inteligencia superior que habita en ustedes tiene el poder de hacer desaparecer las fuerzas destructivas, su meditación y petición de ayuda quedarán sin respuesta. Cualquier proceso vago y confusamente concebido erigirá un obstáculo.
La mayor parte de las religiones enfocan dualistamente la gran cuestión del mal, y lo ven como una fuerza opuesta al bien. Este enfoque dualista refuerza su miedo a sí mismos y su culpa; por lo tanto, sólo ensancha el abismo dentro de su alma. Las energías del miedo y la culpa se usan para forzarlos a ser buenos. La ceguera, la compulsión y el concepto artificial de la vida que acompañan a este forzamiento crean patrones autoperpetuantes, con muchas ramificaciones negativas.
Por otra parte, también hay filosofías que postulan que el mal no existe; que es una ilusión. Esta filosofía es tan verdadera como su opuesto religioso, que reconoce el peligro del mal, su poder para negar la vida, y la infelicidad y el sufrimiento que trae. El postulado de que el mal es una ilusión es cierto en el sentido de que hay innatamente sólo un gran poder creativo. Sí hay unión, pues todo es uno en la conciencia de aquellos que han trascendido la dualidad.
Como suele ser cierto, estas dos enseñanzas opuestas expresan grandes verdades, pero la exclusividad con la que se conciben y perpetúan acaba por volver falsa su verdad. La negación del mal como una realidad lleva al pensamiento fantasioso, a más ceguera y a la negación del ser; disminuye en vez de aumentar la conciencia. Se crea una imagen falsa de la realidad; la realidad del estado presente de la Humanidad.
Recapitulo. Negar el mal en el plano actual de conciencia de la Humanidad es tan poco realista como creer que existen dos fuerzas separadas: una buena y una mala. Esta creencia implica que la fuerza mala debe destruirse o escamotearse, ¡como si se pudiera hacer que algo desapareciera en el universo! Deben luchar entre estas dos alternativas para encontrar las respuestas. Esta conferencia es un intento de ayudarlos.
Ambas perspectivas del mal llevan a la represión; sin embargo, reconocer el mal también conduce a la posibilidad de más destructividad. Podría conducir a justificar y condonar cosas verdaderamente indeseables, como la exteriorización farisaica. En este caso se reprimiría la culpa y se crearía más escisión y dualidad. Tratemos ahora de encontrar una manera de lidiar con este problema que pueda evitar cualquiera de estas trampas. Tratemos de reconciliar estos dos enfoques generales del mal.
Todos ustedes han experimentado lo amenazados, ansiosos e incómodos que se sienten cuando son confrontados con algunas de sus actitudes, rasgos y características indeseables. Esta reacción debe entenderse de una manera mucho más profunda. Hay demasiadas cosas que se dan por sentadas y se examinan superficialmente dando sólo a la reacción un nombre y dejarla ir sin más.
El significado de esta reacción temerosa, incómoda y ansiosa es sencillamente una expresión que dice: “Tal y cual cosa no deberían existir en mí”. Todas las defensas que tan trabajosamente han erigido sirven para protegerlos no sólo del mal de otros, sino principalmente del suyo propio. Si examinan la causa cada vez que se sientan ansiosos, siempre verán que, a final de cuentas, sienten aprensión por su propio mal, independientemente que cuán amenazadora parezca otra persona o un suceso exterior. Si entonces traducen esta ansiedad en palabras claras, verbalizando así su pensamiento interior de que ciertas actitudes o sentimientos “no deberían existir en mí”, pueden confrontar su actitud hacia el mal de una manera mucho mejor, pues el mal mismo no es ni la mitad de dañino que su actitud hacia él. Volveremos a esto más tarde.
De ahora en adelante, en lugar de evadir habitualmente, lo que genera enfermedad emocional, problemas y sufrimiento, detecten su miedo y el pensamiento que hay detrás del miedo: “Yo no debería ser así”. Si este miedo se ignora, el problema empeora.
Nuestro propósito en este camino es precisamente conocer y aceptar el mal. La palabra “aceptación” se ha usado mucho a falta de una mejor, pero el significado suele perderse detrás de la palabra, así que debemos prestar más atención a cómo se da esta aceptación. Sólo cuando ocurre la aceptación de la manera correcta puede incorporarse el mal y reformarse en el sentido más verdadero de la palabra. Entonces pueden transformar una fuerza que se ha desviado. La mayoría de los seres humanos olvidan o ignoran por completo el hecho de que lo que es peor en ellos es en esencia un poder creativo sumamente deseable, y un flujo y una energía universales. Sólo cuando entiendan de verdad esto, amigos míos, aprenderán a lidiar con todos los aspectos de ustedes mismos.
Casi todos los seres humanos con poquísimas excepciones lidian sólo con una pequeña parte de sí mismos. Aceptan, conocen, y sólo quieren conocer, una parte relativamente pequeña de su personalidad total. Esta limitación es, naturalmente, una pérdida terrible. No estar conscientes de aquello que en su interior es indeseable en su manifestación presente, los cierra a lo que ya está claro, liberado, purificado y bueno. También impide a la mayoría de los individuos amarse y respetarse porque no tienen una percepción real de su herencia divina. Su bondad real y ya manifiesta parece irreal, incluso falsa, porque se niegan a lidiar con los elementos destructivos que tienen. Pero lo que es aún más importante y fundamental es que cerrar esta parte indeseable hace que permanezca estancada y paralizada de manera que no puede cambiar.
El precio de reconocer y aceptar el aspecto destructivo y malo del ser parece alto, pero en realidad no lo es. En comparación, el precio de negarlo es enorme. Pueden moverse a tientas, confundidos, hasta que encuentren la manera de aceptar sus impulsos y deseos destructivos sin condonarlos; aceptarlos sin identificarse con ellos. Deben aprender a evaluar estos impulsos y deseos realistamente, sin caer en la trampa de la proyección, la autojustificación, la exoneración farisaica, mientras culpan a otros, por una parte, o, por la otra, caen en la autoindulgencia, la negación, la represión y la evasión. Esta comprensión requiere una inspiración continua de las fuerzas superiores internas y de las peticiones deliberadas de ayuda para despertar y conservar la conciencia de estos aspectos destructivos y del método eficaz de manejarlos.
Siempre que estén en un estado de ánimo desagradable, en una situación amenazadora, en la confusión y la oscuridad, pueden estar seguros de que independientemente de las circunstancias exteriores, el problema surge de la negación y el miedo de sus propias actitudes destructivas, y de su ignorancia de cómo manejarlas. Admitir esto trae un alivio inmediato y desactiva estos poderes negativos casi instantáneamente. Aprendan con qué pasos pueden incorporar este poder en vez de interrumpirlo.
El primer paso debe ser aplicar la teoría de que la destructividad, el mal, no es una fuerza final y separada. Deben pensar en esto no simplemente en términos generales y filosóficos. Más bien, deben tomar los aspectos específicos de ustedes que los hacen sentirse culpables y temerosos, y aplicar este conocimiento a todo lo que sea más desagradable en ustedes y otros. No importa lo feas que sean algunas de estas manifestaciones—crueldad, deseo de hacer daño, arrogancia, desprecio, egoísmo, indiferencia, codicia, engaño u otra cosa—pueden llegar a entender que cada uno de estos rasgos es una corriente de energía, originalmente buena y bella y afirmadora de la vida.
Al buscar en esta dirección, llegarán a entender y a experimentar cómo éste o aquél impulso hostil específico era originalmente una fuerza buena. Cuando entiendan eso, habrán hecho un progreso sustancial hacia la transformación de la hostilidad y la liberación de la energía que se ha canalizado de una manera en verdad indeseable y destructiva, o se ha congelado y estancado. Articulen claramente la percepción interior de que estos desagradables rasgos, sean los que sean, son un poder que puede usarse de cualquier manera en la que deseen. Este poder—la misma energía que puede manifestarse ahora como hostilidad, envidia, odio, rabia, amargura, lástima de sí mismo o culpabilización—pueden convertirse en un poder creativo para construir felicidad, placer, amor y expansión, para ustedes y otros en torno a ustedes.
La lista de rasgos negativos podría extenderse, pero eso es innecesario, pues sólo son variaciones sobre el mismo tema. Todos conocen estas cosas en ustedes, o por lo menos han empezado a conocerlas. No obstante, después de todo este tiempo, todavía no es posible que cualquiera de ustedes entienda en verdad que lo que más les disgusta de ustedes es, esencialmente, un poder muy creativo y deseable. No les gusta porque no es deseable en la forma en que se manifiesta en este momento. En otras palabras, tienen que aprender a reconocer que la manera en que el poder se manifiesta es indeseable, pero que la corriente energética detrás de esta manifestación es deseable en sí, pues está hecha de la sustancia vital misma. Contiene conciencia y energía creativa. Contiene todas las posibilidades de manifestar y expresar la vida, de crear vida nueva. Contiene todo lo mejor de la vida, tal como la experimentan…y mucho más. Asimismo, lo mejor de la vida que se les ha revelado contiene la posibilidad de lo peor. Si pueden concebir las posibilidades de todas las manifestaciones de la vida, porque la vida es un proceso continuamente fluido, en movimiento y continuo, nunca quedarán fijos en finalidades, que crean error, confusión y dualidad.
Verán que, al negar el mal en ustedes, le hacen más daño a toda su personalidad, a su espiritualidad manifiesta, de lo que se imaginan. Al negarlo, inactivan una parte esencial de sus energías y sus fuerzas creadoras, de modo que se estancan. Después del estancamiento sigue la putrefacción. La materia se pudre cuando se estanca, cuando ya no puede moverse. Lo mismo pasa con la conciencia: se pudre cuando se estanca. La vida es un proceso que fluye continuamente. Cuando se queda quieta, la muerte se manifiesta temporalmente. Como la vida es eterna, la muerte sólo puede ser temporal. Esto se aplica no sólo a los seres humanos, a las entidades, sino también a la materia y la energía. Mientras el flujo de energía se detenga, tiene lugar la muerte y ésta dura hasta que el flujo de energía se libere de nuevo. Esta es la manifestación y otro significado más de la muerte en este plano de conciencia.
Este principio también se aplica a un objeto: cuando se pudre o se desintegra, la energía que tiene dentro se ha interrumpido. Esta energía interrumpida debe, en algún momento, empezar a fluir de nuevo; tal vez mucho tiempo después de esta manifestación específica.
La materia siempre es una condensación y una manifestación de la conciencia y la energía. La manera en que fluye la energía—o no fluye—y la forma que adopta cuando se condensa depende de la actitud de la conciencia “detrás”, o más bien, intrínseca a un aspecto específico de la creación.
Del mismo modo, la destructividad es otra forma errónea de conciencia. Debe conducir, ya sea por medio de la exteriorización y la expresión directa, o indirecta, a través de la negación, que es el estancamiento, a una negación de la vida. Por eso, algunas emociones supuestamente negativas son en realidad deseables. Por ejemplo, el enojo puede promover la vida y dirigirse contra la negación de ésta. La negación del enojo se torna en hostilidad, crueldad, rencor, odio de sí mismo, culpa, confusión entre la culpabilización de otros y del ser, y es, por lo tanto, una corriente energética destructiva.
La muerte se volverá superflua, se superará, cuando la energía ya no esté estancada, cuando se le permita moverse. Esto puede suceder primero en el nivel de la mente, cuando se entiende que el mal es intrínsecamente un flujo de energía divina, momentáneamente distorsionado debido a determinadas ideas, conceptos y percepciones equivocados. Así, ya no se le rechaza en su esencia, sino que se le asimila. Esto es precisamente lo que les cuesta más trabajo hacer. De hecho, les cuesta tanto trabajo que tienden a olvidar incluso aquellos aspectos de ustedes que ya están libres de distorsiones, del mal y de la destructividad, que están realmente liberados y claros, que son buenos, bellos y divinos.
Todos sus esfuerzos y buena voluntad son bellos. Incluso sus dolores de conciencia, a pesar de la culpa mal dirigida, surgen de las mejores y más bellas manifestaciones de la conciencia. Ustedes negarán, ignorarán, dejarán de experimentar lo mejor de ustedes mientras nieguen, ignoren y dejen de experimentar el mal que albergan. Distorsionan su concepto de ustedes mismos cuando niegan cualquier parte de ustedes, no importa lo fea que sea en su forma presente.
La clave esencial para integrar totalmente el mal es entender su naturaleza original y la posibilidad que mora en ustedes de que vuelva a manifestarse en su forma original. Éste debe ser el propósito, amigos míos. Mientras traten de volverse buenos negando el mal, forzándose a ser lo que todavía no pueden ser, y lo que, de hecho, nunca pueden ser, permanecen en un estado doloroso de escisión interior, autonegación parcial y parálisis de las fuerzas vitales interiores. Y digo “lo que nunca pueden ser”, porque si su expectativa es destruir o mágicamente desaparecer una parte vital de ustedes y no aceptar la deseabilidad intrínseca de toda la energía creativa contenida incluso en sus aspectos más destructivos, no podrán volverse íntegros. Cultiven esta actitud alterada.
La nueva actitud de aceptación no significa condonar, excusar o racionalizar sus aspectos indeseables. Todo lo contrario: significa reconocerlos plenamente, darles una expresión honesta, sin buscar pretextos ni culpar a otros, pero tampoco sentirse desesperanzados y rechazar por ellos al ser. Esto parece monumental, pero ciertamente es posible adquirir esta actitud si hacen un esfuerzo sincero y piden en oración que se les guíe con este propósito mismo.
Cuando ya no nieguen su fealdad, tampoco tendrán que negar su belleza. Hay mucha belleza en cada uno de ustedes que ya está libre. ¡En realidad manifiestan belleza que totalmente niegan, ignoran, y no perciben ni experimentan! Y no me refiero a una belleza sólo potencial que debe desarrollarse; me refiero a la belleza que está realmente presente.
Pueden pensar en esto y orar para darse cuenta, así como oran para darse cuenta de la fealdad. Cuando perciban ambas, no sólo una, con exclusión de la otra, habrán dado un paso considerable hacia una percepción realista de la vida y de ustedes mismos que les permitirá integrar lo que ahora los hace pedazos.
Si tienen en mente en todo momento tanto su belleza como su fealdad, también verán ambos lados en otros. Ustedes tienden a negar y rechazar completamente a las personas cuya destructividad perciben, y reaccionan ante ellas exactamente como lo harían con ustedes mismos. O reaccionan emocionalmente a su bondad y belleza interior, o pasan por alto de manera poco realista su lado feo. Todavía no entienden la presencia de la dualidad en ustedes, y por lo tanto tampoco pueden verla en otros. Esto crea conflictos y lucha continuos. Sólo aceptando la dualidad pueden verdaderamente trascenderla.
Ninguna expansión de la conciencia, ninguna integración y trascendencia son posibles cuando la conciencia es tenue o está bloqueada. La conciencia del mal se bloquea cuando se le ve como si fuera totalmente inaceptable, cuando no se dan cuenta de que el mal es sólo una distorsión de una corriente de poder divina y creativa. Esta distorsión y falta de conciencia los llevan a negar y paralizar el proceso creativo mismo.
De vez en cuando vuelvo a referirme a las principales fuentes de distorsión y destructividad: el voluntarismo, el orgullo y el miedo. A primera vista parecería extraño sostener que estos tres rasgos son más culpables del mal que los rasgos malos mismos, incluidos el resentimiento, la crueldad, la envidia, la hostilidad y el egoísmo. ¿Cómo pueden el orgullo, el voluntarismo o el miedo ser más destructivos que, por ejemplo, el odio? La respuesta a esa pregunta es muy sencilla. Las actitudes abiertamente destructivas nunca son el mal real. Si de verdad las reconocen, permanecen en el flujo. El mayor odio, el deseo de venganza más rencoroso, los peores impulsos de crueldad, si se admiten honesta y francamente, sin exteriorizarlos de manera irresponsable, ni reprimirlos o negarlos, sino aceptándolos plenamente, nunca serán dañinos. En el grado en que se vean, se encaren y se admitan, estos sentimientos disminuirán en intensidad y tarde o temprano se convertirán en energía fluida dadora de vida. El odio se transformará en amor; la crueldad, en agresión sana y autoafirmación; el estancamiento, en alegría y placer. Esto es inevitable.
Lo que digo aquí no es mera teoría. Muchos de ustedes han experimentado esta conversión de emociones siempre que encontraron por azar la mezcla correcta de autoaceptación. Pero tienen que buscarla una y otra vez hasta que se vuelva automática y ya no se les olvide. Cuando ciega y farisaicamente exteriorizan la destructividad, sí expresan el mal. Al negar su existencia, estancan la energía creativa vital, que se pudre en ustedes. Al reconocer francamente el mal, ni lo exteriorizan ni lo niegan. Esto libera su flujo de energía creativa.
El orgullo, el voluntarismo y el miedo son, todos ellos, formas de negación y, por lo tanto, más peligrosos que los males que niegan. Mis amigos de este Pathwork han experimentado lo cierto que es esto: En el grado en que el mal se encara correctamente, en ese mismo grado llega la autoaceptación, la autoestima, una energía nueva y un amor más profundo. Pero el orgullo, el voluntarismo y el miedo vuelven imposible esta actitud sanadora. El voluntarismo se empeña demasiado en su propia insistencia de que no está dispuesto a aceptar la realidad presente. Desea estar ya en un estado más elevado de conciencia; quiere ser mejor de lo que es ahora. Pero fracasa porque es imposible superar algo que uno es demasiado voluntarioso para admitir. El voluntarismo crea rigidez y ésta es contraria al flujo de la vida. El voluntarismo dice: “No acepto la realidad tal como es ahora; debe ser a mi manera, e inisisto en que así sea”. Esta actitud vuelve imposible la admisión de la verdad momentánea.
El orgullo dice: “No quiero tener rasgos tan feos”. Sin embargo, la verdad requiere flexibilidad y humildad. También requiere valor. El miedo supone que la aceptación y el reconocimiento de la fealdad volverán abrumadora esta fealdad. Así que el miedo también niega la fe justificada en el orden benigno de la Creación. Si la admisión veraz de lo que realmente existe significara la destrucción, la aniquilación, el peligro y el caos, la secuencia lógica de esta suposición sería entonces que el mundo está construido sobre el engaño, el fingimiento y la negación. Aun cuando estos pensamientos casi nunca se verbalizan, pues carecen de sentido, muchos individuos inconscientemente construyen su vida sobre estas suposiciones. Sus actitudes expresan esta orientación de vida subyacente.
Renunciar al voluntarismo no disminuye el espíritu libre de la autoexpresión. Tampoco disminuye su dignidad genuina cuando renuncian al orgullo que oculta el mal. El mal no los abruma ni se apodera de ustedes cuando eligen abandonar el miedo que le tienen. Lo cierto es todo lo contrario de estas suposiciones.
Nunca es un impulso destructivo mismo el que presenta el daño y el perjuicio reales, sino siempre la actitud hacia él. Por esta razón, las personas que incorporan y aceptan sus aspectos negativos encuentran, para su inmensa sorpresa, lo contrario de su expectativa ansiosa: su autorrespeto y su autoestima crecerán.
Así que esto es, amigos míos, lo que tienen que aprender. Cada uno de ustedes todavía tiene mucho terreno que recorrer, aunque las palabras les suenen demasiado familiares. Hasta ahora todavía se encuentran muy lejos de poner estas palabras en práctica. Cuanto más lo hagan, más crecerá la alegría en su vida, más decisivos se volverán para moldear su destino; no por medio del control del ego, sino a través de su capacidad real para crear con la energía vital a su disposición. La clave es aprender a enfrentar la fuerza destructiva para que puedan transformarla de vuelta a su naturaleza original, incorporándola así a todo su ser.
¿Tienen preguntas que hacer?
PREGUNTA: Como dice esta conferencia, hay cosas en mí que siento que están mal, que son malas. Sin embargo, las disfruto; se sienten placenteras. Pero me siento culpable. Por ejemplo, gasto demasiado dinero. Niego por completo ese aspecto de mí. ¿Me puede ayudar?
RESPUESTA: Ese es un buen ejemplo. Espero oír muchos más problemas personales como éste, para poder ayudarlos específicamente con ellos.
Lo que describes es muy típico. Niegas todo acerca de tu impulso destructivo. Así, te ves frente a un predicamento insoluble: o renuncias a todo el placer conectado con tu manera excesiva de gastar y tu irresponsabilidad a fin de volverte decente, maduro, realista, autorresponsable y seguro, u obtienes placer del rasgo negativo pero al costo tremendo de la culpa, la privación, la inseguridad y el miedo de no poder administrar tu propia vida.
Una vez que veas que detrás de la compulsión de gastar en exceso y ser irresponsable hay un anhelo legítimo de placer, expansión y experiencias nuevas, este predicamento dejará de existir. En otras palabras, debes incorporar la esencia de este deseo sin exteriorizar su destructividad. Entonces tendrás mucha menos dificultad para llevar a efecto el deseo de una manera realista que no te derrote al final. Ahora estás atorado en la batalla de uno de estos problemas típicos de “esto o lo otro”. ¿Cómo puedes realmente renunciar a la irresponsabilidad si la responsabilidad implica vivir en un margen estrecho de placer y limitar tu autoexpresión? Como en realidad no quieres renunciar a la irresponsabilidad, te sientes culpable. De este modo, rechazas esa parte vital de ti que, con todo derecho, desea experimentar plenamente el placer de la creación, pero que todavía no sabe cómo hacerlo sin explotar a otros y ser un parásito. No obstante, si puedes aceptar totalmente la bella fuerza que busca el placer pleno debajo de la irresponsabilidad y la valoras como tal, también hallarás cómo darle expresión sin vulnerar a otros, sin violar tus propias leyes de equilibrio. No tendrás que pagar el costo innecesario de la preocupación, la ansiedad, la culpa y la incapacidad de administrarte bien. Sólo pagas eso cuando sacrificas la tranquilidad mental por un placer de corta duración.
El placer será más profundo, más duradero y totalmente libre de culpa cuando combines su legitimidad con la autodisciplina. Si puedes reconciliar el deseo de placer con la autodisciplina y la autorresponsabilidad, expresarás el conocimiento interno que dice: “Quiero disfrutar de la vida. Hay abundancia ilimitada en el universo para cada contingencia. No hay límite a lo que es posible. Hay cosas maravillosas que experimentar. Existen muchos medios bellos de autoexpresión. Puedo realizarlos y traerlos a mi vida si logro encontrar otra manera no autodestructiva de expresarlos y obtenerlos. La necesidad misma de autorresponsabilidad y autodisciplina en su sentido más profundo volverán posibles el gozo y la autoexpresión crecientes. Sin estos rasgos seguiré estando desprovisto y en conflicto”. Será mucho más fácil adquirir la disciplina, la voluntad para hacer esto crecerá, cuando sepas que tienes el perfecto derecho de usarla con el fin de incrementar el placer y la autoexpresión.
Queridos amigos, les he dado material nuevo que requiere mucha atención. Aprovéchenlo en su propia situación específica. Abran su ser más íntimo para aplicar este material. No lo apliquen sólo teóricamente, en términos generales, sino que vean realmente dónde niegan lo que hay en ustedes por miedo y culpa, y paralicen por ello lo mejor de ustedes.
A aquellos que están aquí y que se sientan desalentados y sin esperanza acerca de ustedes, sólo puedo decirles que están en el error y la ilusión cuando se sienten así. Dense cuenta de esto y pidan la verdad, que es que no hay motivo para la desesperanza, y que los periodos difíciles sólo necesitan entenderse y trabajarse para que se conviertan en escalones para abrir más su vida y llevar más luz y autoexpresión a ellos.
Reciban amor y bendiciones, mis queridos amigos. Queden en paz.
Dictada el 11 de septiembre de 1970.