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Pathwork

Conferencias del Guía

Conferencia 42. Bendiciones de Navidad. Objetividad y subjetividad

Saludos en el nombre de Dios y de Jesucristo. Les traigo bendiciones, queridos míos, bendiciones muy especiales esta noche. En esta época del año, las poderosas fuerzas del amor, que vienen del Rey del Universo, tocan todas las esferas. El que esté abierto y en un estado de serena armonía puede recibir esta fuerza, que es una bendición para el cuerpo, el alma y el espíritu.

Sin embargo, muchas veces es muy difícil que esta fuerza penetre en su alma. Su rayo dorado rebota si su emanación no es armónica. Se cierran ustedes a él si están resentidos, enojados y dolidos. La mayoría de estos sentimientos son muy superfluos, muy infundados. Ustedes saben que el remedio no es hacer estos sentimientos a un lado como si no existieran, sino abrirlos y pedir a Dios, pedir a Cristo, que les muestre dónde está la raíz dentro de ustedes, dónde han erigido el muro que los separa de las fuerzas bendecidoras. Estas están a la espera de regenerarlos con un efecto muy duradero. Permitan que fluyan a ustedes, queridos míos. Si están enojados con su hermano o su hermana, traten de entenderse ustedes y de entenderlos a ellos. No sean más severos con el otro de lo que lo son con ustedes mismos. Y eso, por desgracia, le ocurre hasta al mejor de ustedes. Traten de fortalecer su amor, su comprensión y su perdón para que puedan participar de esta maravillosa nutrición espiritual. Podría llenarles el corazón y todas las partículas de su alma, limpiándolas para siempre de todas las impurezas.

Nosotros, los que estamos en el mundo espiritual, estamos especialmente contentos con este grupo, amigos míos, pues la mayoría de ustedes han hecho esfuerzos serios. Estos esfuerzos han rendido fruto, aunque ustedes no siempre puedan darse cuenta por completo del valor de su trabajo. Pero algunos de ustedes sí entienden, o comienzan a entender. Empiezan a observar en ustedes una mayor armonía en momentos en los que hasta hace muy poco tiempo sentían enojo y resentimiento. Muchos de ustedes tienen ahora esos sentimientos en menor grado y con menor frecuencia. El progreso es indirecto. No pueden progresar obligándose a no sentir desarmonía, pero sí pueden ir a las raíces de los conflictos que hay dentro de ustedes. Esa es la manera de lograr un desapego sano, que seguirá creciendo hasta que sólo puedan ser tocados por el amor y la comprensión fraternal. Entonces no estarán ciegos a sus defectos, sino que los enfrentarán y lograrán que ya no los afecten negativamente.

Esta noche mi mensaje es decirles a todos y a cada uno de ustedes, los que han trabajado en esta dirección: ¡Continúen por todos los medios posibles! Sigan adelante, aunque el comienzo sea difícil. Las fuerzas del bien, los rayos fuertes y dorados de Cristo los llenarán más y más, no sólo en los momentos específicos en que estas fuerzas están más activas en el universo, sino en todos los momentos. Hasta que hayan alcanzado la meta, sigan tratando de penetrar su propia desarmonía, de manera que puedan recibir las bendiciones que los aguardan. Si se esfuerzan sinceramente, recibirán una gran ayuda.

Muchos de sus seres queridos que están en el mundo espiritual se han abierto camino hasta aquí esta noche. Han sido conducidos aquí. Escuchan y ven. También ustedes pueden escuchar, queridos míos, pero no pueden ver lo que se ha permitido a los espíritus ver en esta oportunidad. Durante una conferencia como éstas, las fuerzas construyen una esfera que establece esta comunicación. Los espíritus ven belleza y una luz dorada, una armonía de esplendor como la que jamás han visto antes. Éste es su regalo de Navidad del mundo de Dios. La manera en que los espíritus ven, y la importancia de lo que ven, es distinta de la visión humana. Cuando ustedes ven un paisaje hermoso, u otra cosa que les parece bella, eso puede ser algo maravilloso de contemplar, pero no tiene nada que ver con ustedes en lo personal, con su propio estado anímico, con su propia paz y armonía internas. Pero cuando ellos contemplan la belleza, se percatan de que éste es un mundo, un estado de ser, que puede ser suyo si viven de acuerdo con estas enseñanzas. Traten de visualizar e imaginar que ese mundo está aquí, alrededor de ustedes y dentro de ustedes. En el mundo espiritual ven lo que oyen, y oyen lo que ven.

Mis queridos amigos, Jesucristo murió en la cruz con pleno conocimiento de su destino libremente escogido. Su vida y su muerte ocurrieron de acuerdo con su voluntad y su deseo. No fue el destino lo que lo sorprendió, como les ocurre a los seres humanos con los que un evento es cuestión de karma, una consecuencia de causa y efecto. Él eligió esta vida y esta muerte porque comprendió que era una necesidad. El suyo fue el acto más grande de amor.

Todos ustedes conocen el Plan de Salvación. Lo he explicado extensamente. Mis queridos amigos, ¿han pensado alguna vez que la hazaña de Jesucristo es el más grande acto de valor que ha habido jamás? Ya de por sí es un acto de valor que un ser humano experimente un destino inevitable con un espíritu de autobúsqueda positiva y constructiva, con una actitud de humilde aceptación. Apenas necesito explicar cuánto más valeroso es elegir este destino por amor. El verdadero amor, la verdadera bondad y la verdadera generosidad son impensables sin valor. Mediten sobre lo que significa el valor, queridos míos. Si a ustedes les dalta valor, ello se debe a que se aman demasiado de una manera enfermiza.

Hay un tipo de amor a sí mismo que es correcto y apropiado. La cobardía no es otra cosa sino una preocupación por sí mismo autocomplaciente y autocompasiva. El valor da tanta importancia a una causa, a un asunto o a otra persona como al ser mismo. Por lo tanto, el valor y el amor, a final de cuentas, son inseparables. Piensen en eso, queridos míos. No sólo entenderán mejor la vida y la muerte de Cristo, sino que también se entendrán y evaluarán mejor ustedes mismos, lo que significa que tendrán más éxito en el proceso de purificación. A la luz del trabajo que han hecho hasta ahora, no debería serles difícil ver en qué áreas son valientes y en que áreas les falta valor. Y allí donde les falte valor, siempre descubrirán que también les falta amor.

Y ahora hablaré de la objetividad, un tema que he tocado ocasionalmente en el pasado. La objetividad es esencial para ser un humano libre y armonioso. Objetividad es igual a verdad. La subjetividad significa una verdad parcial, una media verdad en el mejor de los casos, una falsedad completa en muchos casos. Al revés de una mentira consciente, la subjetividad tiene como resultado una falsedad inconsciente o no deliberada. Todo esto emana del nivel emocional del ser. Después de hacer el trabajo de purificación, primero encontrarán la falsedad que existe en las profundidades de su alma. Después de eliminar la falsedad podrán sembrar la verdad dentro de ustedes. Sólo un camino de autobúsqueda estricta les permitirá hacer estos descubrimientos y efectuar el cambio consiguiente. Pero este ángulo adicional desde el cual poder ver el proceso en su conjunto, y a ustedes mismos en particular, les ayudará a dar otro paso hacia adelante.

Examinemos el frecuente fenómeno de que lo que ven como una falta grave en otros suelen no verla en ustedes. No importa si la falta es exactamente la misma o si tiene una forma ligeramente diferente y modificada. Su objeción a las faltas que observan en otros puede incluso ser correcta. Sin embargo, están en una media verdad cuando juzgan a otros y no ven de qué manera ustedes también se apartan de lo que es bueno y correcto. Además, la falta del otro puede coexistir con buenas cualidades que ustedes mismos no poseen. Así, su juicio es parcial, pues concentran su objeción en un punto problemático, mientras pierden de vista muchas otras facetas que completarían el cuadro. Entonces, mis queridos amigos, siempre que se ofendan con las faltas de otros, por favor pregúntense: “¿Acaso no tengo yo, tal vez de una manera diferente, una falta similar? ¿Y esa persona a la que juzgo tan duramente no tiene algunas buenas cualidades que a mí me faltan?” Luego piensen en las buenas cualidades que el otro posee y de las que ustedes carecen. También recuerden preguntarse si ustedes no tienen defectos que la persona a la que juzgan y les molesta no tiene. Esto les ayudará a evaluar más objetivamente su enojo por los defectos de otros. Y si, por casualidad, el resultado de la evaluación es que las faltas de ustedes son de hecho mucho menores que las del otro, y sus cualidades son muy superiores, esa es una razón aun mayor para que cultiven su tolerancia y su comprensión. Si lo hacen así, están efectivamente en un estado más elevado de desarrollo, lo que entraña, sobre todo, la obligación de ser comprensivos e indulgentes. Si carecen de esa capacidad, ¡todas sus cualidades superiores y sus defectos menores no significan nada! Pero si hacen esfuerzos serios en esa dirección, Dios los ayudará a ser más objetivos. De esa manera definitivamente tendrán más paz, y lo que ahora les molesta tanto dejará de afectarles.

Siempre que estén molestos por las faltas de otra persona, debe de haber algo en ustedes que no está bien tampoco. Ya saben esto, amigos míos, pero lo olvidan una y otra vez cuando surgen las oportunidades de que se examinen. De nuevo, si verdaderamente desean encontrar lo que está en ustedes, ¡Dios los ayudará! No debe influir en ustedes el hecho de que la otra persona pueda estar tan obviamente equivocada, mucho más equivocada que ustedes. Traten de encontrar el granito de imperfección que hay en ustedes en vez de concentrarse en la montaña que existe en el otro. ¡Es su propio granito malsano de falsedad lo que les roba su paz, y nunca la montaña de errores de la otra persona!

Existe otra forma de subjetividad extrema que proviene de la misma raíz aunque se manifiesta de una forma muy diferente. Muchos seres humanos son muy severos con aquellos que los hacen sentirse no amados y criticados, o por lo menos inseguros. Su severidad es una defensa. Si ustedes están seguros de su propio valor, no se sentirán inseguros y, por lo tanto, desarrollarán una tolerancia natural. Pero la mayoría de ustedes se sienten todavía tan inseguros que recurren a estas medidas defensivas defectuosas. Esta conducta cae en la misma categoría de idealizar ciegamente a la persona con cuyo amor se sienten seguros. En tales casos no ven las mismas tendencias que más vigorosamente objetan en alguien más. Eso también es peligroso, queridos míos, especialmente porque esta tendencia se presta muy bien a engañarse y creer que su idealización es amor y tolerancia. Tratan de convencerse de que son tolerantes y buenos cuando cierran los ojos a los defectos de aquellos a quienes aman porque ellos los aman a ustedes. No, amigos míos, eso no es el amor verdadero. El amor verdadero puede ver la realidad. Si ustedes están dispuestos a amar de la manera más vital y madura, no tratarán de cerrar los ojos a los defectos del ser amado, sino que harán todo lo contrario.

Si cierran los ojos persistentemente, es por dos razones. Una es el orgullo: la persona que han elegido para amar y la que los ha elegido a ustedes para amarlos no debe tener defectos que ustedes no consideren aceptables. Pueden reconocer algunas faltas en el otro, tal como reconocen algunas faltas en ustedes, pues saben que no hay ser humano sin debilidades. Pero siguen ignorando muchas tendencias, pensando medio conscientemente que esta actitud demuestra su amor y su tolerancia, pero en realidad hacen esto por orgullo. La segunda razón es que en lo más profundo de su corazón se sienten tan inseguros de su propia capacidad de amar que necesitan una versión idealizada de la persona amada. Su amor no es amor verdadero si se sienten obligados a ver a esta persona en una forma idealizada. No, es una debilidad y a menudo una esclavitud.

El amor verdadero es libre, amigos míos. Puede resistir la prueba de la verdad tal como existe en la otra persona en este momento de su desarrollo. Cuando alcancen esa etapa, podrán ver al que está cerca de su corazón tal como es en realidad y no como ustedes quieren que sea. Mientras cierren los ojos a la imagen real del otro, no serán capaces de amar. En efecto, están tan conscientes de su incapacidad, aunque en un nivel subconsciente bastante superficial, que se afanan en cerrar los ojos, temerosos de que si vieran la verdad no podrían seguir amando. El orgullo, y su actual incapacidad de amar verdaderamente, los hacen ir de un extremo al otro. O se niegan a ver a la persona que está cerca de ustedes y que les es querida como verdaderamente es, o bien juzgan con demasiada severidad, aunque la crítica en sí pueda estar justificada. El hecho aislado que objetan puede ser válido, pero no su evaluación de la persona completa, que tiene tantas otras facetas que ustedes acaso desconozcan.

Cuando insisten en cegarse a los defectos de sus seres queridos, muchas veces es inevitable una crisis, una sacudida y un despertar doloroso que los lastimará profundamente. En realidad, no es la otra persona la que entonces los habrá decepcionado y lastimado, sino su propia ceguera deliberada del pasado. En una crisis así, la ceguera es lo que más les molesta en lo más profundo de su ser. Eviten esta crisis, queridos míos. Si aprenden a ver y a amar a las demás personas como realmente son, la evitarán.

Me gustaría darles los siguientes consejos, amigos míos: Piensen en las personas a las que más aman en el mundo, y luego hagan una lista de sus buenas cualidades y de sus defectos, tal como lo están haciendo para ustedes. Luego pidan a algunos amigos mutuos: “Por favor dime lo que piensas. ¿Tengo razón? Me gustaría conocer tu opinión acerca de las cualidades y los defectos de esta persona, si la ves o no como yo la veo, para verificar si soy objetivo o no. Te pido esto con el propósito de mi desarrollo”. Si están en este Pathwork, mejor. Luego, compara la manera en que ustedes y otros, que quizás sean más desapegados y objetivos, ven a la misma persona.

Observen sus propias reacciones al escuchar los defectos que ustedes no podían o no querían concebir en aquellos a quienes idealizaban. Cuando se enojan y se sienten lastimados por dentro, esto debería ser una señal de que no son objetivos, que temen la verdad, muy probablemente por las dos razones ya expuestas: por orgullo y por su incapacidad de amar al otro tal como realmente es. De lo contrario permanecerían serenos, aun si a su amado se le acusara de un defecto que no posee. Considerar los defectos de sus seres amados podría ser muy sano para algunos de mis amigos. Aprenderán a evaluar a las personas a las que aman, y su amor madurará y crecerá en estatura. Así, superarán el estado inmaduro en el que aman como un niño asustado que no puede ver la verdad.

En la última conferencia hablé de la mentalidad infantil que sigue existiendo en sus imágenes. El niño conoce sólo extremos: bueno o malo, perfección o imperfección, omnipotencia que promete seguridad o total debilidad que debe evitar. El niño puede aceptar sólo la primera de estas alternativas, Cuando descubre que un padre adorado tiene sus defectos y no es omnipotente, o se aleja del padre y empieza a odiar y resentir, a sentirse desfraudado y descepcionado, o bien oculta este hallazgo en el inconsciente, sintiéndose culpable por haber encontrado algo indigno en su progenitor. Estas reacciones siguen viviendo en el alma del adulto y matizan sus reacciones y patrones de conducta a lo largo de su vida o hasta que hayan sido revisadas y reevaluadas a la luz de un juicio maduro y de la realidad. Cuando ustedes contemplan sus relaciones actuales desde este punto de vista, el proceso será doloroso al principio, pero ni la mitad de malo que quisiera hacerles creer su resistencia inconsciente. No le hagan caso. Vayan en busca de la verdad. Puedo prometerles que se convertirán en personas mucho más felices, libres y seguras. Para muchos de ustedes ésta es la única cura, queridos míos.

Les suplico que no digan a la ligera que no ven los defectos de sus seres amados. Sí, pueden ver algunos de sus defectos, pero quizás sólo los que pueden tolerar; es posible que no se permitan ver los otros. Por lo tanto, no conocen toda su personalidad. Ven un retrato que está tan distorsionado como cuando son demasiado severos e intolerantes. El retrato está fuera de foco en los dos casos; ambos son espejos que no reflejan la realidad. Cada espejo distorsiona de una manera diferente. Tienen mucho miedo de acercarse a la verdad porque la emoción del niño, para quien ver una verdad desagradable en la persona amada es insoportable, sigue viviendo dentro de ustedes, y esta emoción los obliga a retirar su amor. Pero esa no es la verdad en absoluto. Si enfocan esta búsqueda específica con el conocimiento de que su amor, en vez de debilitarse, debe crecer y madurar, podrán vencer su resistencia a descubrir la realidad.

Ustedes deben saber con cuál de los dos extremos de la subjetividad es más importante que lidien primero. Las dos alternativas se aplicarán a todos ustedes, pero una de ellas siempre está en primer plano. Empiecen a concentrarse en esa.

La objetividad necesita valor también, amigos míos. Muchos de ustedes son todavía demasiado débiles y cobardes para ver la verdad en otros, así como en ustedes mismos. El amor maduro significa amar a otros a pesar de sus defectos, conociéndolos, viéndolos, no cerrando los ojos a ellos, y luego construir sobre lo bueno que ya está allí. El amor inmaduro significa ver a la otra persona en términos de un “esto o lo otro” absoluto, aunque hayan moderado un poco esta actitud a medida que su intelecto maduraba. Es posible que ahora reconozcan ciertos defectos que no violan sus normas y conceptos personales.

Juzgar a las personas severamente, como si todos los humanos estuvieran en el mismo nivel de desarrollo, es igualmente inmaduro. La otra persona puede no estar ni siquiera menos desarrollada que ustedes; podría sencillamente estar desarrollada en otro sentido. Por lo tanto, no pueden comparar ni juzgar. ¡Simplemente vean! Si no pueden ver sin enojo, necesitan darse cuenta de que esta reacción tiene el mismo origen que el otro extremo, a saber, que no pueden aceptar la imperfección y, por lo tanto, emocionalmente siguen siendo niños.

Así que sigan los pasos de Cristo a este respecto también. Crucifiquen las ilusiones que erigen para su ego, para su vanidad, para su orgullo debido a su incapacidad actual de amar. Sobre esta verdad pueden erigir entonces el amor verdadero.

Y ahora, queridos míos, veamos sus preguntas.

PREGUNTA: ¿Es suficiente la oración en silencio, sin decir palabras, o es más eficaz la oración cuando se formula y se verbaliza en voz alta?

RESPUESTA: La oración en silencio, si se piensa concisamente en las palabras, es, desde luego, igualmente eficaz. No hay duda de ello, pues el pensamiento es una forma, tanto como la palabra hablada. De hecho, si la palabra hablada se expresa a la ligera, sin el impacto de la emoción y el significado, tiene mucho menor fuerza y efecto, y por lo tanto es una forma mucho más débil que la palabra que se piensa y se siente profundamente. No obstante, si en un grupo una persona encuentra difícil orar enfrente de otros, eso es algo que hay que examinar, pues significa que hay un bloqueo. ¿Qué significa el bloqueo? Muchas veces es señal de orgullo. Sí, amigos míos, eso podría parecerles extraño a algunos de ustedes, pues es posible que se hayan convencido de que su incapacidad de orar enfrente de otros es modestia. Con todo, cuando analicen sus sentimientos de por qué les da tanta vergüenza decir una oración enfrente de sus amigos, descubrirán que su vergüenza proviene de una sensación de humillación.

Cuando oran a Dios, naturalmente se sienten humildes. Y parecer humildes frente a otros les hace sentir que se están humillando. Ser humildes es lo que una parte de sus emociones quiere evitar. En presencia de otras personas quieren parecer seguros, en la cima del mundo. No quieren mostrarse a otros como realmente son, como deben mostrarse a Dios: inseguros, caminando a tientas. En otras palabras, mostrar su verdadero rostro, como lo muestran a Dios, les produce la impresión de estarse humillando, y eso es orgullo. La persona verdaderamente humilde no teme mostrarse tal como es. Tiene el valor de ser ella misma. Por lo tanto, en este pequeño síntoma de tener dificultad para orar frente a otros reside un factor muy importante de su estado emocional que necesita examinarse. Si no pueden orar desde su corazón frente a otros, esta incapacidad es precisamente lo que deben superar; no necesariamente forzándose a hacerlo, aunque eso puede ayudar, sino examinando sus reacciones psicológicas y evaluándolas a la luz de su verdad actual. Siempre es bueno enfocar la meta desde dos lados, el afuera y el adentro.

PREGUNTA: ¿No podría tratarse de timidez también?

RESPUESTA: Puedes racionalizar y tapar tus sentimientos con muchas explicaciones. ¿Qué es la timidez? ¿Y qué es un complejo de inferioridad, a final de cuentas? No es nada más que una forma de orgullo. El que tiene tanto miedo de cómo va a aparecer ante otros, el que se preocupa tanto de la impresión que produce, es orgulloso, o, si lo prefieres, vanidoso. Es lo mismo. La timidez es una manifestación de un complejo de inferioridad. La arrogancia también. Es cuestión de temperamento y carácter individuales. Todos los complejos de inferioridad tienen el común denominador del orgullo y el voluntarismo. El voluntarismo: porque ansías tanto la gratificación de tu orgullo que o te comportas de una manera más segura de como te sientes, y así no eres fiel a ti mismo, o bien la fuerza de tu voluntarismo te paraliza y te hace aparecer tímido. Y donde hay orgullo y voluntarismo, también hay miedo. Si no te preocupara en lo más mínimo lo que piensen los demás, y te sintieras seguro dentro de ti, siendo fiel a ti tal como como eres ahora, y si tuvieras el valor de ser lo que eres, no sentirías miedo alguno. Inconscientemente tienes miedo de que otros vean que no eres lo que fingen tus actitudes exteriores. Temes que no se gratifiquen tu orgullo y tu voluntarismo. Si no fuera así, no existiría ningún complejo de inferioridad y no podrías ser tímido. Un complejo de inferioridad no es determinado por el valor real de uno. Existe únicamente porque uno quiere ser más de lo que es. Así que si mis amigos examinan sus sentimientos de inferioridad desde ese punto de vista, avanzarán mucho más hacia la liberación de sus temores y ansiedades.

PREGUNTA: ¿Los animales que son muertos con el fin de alimentarnos van a la misma esfera que una mascota que muere?

PREGUNTA: No importa por qué razón muere un animal. Lo mismo pasa con el ser humano. La esfera de un ser humano que llega al mundo espiritual no es determinada por el tipo de muerte que ha experimentado el alma. La esfera es determinada por el desarrollo y el cumplimiento de cada existencia.

PREGUNTA: ¿Podría decirme por favor que siente un animal cuando despierta después de morir? No entiendo esta “alma grupal” de la que ha hablado. ¿Qué son las almas grupales?

RESPUESTA: El alma grupal debe entenderse en el sentido de que un animal es una partícula de un alma completa, así como el ser humano es la mitad de un espíritu completo. La otra mitad, lo que se llama el “doble”, puede estar o no encarnado. En el caso de los animales, la escisión es aún mayor. El ser entero consta de muchas partículas que están encarnadas en diferentes formas de existencia. Cuanto más bajo es el desarrollo, mayor es la escisión. A medida que estas partículas separadas se desarrollan, se unen y forman un todo.

El proceso de despertar de un animal es muy similar al del ser humano. De acuerdo con la gravedad de la enfermedad, o de un accidente repentino en el que ocurre un choque, puede haber un periodo más largo o más breve de descanso o inconsciencia para el animal. En otros casos, en el momento en que el animal se desprende de su cuerpo físico, despierta y está libre. Se siente feliz. Se siente ligero. Y puede vivir durante un tiempo en una esfera especial para animales antes de reencarnar. Puede visitar a sus antiguos amos. De cualquier manera, es mucho más feliz, como regla, que en la Tierra. Tampoco podemos generalizar acerca de los animales. Cada caso puede ser un poco distinto, pero se cuida de todos los animales. Hay espíritus que tienen la tarea de ayudar a los animales.

PREGUNTA: En relación con lo que acaba de decir sobre el complejo de inferioridad, usted dio una explicación diferente en otra ocasión. Me pregunto dónde está la conexión. Estoy seguro de que debe de haber una. Aquella fue que el complejo de inferioridad es en realidad un complejo de culpa, que es la reacción equivocada ante los propios defectos.

RESPUESTA: Tienes mucha razón. La conexión es ésta: ¿no es natural que cuando sientas orgullo—que es un defecto—te sientas culpable? El inconsciente de la personalidad dirá: “Soy orgulloso, sé que no es bueno ser orgulloso, no quiero tener este orgullo, por lo tanto lo oculto de mí mismo”. Tu preocupación por las opiniones de otras personas te hace violar tu personalidad. No eres fiel a ti mismo, y eso, quizás, es uno de los mayores pecados, del que se desprenden muchos otros. Y esto te hace sentir culpable.

PREGUNTA: ¿Cuál es la conexión, y la diferencia, entre temer la desaprobación y querer aprobación, en comparación con tener miedo de la opinión pública?

RESPUESTA: No hay necesariamente ninguna diferencia aquí, pero podría haber una. Si una persona se preocupa mucho por la opinión pública, ciertamente se debe a que desea la aprobación de la opinión pública. Entonces se siente segura porque no es criticada. Además, no le gusta sentirse aparte. El niño sufre siempre que se siente diferente de otros niños. Para el niño, ser diferente significa ser inferior. Cuando crece, esta tendencia a veces sigue existiendo y se manifiesta en una adherencia exagerada a las normas de las masas, a la opinión de la mayoría, sea ésta correcta o incorrecta. La opinión pública puede ser correcta en muchos casos, pero si la persona se adhiere a ella sin examinar primero su propia opinión, se convierte en esclavitud. Una persona libre, despreocupada de las opiniones de otros, que está segura dentro de sí misma, y que rinde cuentas sólo a su conciencia y a Dios, examinará cada tema por separado y luego elegirá libremente su conducta. Podrá adherirse a la opinión pública en algunos casos, pero esta adherencia será enteramente diferente de la de la persona que se halla en esclavitud. En otros casos, la persona rechazará la opinión pública porque no sería fiel a sí mismo si la aceptara. Está dispuesto a pagar el precio. Esa es la actitud saludable. ¿Está claro?

INTERROGADOR: Sí, está claro hasta aquí, pero ¿por qué es diferente de querer aprobación?

RESPUESTA: No es diferente. Yo diría que es una faceta de ello. En algunos tipos de personalidad, el fuerte deseo de ser aprobado por otros se manifestará como dependencia de la opinión pública. Otros tipos buscan la aprobación por medio de la conducta contraria. Esta persona podría actuar siempre en contra de la opinión pública por la misma razón que el que está atado a ella. Las dos maneras son malsanas. Las dos maneras también podrían ser maduras y armoniosas. Sin embargo, en el caso de la persona madura y armoniosa no hay un patrón. En un caso estará de acuerdo con la opinión pública, y en otro caso contra ella. Pero del aquel actúa preponderantemente con o contra puede decirse que tiene motivos enfermizos. Por qué una persona elige manifestar su inseguridad y su dependencia de una manera y otra persona de la manera contraria depende de muchos factores. Es cuestión del desarrollo, el ambiente, la influencia y, desde luego, los rasgos de personalidad y el carácter individual. Muchas veces no hay dos personas que reaccionen de la misma manera al mismo suceso y en las mismas condiciones.

Mis queridísimos amigos, los ángeles de Dios están aquí, en esta habitación, para bendecirlos. La bendición se extiende también a todos los amigos que están ausentes, a todos aquellos que siguen estas enseñanzas. Continúen en este camino, queridos míos. Se ha logrado mucho en muy breve tiempo, debido a sus muy reales esfuerzos. No aflojen. Continúen por todos los medios posibles y obtendrán la fuerza del amor y la comprensión que puede ser suya sólo cuando examinan las profundidades de su ser y se enfrentan a sí mismos con la verdad. Por Dios, por Jesucristo, que realizó el acto más grande de amor y valor por ustedes en lo personal, confíen en que el éxito indudablemente llegará si vencen sus dificultades iniciales. De hecho, es el único esfuerzo de su parte que puede ser verdadera y permanentemente exitoso. Reciban estas fuerzas especiales, todos ustedes. Permitan que los rayos dorados entren en su corazón, en su alma y en su espíritu para sostenerlos. La luz de Cristo brilla sobre ustedes. ¡Queden en paz, queden con Dios!

Dictada el 19 de diciembre de 1958.